Una fecha nacida de las protestas de Stonewall en 1969 que hoy simboliza, en todo el planeta, la lucha por los derechos, la visibilidad y la dignidad de la comunidad LGTB.
El 28 de junio, y, por extensión, todo el Mes del Orgullo, se ha convertido en una de las efemérides sociales más reconocibles del calendario mundial. Pero su historia no empezó con carrozas multicolores ni patrocinios corporativos. Comenzó, literalmente, con una redada policial y con personas corrientes que decidieron decir «basta». En este recorrido repasamos cómo aquellos disturbios encendieron la mecha del movimiento moderno por la igualdad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), cómo surgieron los primeros desfiles, qué papel juega la bandera arcoíris y cuáles son los desafíos que aún quedan por delante.
Orígenes: los disturbios de Stonewall (1969)
Durante los años sesenta, las leyes de Nueva York penalizaban la homosexualidad y permitían cerrar bares que «alimentaran conductas inmorales». El Stonewall Inn, en el número 53 de Christopher Street, era uno de los pocos refugios donde la comunidad gay, lesbiana y trans podía bailar sin ser expulsada inmediatamente. Sin embargo, durante la madrugada del 28 de junio de 1969 la policía irrumpió en el local, registró a los clientes y procedió a varias detenciones. Aquella redada no era la primera, pero sí fue la gota que colmó el vaso.
➡️ Te puede interesar: Curso de Derecho Internacional Humanitario
Al salir esposadas, drag queens, personas trans, homosexuales, bisexuales y jóvenes sin recursos se negaron a bajar la cabeza. La multitud empezó a lanzar monedas, botellas y a construir barricadas improvisadas. Las protestas continuaron durante cinco noches y atrajeron la atención de los medios locales. Por primera vez, la comunidad LGTB aparecía como sujeto político y no como objeto de burla. Por ello, Stonewall articuló un nuevo lenguaje: orgullo en lugar de vergüenza, visibilidad en lugar de silencio. Sin saberlo, aquellos manifestantes habían inaugurado el Día Internacional del Orgullo LGTB.
El primer desfile de Orgullo (1970)
Un año después de los disturbios, activistas como Brenda Howard, Craig Rodwell y Martha Shelley organizaron la Christopher Street Liberation Day Parade. El 28 de junio de 1970, unas 10.000 personas marcharon desde Greenwich Village hasta Central Park. Al mismo tiempo, convocatorias simultáneas reunieron a miles de asistentes en Los Ángeles, San Francisco y Chicago. Por primera vez, la palabra «Pride» encabezaba pancartas y cánticos.
No obstante, aquellas marchas no fueron desfiles festivos, sino demostraciones de fuerza que reivindicaban la descriminalización de la homosexualidad, el fin de las detenciones arbitrarias y el derecho a amar en público. La prensa conservadora calificó los actos de «escándalo», lo que, paradójicamente, amplificó su eco. El mensaje era claro: si una comunidad oprime a sus minorías, estas saldrán a la calle.
Expansión internacional y evolución cultural
El ejemplo estadounidense cruzó el Atlántico. Londres celebró su primer desfile, en 1972; Berlín, en 1979. En España, la primera manifestación tuvo lugar en 1977, dos años después de la muerte de Franco, cuando unas 4.000 personas se reunieron en Las Ramblas para exigir la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. A partir de ahí, la celebración se extendió por París, Ámsterdam, Sídney, Ciudad de México o São Paulo.
Aunque cada país asigna fechas distintas, junio se impuso internacionalmente gracias a su vínculo con Stonewall. Así nació el Mes del Orgullo, un periodo de charlas, exposiciones y campañas educativas que culmina el 28 con una explosión de color en todo el planeta. Esta prolongación de la conmemoración favorece la pedagogía, el turismo y la visibilidad mediática.
El simbolismo del Orgullo: banderas e iconos
El artista y veterano militar Gilbert Baker diseñó la primera bandera arcoíris para la marcha de San Francisco de 1978. Cada una de sus ocho franjas originales tenía un significado: rosa (sexualidad), rojo (vida), naranja (salud), amarillo (luz del sol), verde (naturaleza), turquesa (magia), índigo (serenidad) y violeta (espíritu). Con el tiempo las franjas se redujeron a seis por motivos de producción, pero el símbolo se consolidó.
En 2018, el diseñador Daniel Quasar añadió una chevron con tonos marrón y negro, junto al celeste, blanco y rosa de la bandera trans, para visibilizar a personas racializadas y trans. Hoy existen variaciones para identidades no binarias, asexuales o intersexuales. Por ello, si bien es cierto que LGTB es la sigla original, hoy la comunidad se reconoce de manera más amplia que incluyen a diversos grupos como LGTBIQ+, etc. Pese a la variedad estética y lingüística, todas comparten un ADN común: la bandera arcoíris sigue siendo el emblema universal del Día Internacional del Orgullo LGTB.
De la protesta a la celebración masiva
- Relación con la crisis del SIDA (1980–90) y aparición de un activismo más visible. La epidemia del VIH/SIDA golpeó con crudeza a la comunidad gay a comienzos de los ochenta. Ante la indiferencia gubernamental, varios colectivos comenzaron a manifestarse en funerales, hospitales y pasarelas de moda para exigir recursos y medicamentos. El Día Internacional del Orgullo LGTB se transformó en altavoz para denunciar la estigmatización y fomentar la prevención.
- La entrada de políticas públicas inclusivas, corporaciones y el reto de mantener el espíritu militante. Con la aprobación de leyes antidiscriminatorias y el matrimonio igualitario en distintos países, muchas instituciones y marcas se sumaron a los desfiles. Los patrocinios aportaron financiación, escenarios y campañas virales; sin embargo, también surgieron críticas por el «pinkwashing», la práctica de exhibir banderas arcoíris sin compromisos reales. El desafío actual consiste en equilibrar la fiesta y el negocio con la reivindicación política que dio origen al movimiento.
El Orgullo hoy: diversidad y retos contemporáneos
Algunas ciudades en el mundo celebran el Orgullo bajo un fuerte despliegue policial o, a veces, en la clandestinidad. En Rusia y partes de Oriente Medio, el simple uso de la bandera arcoíris puede conllevar multas, prisión e incluso la muerte. Aun así, activistas locales organizan marchas simbólicas o campañas online que conectan con la diáspora LGTB internacional. No obstante, la lucha por el Día Internacional del Orgullo LGTB es global, pero no homogénea.
➡️ Te puede interesar: Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico
Asimismo, mujeres lesbianas, personas trans, bisexuales o no binarias reclaman mayor protagonismo dentro de los comités organizadores. De igual modo, las personas LGTB migrantes o racializadas recuerdan que sufren discriminación múltiple. Por ello, algunos expertos creen que la interseccionalidad exige políticas que contemplen aspectos como el género, la orientación sexual, la raza o la clase. De lo contrario, el Orgullo corre el riesgo de convertirse en un escaparate alejado de sus raíces combativas.
➡️ Si quieres adquirir conocimientos de Geopolítica, Inteligencia, Prospectiva y Ciberseguridad, te recomendamos los cursos formativos de LISA Institute