Esta es la segunda parte del análisis sobre la crisis política en Estados Unidos. Tras repasar los factores que han encendido las alarmas (polarización, desconfianza institucional y violencia), ahora la pregunta es inevitable: ¿qué probabilidad real existe de que el país dé un paso más hacia un enfrentamiento civil o incluso hacia una guerra civil? Este artículo complementa el análisis previo sobre la crisis política en Estados Unidos, sus causas profundas y cómo estas afectan la estabilidad democrática.
A continuación el equipo de LISA Analysis Unit ofrece un diagnóstico del riesgo de un enfrentamiento civil, evidencias recientes que lo incrementan, así como un conjunto de indicadores de evolución, y factores que mitigarían estos escenarios, para facilitar futuros análisis por parte de Analistas de Inteligencia, Analistas Internacionales y Analistas Estratégicos y Prospectivos:
1. Diagnóstico y escenarios de riesgo acerca de un enfrentamiento civil en EE. UU.
- Conflicto político fragmentado y violencia selectiva (ataques a líderes, funcionarios, campañas, periodistas): Moderado-alto, 30-45 % a 12-24 meses.
El Department of Homeland Security (DHS) mantiene elevada la amenaza por extremismo violento doméstico; los datos y la prensa de referencia muestran repunte de atentados y complots dirigidos (p. ej., el asesinato de Charlie Kirk y otros ataques previos en 2024-2025).
- Crisis de gobernabilidad con episodios de desobediencia y disputas institucionales (cuestionamiento electoral, choques estado-federal, bloqueo judicial): Moderada, 20-30 %.
Las actitudes que justifican la violencia política permanecen estables en una minoría significativa; el nivel de amenazas contra cargos públicos y funcionarios electorales continúa preocupando a seguridad interior.
- Guerra civil «clásica» (frentes armados, control territorial, cadenas de mando estables): Baja, <5 %.
Estados Unidos mantiene capacidad estatal, fuerzas de seguridad cohesionadas y legitimidad institucional suficiente para impedir una insurgencia territorial sostenida. El marco comparado sugiere que los detonantes típicos de guerras civiles —colapso del Estado, anocracia profunda, faccionalización étnica-militar— no están presentes a gran escala.
Resumen del diagnóstico y evolución: El escenario más plausible no es una guerra civil tradicional, sino una “guerra política de baja intensidad”: violencia intermitente, ataques selectivos, picos de protesta-represión y litigio constante por el control de reglas del juego.
Indicadores tempranos (Early-Warning) a monitorizar para evaluar escenarios de enfrentamiento civil en EE. UU.
1. Violencia y amenazas
- Frecuencia de ataques dirigidos y tentativas (rolling 90 días).
- Amenazas creíbles contra jueces, fiscales y funcionarios electorales (FBI/DHS).
2. Polarización institucional
- Señales de no aceptación de resultados políticos o decisiones gubernamentales por líderes nacionales/estatales.
- Boicots administrativos (p. ej., estados que desobedecen mandatos federales clave).
3. Entorno social-informativo
- Picos de desinformación/“deepfakes” en ventanas electorales; viralidad de llamamientos a la “autodefensa” y a la “protesta violenta”.
- Estabilidad de la disposición a justificar violencia en encuestas de fuentes fiables.
4. Actividad de calle y grupos organizados
- Dinámica de protesta-represión-contraprotesta y presencia de milicias en eventos.
5. Señales estructurales de riesgo de guerra civil
- Deslizamiento hacia anocracia y aumento del faccionalismo; deterioro en índices democráticos.
3. Factores que podrían mitigar la evolución hacia un mayor enfrentamiento civil en EE. UU.
- Seguridad focalizada en eventos y en cargos públicos de alto riesgo; a través de una eficaz coordinación federal-estatal.
- Comunicación estratégica de los líderes políticos, económicos y sociales: condena inequívoca de la violencia por líderes de ambos partidos o movimientos sociales, tras cada incidente de alto perfil.
- Resiliencia informativa: detección y desarticulación rápida de campañas de desinformación y llamamientos a la violencia.
- Ventanilla electoral segura: protección a administradores y jueces electorales; protocolos anti-acoso y planes de contingencia, resiliencia y continuidad operativa de las instituciones principales en cualquier escenario.
Conclusión
A la fecha de redacción de este análisis (septiembre 2025), Estados Unidos se encuentra en una encrucijada histórica. La combinación de polarización política extrema, desconfianza en las instituciones, incremento de la violencia política, radicalización ideológica, fractura social y eventos catalizadores conforma un cóctel que incrementa de forma notable el riesgo de inestabilidad interna.
Si bien la probabilidad de una guerra civil clásica es muy baja, el escenario de una «guerra política de baja intensidad» (con violencia localizada, atentados selectivos, crisis de gobernabilidad y periodos de confrontación social intensa) es cada vez más plausible. Este riesgo no es teórico: los datos recientes sobre asesinatos de figuras públicas, amenazas a jueces y funcionarios, protestas masivas y picos de desinformación confirman que la tensión ya se está manifestando.
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En resumidas cuentas, el futuro dependerá principalmente de tres variables clave:
- Capacidad institucional para garantizar la seguridad, hacer cumplir la ley y sostener la legitimidad democrática.
- Responsabilidad de las élites políticas y mediáticas, que pueden optar por desescalar la retórica o, por el contrario, profundizar las divisiones y descohesión social.
- Resiliencia de la sociedad civil, que será determinante para evitar que las diferencias políticas se transformen en violencia generalizada.
El análisis estratégico y prospectivo será fundamental. Los analistas deben monitorear indicadores tempranos, anticipar puntos de quiebre y asesorar a actores clave para actuar de forma coordinada para reducir la probabilidad de que el país caiga en una espiral de violencia.
Para los analistas y responsables de políticas públicas, esta es una oportunidad para reforzar la cohesión social, blindar las instituciones y restaurar el contrato democrático antes de que la escalada sea irreversible.
En definitiva, el reto no es solo evitar una guerra civil (cuya probabilidad sigue siendo baja), sino impedir que la democracia estadounidense se degrade hasta convertirse en un escenario permanente de crisis política, violencia selectiva y parálisis institucional.
Si EE. UU. cae, el contagio a nivel internacional y en otros países donde se dan factores y acontecimientos similares, está asegurado. Actuar ahora es crucial para preservar la estabilidad interna de la mayor potencia del mundo y, con ello, la seguridad y el orden global.
Para entender el contexto completo de esta posible guerra civil, te sugerimos leer también el artículo sobre la crisis política y la fractura social en EE. UU.
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