La ejecución del exfuncionario ucraniano revela las características de un atentado planificado con precisión militar.
En una mañana que comenzó como cualquier otra para un padre llevando a sus hijos al colegio, la violencia más brutal irrumpió en las tranquilas calles de Pozuelo de Alarcón. Andriy Portnov era un abogado ucraniano de 52 años en la lista negra de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá por corrupción, malversación de fondos públicos y violaciones de derechos humanos. También estaba vinculado estrechamente al entorno prorruso y al expresidente Víktor Yanukóvich y había encontrado refugio en Madrid. Durante esa mañana, acababa de despedirse de sus dos hijas en la puerta del exclusivo Colegio Americano, cuando su vida se truncó de la manera más despiadada. Vestido con ropa deportiva y caminando hacia su Mercedes negro para ir al gimnasio, nunca imaginó que esos serían sus últimos pasos.
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Varios sicarios profesionales, llegados presumiblemente en moto, lo abordaron sin piedad y le dispararon de forma fría y calculada cinco veces a quemarropa en el cuello, la espalda y rematando en la cabeza. Pero la crueldad no terminó ahí. Cuando Portnov ya yacía herido en el suelo, uno de los asesinos regresó para rematarlo con un tiro de gracia en la nuca, asegurándose de que no sobreviviera. Los testigos, entre ellos otros padres que también llevaban a sus hijos al colegio, quedaron paralizados por el horror mientras los atacantes huían a pie hacia la Casa de Campo, dejando atrás el cuerpo sin vida de un hombre que, más allá de su figura controvertida, era un padre que acababa de dejar a sus hijos en la escuela.
Este asesinato ocurrido a plena luz del día ha conmocionado tanto a la sociedad como a los expertos en seguridad, quienes coinciden en señalar las características profesionales de esta ejecución que apunta a un sicariato de alto nivel. Se cree que el crimen apunta a un ajuste de cuentas con una motivación política o mafiosa. Este individuo tenía muchos enemigos, pues fue asesor durante el Euromaidán y habría participado en la represión que causó más de cien muertos en Kiev. Tras la caída de Yanukóvich, huyó a Rusia, y posteriormente se instaló en el barrio de La Moraleja, en Madrid, como un posible agente de influencia rusa en activo, ya que participaba en eventos en España.
Un crimen que trasciende las fronteras
El caso Portnov se enmarca dentro de una serie de asesinatos selectivos que han tenido lugar en territorio europeo durante los últimos años, donde figuras políticas y empresariales de Europa del Este han sido objetivo de atentados con características similares. José Luis Gil, experto en delincuencia organizada de los Balcanes Occidentales y profesor del Curso de Experto en Delincuencia Organizada de los Balcanes Occidentales, asegura que «tal y como se pone de manifiesto, nadie permanece a salvo cuando alguien decide poner precio a tu cabeza, ya que en estos casos lo realmente importante no es quien aprieta el gatillo, sino quien paga la bala».
«En el caso que nos ocupa, se desprende del modus operandi que el sicario ha sido de ‘manual’ como el famoso Julian Sinanaj (sicario profesional, detenido ahora en Albania). De los datos que se conocen hasta ahora, se deduce una minuciosa preparación previa (reconocimiento del terreno, vigilancia del objetivo, adquisición del arma, etc.), así como una ejecución limpia y una huida de la escena del crimen sin dejar rastro», explica Gil.
Las características de un sicario profesional
El análisis forense y las primeras investigaciones apuntan a que el autor material del crimen posee una formación especializada que va más allá de la delincuencia común, pues conocían que en ese horario era su momento más frágil, sin escoltas y con ropa deportiva. Gil identifica patrones que revelan un nivel de profesionalidad inquietante.
«Dentro de las características que se observan, nos encontramos ante un sicario profesional, (seguramente con formación militar, policial o en servicios de información), la ejecución con varios disparos a quemarropa, así como rematar a la víctima en el suelo, asegurando la ejecución del contrato, denota profesionalidad, así como contar con un equipo de apoyo y extracción», señala.
Un mensaje inequívoco
Lo que más ha llamado la atención es el contexto en el que se produjo el asesinato. La elección del momento y el lugar no fue casual, sino que formaba parte de una estrategia comunicativa más amplia.
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«Otro de los aspectos relevantes es que cuando alguien encarga una ejecución de estas características (ya sean motivaciones políticas, ajustes de cuentas relacionadas con delincuencia organizada transnacional, o bien una mezcla de ambas) el asesinato ha de transmitir un mensaje alto y claro, como ha sido el caso. A plena luz, en un país en el que el objetivo se sentía seguro y ante la presencia de numerosos testigos (la víctima acababa de dejar a sus hijos en el colegio), el mensaje no podía ser más alto y más claro», sentenció el experto.
Implicaciones para la seguridad europea
Este asesinato plantea serias preguntas sobre la capacidad de las redes criminales internacionales para operar en territorio europeo con aparente impunidad. Las autoridades españolas han reforzado las medidas de seguridad para otras figuras públicas que podrían encontrarse en situación de riesgo similar.
No obstante, la investigación continúa abierta, mientras se observa con preocupación cómo Madrid y España se ha convertido en escenario de un tipo de violencia que parecía relegada a otras latitudes del mundo. El caso Portnov marca un antes y un después en la percepción de seguridad de los exiliados políticos en España.
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