El pontificado de Francisco ha dejado una huella profunda en la Iglesia Católica, marcada por reformas pastorales, inclusión y desafíos internos. Sin embargo, con su salud deteriorada y un Colegio Cardenalicio dividido, la sucesión papal se presenta como uno de los eventos más cruciales para el futuro de la Iglesia. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Alejandro Vigo, explica el impacto de este proceso y los retos que enfrentará el próximo Papa.
El pontificado del Papa Francisco, iniciado el 13 de marzo de 2013, ha sido un periodo transformador para la Iglesia Católica. Como el primer papa latinoamericano, jesuita y en adoptar el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, Jorge Mario Bergoglio ha dejado una huella imborrable en la Iglesia y el mundo. Su legado se caracteriza por un enfoque en la misericordia, la inclusión, la justicia social y una apertura hacia las periferias, tanto geográficas como existenciales.
Sin embargo, a sus 88 años y con una salud frágil, evidenciada por su hospitalización en febrero de 2025 por una infección respiratoria grave, las especulaciones sobre su sucesión se intensifican. Este análisis explora el impacto de su pontificado. Identifica a los candidatos más destacados para sucederlo y examina los desafíos que enfrenta el Vaticano en el futuro inmediato y a largo plazo.
El legado del Papa Francisco: puntos clave
Reforma pastoral y doctrinal
Francisco ha priorizado una Iglesia «en salida», cercana a los pobres y marginados. Su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013) estableció el tono de su papado, promoviendo una evangelización basada en la alegría y la cercanía. Ha flexibilizado posturas en temas delicados, como la acogida a los divorciados vueltos a casar (Amoris Laetitia, 2016) y el diálogo con la comunidad LGBT+, aunque sin alterar la doctrina oficial.
Reforma de la curia
La reestructuración de la burocracia vaticana ha sido un objetivo central. Con la constitución apostólica Praedicate Evangelium (2022), Francisco descentralizó el poder, otorgando mayor protagonismo a los laicos y las conferencias episcopales. Sin embargo, esta reforma ha enfrentado resistencias internas, especialmente de sectores conservadores, que ven en ella una amenaza a la tradición.
➡️ Te puede interesar: La religión católica y el Papado en la geopolítica
Inclusión y diálogo inter religioso
Su viaje apostólico a Asia y Oceanía en 2024, el más largo de su pontificado, reflejó su compromiso con las periferias y el diálogo interreligioso. Encuentros como el de Abu Dabi en 2019, donde firmó el Documento sobre la Fraternidad Humana con el Gran Imán de Al-Azhar. Destacan su apuesta por la paz y la coexistencia entre religiones.
Gestión de escándalos
Francisco ha enfrentado críticas por su manejo de los abusos sexuales en la Iglesia. Aunque implementó medidas como la abolición del secreto pontificio en casos de abuso (2019). Su respuesta inicial fue percibida como lenta, lo que dañó su credibilidad en algunos círculos.
Legado político y social
Su crítica al capitalismo desenfrenado y su defensa de los migrantes han resonado globalmente, pero también han generado tensiones con líderes conservadores y populistas. En América Latina, su origen argentino lo ha convertido en un símbolo de esperanza, aunque también en un blanco de polarización.
La sucesión papal: proceso y contexto
El final del pontificado del Papa Francisco, ya sea por su fallecimiento o una eventual renuncia (siguiendo a Benedicto XVI), marca el inicio de uno de los eventos más enigmáticos y trascendentales de la Iglesia Católica: la elección de su sucesor.
La «elección de un papa» se lleva a cabo en el cónclave. Este término deriva del latín cum clave («con llave»), reflejando el encierro literal de los cardenales electores en la Capilla Sixtina. Allí permanecen hasta que se llega a un acuerdo. Este proceso está codificado en la constitución apostólica «Universi Dominici Gregis» (1996) de Juan Pablo II. Fue ajustado por Benedicto XVI y Francisco. Combina siglos de tradición con reglas estrictas para garantizar secretismo y deliberación.
Solo los cardenales menores de 80 años al momento de la vacante papal pueden votar. En febrero de 2025, hay 132 cardenales electores, de un total de 229, según el último consistorio de Francisco (el más reciente en diciembre de 2024, cuando nombró a 21 nuevos cardenales). Estos electores provienen de 66 países, una diversidad sin precedentes que refleja la globalización de la Iglesia bajo Francisco.
➡️ Te puede interesar: Claves del proceso de sucesión del papa: cómo se realiza el cónclave y requisitos para asumir el pontificado
Para ser elegido, un candidato necesita dos tercios de los votos (actualmente 88, si todos los electores están presentes). Este requisito fomenta el consenso, pero puede prolongar el proceso si las facciones están divididas.
El cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco comienza entre 15 y 20 días tras la vacante, salvo que los cardenales decidan acelerarlo. Esto ocurre tras declararse la Sede Vacante por muerte o renuncia. En caso de fallecimiento, el camarlengo, actualmente Kevin Farrell, certifica el hecho. Luego clausura la habitación papal y destruye el Anillo del Pescador para evitar falsificaciones. Después, convoca a los cardenales a Roma. Estos se aíslan en la Capilla Sixtina tras la misa Pro Eligendo Romano Pontifice y el extra omnes. Inician un proceso sin contacto externo, reforzado históricamente tras cónclaves largos como el del siglo XIII.
Se realizan hasta cuatro votaciones diarias con papeletas anónimas, exigiendo dos tercios de los votos para elegir al papa. Si tras 33 escrutinios no hay acuerdo, se pasa a una votación extraordinaria entre los dos más votados.
El humo negro (fumata nera), con paja húmeda y químicos, indica fracaso. El humo blanco (fumata bianca), con papel seco y clorato potásico, señala la elección. Esto es seguido del ‘Habemus Papam’ (Tenemos Papa). Francisco permitió a cardenales mayores de 80 años participar en las congregaciones generales previas. En estas, discutieron desafíos como secularización y abusos. Sin embargo, mantuvo la esencia del sistema.
Aunque cualquier católico varón puede ser papa, en práctica se elige entre cardenales, valorando experiencia eclesiástica y proyección global. Tras la elección, el cardenal decano pide la aceptación. El elegido escoge su nombre papal (evitando «Pedro» por tradición) y se viste en la «Sala de las Lágrimas». El proceso culmina con una misa inaugural y la toma de posesión de San Juan de Letrán.
La renuncia de Benedicto XVI en 2013 reabrió la posibilidad de dimisión, aceptada por Francisco como excepcional. Con su salud frágil en 2025, tras una neumonía doble, y un Colegio Cardenalicio mayoritariamente nombrado por él. La sucesión reflejará su legado de apertura y globalización. Pero también las divisiones entre progresistas y conservadores, influenciadas por debates sobre sinodalidad e inclusión. Estos podrían complicar el consenso.
Candidatos potenciales a ser Papa
Dentro del Colegio Cardenalicio coexisten dos tendencias marcadas: los reformistas, alineados con la visión progresista de Francisco de una Iglesia inclusiva y descentralizada, y los tradicionalistas. Estos defienden una postura doctrinal más rígida y centralizada. Con más del 70% de los electores nombrados por Francisco, la balanza parece inclinarse hacia la continuidad progresista. Sin embargo, las tensiones internas podrían complicar el cónclave. Entre los nombres más mencionados como posibles sucesores destacan:
Luis Antonio Tagle
Filipino de 67 años, progresista y cercano a Francisco. Su juventud lo posiciona para un pontificado largo, y su elección como primer papa asiático sería un símbolo del giro global de la Iglesia. Ex prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (desde 2022, Dicasterio para la Evangelización). Tiene una fuerte conexión con las comunidades asiáticas, donde el catolicismo crece rápidamente. Filipinas, con más de 80 millones de católicos, es un bastión clave.
Pietro Parolin
Italiano de 70 años, ofrece un perfil de experiencia y moderación. Como secretario de Estado del Vaticano desde 2013, Parolin ha liderado la diplomacia vaticana, negociando el acuerdo provisional con China sobre nombramientos de obispos (2018, renovado en 2024) y mediando en crisis como la de Venezuela. Su trayectoria lo convierte en un candidato de continuidad con Francisco, pero con un enfoque más institucional que pastoral. En caso de ser elegido, rompería con cuatro décadas de pontífices extranjeros.
➡️ Te puede interesar: El mapa de las religiones en el mundo
Matteo Zuppi
Italiano de 69 años, arzobispo de Bolonia y progresista. Vinculado a la Comunidad de Sant’Egidio, destaca por su compromiso social (medió en el conflicto de Ucrania) y su cercanía a las periferias. Es visto como una opción de continuidad. Sin embargo, su experiencia internacional es más limitada que la de Parolin o Tagle. Esto podría debilitarlo frente a cardenales que buscan un líder con mayor proyección global.
Robert Sarah
Guineano de 79 años y favorito del ala tradicional. Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino (2014-2021), ha sido un crítico de las reformas de Francisco, defendiendo una liturgia tradicional y rechazando aperturas en temas como la homosexualidad o el papel de los laicos. Por el contrario, su edad avanzada y la composición progresista del colegio lo hacen un candidato con baja probabilidad.

Otros posibles candidatos: Peter Erdő (húngaro conservador) Willem Eijk (neerlandés conservador), Peter Turkson (ghanés moderado) o Fridolin Ambongo (congolés y progresista).
Geográficamente, Europa sigue siendo el continente con mayor representación en el Colegio Cardenalicio, con 55 electores (39,9%). América del Norte cuenta con 20 electores (14,5%). América Latina cuenta con 18 electores, al igual que África (13% cada uno). Asia ha aumentado su peso con 24 electores (17,4%) y Oceanía tiene 3 electores (2,2%). El Papa ha impulsado una mayor diversidad en la composición del Colegio. Nombró a cardenales en regiones tradicionalmente menos representadas, lo que incrementa las posibilidades de que el próximo Papa provenga del sur global.
