Serbia atraviesa una profunda crisis política, marcada por la corrupción, el autoritarismo y el creciente descontento ciudadano. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Francisco Javier Peña explora las alianzas del gobierno con Rusia y China. Estas relaciones contrastan con el discurso oficial proeuropeo del presidente Vučić.
El gobierno serbio se encuentra en un momento de tensión generalizada debido a los múltiples casos de corrupción y el descontento de la población local. Aleksandar Vučić preside el país balcánico desde el año 2017, aunque entre 2014 y 2016 ya ejerció como primer ministro. Vučić es el líder del Partido Progresista Serbio (SNS), formación que fundó junto al expresidente Tomislav Nikolić tras escindirse del Partido Radical Serbio (SRS).
El Partido Progresista Serbio, fundado en 2008, se caracteriza por sus discursos nacionalistas y la defensa de los valores tradicionales. Aunque oficialmente se presenta como un partido proeuropeo y de centroderecha, sus alianzas estratégicas con China y Rusia, el deterioro democrático interno y los reiterados escándalos de corrupción han generado dudas sobre su verdadero posicionamiento ideológico. El partido controla gran parte de las instituciones del Estado, incluidos los medios públicos, el poder judicial y numerosos gobiernos locales. Esta situación ha despertado acusaciones de autoritarismo.
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La crisis política serbia se agravó tras un importante accidente ocurrido en la estación de tren de la ciudad de Novi Sad, al norte del país, en noviembre de 2024. El derrumbe se produjo después de un proyecto de remodelación que estaba siendo investigado por sospechas de corrupción. Más de 15 personas murieron.
Los casos de corrupción en el gobierno de Vučić ya eran numerosos, y un hecho tan grave provocó manifestaciones masivas en las principales ciudades del país. Estos movimientos fueron principalmente organizados por la oposición y estudiantes universitarios.
La figura política de Aleksandar Vučić
Aleksandar Vučić, cuya familia paterna fue expulsada de Bosnia, se graduó en derecho en la Universidad de Belgrado. Con solo 22 años ya se había afiliado al Partido Radical Serbio y conseguido un puesto en el parlamento de la Asamblea Nacional. Tras una breve etapa como ministro de información en el gobierno de Slobodan Milošević, en 2003 alcanza el liderato del partido junto a Tomislav Nikolić.
En el año 2008, tanto Vučić como Nikolić se desvinculan del SRS y forman el Partido Progresista Serbio. El nuevo SNS absorbió gran parte del electorado y consiguió la mayoría parlamentaria en las elecciones del 2014, con Vučić como primer ministro. En el año 2017 ocupa la posición de presidente del gobierno, siendo Ana Brnabić la sucesora como primera ministra hasta el 2024.
Durante su carrera política, Vučić ha cambiado notablemente su discurso sobre las relaciones entre Serbia y la Unión Europea. Durante su etapa en SRS, la posición del partido estaba alejada de los intereses europeos.
Sin embargo, ya en el SNS, el nacionalismo serbio promovió las conversaciones con los actores europeos. Incluso se estableció como objetivo la entrada de Serbia en la Unión Europea. En el marco de estas nuevas relaciones diplomáticas, desde el Partido Progresista Serbio se buscó mejorar la situación con Bosnia. Este es uno de los frentes más delicados de la sociedad balcánica.
A pesar de esto, Serbia también ha mantenido buenas relaciones con otras grandes potencias como China y Rusia.
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Las sinergias empresariales con el gigante asiático son un aspecto fundamental en el crecimiento económico del país. Serbia ha cerrado importantes contratos en las industrias tecnológica, ferroviaria y de la construcción. Por otro lado, Rusia mantiene cierta influencia en el gobierno de Vučić, especialmente gracias al aporte energético ruso y al apoyo ofrecido ante la complicada situación con Kósovo. El respaldo ruso y la discrepancia con la Unión Europea ante ciertas políticas han creado un creciente sentimiento antieuropeísta en el país.
Serbia tras las elecciones de 2023
Las últimas elecciones municipales y parlamentarias de Serbia estuvieron marcadas por las acusaciones de fraude, compra de votos y la manipulación del censo electoral.
