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Disputa geopolítica en el Magreb: propuestas diplomáticas entre Marruecos y Argelia

Análisis

Miquel Ribas Lladó
Miquel Ribas Lladó
Grado en Relaciones Internacionales (Collegium Civitas, Varsovia) y Máster en Estudios Globales de Asia Oriental (UAB, Barcelona). Tiene experiencia como investigador en la Fundación Instituto Confucio (Barcelona) y en el Instituto de Investigación Sociopolítica de la Academia de Ciencias de Rusia (Moscú). Alumno certificado del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico y del Curso de Experto en China de LISA Institute.

En el conflicto entre Rabat y Argel en el Magreb, recientes propuestas diplomáticas buscan reforzar su posición. Mientras Marruecos busca ampliar su influencia hacia el Sahel y Nigeria, Argelia intenta revitalizar la Unión del Magreb Árabe. La integración de Mauritania emerge como un punto clave en esta disputa. En este análisis, Miquel Ribas, ex alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico y el Curso de Experto en China de LISA Institute, explora estas dinámicas geopolíticas.

A lo largo de los últimos tiempos, Marruecos y Argelia han presentado dos propuestas diplomáticas para reforzar su posición geopolítica regional. Ambas ideas obedecen a la pugna geopolítica que los dos mantienen en la región del Magreb árabe. El rey Mohamed VI ha dirigido sus esfuerzos diplomáticos hacia los países del Sahel y Nigeria con el fin de ofrecerles acceso al Atlántico. El monarca ha habilitado el puerto de Dajla para que puedan tener mayores facilidades para exportar sus productos. Del mismo modo, Rabat y Abuja están estrechando sus vínculos para impulsar la construcción de oleoductos marítimos que conecten los hidrocarburos nigerianos con Europa sin tener que pasar por Argelia.

Argel, por su parte, ha respondido a través de una propuesta de su presidente, Abdelmadjid Tebboune. Este ha abogado por reforzar la Unión del Magreb Árabe (UMA) a través de conversaciones diplomáticas con el presidente tunecino, Kaïs Saïed y su homólogo libio, Mohamed Menfi, aunque este último ha desmentido el acuerdo promovido por Argel, según informa el portal Rue 20.

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Sin embargo, parece que el objetivo de Argelia se centra en integrar a Mauritania en su eje contra Marruecos. Aunque a primera vista pueda parecer que Mauritania no es un actor relevante debido a su baja demografía, su debilidad económica y bajo nivel de desarrollo humano (0,540), su posición geográfica puede tener un impacto significativo en la geopolítica del Magreb.

Magreb árabe: región configurada por la pugna argelino-marroquí por la hegemonía regional

La Segunda Guerra Mundial debilitó sustancialmente a las potencias coloniales europeas, que, tras el agotamiento de la guerra, carecieron de recursos para mantener sus imperios. Al mismo tiempo, el vacío político generado por la Segunda Guerra Mundial fue ocupado por las dos nuevas superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviéticas. Ambas, por diferentes motivos, apoyaron los movimientos vinculados a la descolonización e independencia de los países africanos.

Hay que tener en cuenta que ni Estados Unidos ni el Imperio ruso obtuvieron posesiones coloniales en África y, por tanto, no ejercieron ningún control sobre los territorios coloniales. Una situación que provocó que muchos nacionalistas africanos tuvieran una visión positiva de ellos, a diferencia de la imagen negativa que las potencias coloniales. Las potencias coloniales europeas eran vistas mayoritariamente con recelo a causa de la explotación de la mano de obra y de los recursos de los africanos en beneficio a los intereses de las metrópolis. 

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Las dinámicas de independencia de Marruecos y Argelia fueron bastante diferentes. Marruecos fue pionero en obtener su independencia de Francia, en 1956. Argelia, considerada un departamento francés, tuvo que esperar hasta 1962 tras una guerra civil de ocho años contra la metrópoli que acabó con los acuerdos de Évian en los que París reconoció la independencia de Argelia.

Las relaciones entre Rabat y Argel, sin embargo, fueron tensas desde el principio. Marruecos se guió por la idea nacionalista del Gran Marruecos, propugnando la expansión territorial sobre las regiones argelinas de Tinduf, el Sáhara Occidental y la zona norte de Malí y Mauritania. Estas demandas de revisionismo de las fronteras territoriales dieron lugar, en 1963, al inicio de la Guerra de las Arenas. El conflicto duró hasta 1964, no tuvo efecto alguno en la configuración territorial, pues no hubo ningún cambio en las fronteras previas al inicio de la guerra.

Posteriormente, durante la Guerra Fría, ambos Estados, pese a formar parte del llamado Movimiento de Países No Alineados, decidieron buscar el apoyo de alguna de las dos superpotencias. Rabat apostó por Washington, pues su posición estratégica en el control del Estrecho de Gibraltar, así como de la entrada al Mediterráneo y al océano Atlántico, presentándose como el principal socio del Magreb contra el socialismo árabe y el comunismo, suscitaba el interés de los estadounidenses. Argelia, por su parte, desarrolló buenas relaciones con la URSS, que se convirtió en su principal proveedor de equipamiento militar al tiempo que recibió el apoyo de la China maoísta, que buscaba contrarrestar la influencia de Washington y Moscú en el bloque de los Países No Alineados tras la Conferencia de Bandung.