Desafíos para el próximo Papa: tensiones geopolíticas y eclesiales
El sucesor del Papa Francisco heredará una Iglesia Católica en un momento de transición crítica, enfrentando desafíos que pondrán a prueba su capacidad para liderar a 1.300 millones de fieles en un mundo polarizado. El próximo Papa enfrentará retos de gran envergadura:
Tensiones geopolíticas
La guerra en Ucrania ha tensionado las relaciones del Vaticano con Rusia. Francisco ha abogado por el fin de las hostilidades, pero su crítica al envío de armas a Ucrania y su sugerencia de que Estados Unidos y la OTAN podrían compartir responsabilidad en el conflicto han generado controversia. Esta postura ha complicado el diálogo con el Patriarcado de Moscú, afectando las aspiraciones ecuménicas y las relaciones diplomáticas con Rusia. El próximo papa deberá decidir entre mantener esta neutralidad pacifista o adoptar una posición más alineada con Occidente, un dilema que influirá en la percepción del Vaticano en Europa del Este.
➡️ Te puede interesar: Así quedaría el mapa de Ucrania y esto es lo que se llevaría Rusia
Además, la guerra en Gaza y las declaraciones de Francisco sobre los bombardeos israelíes han llevado las relaciones del Vaticano con la comunidad judía a su punto más bajo desde el Concilio Vaticano II. La Santa Sede, que históricamente ha abogado por la solución de dos estados, se enfrenta a un dilema diplomático: restaurar los lazos con Israel sin desatender el sufrimiento de la población palestina, incluidos los cristianos de la región.
Además, la creciente inestabilidad en Siria, Líbano y Yemen sigue amenazando la presencia cristiana en Medio Oriente. El próximo Papa deberá equilibrar la defensa de la paz con la necesidad de preservar la influencia del Vaticano en una de las regiones más estratégicas del mundo.
➡️ Te puede interesar: ¿Quiénes son los rebeldes que han derrocado al régimen de Bashar al-Assad en Siria?
Por otro lado, desde la llegada de Xi Jinping, la Iglesia Católica en China ha enfrentado una presión creciente bajo la política de «sinización» religiosa impuesta por el Partido Comunista. Esta exige lealtad al Estado por encima del Vaticano. El acuerdo firmado por Francisco en 2018, renovado en 2022 y extendido hasta 2028, permite a Pekín influir en la designación de obispos.
Esta medida ha sido duramente criticada por sectores de la Iglesia, especialmente por el cardenal Joseph Zen. Mientras tanto, en América Latina, gobiernos como el de Nicaragua han tomado medidas represivas contra la Iglesia, cerrando medios católicos y encarcelando sacerdotes. El próximo Papa deberá redefinir la estrategia vaticana ante regímenes autoritarios, protegiendo a los fieles sin comprometer los principios fundamentales de la fe.
Tensiones eclesiales
La secularización en Occidente, acelerada desde el Concilio Vaticano II, ha debilitado la influencia de la Iglesia y ha profundizado la brecha entre modernistas y tradicionalistas. En países como Polonia, la asistencia a misa cayó del 50,3% en 1990 al 36,9% en 2019. Mientras tanto, partidos cristianodemócratas han apoyado legislaciones cada vez más secularizantes. Estudios de Pew Research (2018) y la Encuesta Mundial de Valores (2007-2020) confirman esta tendencia.
Esta ha sido impulsada en parte por la Unión Europea, que evitó referencias cristianas en el Tratado de Lisboa. El crecimiento del cristianismo en África no es suficiente para compensar la crisis en el mundo occidental. El próximo Papa deberá encontrar formas de revitalizar la Iglesia en Europa y América del Norte sin perder de vista la expansión en otras regiones.
Otro desafío crucial será sanar las divisiones internas. El Sínodo sobre la Sinodalidad (2021-2024) ha intensificado la brecha entre progresistas, que abogan por una mayor descentralización y apertura a temas como la inclusión LGBT+ y el rol de las mujeres, y conservadores, que temen una dilución de la doctrina. Figuras como el cardenal Raymond Burke han criticado abiertamente el rumbo de la Iglesia bajo Francisco, y la posibilidad de una fractura doctrinal es real si el próximo Papa no logra un consenso dentro de un Colegio Cardenalicio mayoritariamente bergogliano, pero no homogéneo.
➡️ Te puede interesar: ¿Dónde viven más musulmanes? Un mapa del mundo musulmán
Finalmente, la crisis de los abusos sexuales sigue siendo una de las heridas más profundas de la Iglesia. Aunque Francisco abolió el secreto pontificio en 2019, muchas víctimas consideran insuficientes las reformas implementadas. El próximo Papa deberá tomar medidas más contundentes para restaurar la credibilidad y erradicar los encubrimientos que han dañado gravemente la imagen institucional de la Iglesia.
➡️ Si quieres adquirir conocimientos sobre geopolítica y análisis internacional, te recomendamos los siguientes cursos formativos: