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El mapa de la guerra de Ucrania: así quedaría después de tres años de conflicto

Análisis

Rubén Asenjo
Rubén Asenjo
Periodista apasionado por la actualidad internacional y la geopolítica. Escribo para entender el mundo en constante cambio y compartir perspectivas que despierten la reflexión y el debate. Comprometido con la búsqueda de la verdad y las historias que impacten e inspiren.

El 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó una invasión contra Ucrania ante los planes de unirse a la OTAN. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha provocado grandes cambios, y se prevé que Putin consiga la anexión de hasta seis territorios del país europeo. Además de esto, Moscú puede conseguir grandes cantidades de materias primas.

El 24 de febrero de 2025, el conflicto en Ucrania cumple tres años. Este conflicto ha devastado el país y ha debilitado la economía europea. Según datos de la ONU, más de 10 mil civiles han fallecido y 390 mil soldados ucranianos han resultado heridos. Además, se estima que las pérdidas rusas podrían alcanzar el millón de bajas, incluyendo heridos y fallecidos, según Kyiv Post. El frente, estabilizado desde finales de 2023, muestra un control ruso de casi el 20% del territorio ucraniano, concentrado en el sureste. A pesar de varios intentos diplomáticos, la falta de avances mantiene al país sumido en la guerra. Además, la dependencia de Ucrania del apoyo militar occidental se hace ahora más evidente tras la reducción de ayudas estadounidenses y europeas, agravada por el regreso a la Casa Blanca de un Donald Trump que busca poner fin al conflicto rápidamente.

Las regiones de Ucrania en disputa

Ucrania enfrenta el riesgo real de perder seis regiones: Lugansk, Donetsk, Zaporiyia, Jersón, Crimea y Sebastopol. De ellas, Crimea y Sebastopol están bajo dominio ruso desde 2014 (aunque sin reconocimiento internacional sustancial), mientras que las otras cuatro se anexionaron parcialmente en 2022 tras referéndums no reconocidos en todo el mundo. Actualmente, Rusia controla en torno al 60% de Donetsk y el 70% de Zaporiyia y casi la totalidad de Lugansk y Jersón, aunque sin plena soberanía sobre ninguna. Estos territorios, ricos en recursos como el titanio, las tierras raras y el acceso al mar Negro, representan un corredor estratégico que conecta Crimea de forma terrestre con el Donbás. Casi todos los países, excepto algunos aliados de Rusia, rechazan estas anexiones. Sin embargo, la capacidad de Kiev para recuperarlas está limitada por la escasez de armamento y la fatiga bélica.

Situación de la guerra de Ucrania a 18 de febrero de 2024. Extraído de: liveuamap

Rusia ha establecido dos condiciones principales para detener las hostilidades. En primer lugar, la renuncia ucraniana a la OTAN y el reconocimiento de las regiones anexionadas. Probablemente, Moscú busca conectar de forma terrestre Crimea y controlar todos los recursos de esa región. Además, Vladímir Putin reiteró en junio de 2024 que un acuerdo requiere de la retirada total de tropas ucranianas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Además, pide aceptar su incorporación a la Federación Rusa. También exige la cancelación de las sanciones económicas occidentales y garantías de protección para la población rusófila. Estas demandas, calificadas por Kiev en su momento como un «ultimátum inaceptable», chocan con la postura ucraniana de no negociar hasta una retirada rusa total, incluida Crimea.

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La negativa a ceder territorios se ha convertido en un principio incuestionable para Ucrania. Sin embargo, la realidad militar es totalmente diferente. Ahora mismo, recuperar las regiones ocupadas requeriría una contraofensiva masiva que actualmente parece inviable. Esto se debe a la escasez de equipos y personal y a la negativa de Trump a continuar la guerra. Rusia, por su parte, aprovecha la incertidumbre política en Occidente entre los países Europeos y Estados Unidos para presionar. Mientras, la población en zonas ocupadas viven bajo régimen militar estricto, con restricciones de movimiento y falta de servicios básicos. Asimismo, la ONU sigue documentando violaciones de derechos humanos, aunque su capacidad de acción es limitada en áreas bajo control ruso.

La guerra por los minerales y las tierras raras

El gobierno estadounidense exige el control del 50% de los ingresos de explotación de las tierras raras, minerales críticos, petróleo y gas ucraniano del país (valorados en 500.000 millones de dólares y claves para la tecnología militar) como contrapartida o reembolso a la ayuda militar proporcionada desde 2022. También a cambio del apoyo de Estados Unidos para negociar la paz y para reconstruir el país. Además, pide tener derechos preferentes en futuras licencias. Esta estrategia, plasmada en un borrador de contrato presentado en febrero, busca asegurar el acceso a litio, titanio, grafito, circonio y uranio y más materias primas mediante concesiones exclusivas sobre puertos, infraestructuras y yacimientos, aplicando legislación neoyorquina en territorio ucraniano.

Esta propuesta incluiría además la inmunidad soberana para las empresas estadounidenses y un mecanismo de pago prioritario que obligaría a Ucrania a saldar su deuda antes de cubrir necesidades básicas. Es decir, similar a la expresión coloquial de «páganos primero y luego alimenta a tus hijos». Mientras Trump condiciona el apoyo futuro a estas cláusulas económicas, Rusia consolida su control sobre muchos de los recursos ucranianos mediante los avances militares en el sureste del país. Las tropas de Vladímir Putin han capturado zonas clave y siguen acercándose a más yacimientos de materias primas críticas de los que ha conseguido. Este doble cerco geopolítico (económico desde Occidente y territorial desde Oriente) sitúa a Ucrania en una encrucijada. O cede soberanía económica a Estados Unidos o pierde más recursos vitales y territoriales ante el avance ruso.

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En este contexto, la resistencia ucraniana choca con realidades estratégicas. Paralelamente, la administración Trump amenaza con suspender toda ayuda si no obtiene compensaciones minerales, argumentando que «el pueblo americano merece un retorno por su inversión». No obstante, este plan establece un control casi total sobre sectores estratégicos, similar a una colonización económica. Ahora Ucrania tiene el dilema de equilibrar la soberanía ucraniana con la urgencia por asegurar el apoyo occidental, en un contexto donde Rusia controla el 20% del territorio y presiona por consolidar sus anexiones.

Importancia comercial de las tierras raras en Ucrania

Para Donald Trump y Vladímir Putin, controlar minerales y tierras raras son fundamentales para las próximas décadas. Estos elementos, aunque poco conocidos por el público general, sustentan el 90% de los dispositivos electrónicos actuales y son clave para la transición hacia energías limpias. Su valor comercial radica tanto por su escasez relativa como por las propiedades únicas que los hacen insustituibles en aplicaciones de alta precisión. China domina actualmente el 86% de la producción mundial de tierras raras, pese a que tiene actualmente cerca del 40% de las reservas mundiales. Además, representa aproximadamente el 80% de las importaciones para Estados Unidos. Es por eso que ambas potencias buscan tener el control de estos recursos que se tornan esenciales. Por eso, las materias primas están jugando un papel importante en las negociaciones de Ucrania.

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En total, son 17 elementos químicos que son necesarios para los productos tecnológicos, la medicina o la aplicación en materiales de defensa militar, y que abundan también en otros territorios como Groenlandia, anhelados por Trump. Tanto Moscú como Washington saben que Ucrania posee grandes reservas en todo el país, especialmente en el sureste, que cuenta con más del 50% del total de tierras raras. Por ejemplo, posee el 7% de las reservas mundiales de titanio, que son claves para la industria aeroespacial, médica y automovilística.

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