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Síndrome de Kessler: el cisne negro espacial

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

Aunque el término carrera espacial pueda parecer obsoleto, sigue siendo crucial en la geopolítica moderna. Los países avanzan con proyectos ambiciosos para demostrar su potencial en el espacio, más allá de las misiones tripuladas o los descubrimientos científicos. La militarización del espacio se está consolidando y presenta nuevas oportunidades para las potencias internacionales. En este artículo el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, David García Pesquera, profundiza en el Síndrome de Kessler: su definición, el origen de su nombre y las implicaciones de su posible impacto en la saturación del entorno espacial.

Es crucial comprender el entorno espacial y su relevancia en la geopolítica, considerando tanto sus limitaciones como sus requisitos. Muchas de nuestras actividades diarias dependen de operaciones en el espacio, por lo que es esencial asegurar su limpieza, estabilidad y orden.

El origen de la teoría del síndrome de Kessler

El síndrome de Kessler, propuesto por Donald J. Kessler en los años 70, sostiene que la acumulación de basura espacial en la órbita baja terrestre podría alcanzar una magnitud crítica. Este fenómeno provocaría un efecto en cadena, donde los desechos colisionan entre sí y con otros objetos en la misma órbita.

Kessler, astrofísico estadounidense nacido en 1940, fue consultor de la NASA mientras desarrollaba su teoría sobre los desechos espaciales. Trabajó en el Centro Espacial Johnson de Houston, Texas, donde formaba parte del Proyecto de Efectos Ambientales de la NASA. Fue en este contexto donde desarrolló y nombró el síndrome de Kessler.

Su extensa experiencia en la NASA, el principal organismo global en asuntos espaciales, profundizó su conocimiento y motivación para contribuir al campo. En 1987, Kessler presentó su teoría por primera vez en el artículo académico titulado «Frecuencia de colisión de satélites artificiales: la creación de un cinturón de escombros».

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¿Por qué se produciría tal colisión? Por el aumento en la densidad de los desechos espaciales en la órbita baja de la Tierra, es decir, en la órbita alrededor de nuestro planeta. Cada colisión genera más fragmentos, los cuales pueden provocar nuevas colisiones en un efecto en cadena.

La agencia espacial rusa y su rol en la militarización del espacio

Rusia es, junto con Estados Unidos, China o India, uno de los actores más activos en materia espacial. Cuenta con programas de objetivos fuera de nuestro planeta y todavía más relevante, planes de disuasión frente a potencias contrarias. La agencia espacial rusa Roscosmos fue noticia en el año 2019, cuando alertó de la posibilidad de que el Síndrome de Kessler podría manifestarse de forma inminente.

Precisamente, debido a esta creciente militarización del espacio, potencias como Rusia han desplegado armamento y tecnología militar en el espacio. Como por ejemplo, las armas antisatélites. Estos artefactos han sido probados mediante ensayos en pleno espacio y su utilidad se basa en eliminar satélites de carácter estratégico militar. Sin embargo, su puesta en marcha sumada a la eliminación de naves espaciales es la que está llenando de basura las órbitas bajas. 

Por lo tanto, la realización de actividades en materia de prevención y disuasión de posibles problemas en un futuro es la que estaría causando complicaciones. El propio Boris Shustov, director del Instituto de Astronomía de la Academia de Ciencias de Rusia, advirtió que el umbral del Síndrome de Kessler podría ser alcanzado debido a la cantidad desorbitada de basura espacial.

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El propio Kessler defiende que el control de los desechos futuros requiere, como mínimo, que no dejemos en órbita futuras cargas útiles y cuerpos de cohetes después de su vida útil. A su vez, este proceso podría requerir que planifiquemos lanzamientos para recuperar algunos objetos que se encuentran en órbita. Otro de los requisitos para no empeorar la situación se basaba en evitar el envío de grandes estructuras al espacio. 

