De una redada en el Stonewall Inn a un movimiento mundial, este artículo examina cómo los disturbios de 1969 encendieron la chispa de las primeras marchas por la liberación de este colectivo y sentaron las bases del Orgullo.
Para comprender el origen del Día del Orgullo es esencial situarse en la década de 1950, marcada por el macartismo y la llamada «Lavender Scare». En esa época, más de 5.000 empleados federales fueron despedidos por «conducta sexual inmoral». Además, treinta y siete estados mantenían leyes que tipificaban la homosexualidad como delito, y las «leyes de vestimenta» permitían arrestar a una persona si no llevaba un mínimo de prendas «propias de su sexo». Los bares que servían a la clientela queer sufrían redadas rutinarias, donde la policía irrumpía, confiscaba alcohol y publicaba los nombres de los detenidos en la prensa, arruinando reputaciones y carreras.
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Aun en ese contexto, germinaron focos de resistencia. En 1950 se fundó la Mattachine Society, una de las primeras organizaciones gais de Estados Unidos, que apostaba por la «asimilación respetable». Su objetivo era convencer a la sociedad de que las personas homosexuales no eran una amenaza. Más tarde, en 1955, surgieron las Daughters of Bilitis, primer grupo lésbico del país. Ambas asociaciones organizaron piquetes silenciosos delante de la Casa Blanca y editaron boletines como The Ladder, haciendo visible una realidad hasta entonces clandestina. Sin embargo, su estrategia moderada estaba lejos de imaginar la explosión que llegaría en 1969.
Los disturbios de Stonewall (28 de junio de 1969)
El Stonewall Inn, situado en Christopher Street (Greenwich Village, Nueva York), era un bar sin licencia para vender alcohol, dirigido por la mafia y tolerado a cambio de sobornos. La madrugada del 28 de junio, ocho agentes irrumpieron, cortaron la música y empezaron a identificar a los clientes. Lo que solía terminar en resignación se transformó esa noche en disturbios. Al ver cómo la policía maniataba a personas trans y drag queens, el público salió a la calle y comenzó a lanzar monedas, botellas y ladrillos. El estribillo «Gay Power!», retumbó en las fachadas de ladrillo del Village.
Entre quienes desafiaron a la policía destacan tres figuras imprescindibles en el origen del Orgullo LGTB. Marsha P. Johnson, mujer trans afroestadounidense, arrojó la primera botella, según muchos testigos. A su lado, Sylvia Rivera, activista latina y también trans, se enfrentó a los agentes gritando «¡No nos iremos!». Stormé DeLarverie, lesbiana butch y cantante de jazz, recibió un golpe de porra. Al levantarse, preguntó a la multitud «Why don’t you guys do something?» (¿Por qué no hacéis algo?). Esa pregunta encendió la chispa.
El motín no se apagó con el amanecer. Durante las siguientes cinco noches, cientos de jóvenes LGTB regresaron a Christopher Street. Se improvisaron piquetes, se corearon lemas y se pintaron grafitis de «Drag power» en las paredes. La represión policial fue intensa, pero la prensa liberal se hizo eco y, por primera vez, presentó la revuelta no como un escándalo moral, sino como una protesta legítima. Stonewall simbolizó que la comunidad ya no aceptaría la vergüenza impuesta, y aquel fue el verdadero origen del Orgullo LGTB moderno.
Primeras marchas del Orgullo en 1970
Un año después de los disturbios de Stonewall, el Frente de Liberación Gay (GLF) y la Gay Activists Alliance organizaron la primera marcha oficial. Recorrieron 51 manzanas hasta Central Park tras una pancarta que decía «Christopher Street Liberation Day». Estaba sucediendo algo inédito, donde miles de personas caminaban a plena luz del día, mostrando rostros y nombres, exigiendo el fin de la discriminación. Durante el trayecto se coreó «Say it loud, gay is proud!» (Dilo alto, ¡lo gay es un orgullo!), consagrando la palabra «pride» como antónimo de la vergüenza socialmente impuesta.
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Aquella misma jornada, tres ciudades más se sumaron a la conmemoración del origen del Orgullo LGTB: San Francisco celebró el «Gay Freedom Day Parade», Los Ángeles convocó la «Christopher Street West Parade», y Chicago organizó su primera caminata al Lincoln Park. Sin redes sociales ni internet, la fecha se difundió por panfletos y pequeñas columnas en la prensa alternativa, demostrando la fuerza de un deseo colectivo contenido.
De marcha a símbolo global
A partir de 1971, activistas en Londres, París, Estocolmo y Toronto replicaron el modelo. La capital británica celebró su primera marcha en 1972, apenas dos años después de la descriminalización parcial de la homosexualidad en Inglaterra y Gales. Berlín Occidental se unió en 1979 con el hoy famoso CSD (Christopher Street Day). En América Latina, México organizó su primera marcha en 1978. Argentina, aun bajo dictadura, vería su debut en 1992 tras la restauración democrática. Cada país adaptó la fecha a su calendario, pero todos reconocían el mismo origen del Orgullo LGTB: los disturbios de Stonewall.
En 1999, el presidente Bill Clinton proclamó junio como «Gay and Lesbian Pride Month». En 2009, Barack Obama amplió la denominación a «LGBT Pride Month», consolidando la idea del Mes del Orgullo. Paralelamente, en 1978, el artista Gilbert Baker diseñó la bandera arcoíris con ocho franjas, cada color simbolizando un valor (sexualidad, vida, curación, luz del sol, naturaleza, magia, serenidad y espíritu). La bandera arcoíris simplificada a seis colores se convirtió en un emblema internacional, tan reconocible como la paloma de la paz o la cruz roja.
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