Las relaciones entre Argel y Rabat empeoraron sustancialmente con el inicio de la Marcha Verde y la posterior ocupación de la colonia española del Sáhara Occidental. Esta se organizó como resultado a un movimiento estratégico que buscaba consolidar la monarquía de Hassan II en un momento de debilidad interna del monarca marroquí. En el marco del conflicto saharaui, Argelia se ha consolidado como el principal valedor del Frente Polisario y de la causa por la independencia del Sáhara Occidental frente a Marruecos, que no está dispuesto a ceder el territorio por los beneficios económicos que obtiene gracias a explotación de los caladeros situados en aguas territoriales saharauis y la extracción de fosfatos, extraídos principalmente de la comuna de Bucraa.

La Unión del Magreb Árabe: un proyecto fracasado por tensiones bilaterales entre Argelia y Marruecos

1989 es considerado un año clave en el sistema mundial de relaciones internacionales. Si bien este año es recordado por la caída del Muro de Berlín, es relevante destacar otros dos eventos que tuvieron también una gran importancia. Estos son la Conferencia de Malta, entre el presidente estadounidense George H. W. Bush con su homólogo soviético, Mijaíl Gorbachov. La conferencia anunció el fin de la Guerra Fría y el cambio de relación entre Washington y Moscú. Ambos como resultado del Nuevo Pensamiento gorbachoviano y la ruptura con el Viejo Pensamiento de la política exterior soviética. Por otro lado, tuvo lugar la celebración del Consenso de Washington. El evento fue considerado como una extensión de los acuerdos de Bretton Woods que integran a los Estados del Pacto de Varsovia y consolidan el sistema liberal internacionalista y la globalización.

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Estas nuevas dinámicas ofrecían la posibilidad de crear una organización supranacional regional en la región del Magreb Árabe. Esta fue la conocida como UMA, fundada en 1989 en la llamada Conferencia de Marrakech. El tratado fundacional fue firmado por los cinco Estados del Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Mauritania). Inicialmente, se esperaba que la integración económica pudiera ayudar a superar los problemas de los Estados de la región, los cuales, más allá de sus discrepancias políticas, compartían factores comunes: históricos, socio-demográficos y económico-estructurales.

Sin embargo, más allá de la voluntad política, las rivalidades entre Estados han hecho imposible que se profundizasen los lazos económicos entre ambos y todos sus Estados aún adolecen de los mismos problemas económicos, políticos y sociales que tenían al constituir la organización. Prueba de ello es que los intercambios comerciales apenas representan entre el 2% y el 3%, el menor de cualquier organización supranacional de matriz económica. 

Además, tanto en Argelia como en Marruecos han tenido lugar movimientos de protestas sociales de la población contra sus elites. Estas se han derivado de la incapacidad de resolver los problemas económicos y sociales, tales como la imposibilidad de construir Estados de Bienestar fuertes, subsistir de economías rentistas, agrarias y de servicios de bajo valor añadido con altos niveles de analfabetismo y desempleo, corrupción y clientelismo. Estos movimientos son conocidos en Argelia como Hirak, en 2018 y, en Marruecos, el Hirak del Rif.

La geopolítica del Sahara Occidental y Mauritana en la pugna argelino-marroquí

La disputa del Sahara se considera el factor central, pero no el único, de la rivalidad entre Argel y Rabat. En la geopolítica regional, el Sáhara Occidental es fundamental. Un Sáhara bajo soberanía marroquí de facto permite a Rabat duplicar el control y el dominio costero en el Atlántico. Además, se beneficia de los ingresos derivados de la explotación de la pesca y los fosfatos, privando a Argelia de acceso al Atlántico.

Por otro lado, para Argelia, un Sáhara Occidental independiente devendría un gobierno débil (baja demografía y bajo nivel de desarrollo humano, dificultad para integrar la migración saharaui procedente de los campos de refugiados, etc.). Este hecho convertiría al Sahara Occidental en un Estado satélite de Argelia. Al mismo tiempo cercaría a Marruecos reduciendo a la mitad su dominio costero y su territorio. Además, asestaría un golpe a su economía, privándolo del acceso a los recursos naturales del Sahara Occidental.

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Sin embargo, el refuerzo de la alianza Rabat-Washington-Tel Aviv, con la construcción del muro en el Sahara, equipado con tecnología de vigilancia militar puntera suministrada por Tel Aviv, y el apoyo diplomático de Washington al reconocer al presidente Trump (un reconocimiento que Biden no ha retirado) la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, así como la falta de interés de la comunidad internacional, dificultan, al menos a corto plazo, que la situación geopolítica cambie en favor de Argelia.

