El pacto, rubricado en Bishkek, delimita los 972 kilómetros de frontera compartida y establece medidas para la gestión de recursos hídricos y energéticos.
Los presidentes de Kirguistán y Tayikistán han dado un paso trascendental hacia la resolución de un conflicto territorial que se remonta a la era soviética, por la falta de demarcación clara y por los grandes recursos hídricos y de tierras fértiles que existen en esa frontera. El 21 de febrero de 2025, en la capital kirguisa de Bishkek, los representantes de ambos países firmaron un protocolo final sobre la delimitación y demarcación de la frontera estatal kirguís-tayika. Este acuerdo, calificado como «histórico» por Saimumin Yatimov, jefe del Comité de Seguridad Nacional de Tayikistán, pone fin a décadas de tensiones y enfrentamientos esporádicos en la región fronteriza.
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El documento, que aún debe ser ratificado por los parlamentos de ambas naciones y firmado por sus respectivos presidentes, no solo establece la demarcación de los 972 kilómetros de frontera compartida, sino que también incluye acuerdos sobre la construcción y uso de carreteras, así como medidas para garantizar el acceso a instalaciones de gestión del agua y energía. Además, el pacto contempla la reubicación de poblaciones afectadas en las zonas fronterizas, donde las propiedades a menudo se encontraban distribuidas en un patrón de «tablero de ajedrez» entre los dos países. Por lo tanto, este acuerdo busca solucionar conflictos territoriales y también incluir pactos de infraestructura y recursos compartidos entre ambos países centroasiáticos.
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La firma de este protocolo marca el comienzo de una nueva era en las relaciones bilaterales entre Kirguistán y Tayikistán, dos países que pertenecen a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Aunque el proceso de implementación podría llevar entre uno y dos años, según las declaraciones del presidente kirguís Sadyr Japarov, ambas partes han expresado su compromiso de mantener la estabilidad y la cooperación durante esta transición. Asimismo, este acuerdo tiene el potencial de servir como modelo para la resolución de conflictos fronterizos en Asia Central, una región que ha enfrentado varias disputas territoriales desde la disolución de la Unión Soviética.
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