Washington comenzó a construir un nuevo mundo digital del futuro con el pretexto de la amplia introducción de nuevas tecnologías. Sin embargo, este mundo promete un criptoparaíso solo para los elegidos. Para los demás, Trump está preparando la ciberesclavitud sin ninguna posibilidad de escapar.
No es ningún secreto que, desde su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump se ha enfrentado a la oposición interna de los funcionarios del aparato estatal. En su anterior mandato, este frente bloqueó la ejecución de la mayor parte de las decisiones. En última instancia, también redujo notablemente la eficiencia de su administración.
Trump aprendió la lección y, desde el primer día, comenzó a despedir sin piedad a todos los que no estaban de acuerdo. Parecería una decisión suicida, capaz de paralizar la ya inmóvil burocracia estadounidense. Sin embargo, no todo es tan simple.
En su lucha contra los oponentes políticos, Trump decidió apoyarse en la tecnología digital y la inteligencia artificial para preservar e incluso mejorar el funcionamiento del organismo ejecutivo. Muchas personas ya perdieron sus trabajos al ser reemplazados por procesos digitales automatizados.
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Así, el actual presidente de los Estados Unidos se convirtió, más o menos, en la primera persona en la historia mundial, que otorga a la inteligencia artificial la capacidad de gestionar los procesos gubernamentales importantes en lugar de los seres humanos.
Trump, la industria cripto y Big Tech
La vinculación de Trump con la industria cripto tiene una larga historia. Su influencia en el actual líder estadounidense es enorme. Un ejemplo de ello es la reunión de inversores y líderes de compañías de criptomonedas con el presidente de los Estados Unidos celebrada el 7 de marzo de este año en la Casa Blanca. Los que asistieron a la reunión enviaron más de 11 millones de dólares al comité de su inauguración.
En particular, se trata de la junta directiva de Crypto y Paradigm, que ha donado un millón de dólares cada una; el jefe de la plataforma comercial Robinhood, que ha donado dos millones, y el de Ripple, que ha donado cinco millones. Otros 1 millón de dólares fueron aportados por los altos ejecutivos de Kraken Corporation y Coinbase, a los que la administración actual ha cancelado los juicios iniciados anteriormente.
Muchas de estas compañías hicieron importantes donaciones a la campaña electoral de Trump. Por supuesto, las contribuciones de todas las empresas aún no se han hecho públicas, pero se sabe que la suma total fue de al menos 10 millones de dólares. Entre ellos se encuentran la dirección de la criptobolsa Gemini, la compañía desarrolladora de monederos criptográficos Exodus y la criptocorporación Kraken. También se encuentran la empresa de medios Anchorage Digital, la compañía Multicoin Capital y la corporación BTC.
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Sin embargo, el director de Coinbase, B. Armstrong, superó a todos. Donó 1 millón de dólares personalmente a Trump, decenas de millones de dólares para apoyar a los candidatos republicanos en las elecciones al Congreso y prometió transferir 25 millones de dólares al Comité de Acción Política del Partido Republicano para asegurar el éxito de las elecciones intermedias de 2026.
Además, Trump tiene a su disposición el imperio digital de Elon Musk, entre otros. También están X, la compañía de neurotecnología Neuralink y el desarrollador de inteligencia artificial xAI, así como representantes de los gigantes tecnológicos estadounidenses Big Tech.
Esto es suficiente para ver a Trump no solo como el presidente de Estados Unidos (que ya es mucho en sí mismo), sino también como un representante del mundo de la tecnología digital que busca el dominio global.
La lucha por el futuro sostenible
Sin embargo, la confrontación con el mundo digital de Trump no es una simple lucha entre el bien y el mal. Quienquiera que gane, el mundo entero se verá empeorado.
En Estados Unidos se ha desarrollado durante mucho tiempo la inteligencia artificial para controlar el espacio de información mundial. Los resultados obtenidos hacen creer a la Casa Blanca que es posible llevar a cabo estos planes.
Eso es comprensible. Lo que está en juego es el control de la conciencia de las masas y la promoción de los intereses de gigantes tecnológicos estadounidenses como Microsoft, Google o AT&T, que ayudan a Washington a crear una red mundial de contenidos.
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A esto se podría sumar la posibilidad de recopilar información sobre ciudadanos extranjeros en todo el planeta. Ninguna administración estadounidense rechazará esas perspectivas.
Las nuevas tecnologías digitales y la inteligencia artificial reemplazarán a la mayoría de los trabajadores, ya que pueden trabajar sin descanso las 24 horas de la semana. Y el nuevo mundo digital estará controlado por los multimillonarios propietarios de las mayores empresas de IA, que, curiosamente, son amigos íntimos de Trump y su familia.
La transformación digital de todos los ámbitos de la vida se llevará a cabo a pleno rendimiento. Las ciberplataformas se permitirán para manejar áreas de la vida donde antes no existían. Dirigirán los medios de comunicación globales y se convertirán en el censor mundial y en el policía digital, actuando bajo el control y los intereses de los actuales dueños de la Casa Blanca.
El resto del mundo se verá obligado a aceptar estas reglas y aprender a interactuar con la América digital. Dado que Estados Unidos es la superpotencia mundial, solo le satisfará aceptar las reglas impuestas por Washington. En pocas palabras, la subordinación a la Casa Blanca y sus cibertecnologías. De hecho, Trump está preparando al mundo entero para la ciberesclavitud.
Si Trump pierde la lucha por su criptoparaíso privado, sus opositores le darán al mundo un corto descanso y, luego, para luchar contra el trumpismo, llevarán a cabo lo que este presidente de Estados Unidos comenzó. Nadie en Estados Unidos se negará a tomar las riendas de la dominación mundial.
La esperanza fantasma
El progreso es implacable, la era digital está llegando y nadie puede detener el proceso. Sin embargo, la comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para controlar los procesos relacionados con la creación de inteligencia artificial. El mundo necesita unas reglas claras y estrictas para el desarrollo de la IA y otras para su control social.
La plataforma de la ONU es el mejor lugar para alcanzar acuerdos multilaterales vinculantes. De lo contrario, nos enfrentaremos a la hegemonía de la IA y Gran Tech sin ninguna posibilidad de escapar.
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