Marruecos utiliza la migración como una herramienta estratégica para obtener concesiones políticas y económicas, afectando las relaciones con la UE y sus vecinos. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Roberto Pozas, analiza las implicaciones de la migración como herramienta diplomática y los retos que enfrenta Europa y África en su gestión.
La inmigración es una herramienta estratégica utilizada por el Reino de Marruecos para la consecución de sus fines geopolíticos. Su privilegiada situación geográfica, entre el Mediterráneo y el Sahel, reafirma que Marruecos es pilar estabilizador de la región.
Cabe destacar que esta herramienta se ve favorecida por factores internos como altas tasas de desempleo, desigualdades económica y tensiones regionales (Sáhara Occidental, región del Rif entre otras), facilitan la presión que ejerce Marruecos a la UE y, en particular, a España, a fin de obtener apoyos financieros y concesiones en diversos ámbitos.
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La historia reciente muestra que, a través de los Acuerdos de Asociación, la UE busca allanar la base para un Acuerdo sobre Movilidad que garantice el control migratorio y de seguridad en las rutas migratorias, tanto Atlántica como Mediterránea Occidental. Sin embargo, acontecimientos recientes ponen en evidencia el empleo de Marruecos del fenómeno migratorio con fines estratégicos.
Todo esto será objeto de estudio en el presente artículo, tratando de responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo utiliza Marruecos el fenómeno migratorio para lograr objetivos diplomáticos, económicos y políticos? ¿Cuáles son las implicaciones para España y Estados vecinos?
La migración como herramienta geopolítica para Marruecos
La presión migratoria, como moneda de cambio, es un método habitual en las relaciones de Marruecos con España, siguiendo una línea de diplomacia coercitiva en pos de obtener objetivos up supra mencionados.
Profundizando en las relaciones bilaterales entre España y Marruecos, hay que decir que uno de los incidentes más relevantes al respecto ha sido la denominada Crisis de Ceuta, donde según cálculos oficiales, más de 8000 personas cruzaron ilegalmente la frontera, con la connivencia e impulso del Gobierno de Rabat, quizás como represalia a la hospitalización en España del Líder del Frente Polisario, Brahim Gali.
A raíz de este suceso, la postura de la UE y más concretamente la del Gobierno de Madrid, fue contemplar de modo más favorable la reivindicación marroquí sobre la soberanía saharaui, teniendo en cuenta además la presión ejercida por el gobierno estadounidense.
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No podemos obviar la dimensión de seguridad sobre este tema, ya que Marruecos emplea al fenómeno migratorio como recurso a su favor en cuanto a las negociaciones con la UE, buscando esas mejores condiciones de financiación y una posición diplomáticamente superior con el respaldo de EE. UU.
En definitiva, la estrategia marroquí, apuesta por la conjunción de incentivos de carácter positivo, como son los acuerdos de asociación, colaboración en temas de seguridad; con amenazas implícitas, mediante las crisis migratorias, formalizando una diplomacia pragmática en cuanto a los intereses del Gobierno de Rabat sobre sus vecinos.
Consecuencias e Implicaciones de la inmigración para la UE
La política migratoria de Marruecos ha evidenciado la dependencia europea en el control migratorio y en seguridad. Frecuentemente, este control se intenta solucionar mediante la dotación de mayores cantidades de recursos económicos hacia el estado magrebí, sin cuestionar el modelo actual.
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En este contexto, corresponde a los políticos europeos justificar ese gran gasto económico que supone la externalización de la política de inmigración, lo que a su vez genera críticas tanto externas como internas a la UE. Estas críticas se encuentran orientadas al impacto sobre los derechos humanos y cuestionan si esta estrategia es la más efectiva para seguir canalizando ingentes fondos hacia el reino alauí o si, por el contrario, sería preferible el desarrollo integral del África Subsahariana, lo que ayudaría a un mejor tratamiento del fenómeno migratorio.
Consecuencias e Implicaciones para África
En el ámbito africano, es relevante resaltar el impacto sobre los Estados del Sahel, como origen de la gran parte del flujo migratorio que se dirige a Marruecos. Este país ha favorecido la regularización de inmigrantes, lo cual a su vez ha fortalecido sus relaciones con los vecinos del Sur, reforzando así su africanidad como parte elemental de su identidad.
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Lo anterior le ha facilitado el retorno a la Unión Africana, consolidando así su posición geopolítica en el continente, al mismo tiempo que se enmarca dentro de su estrategia regional, destinada a contrarrestar la posición argelina, como principal adversario, y reforzando, por otra parte, su postura acerca del Sáhara Occidental.
Riesgos y desafíos de la inmigración para Marruecos
Nos gustaría destacar el elevado costo interno que conlleva la gestión de los flujos migratorios, ya que no supone una solución a medio ni largo plazo, sino que, por el contrario, favorece la trata de personas y el deterioro de un sistema internacional basado en normas.
Otro de los riesgos para el reino alauí es la posibilidad de generar tensiones con sus socios europeos, ya que el empleo coercitivo de la migración implica una violación de los derechos humanos; sin ignorar el riesgo que supondría un posible cambio en el panorama político interno de la Unión Europea, que podría reaccionar hostilmente ante esta política, lo cual plantearía graves problemas a la economía marroquí.
Añadamos a lo anterior, la sobrecarga significativa en las infraestructuras de los servicios públicos (sanidad, vivienda, seguridad, etc.) que sin duda se da en las comunidades locales y fronterizas marroquís.
Conclusión y perspectivas futuras
En conclusión, Marruecos ha integrado la gestión migratoria en su estrategia geopolítica, lo que ha generado tanto oportunidades como retos para la consolidación de su posición en el Magreb y África. Además, el reino alauí emplea esta herramienta para la desestabilización interna de Estados europeos, como España, buscando concesiones particularmente ventajosas en áreas como la financiación e inversión extranjera.
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No obstante, es fundamental que todas las partes involucradas, especialmente la UE y la sociedad civil marroquí, reflexionen sobre si es viable a largo plazo y constaten la vulneración flagrante de los DD. HH.
Finalmente, en cuanto a las perspectivas futuras, la situación actual podría derivar, por un lado, en el replanteamiento no solo de las relaciones entre España y Marruecos, sino también entre la globalidad de la UE y el Reino de Marruecos. Sería deseable una perspectiva más equitativa y sostenible, que estaría impulsada por un eventual cambio de orientación más democrático del régimen marroquí. Por otra parte, no podemos ignorar la posibilidad de que se intensifiquen las tensiones de las que ya hemos hecho mención al aludir a los posibles cambios de orientación política en la UE.
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