Una fe nacida hace dos mil años se ha diversificado en tres grandes familias (Iglesia Católica, Ortodoxia y Protestantismo) y en una multitud de tradiciones que reflejan historias, culturas y teologías distintas aunadas en una misma religión.
El cristianismo parte de un origen común. La confesión de que Jesús de Nazaret es el Mesías, la aceptación de la Biblia como Escritura sagrada y la práctica de sacramentos como el bautismo y la Eucaristía. Con el paso de los siglos, sin embargo, diferencias de interpretación teológica, modelos de autoridad, contextos culturales y factores políticos provocaron cismas y reformas que desembocaron en varias ramas del cristianismo.
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La Iglesia Católica
- La Iglesia Católica Romana. Con más de mil millones de fieles, se considera heredera directa de los apóstoles y mantiene al Papa (sucesor de Pedro) como máxima autoridad espiritual y administrativa. Reconoce siete sacramentos (bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, unción de los enfermos, orden sacerdotal y matrimonio) y posee una estructura jerárquica global que le otorga gran cohesión doctrinal y litúrgica.
- Iglesias Católicas Orientales. Veintiuna Iglesias sui iuris, desde los ritos bizantino y alejandrino hasta el armenio o el siríaco, están en plena comunión con Roma, pero conservan gobierno propio, liturgias, calendarios y disciplinas particulares. Esta variedad interna muestra cómo la Iglesia Católica engloba múltiples tradiciones dentro de su unidad de fe.
La Ortodoxia Oriental y Oriental Ortodoxa
- Iglesia ortodoxa oriental. El Gran Cisma de 1054 separó a Oriente y Occidente. Desde entonces, la Iglesia ortodoxa oriental funciona con una organización conciliar, donde varios patriarcados autónomos que comparten la misma fe, celebran la liturgia bizantina y toman decisiones en sínodos, sin un «Papa» único.
- Iglesias ortodoxas orientales. Iglesias como la Copta (Egipto), la Armenia o la Etíope no aceptaron el Concilio de Calcedonia (451) y desarrollaron cristologías propias. Aunque comparten rasgos litúrgicos antiguos y una fuerte identidad nacional, se diferencian de la ortodoxia oriental clásica en algunos puntos doctrinales.
Las ramas protestantes
A inicios del siglo XVI, Martín Lutero, Juan Calvino y el rey Enrique VIII cuestionaron la autoridad papal, algunas prácticas sacramentales y la relación entre fe y obras, abriendo la puerta a la Reforma protestante y, con ella, a nuevas ramas del cristianismo.
Principales corrientes protestantes
- Luteranismo: enfatiza la justificación por la fe y la supremacía de la Escritura sobre la tradición.
- Calvinismo (reformados/presbiterianos): subraya la soberanía de Dios y la doctrina de la predestinación.
- Anglicanismo: nacido en Inglaterra, combina elementos católicos y reformados, con el Arzobispo de Canterbury como figura simbólica.
- Otros movimientos: bautistas (bautismo de creyentes), metodistas (santidad personal), pentecostales (énfasis en el Espíritu Santo) y evangélicos, que dan prioridad a la conversión personal y a la Biblia.
Otras tradiciones cristianas
- Anabaptistas. Surgidos en el siglo XVI, los anabaptistas defendían el bautismo solo de adultos creyentes y abogaban por una reforma radical de la sociedad y de la Iglesia, lo que les llevó a la persecución tanto católica como protestante.
- Restauracionistas y no trinitarios. Varios movimientos buscaban restaurar el cristianismo «original». Entre ellos se hallan los Adventistas del Séptimo Día, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) y los Testigos de Jehová, que comparten una lectura propia de la Biblia y, en algunos casos, una visión no trinitaria de Dios.
¿Por qué tantas ramas?
- Autoridad y tradición. Las disputas sobre quién ejerce la autoridad (el Papa, un concilio o la Biblia en solitario) generaron las principales fisuras eclesiales.
- Influencias históricas y geopolíticas. Guerras, imperios, colonización y procesos de independencia configuraron el mapa confesional mundial, adaptando la fe a cada cultura.
- Conflictos teológicos y adaptaciones actuales. Nuevos debates éticos y teológicos, junto a la globalización, continúan dando lugar a escisiones y a redes ecuménicas que buscan puentes entre las ramas del Cristianismo.
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