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Los 3 errores que marcaron la historia de la inteligencia

Análisis

Sebastián Ruda
Sebastián Ruda
Politólogo, Máster en Comunicación y Marketing Político. Actualmente, Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute y aspirante a Profesional Oficial de Reserva de la Armada. Tiene experiencia en el sector Gobierno en el diseño y coordinación de estrategias institucionales. Se desempeña en el sector privado como Coordinador de Riesgos Sociopolíticos en infraestructura crítica.

Cuando las operaciones fallan, la inteligencia queda expuesta. No siempre es por falta de información, sino por errores humanos, sesgos o fallos en la coordinación.  En este artículo, al alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Sebastián Ruda explica tres casos emblemáticos que permiten entender por qué aprender del pasado sigue siendo vital en 2025.

El mundo de la inteligencia, como cualquier otro, posee casos emblemáticos en los que quienes eran expertos cometen errores que transforman la disciplina para siempre. Estos errores, en ocasiones de consecuencias devastadoras, terminan por tener un eco tan grande que cualquier persona que inicie su carrera en la disciplina debe conocerlos y evitarlos. Lo mismo sucede con todas las agencias y servicios de inteligencia.

Caso 1: Bahía de Cochinos (1961), un fallo clave de inteligencia

En abril de 1961, en plena Guerra Fría, la declaración de Fidel Castro, al definirse como marxista-leninista, representó una gran amenaza para los Estados Unidos. Esto implicaba tener un satélite comunista cerca de su territorio. Cuba se convierte entonces en un objetivo de la Agencia Central de Inteligencia (en inglés: Central Intelligence Agency, o por sus siglas, CIA). La agencia lanzó una invasión a través de exiliados cubanos con el único propósito de derrocar el régimen de Fidel Castro.

Esta operación, que inicialmente fue clasificada como Top Secret, pretendía hacer uso de paramilitares encubiertos. Sumados a una sublevación interna, estos desestabilizarían el país.

Sin embargo, este plan colapsó en menos de 72 horas. Fue un golpe significativo no solo para la Agencia, sino también para los Estados Unidos. Este desenlace inesperado fue percibido como una humillación por todos los factores y actores en juego. Era impensable que la isla, con su población y limitación de recursos, lograra sobreponerse al plan llevado a cabo por la agencia de inteligencia más poderosa del mundo.

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La operación asumió un levantamiento popular en contra del régimen que nunca sucedió. Se cometió el error de subestimar la lealtad a Fidel Castro.

El informe oficial de la CIA brinda elementos que permiten identificar esos errores que fueron determinantes en el desenlace de esta operación. En él, la CIA revela que carecía de fuentes de HUMINT confiables que les permitieran comprender la situación social, política y militar de Cuba. Solo se dependía de informes optimistas de exiliados.

Adicionalmente, la presión de la administración Kennedy exacerbó los sesgos de confirmación, ignorando múltiples señales de advertencia. Errores desde la planeación hasta la ejecución, la alteración derivada de los cambios de decisión del mando político, la desarticulación y los fallos en el teatro de operaciones llevaron a que esta operación de inteligencia se convirtiera en un fracaso. Sus consecuencias fueron devastadoras: Fidel Castro se presentó al mundo como el primer «campeador que derrotó al imperialismo yanki”.

Principales lecciones aprendidas de este caso:

  1. Necesidad de validación cruzada de fuentes de inteligencia (HUMINT, SIGINT, OSINT)

Desde su planificación hasta la ejecución, la CIA confió en gran medida en la HUMINT proporcionada por exiliados cubanos. Estos brindaron información imprecisa sobre el descontento popular contra Fidel Castro y desconocían (o subestimaban) la capacidad militar cubana. No se integraron otras fuentes de inteligencia (SIGINT u OSINT) que permitieran realizar el contraste necesario para garantizar la fiabilidad de la información. Tampoco se verificaron los informes.

Esta dependencia exclusiva de la HUMINT condujo a supuestos erróneos sobre una sublevación y alzamiento popular que nunca ocurrió (Central Intelligence Agency, 1961; Weiner, 2007).

Para mitigar riesgos de sesgos y errores en la planeación de operaciones, las agencias de inteligencia deben implementar procesos con suficiente rigurosidad metodológica. Esto permitiría validar la información mediante la triangulación de múltiples fuentes.

  1. Mitigación de sesgos cognitivos y presión política en la toma de decisiones

La operación que se planeó inicialmente no fue la que se ejecutó. El cambio de presidentes llevó a que Kennedy alterara lo previsto por Eisenhower, procurando adaptarlo a su visión política. Además, como decisor político, modificó la planificación y las decisiones tomadas por los mandos militares.

