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La Eslovaquia que desafía a la Unión Europea

Análisis

Paula Jiménez
Paula Jiménez
Estudiante de quinto año de Relaciones Internacionales y Comunicación Global, con mención en seguridad internacional y política exterior. Enfocada en el análisis y la estrategia, me centro en estudiar cuestiones del contexto histórico y geopolítico europeo que afectan a las relaciones institucionales y sociopolíticas de los diferentes Estados y la Unión Europea.

Robert Fico ha impulsado una Eslovaquia más autónoma, alejándose de la UE y reforzando lazos con Rusia y China. Su postura desafía las políticas europeas en migración y sanciones. En este artículo te contamos cómo está redefiniendo el rumbo del país.

«La verdad y el amor deben prevalecer sobre la mentira y el odio». Así expresaba el líder checoslovaco de la disidencia soviética, Václav Havel, la importancia de un pueblo unido contra el autoritarismo de la URSS. El compromiso del líder del Foro Cívico impulsaría la Revolución de Terciopelo en 1989.

Esta revolución ocurrió entre el 17 de noviembre y el 29 de diciembre. Fue apoyada masivamente por la sociedad checa y eslovaca. Las protestas generalizadas por toda Checoslovaquia, en un periodo de creciente apertura y desintegración de la Unión Soviética, desencadenaron la independencia de la República. Así, cada diecisiete de noviembre en la República Checa y en la República Eslovaca se conmemora la Revolución de Terciopelo. Es un homenaje al compromiso civil que puso fin al dominio ruso.

Este año, el homenaje a los participantes de la Revolución se destacó por su enfoque político y de oposición al gobierno de Robert Fico. En el Día de la Lucha por la Libertad y la Democracia, numerosos ciudadanos eslovacos salieron a las calles de Bratislava. Protestaron contra el gobierno central y sus políticas crecientemente restrictivas. Estas políticas estaban aliadas con Rusia.

Un cambio progresivo y disruptivo en Eslovaquia

Robert Fico, líder de SMER, se ha convertido en uno de los principales aliados rusos en el seno de la Unión Europea. Frente a partidos enfocados en las relaciones transatlánticas, como OL’aNO (Plataforma Cívica) o SaS (Libertades y Solidaridad), el Partido SMER (Dirección-Social-Democracia) ha adoptado una postura diferente. Ha buscado potenciar los vínculos bilaterales con Rusia.

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Alejándose del foco europeo, en el último año el primer ministro eslovaco se ha desviado de la trayectoria general de los estados-miembros de la UE. No obstante, este fenómeno no es algo novedoso en el Consejo Europeo. La institución europea, compuesta por los jefes de Estado o de Gobierno de cada país miembro, ya había enfrentado actitudes disruptivas de Fico durante su primer mandato en 2006. Esta postura también fue adoptada por otros líderes, como Viktor Orbán en 2010.

Robert Fico fue el encargado de asentar en Eslovaquia un nuevo precedente pragmático con respecto a la Unión Europea y la OTAN. A pesar de los enfoques cautelosos o incluso cercanos de  Vladimír Mečiar con Moscú, desde 2004 se asumía la postura euro-atlántica de Eslovaquia.

La entrada de Eslovaquia en la OTAN y la UE en 2004 establecía una nueva estrategia estatal e interestatal basada en el orden liberal occidental. De esta manera, se pensaba que la política interior y exterior de Eslovaquia estarían firmemente alineadas con ambos organismos. Sin embargo, la llegada de Fico en 2006 supuso una transformación profunda de la postura eslovaca respecto al sistema occidental. 

A pesar de haber declarado la entrada de la República de Eslovaquia en la Unión Monetaria en 2009, Fico adoptó iniciativas disruptivas con la idea común de la UE. Este cambio transformador, que había sido elegido por un gran sector de la población descontento con las reformas económicas de Dzurinda, también desató posturas antagónicas entre los eslovacos. Como resultado, Fico no sería reelegido hasta 2012.

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Es precisamente en este segundo mandato cuando el líder del partido SMER comenzó a asentar mayores alianzas con dirigentes europeos críticos con las políticas de la UE, como Viktor Orbán, y a establecer vínculos con potencias revisionistas. Durante su segundo gobierno, Fico adoptó posturas más firmes en apoyo a la Iniciativa del Cinturón y la Ruta China y comenzó a criticar las sanciones europeas a Rusia por la invasión de Crimea.

Sin embargo, antes de que terminara su mandato, el jefe del ejecutivo se vio obligado a dimitir debido al asesinato de un periodista que investigaba casos de corrupción en su gobierno.

En 2023, después de que SMER fuera elegido por el 22,9% de los votantes, Fico se convirtió en el líder de un gobierno de coalición con SNS (Partido Nacional Eslovaco) y HLAS (Voz Social-Democracia). Motivado por su defensa de los valores tradicionales, la lucha contra la corrupción y la idea de una Eslovaquia más neutral entre Occidente y las potencias revisionistas, el nuevo primer ministro tomaría una nueva ruta.

Robert Fico rompería con la tendencia de la coalición de 2020, formada por OL’aNO, SaS, Sme Rodina y Za ľudí, que se enfocaba en fomentar relaciones transatlánticas.

Estrategias de Robert Fico en Eslovaquia

El retorno de Fico como dirigente del Gobierno en octubre de 2023 llevaría al auge de tensiones en Bruselas. Ante un contexto de fricciones e incertidumbre debido a la Guerra de Oriente Medio, y sobre todo por la invasión de Ucrania, la mayor parte de los Estados miembros optaron por homogeneizar sus fuerzas. Buscaron apoyar a su aliado vecino.

