En este artículo te contamos qué es el keynesianismo, cómo surgió esta teoría económica y por qué sigue influyendo en la economía global.
Las crisis llegan para cambiarlo todo. En los años 30, la Gran Depresión golpeó tan fuerte que tumbó el discurso del libre mercado y abrió paso a una nueva forma de pensar la economía. Lo que antes se creía sagrado (el mercado se regula solo, siempre encuentra equilibrio) quedó en evidencia. El desempleo se disparó, el consumo se desplomó, y los gobiernos, atados de manos, veían cómo sus pueblos se hundían.
Ahí es cuando entró John Maynard Keynes. Economista británico que dijo lo que nadie se atrevía a decir en voz alta: el Estado tenía que intervenir. Que si el mercado no arrancaba solo, alguien debía empujarlo. Que no se podía esperar sentado a que las cosas mejoraran «a largo plazo», porque, como él mismo escribió, «a largo plazo todos estaremos muertos».
¿Cómo funciona el keynesianismo?
Keynes planteaba una idea simple, poderosa y todavía incómoda para muchos: el problema no era la escasez de recursos, sino la falta de demanda. La economía puede tener fábricas, trabajadores y tecnología disponibles, pero si nadie compra, todo se detiene.
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Por eso, el keynesianismo pone el foco en el gasto. Cuando la iniciativa privada se paraliza (por miedo, por incertidumbre, por falta de crédito) el Estado tiene que actuar. ¿Cómo? Gastando. Construyendo infraestructuras, contratando trabajadores, inyectando dinero al circuito económico.
Lo interesante es el efecto en cadena: una obra genera empleo, el empleo empuja el consumo, ese consumo alimenta la producción, y vuelve a empezar. A esto se le llama multiplicador fiscal.
El keynesianismo en la actualidad
El keynesianismo ha vuelto cada vez que la economía se tambalea. Se vio en la crisis de 2008, cuando gobiernos como el de Estados Unidos pusieron miles de millones sobre la mesa para evitar una depresión. También en la pandemia, cuando hasta los países más ortodoxos soltaron el freno del gasto para sostener a sus ciudadanos y a las empresas.
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No obstante, algunos economistas advierten que el exceso de intervención puede traer inflación o generar deuda difícil de sostener. Otros creen que los gobiernos no siempre actúan con la rapidez que requiere una crisis. Pero incluso con sus límites, el enfoque keynesiano sigue siendo la carta que muchos deciden jugar cuando ya no quedan más opciones.
Lo más curioso de esta teoría es su capacidad de adaptación. A casi un siglo de su nacimiento, sigue presente en debates, en decisiones políticas y en la manera en que los Estados enfrentan lo inesperado.
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