Tanto la CIA como la administración Kennedy incurrieron en un sesgo de confirmación. Asumieron que la invasión tendría éxito sin cuestionar los supuestos optimistas proporcionados por la HUMINT. Posteriormente, la presión política por actuar con rapidez contra Fidel Castro, sumada a una cultura que evitaba el disenso, impidió un análisis crítico de los riesgos de la operación.

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Incluso se desestimaron informes que advertían que no existía el apoyo popular que la agencia esperaba. Las agencias de inteligencia deben fomentar en su interior una cultura del debate y del disenso, estableciendo mecanismos para desafiar supuestos. Además, es fundamental mantener una separación clara entre inteligencia y presiones políticas. Solo así se garantiza la objetividad y el funcionamiento óptimo de las agencias, priorizando el objetivo sobre los vaivenes del ejercicio político.

  1. Importancia de una planificación operativa realista y adaptable

Ante la carencia de fuentes fiables, la planificación de esta operación fue deficiente, consecuentemente la logística resultó inadecuada y se subestimó la respuesta cubana. No se desarrollaron planes de contingencia, ni se valoró el escenario en el que los exiliados no lograrán el apoyo local. La suma de todos estos factores llevó la operación al colapso en 72 horas (Jones, 2008; Kornbluh, 1998).

De lo anterior se concluye que las operaciones de inteligencia requieren un exigente proceso de planificación que permita tener planes detallados que consideren múltiples escenarios, se ajusten a información en tiempo real, sean sustentados por fuentes confiables, y sean evaluados. Esto incluye simulaciones y evaluaciones de riesgos exhaustivas antes de la ejecución.

Caso 2: 11-S (2001), el mayor fallo de inteligencia del siglo XXI

Seguramente se trate de uno de los casos más emblemáticos en la historia de la humanidad. Los ataques del 11 de septiembre de 2001, perpetrados por Al Qaeda, marcaron un punto de inflexión en la seguridad global y en la forma en que los Estados la asumen. Ese día Al Qaeda ejecutó de manera sistemática ataques terroristas en Nueva York y Washington.

Las consecuencias fueron devastadoras. Además de la tragedia que representó la muerte de más de 3.000 personas, los atentados fueron un desafío directo al poder hegemónico de los Estados Unidos en el mundo. Ocurrieron en su propio territorio y afectaron símbolos cargados de significado, como el World Trade Center y el Pentágono.

A pesar de que existieron señales previas, la comunidad de inteligencia de EE. UU. (especialmente la CIA y el FBI) no logró prevenir los atentados.

El fallo clave fue la falta de intercambio de información de inteligencia: la CIA tenía datos sobre sospechosos como Khalid al-Mihdhar, pero no los compartió con el FBI a tiempo. Además, los analistas subestimaron la amenaza de actores no estatales, enfocándose en riesgos convencionales, y la fragmentación de HUMINT, SIGINT y OSINT exacerbó el problema. Las consecuencias de estos errores incluyen una reestructuración de la seguridad de EE. UU. y la creación del Departamento de Seguridad Nacional. 

Principales lecciones aprendidas de este caso:

  1. Importancia de la interoperabilidad y compartición de inteligencia entre agencias

A pesar de que la CIA tenía información sobre algunos sospechosos de Al Qaeda, no la compartió a tiempo con el FBI. Esto también obedeció a barreras burocráticas y rivalidades entre las instituciones, lo que impidió una coordinación eficiente para rastrear a los terroristas dentro de EE. UU.

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Por esta razón, es fundamental que las agencias, en sus distintos niveles, implementen sistemas integrados que permitan compartir inteligencia en tiempo real. También deben establecer mecanismos de articulación eficientes, usando bases de datos comunes y protocolos claros que faciliten la coordinación interinstitucional y organizativa. En la actualidad, esta lección resulta crítica para enfrentar amenazas transnacionales como las redes terroristas y los ciberataques coordinados

  1. Necesidad de superar sesgos analíticos para priorizar amenazas emergentes

Los sesgos representan una amenaza permanente tanto para los analistas como para las agencias, incluso para las comunidades de inteligencia, en este caso la comunidad de inteligencia subestimó a Al Qaeda y se enfocó en amenazas estatales tradicionales. A pesar de que existieron señales como entrenamientos de vuelo sospechosos, estas fueron ignoradas por sesgos que descartaron la capacidad de actores no estatales.

Se vuelve entonces un requisito necesario que las agencias entrenen a sus analistas en técnicas que les permitan reducir sus sesgos cognitivos. Esto fomenta la flexibilidad necesaria para identificar amenazas no convencionales.

Además, los nuevos escenarios digitales, las redes criminales transnacionales y la aparición de la Inteligencia Artificial (utilizada por actores ilegales) muestran que el mundo criminal será cada vez más innovador y recursivo en el cumplimiento de sus objetivos. Por ello, es fundamental que los analistas y las agencias de inteligencia reduzcan al mínimo sus sesgos y estén preparados para enfrentar los nuevos desafíos.

