En la era digital, la información se ha convertido en un recurso estratégico fundamental, utilizado para influir en la opinión pública y modificar las actitudes y comportamientos de las masas. En este informe la alumna becada del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Raquel Ibáñez explora cómo la desinformación y las prácticas de Manipulación e Interferencia de Información Extranjera (FIMI) se han convertido en herramientas de influencia global, examinando sus efectos, métodos de manipulación cognitiva y las tácticas de defensa necesarias para enfrentar esta nueva forma de ciberguerra.
Estas prácticas no solo propagan contenido falso o engañoso, sino que buscan generar desconfianza, desacreditar instituciones, fomentar la polarización y manipular emocionalmente. Para conseguirlo, se valen de técnicas que explotan las vulnerabilidades del procesamiento cognitivo y emocional del cerebro humano, lo que hace esencial conocer sus efectos y las tácticas de defensa necesarias para enfrentar esta forma de ciberguerra.
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Detrás de estas estrategias, en muchos casos, se encuentran los intereses de potencias extranjeras que buscan intervenir en la estabilidad de otras naciones en beneficio de sus propios objetivos geopolíticos. En este sentido, las campañas de desinformación se utilizan como arma en la ciberguerra cognitiva y en las operaciones PsyOps.
¿Qué es la desinformación y el FIMI?
La desinformación es el contenido falso o engañoso que se crea, presenta y difunde con la intención de engañar, minar la confianza pública, distorsionar los hechos, transmitir una determinada forma de percibir la realidad.
No debemos confundir la desinformación con términos como información errónea o incorrecta. Ambos se utilizan para describir fenómenos en los que la verdad se ve distorsionada, pero la diferencia principal radica en la intencionalidad. En la desinformación hay una intención de engañar, mientras que una información errónea o inexacta no.
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La Manipulación y la Interferencia Informativa Extranjera (FIMI), según la EEAS (European External Action Service): describe un patrón de comportamiento en su mayoría no ilegal que amenaza o tiene el potencial de impactar negativamente en los valores, procedimientos y procesos políticos. Esta actividad es de carácter manipulativo, llevada a cabo de manera intencionada y coordinada. Los actores que participan en esta actividad pueden ser tanto estatales como no estatales, incluidos sus representantes dentro y fuera de su propio territorio.
Los 7 tipos de desinformación
- Sátira o parodia: se basa en una mentira con tonos de humor que puede ser confusa para el receptor, pues no está claro su origen falso.
- Conexión falsa: se da cuando los titulares, imágenes o leyendas no están relacionados con el contenido.
- Contenido engañoso: uso engañoso de la información para validar un dato o a una persona.
- Contexto falso: contenido real que se difunde con información de contexto falsa.
- Contenido impostor: suplantación de las fuentes genuinas de la información.
- Contenido manipulado: alteración de imágenes o información de fuentes reales con el fin de engañar.
- Contenido fabricado: contenido falso o engañoso diseñado con el objetivo de perjudicar.
La desinformación se puede presentar en diversos formatos como en campañas de desprestigio a personas o instituciones, memes, contenido multimedia, teorías conspiracionistas, propaganda o fake news.
Ciberguerra cognitiva y PsyOps
En el contexto de la ciberguerra cognitiva, la información se convierte en un arma no convencional que se emplea para desestabilizar y manipular a las audiencias. A diferencia de las guerras tradicionales, esta se libra en el dominio de la percepción y el pensamiento, buscando alterar el proceso de toma de decisiones y la cohesión social sin recurrir a la violencia directa. Las campañas de desinformación y FIMI son herramientas clave en este proceso, ya que logran distorsionar la realidad, explotar prejuicios y fragmentar el tejido social.
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PsyOps (Psychological Operations) son operaciones militares o estratégicas orientadas a modificar las actitudes y comportamientos de una población mediante técnicas de manipulación informativa. Las campañas de desinformación y FIMI, cuando se emplean en PsyOps, están cuidadosamente diseñadas para aprovechar sesgos psicológicos, narrativas polarizantes y emociones intensas para conseguir cambios de percepción y actitud en el público objetivo.
Técnicas de manipulación en campañas de desinformación
Las campañas de desinformación emplean tácticas que explotan las vulnerabilidades de la manera en la que el cerebro procesa la información, como ocurre con los sesgos cognitivos y la manipulación emocional.
Entre las principales técnicas de manipulación encontramos:
- Framing o encuadre: Presenta la información desde un ángulo específico, sesgando la interpretación de la audiencia hacia un objetivo concreto.
- Narrativa emocional: Utilizan respuestas emocionales intensas (miedo, ira, compasión) que activan la parte más instintiva del cerebro, reduciendo la capacidad de razonamiento crítico y facilitando la aceptación de información sin cuestionamientos. En condiciones de alta carga emocional, el cerebro activa mecanismos de respuesta rápida que priorizan la acción antes que el análisis crítico.
- Sesgo de confirmación: El cerebro tiene una tendencia natural a buscar y aceptar información que confirme sus creencias previas, lo cual facilita que los mensajes engañosos se acepten sin cuestionamientos.
- Sesgo de verdad ilusoria o familiaridad por repetición: La repetición constante de mensajes engañosos genera una percepción de familiaridad, y el cerebro interpreta esta familiaridad como un indicador de verdad, incluso cuando la información es falsa.
- Sesgo de autoridad: El ser humano tiende a dar credibilidad a aquellas figuras que representan una figura de autoridad. En este sentido, utilizan figuras de autoridad o influencers para dotar de credibilidad su mensaje.
- Sesgo de anclaje: Las primeras impresiones o la primera información recibida condicionan las interpretaciones posteriores. Los mensajes de desinformación se diseñan para impactar en la primera exposición.
- Burbujas informativas o efecto de exposición selectiva: Al mostrar contenidos que coinciden con las creencias previas del usuario, los algoritmos de redes sociales refuerzan burbujas informativas que facilitan la manipulación, ya que el usuario solo accede a información afín a sus creencias.
- Polarización: Mensajes que dividen a la audiencia en bandos opuestos, generando conflictos internos y disminuyendo la cohesión social.
- Inyección de contenido falso en momentos de alta emoción social: Aprovechan crisis o eventos importantes para difundir información manipulada que resuene con las emociones colectivas, como el miedo o la ira.
- Exageración y simplificación de mensajes: Mensajes simples, fáciles de recordar y exagerados que refuerzan las creencias persistentes.
- Microtargeting: Construcción de mensajes personalizados a partir de los datos personales del usuario para resonar con sus creencias e intereses específicos, maximizando su efectividad.
- Liberación de dopamina: La dopamina es un neurotransmisor vinculado a las respuestas de recompensa y placer. Juega un papel importante en la retroalimentación positiva de los «me gusta» y las «comparticiones». Esta respuesta dopaminérgica favorece la participación en la difusión y consumo de contenido, incluyendo desinformación.
Estrategias para combatir estas campañas
La defensa contra la desinformación y las campañas de manipulación en la ciberguerra cognitiva requiere una combinación de educación y herramientas tecnológicas. Las estrategias más efectivas que se están implementando actualmente para aumentar la resiliencia de la ciudadanía incluyen:
- Alfabetización mediática y digital: Incluir programas de alfabetización digital y formar a la población sobre cómo evaluar críticamente la información y cómo identificar fuentes fiables. Este tipo de educación permite a las personas cuestionar la veracidad y los intereses que existen detrás de cada mensaje.
- Inoculación psicológica: Consiste en preparar a las personas para reconocer técnicas de manipulación antes de que las enfrenten. Al estar familiarizados con las tácticas de desinformación, los individuos pueden resistir de manera más efectiva su influencia.
- Fortalecimiento de la confianza en fuentes oficiales: El desarrollo de canales de comunicación oficiales que respondan de forma rápida a la desinformación es crucial. La transparencia y la accesibilidad de las fuentes oficiales ayudan a reducir la credibilidad de la información falsa.
- Etiquetado de contenido y desmentido activo: Etiquetas que adviertan sobre la veracidad de un contenido o que desacrediten un mensaje dudoso permiten al usuario identificar información no verificada o falsa o producida con inteligencia artificial. Las plataformas digitales pueden ayudar a limitar la propagación de contenido engañoso y dar contexto.
- Herramientas de verificación de la información: Promover el uso de herramientas y recursos de verificación que permitan a los ciudadanos comprobar la veracidad de las noticias y publicaciones.
- Fomento del pensamiento crítico: La promoción del pensamiento crítico es una defensa eficaz contra la manipulación cognitiva. Cuando las personas aprenden a cuestionar y reflexionar antes de compartir o creer en una noticia, son menos susceptibles a ser influenciadas por tácticas de desinformación.
- Promoción del diálogo y la empatía: Incentivar la comunicación entre personas con diferentes puntos de vista para reducir la polarización y construir puentes de entendimiento.
- Colaboración Internacional: Establecer colaboraciones internacionales para compartir información y estrategias efectivas contra la desinformación. La desinformación es un problema global que requiere una respuesta coordinada.
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Las campañas de desinformación son un desafío complejo que combina estrategias, tácticas, técnicas de manipulación, algoritmos de internet y respuestas emocionales humanas. La protección y resiliencia de la ciudadanía requiere un enfoque multifacético que incluya educación, pensamiento crítico, regulación tecnológica y promoción del diálogo.
Comprender estas dinámicas y responder de manera proactiva es clave para fortalecer la nuestra sociedad, proteger los sistemas democráticos y construir comunidades informadas y conscientes.
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