Unidades caninas hallan la droga ocultas en maquinaria para tahin. Los implicados han sido arrestados y la carga decomisada en un operativo contra las redes de narcotráfico.
Las autoridades de transición sirias informaron este lunes que las fuerzas de seguridad han incautado cuatro millones de pastillas de captagon en Latakia, ocultas en equipos industriales destinados a la producción de tahini. Unidades caninas especializadas en narcóticos detectaron el cargamento en un edificio industrial de la ciudad costera, tras lo cual «los implicados han sido arrestados, se decomisó el equipo que contenía los estupefacientes y los detenidos han sido puestos a disposición de las autoridades investigadoras mediante resolución emitida por el Ministerio Público competente».
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El Ministerio del Interior indicó que el operativo forma parte de «los continuos esfuerzos» de las nuevas autoridades de transición para «perseguir estas redes criminales» y frenar la propagación del «flagelo» que representan las drogas en Siria. Entre 2020 y 2023, el captagon generó unos 5.000 millones de euros para la economía del país, al convertirse en el recurso más valioso del depuesto expresidente Bashar al Assad para financiar el esfuerzo bélico.
El captagón es un psicoestimulante sintético basado en la fenetilina, un pro fármaco desarrollado en Alemania en la década de 1960 para tratar trastornos como el déficit de atención, la narcolepsia y la depresión, que fue retirado del mercado y declarado ilegal en 1986 por su elevado potencial adictivo y efectos secundarios.
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Bajo la fórmula actual, su fabricación se realiza en laboratorios clandestinos, especialmente en Siria y Oriente Medio, donde a la anfetamina se le añaden sustancias como cafeína, metales pesados o agentes tóxicos, y sus comprimidos circulan tanto con fines recreativos (conocidos en la región como «la cocaína de los pobres») como para incrementar la resistencia, agresividad y nivel de alerta de combatientes.
Su consumo induce euforia, aumento de la vigilia y del rendimiento físico y mental, aunque el abuso conlleva graves riesgos de dependencia, deterioro cognitivo y alteraciones cardiovasculares, agravados por la falta de control sobre su composición real.
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