Efectos negativos de las colisiones de basura espacial

El principal efecto negativo de la colisión de basura en las órbitas bajas de la Tierra sería la inutilización automática de estas órbitas. Esto afectaría a áreas críticas como la ubicación de la Estación Espacial Internacional y numerosos satélites, lo que resultaría en la pérdida de los numerosos servicios que estos proporcionan.

Cuantos más satélites haya en órbita, tanto nuevos como antiguos, mayor será la probabilidad de colisiones. Hay que tener en cuenta que el espacio cercano a la Tierra ya cuenta con satélites desaparecidos y otros en funcionamiento sumado a cuerpos de cohetes muertos, trozos de cuerpos de cohetes y satélites, más sus componentes, como tuercas, tornillos y pintura. Todo ello nos da como resultado autopistas espaciales totalmente colapsadas sin una solución práctica desde el punto de vista de la viabilidad.

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Las colisiones y la inutilización de las órbitas bajas de la Tierra tienen efectos inmediatos, dado que en estas zonas operan satélites y la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, estos efectos pueden desglosarse de manera más metódica e individual.

  • Imposibilidad de realizar vuelos espaciales. En este apartado se incluyen además las misiones tripuladas de carácter espacial para descubrir nuevos lugares de la galaxia, como el primer viaje humano a Marte pendiente de producirse.
  • Interrupción de las comunicaciones globales. Aquí se resumen las principales utilidades de los satélites artificiales, que van desde conocer el tiempo a las conexiones vía internet, la telefonía y la señal de televisión. Además, los satélites artificiales también proporcionan servicios de carácter educativo y sanitario en aquellos puntos donde las tecnologías tradicionales no alcanzan. 
  • La Estación Espacial Internacional cuenta con la participación de cinco agencias espaciales, en las que además de la NASA se encuentra el anteriormente citado Roscosmos. En caso de producirse el Síndrome de Kessler, sus operaciones dejarían de tener viabilidad, suponiendo un agravio en términos de investigación científica a la par que una crisis internacional en términos de seguridad y geopolítica.
  • Debilitamiento de la inteligencia militar. Muchos movimientos son analizados desde el prisma del espacio, fundamental para entender movimientos de agentes externos con capacidad de influencia. Incluso algunos satélites son enviados a órbita con fines militares. Este potencial debilitamiento supondría menos información efectiva acerca de movimientos de carácter nuclear, por ejemplo.

En definitiva, la limpieza del espacio en la altura de las órbitas bajas influye en nuestra forma de comunicarnos, obtener información y recibir servicios a todos los niveles. Resulta, por lo tanto, tan fundamental como la limpieza de basura en otros ecosistemas como los océanos, ríos, la selva o los desiertos.

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Hasta 1961, se contaban cincuenta objetos desarrollados por la mano humana en órbita alrededor de la Tierra. Desde entonces, el número ha crecido exponencialmente, destacando el lanzamiento de 75 satélites artificiales al año, de los cuales dos tercios van a parar a órbitas de poca altitud. Además, durante todos estos años también tuvo lugar el accidente de un cohete Pegasus en 1996, que tras fallar por una parada inesperada en el motor, estalló y generó la mayor nube de escombros jamás creada por la explosión de un cohete. Un total de 300.000 piezas mayores de medio centímetro que en su mayoría siguen en órbita. 

El accidente modificó algunos protocolos de las agencias espaciales, volviéndolos más restrictivos para prevenir nuevas explosiones en órbita. Se promovió la reentrada a la Tierra de los cohetes al finalizar su misión, asegurando su destrucción durante el paso por la atmósfera. Pese a ello, los datos anteriormente mencionados en cuestión de satélites artificiales no alejan la posibilidad de seguir las órbitas bajas.

El riesgo, por lo tanto, es real. Desde Roscosmos han persuadido en la idea de establecer prohibiciones legales a los ensayos armamentísticos destinados contra los satélites. De esta forma, buscan evitar el esparcimiento de trozos resultantes de la colisión que incrementen ese efecto, cascada parte de nuevos choques y produzcan el Síndrome de Kessler.


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