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La política internacional de Trump de ‘paz a través de fuerza’ 

Análisis

Irene Noboa
Irene Noboa
Estudiante ecuatoriana en el último año de la carrera de Relaciones Internacionales, con una especialización en Servicios de Inteligencia. Comprometida con la protección de la seguridad y libertad a nivel nacional e internacional, con un profundo interés en las dinámicas de organismos transnacionales que influyen en la volatilidad y liquidez de nuestro mundo, especialmente América Latina.

La teoría de ‘paz a través de la fuerza’ ha sido un pilar en las relaciones internacionales, especialmente en la estrategia de defensa de Estados Unidos. Desde la Guerra Fría hasta la administración de Donald Trump, el uso de la fuerza militar como herramienta de disuasión ha jugado un papel clave en la estabilidad geopolítica global. Este artículo explora cómo esta estrategia ha evolucionado y su impacto en la política internacional actual.

La paz y la fuerza suenan como conceptos mutuamente excluyentes, pero, ¿y si uno es necesario para que exista el otro? El concepto de paz a través de la fuerza en el ámbito de las relaciones internacionales ha sido empleado desde antes de la formación de muchos estados actuales. Esta idea se basa en el uso de la fuerza militar como garantía de seguridad para la población. Así, se mantiene la paz proyectando una imagen sólida del poder nacional. Estrictamente relacionado con la teoría de la disuasión, la paz a través de la fuerza lleva a un gobierno a incrementar su presupuesto militar. 

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«Mediremos nuestro éxito no solo por las batallas que ganemos, sino también por las guerras que terminemos y, quizás lo más importante, por las guerras en las que nunca entremos. Esto se llama paz a través de la fuerza», dijo Trump en el Baile Inaugural del Comandante en Jefe.

Esta teoría forma parte actualmente de la estrategia de defensa y de la política internacional de Estados Unidos. Puede apreciarse en práctica durante los primeros meses del mandato del presidente Donald Trump.

Historia de la política ‘paz a través de la fuerza’

Si la anarquía internacional predomina, la competencia entre estados crece. Esta condición de realismo, descrita por Hobbes, discute la realidad como un constante estado de guerra y supervivencia. Los estados no pueden llegar a ser «amigos», solo forman alianzas con quienes comparten intereses, pero estas pueden ser disueltas. Sin una autoridad global, el estado más poderoso gana. 

Durante la Pax Romana hubo vestigios de la paz asegurada por el poder incontestable del imperio. Desde Augusto, la superioridad militar fue promovida como base para mantener la estabilidad en su orden y paz. Al pagarles a los soldados de las legiones desde la tesorería pública de Roma, y no desde el bolsillo de sus generales, se aseguraba su lealtad. Esto garantizaba también el cumplimiento de la expansión del Imperio. Proyectando su poder militar y con ajustes presupuestarios, redujeron la posibilidad de conflicto y aseguraron la paz. 

Estados Unidos comenzó a adaptar esta práctica tan antigua siglos después. George Washington dijo en algún momento que, para respaldar la paz, el país debe estar listo para la guerra. Sin embargo, el compromiso de mantener esta actitud se popularizó durante la Guerra Fría.

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Históricamente, cuando el poder de un estado ha sido desafiado por el de otro, empieza una guerra. Sin embargo, la Guerra Fría demostró que hay otros caminos. Con Ronald Reagan como presidente, los objetivos eran evitar la expansión del comunismo e imposibilitar una guerra nuclear, modernizando las fuerzas militares.

Por medio de la política de disuasión, un estado puede invertir en su potencial de represalia y en su poder nuclear. Esto le permite evitar ataques de otras naciones y asegurar su paz nacional. Durante sus dos mandatos, incrementó el presupuesto en defensa un 35 %. Este aumento estuvo acompañado por constantes negociaciones con la Unión Soviética para eliminar misiles nucleares de rango intermedio.

Antes de que asumiera la presidencia, el presupuesto militar era de 143 mil millones de dólares. Para el inicio de su segundo mandato, ya había superado los 300 mil millones. Con esto, demostró que el avance en las negociaciones con la Unión Soviética fue posible gracias a la seguridad militar que las respaldaba. Esto otorgó a Estados Unidos mayor firmeza en sus acciones diplomáticas.

Implementación bajo la Administración de Trump 

La administración de Donald Trump está buscando aumentar el presupuesto de defensa militar en Estados Unidos, comparándolo con los resultados de Reagan. El senador John Wicker publicó su plan de inversión en defensa titulado La paz a través de la fuerza en el siglo XXI: una inversión generacional en las Fuerzas Armadas de EE. UU.. En él se discute cuál sería el presupuesto ideal para alcanzar la estabilidad en el contexto actual.

Wicker propone incrementar el presupuesto a 5% del PIB, comparándolo con el 6% de la época de Reagan. Idealmente, dará beneficios en un plazo de solo cinco años. Es más, presumen que la inversión podría garantizar tres décadas de estabilidad militar. 