Los informes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) tras la victoria del Partido Progresista Serbio, con casi el 50 % de los votos, alarmaron a la comunidad internacional. Las sospechas de irregularidades durante las votaciones y la posible coacción sobre algunos votantes generaron preocupación. Si bien estas acusaciones nunca han sido confirmadas de forma oficial, la Unión Europea llegó a amenazar al gobierno serbio con la suspensión de su parte de los fondos europeos.
La oposición del SNS, representada principalmente por la coalición Serbia Contra la Violencia (SPN), se formó como respuesta a dos tiroteos masivos ocurridos en mayo de 2023. También surgió como reacción a la presión autoritaria del Partido Progresista Serbio. Entre sus demandas se encontraban un mayor control de las armas en territorio serbio, más lucha contra la violencia y garantías a la libertad de prensa.
También exigían mayores medidas anticorrupción y políticas proeuropeas. Los referentes del SPN son Marinika Tepić, líder del Partido por la Libertad y la Justicia (SSP), y Radomir Lazović, del movimiento verde serbio (NDB).
Aunque en las elecciones de 2023 obtuvo algo menos del 25 % de los votos, la coalición consiguió ser mayoría en la capital, Belgrado. En esta ciudad, las manifestaciones contra el gobierno de Vučić han sido especialmente intensas. Estas movilizaciones continúan hasta hoy y la comunidad universitaria del país ha sido la principal promotora.
Un momento clave de estas manifestaciones fue el accidente en la estación de tren de Novi Sad, mencionado anteriormente. El derrumbe en la estación se convirtió en un punto de inflexión. Visibilizó la falta de transparencia del gobierno y el peligro real de la corrupción institucionalizada. Este accidente provocó la dimisión de varios altos funcionarios del gobierno. También llevó a la detención de más de 10 personas relacionadas con las obras, con cargos de negligencia.
La relevancia de las protestas hizo que se extendieran a más de 200 localidades en todo el país. Uno de los logros más importantes de esta movilización social fue la renuncia del primer ministro, Miloš Vučević, en enero de este mismo año.
Vučević, que había sido durante años alcalde de Novi Sad, era uno de los miembros más destacados del Partido Progresista Serbio. Se le consideraba el sucesor natural de Vučić al frente de la organización política y del mando en el país. A pesar de su destitución, sigue ligado al partido como asesor del presidente.
Posible evolución de la situación política de Serbia
Serbia se encuentra en un momento de inflexión a nivel político y social. Buena parte de la población busca un cambio radical de las instituciones debido a la mala gestión del Partido Progresista Serbio, el cual trata de mantenerse en el poder a través de sus reformas internas. Vučić cuenta con una situación delicada y volátil, aunque la posibilidad de unas elecciones anticipadas aún parece lejana.
El diálogo político en Serbia está prácticamente roto. La desconfianza mutua ha generado una dinámica de confrontación permanente, con escasas iniciativas de mediación interna. La SPN ha denunciado múltiples intentos de sabotaje a su actividad parlamentaria, así como presiones a políticos opositores. En paralelo, el gobierno ha acusado a la oposición de desestabilizar al país y de actuar influenciada por intereses extranjeros.
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Episodios violentos, como el del boicot del parlamento, donde se lanzaron granadas de humo y gases lacrimógenos, demuestran la vulnerabilidad del gobierno serbio.
Es previsible esperar que, si el gobierno no encuentra una solución rápida, la Unión Europea aumente sus esfuerzos en el país. Podría ofrecer un mayor apoyo a la oposición e, incluso, aplicar posibles sanciones como las propuestas ante las sospechas de fraude electoral.
Por su parte, esta situación representa una oportunidad para Rusia de aumentar su influencia en el país. También busca consolidar su posición en otro socio europeo, tras sus éxitos en Hungría y Bielorrusia. La dependencia económica y energética de Serbia la convierte en un actor altamente influenciable por los objetivos rusos. Además, la creciente ola de sentimiento euroescéptico es un factor interesante para los objetivos del Kremlin en los países occidentales. Este ambiente facilita la división entre los Estados miembros.
Las campañas de desinformación desestabilizan con frecuencia situaciones como esta, y Serbia no escapa a esa lógica.
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