No obstante, esta no fue la postura de líderes como Robert Fico. Apoyado por otros dirigentes como Viktor Orbán, decidió adoptar medidas diferentes con respecto a Rusia. A pesar de ya haber mostrado su desacuerdo con las sanciones rusas durante la invasión de Crimea, con la invasión a gran escala, en 2023 y 2024, Fico tomará una postura más pragmática.

El primer ministro eslovaco ha detenido el apoyo militar a Ucrania. Ha sido uno de los Estados que ha rechazado el libre comercio de bienes ucranianos en su territorio. Además, ha informado que no votará ningún paquete de sanciones contra Rusia.

En el plano de la política exterior, la reticente postura de Robert Fico en la Unión Europea no se limita exclusivamente a su postura prorrusa. También está delimitada por sus relaciones con China.

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Una de las estrategias adoptadas por el actual primer ministro eslovaco ha sido acrecentar sus vínculos con Pekín. Esto quedó claramente reflejado en su encuentro con el presidente Xi Jinping el pasado uno de noviembre. Dos días después de la entrada en vigor de los nuevos aranceles (entre el 17% y el 35,3%) a productores de vehículos eléctricos chinos, Fico viajó a la capital del país. Su objetivo era mostrar su apoyo al presidente chino.

Fico considera que la medida propuesta por la Comisión Europea, tiene un impacto especialmente notorio en su industria automovilística. Asimismo, Eslovaquia se ha convertido en un aliado chino para fomentar la nueva ruta de la seda. Así, Bratislava intenta buscar aliados entre potencias revisionistas en el Indo-Pacífico, donde el foco estadounidense es cada vez mayor. 

Sin embargo, las divergencias entre las instituciones eslovacas y la estrategia de la Unión Europea no se limitan únicamente al ámbito exterior. También se trata de una cuestión de política interna. Eslovaquia es uno de los países que se ha opuesto al pacto migratorio. Además, rechaza las sanciones de la UE basadas en el deterioro del Estado de derecho.

La República Eslovaca es uno de los Estados miembros con una política migratoria más restrictiva, cuyas autoridades no están dispuestas a cambiar. La alianza Fico-Orban es una de las principales promotoras de endurecer la política migratoria en Europa.

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De hecho, tras la aprobación del nuevo Pacto de Migración y Asilo por el Parlamento Europeo en marzo de 2024, Fico dejó claro que no estaba dispuesto a implementar la nueva medida, a la que calificó de «dictatorial». No obstante, su postura reticente con respecto a los acuerdos migratorios no es una cuestión novedosa. En 2016, ante la crisis migratoria, Fico ya había mostrado su oposición a la redistribución de inmigrantes por cuotas.

 En la misma línea de oposición, el gobierno eslovaco se ha mostrado en desacuerdo con las posibles sanciones de la Unión Europea. La Comisión se encuentra investigando a Fico y a su gobierno por los cambios legales que han efectuado en los últimos años. Se estima que la UE podría imponer sanciones a Eslovaquia por sus medidas antidemocráticas que ponen en riesgo el Estado de derecho y los valores de la UE.

Entre estas nuevas legislaciones se encuentran decisiones como la desintegración de un Departamento Especial de la Oficina Fiscal. Este departamento estaba centrado en combatir casos de corrupción. También se destaca la alteración de la dependencia política de la emisora pública Rozhlas a Televízia Slovenska.

Se considera que las sanciones económicas que la Unión Europea podría imponer sobre Eslovaquia supondrían un gran impacto para su economía, por su dependencia financiera. Se estima que casi el 80% de la inversión pública de Eslovaquia procede de fondos europeos, por lo se calcula que el impacto de estas sanciones en Eslovaquia podría ser mayor que el de Hungría, por ejemplo.  

Conclusión

El Gobierno de Fico busca conseguir una Eslovaquia más independiente de la Unión Europea. A pesar del compromiso histórico de Bratislava con el orden liberal occidental en 2004, con su adhesión a la Unión Europea y a la OTAN, actualmente el ejecutivo de Robert Fico aspira a consolidar una postura crecientemente autónoma con respecto a la UE.

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Desde su llegada al poder por primera vez en 2006, Fico ha buscado acrecentar lazos con potencias revisionistas como Rusia y China. También ha promovido una política migratoria restrictiva y una menor intervención de la UE en la legislación nacional. En consecuencia, y teniendo en cuenta el auge de movimientos disidentes en Europa, así como la creciente escalada del conflicto en Ucrania, se proyecta que la UE se podría encontrar encaminada hacia un escenario de transformación.

De la mano de la Hungría de Viktor Orbán, la antigua Polonia de PIS y el socialdemócrata checo Bohuslav Sobotka, en 2016, Fico rechazó la posibilidad de reubicar a personas refugiadas en su territorio. El actual primer ministro eslovaco entendía que la acogida de refugiados debía ser una decisión estatal. Consideraba que una creciente acogida de desplazados podría suponer un riesgo para la seguridad nacional.

No obstante, frente a la situación alarmante en la que se encontraba Europa, debido a la llegada masiva de personas en busca de refugio, se entendió que era necesario establecer el principio de «solidaridad». Este principio debía ser vinculante entre los Estados miembros para la acogida de refugiados. De esta manera, la UE afirmó que los países que no estuvieran dispuestos a recibir personas refugiadas serían sujetos a penalizaciones económicas. 

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