La implementación de la paz a través de la fuerza requiere del ajuste presupuestario e incrementar la cooperación con aliados y el sector privado. Su objetivo se centra en expandir su logística militar en el Pacífico y Europa, incluyendo sus bases permanentes y reservas estratégicas. Trump y Wicker se reunieron para discutir las medidas principales necesarias, y concluyeron tres.

Primero, se plantea reconstruir el ejército mediante la inversión en nuevas tecnologías. También se busca motivar a nuevos emprendedores a contribuir con estas innovaciones, desarrollar sistemas avanzados de defensa como el Iron Dome y lograr que la legislación respalde la inversión en defensa.

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Segundo, se propone un plan para gastar de forma eficiente en el Pentágono, a través del proyecto «Restaurando la fragua de la libertad». Este se basa en el rol que tuvo la industria privada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue clave en la producción de barcos, armas y aviones.

Finalmente, el tercer punto es regresar al compromiso de «paz a través de la fuerza». Esto implica prepararse militarmente para evitar una guerra destructiva y preservar la paz que permite a los estadounidenses disfrutar su vida. «Cuando nuestra defensa nacional es fuerte, es menos probable que nuestros adversarios actúen contra nosotros», dijo Wicker.

China, Rusia, Corea del Norte e Irán comparten intereses y se apoyan mutuamente en distintos ámbitos: militar, económico y político. Esto ha llevado a Estados Unidos a percibir una creciente amenaza en la región del Oriente. Por ejemplo, China ha estado proveyendo a Rusia con inteligencia geoespacial, así como con herramientas de precisión y microelectrónica destinadas a su industria de defensa.

La administración de Biden estimó que alrededor del 90% de la microelectrónica de Rusia en el 2023 llegó de China. Al percibir un período de peligro y amenaza, la competencia militar aumenta. El poder militar estadounidense está en un déficit para abordar el escenario actual, y promoviendo la paz a través de la fuerza pueden incentivar la inversión requerida. 

China es el segundo poder militar global. Este 2025 ha anunciado que sus gastos militares serán un 7,2% del PIB. Militarmente crecen a una velocidad acelerada, intensificando las tensiones con EEUU. La prioridad de China es recuperar el control total de Taiwán y expandir su influencia por el Sudeste Asiático. Esto confronta directamente los intereses de Estados Unidos en la región. Una de las medidas para responder a esta situación es la «paz a través de la fuerza». Sin embargo, mientras China prioriza su crecimiento económico, Estados Unidos impone aranceles en respuesta.

Ambos países están armándose para una posible guerra. En este contexto, ambos buscan sobrevivir, como el neorrealista Kenneth Waltz sugiere: la anarquía y la distribución de poder llevan a la competencia internacional. La amenaza y defensa por medio del incremento del poder de ambos estados los lleva a caer en una trampa de Tucídides, poniendo sobre la mesa múltiples posibles escenarios futuros involucrando cooperación o conflicto.

La embajada de China en EE. UU. aclaró esta semana: «Si EE. UU. quiere la guerra, ya sea una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, estamos listos para luchar hasta el final».

Éxitos y fracasos de ‘paz a través de la fuerza’

Un ejemplo de éxito fue la Guerra Fría, como se ha discutido en el artículo. La disuasión de EE.UU. en ese entonces fue capaz de promover las negociaciones con la Unión Soviética para reducir el armamento nuclear, mantener su ventaja militar y «restaurar» la paz y la estabilidad geopolítica.

Fracasos:

Sin embargo, hay momentos históricos que desafían la garantía de esta postura: 

  • La guerra del Peloponeso: A pesar de que Esparta haya derrotado a Atenas, quedó tan desgastado por la guerra que su poder hegemónico no duró mucho tiempo, teniendo un efecto devastador en la sociedad, deteriorando su cultura política. 
  • El Tratado de Versailles: Buscó restaurar la paz por medio de una respuesta severa para prevenir futuros conflictos y debilitar a Alemania. No obstante, el resultado fue un resentimiento a largo plazo y dificultades económicas para Alemania, contribuyendo al ascenso de Hitler y sentando las bases de la Segunda Guerra Mundial. 

Éxitos: 

  • Pax Mongolica: El poder incuestionable del imperio de Gengis Kan garantizó el éxito en la comunicación de la ruta de la seda entre Asia y Europa, promoviendo un período de prosperidad y estabilidad en las regiones conquistadas.
  • Pax Britannica: Tras la derrota de Napoleón, Gran Bretaña asumió el papel de potencia global dominante, aprovechando su superioridad naval y su presencia global por sus bases en Gibraltar o Singapur, contribuyendo al comercio global y la estabilidad. 

La administración de Trump busca implementar una medida histórica y con arraigo al realismo político. La historia ha comprobado el éxito de la paz a través de la fuerza en la anarquía, pero ningún imperio es eterno. Roma también cayó en su momento. Aunque ayude a posponer una guerra, la competencia y el conflicto son inevitables.

Trump puede tener éxito en mantener el status quo con sus esfuerzos. Sin embargo, la historia subraya la necesidad de una estrategia que combine fuerza con diplomacia y cooperación internacional a largo plazo. El uso de la fuerza para alcanzar la paz queda como una herramienta de estabilidad, pero no de una victoria de un mundo unipolar eterno.

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