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  1. Integración de múltiples fuentes de inteligencia (HUMINT, SIGINT, OSINT)

Las agencias de EE. UU. no combinaron de manera eficaz sus fuentes HUMINT, SIGINT y OSINT, lo que generó vacíos en los procesos de análisis. Como lección aprendida de este caso, queda claro que las agencias de inteligencia requieren sistemas que integren estas fuentes de forma coordinada. Además, deben apoyarse en tecnología para el análisis de datos. Solo así podrán construir una estructura operativa más completa y eficaz.

Caso 3: Lillehammer (1973), un error de inteligencia con alto coste diplomático

Transcurría el año 1973 cuando se realizaba la Operación Wrath of God, concebida como una venganza por la masacre de Múnich de 1972. El Mossad asesinó por error a Ahmed Bouchiki, quien era un camarero de origen marroquí, en Lillehammer, Noruega; una fatal equivocación tras confundirlo con Ali Hassan Salameh, líder de septiembre negro.

Todo un escándalo internacional se derivó de ese proceso de identificación de errores y fallas en inteligencia. Este error afectó negativamente la reputación del Mossad llevando incluso a la detención de algunos de sus agentes. Esta fue una misión de alto riesgo operada con inteligencia incompleta.

Principales lecciones aprendidas de este caso:

  1. Rigurosidad en la validación de inteligencia humana HUMINT

La Agencia israelí se basó en HUMINT deficiente, con origen en informantes no verificados, cometiendo errores que la llevaron a una identificación errónea confundiendo a Amhmed Bouchiki con Ali Hassan Salameh. No se realizó validación cruzada con otras fuentes y la presión por actuar rápidamente contribuyó a esta falla.

Lo anterior demuestra que las agencias de inteligencia deben implementar protocolos que, de manera minuciosa, permitan verificar la precisión de la inteligencia de fuentes humanas HUMINT, con una multiplicidad de fuentes y métodos que contrasten y corroboren la información antes de realizar la ejecución de las operaciones sensibles. En acciones contraterroristas resulta fundamental, pues un error lleva a serios cuestionamientos éticos y morales.

  1. Equilibrio entre urgencia operativa y precisión en la planificación 

En inteligencia, el manejo acertado del tiempo lo es todo. Sin embargo, la presión política y emocional tras lo sucedido en Munich condujo al Mossad a orientar su prioridad en la velocidad sobre la precisión. Esta necesidad de resultados rápidos alteró los procedimientos de verificación dando como resultado una operación mal planeada y ejecutada.

Por tanto, las agencias deben encontrar puntos de equilibrio que permitan la comunión entre la urgencia y la planificación rigurosa, con procedimientos que incluyan revisiones previas al lanzamiento de la operación buscando garantizar la calidad de la inteligencia y la orientación a resultados exitosos.

  1. Gestión de las consecuencias éticas y diplomáticas de los errores de inteligencia.

El resultado de la operación Wrath of God fue el asesinato de un civil inocente, algo que desató un escándalo internacional, la captura de los agentes y unas consecuencias bastante significativas para la reputación, no solo del Mossad, sino de Israel. Ante esta falla inesperada la falta de un plan para mitigar estas consecuencias diplomáticas agravó el impacto, fue un escenario que nunca se consideró.

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Resulta necesario para las agencias de inteligencia anticipar las implicaciones éticas y diplomáticas de sus operaciones, estas deben tener estrategias y planes de contingencia en caso de que se presenten errores o fallos en la operación, de modo que se pueda dar manejo a los errores y minimizar el impacto del daño reputacional. En la actualidad en un mundo hiperconectado la afectación de la reputación tras un error tendrá rápida divulgación y por tanto una afectación en la percepción pública y las relaciones diplomáticas.

Conclusiones clave para el futuro de la inteligencia

Los errores evidenciados en los dos primeros casos, Bahia Cochinos, el 11-S y Lillehammer permiten identificar la importancia de que la inteligencia sea validada, los sesgos superados y la necesaria coordinación entre agencias. Las lecciones que dejan estos casos resultan cruciales en 2025 para enfrentar nuevos tipos de amenazas como ciberataques y campañas de desinformación.

La integración de fuentes SIGINT, OSINT y HUMINT, junto con el fomento de la interoperabilidad y el equilibrio entre urgencia y precisión, son elementos fundamentales para evitar errores costosos e irreparables.

El contexto actual plantea para los Estados y las empresas amenazas cada vez más complejas. Estas lecciones guían el trabajo de inteligencia, recordando que la mejora continua es clave para prevenir los errores del pasado.

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