Al mismo tiempo, la tensión entre Rabat y Argel ha aumentado significativamente con el reciente apoyo del gobierno argelino al Partido Nacionalista del Rif. Una formación política proscrita en Marruecos que defiende la independencia de la región marroquí del Rif marginada por parte de Rabat. Del mismo modo, Marruecos ha amenazado con embargar los bienes argelinos localizados en su territorio.

Asimismo, ambos mantienen cerrada su frontera desde 1994, tras un atentado en Marrakech, o su ruptura de relaciones diplomáticas en 2021. Tensiones que, simplemente, consolidan una dinámica reciente de desencuentros entre ambos como el cierre del gasoducto Magreb-Europa y la diversificación de alianzas con Marruecos orientado a profundizar lazos con Francia y España, mientras Argelia busca consolidarse como socio energético de Italia y Alemania. Además, Argel mantiene buenas relaciones con Rusia y China, quienes son sus principales proveedores de equipamiento y tecnología militar, y aliados en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, a lo largo del último año Argel y Teherán han impulsado significativamente sus relaciones.

La importancia de Mauritania, en el marco de la propuesta del presidente Tobboune para revitalizar la UMA es esencial (más relevante incluso que Túnez o Libia) a causa de la relevancia que el Estado juega en el ámbito geopolítico, reemplazando al Sahara Occidental.

Unión del Magreb Árabe – M'Sur

En este contexto geopolítico, si Argel consigue que Mauritania se alíe con la posición argelina en el marco de la pugna regional entre Argel y Rabat, Argelia podría neutralizar la iniciativa de Rabat de ofrecer el puerto de Dajla como base logística para los países del Sahel. Esta situación bloquearía el acceso de estos Estados a las costas saharauis bajo control marroquí, al mismo tiempo que cercaría a Marruecos, privándole de una salida hacia el continente.

Argelia busca explotar las buenas relaciones que tiene con Mauritania, en el marco de diferentes iniciativas. Entre estas destaca la construcción de una carretera que una Tindouf- Zouerate, la apertura de un nuevo paso fronterizo y una zona de libre comercio o la reunión que Tebbounne mantuvo con su homólogo mauritano, Mohamed Ould Cheikh Ghazouani. En esta reunión ambos discutieron de la situación en África, a tenor del hecho, que Mauritania ostenta la presidencia de la organización, al tiempo que Tebboune aprovechó para felicitarle por la membresía de su país en el Foro de Países Exportadores de Gas (FPEG).

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Sin embargo, a pesar de los intentos que Argel pueda llevar a cabo para alejar a Nuakchot de Marruecos, es poco probable que Nuakchot esté interesado en romper con Rabat. Las relaciones bilaterales entre ambos están en uno de sus mejores momentos, como denota el hecho que Rabat haya respondido al proyecto de construcción de una carretera que una Esmara y Mauritania o el refuerzo de los intercambios bilaterales en materia de información e inteligencia.

En este contexto, no es previsible que Nuakchot rompa con Marruecos para alinearse con Argelia. A nivel prospectivo, dada la posición geoestratégica que ocupa, Mauritania se ha convertido en objeto de deseo tanto para Argel como para Rabat, que buscan realizar movimientos en el tablero geopolítico que les permitan obtener una ventaja sobre su rival. Mauritania buscará explotar esta posición privilegiada maniobrando entre Argel y Rabat en función de los beneficios que pueda obtener, evitando posicionarse, en exceso, a favor de uno u otro. 

El futuro de la Unión del Magreb árabe: nada va a cambiar 

Las relaciones dentro de las organizaciones supranacionales siguen el principio de confianza mutua y la búsqueda de beneficios compartidos frente a las rivalidades interestatales entre sus miembros. En los últimos años, las tensiones entre Argel y Rabat no han hecho más que aumentar. Además, hace un año, Argel elevó su gasto militar un 130% hasta situarse en el 15% de su PIB. Mientras que Marruecos ha seguido explotando sus buenas relaciones con Israel y Estados Unidos en materia militar. Todo con el fin de modernizar su ejército, como sus F-16 o la adquisición de tecnología militar puntera del conglomerado militar industrial israelí y estadounidense. 

El rearme argelino y marroquí, canalizando en la mejora de sus capacidades militares, denota como la desconfianza sigue presente entre ellos. Un hecho que dificulta significativamente la posibilidad que ambos puedan tejer complicidades en la búsqueda de una mejora económica que repercuta en el bienestar social de sus poblaciones. Esta desconfianza dificulta la posibilidad de integrarse para el desarrollo de mecanismos que puedan reactivar la UMA a través de la integración económica para una mejora de los índices de desarrollo conjunto de todos los miembros. 

Un contexto que demanda necesariamente lazos de confianza mutua, honestidad y buena fe como base para profundizar en la obtención de las metas comunes y compartidas en el ámbito de los recursos naturales y el capital humano así como la mejora de su interlocución frente a otros actores como la UE. Condiciones que, actualmente, no se dan. Esta tesitura conduce a que la propuesta de Tebboune, de reactivar la UMA, está encaminada al fracaso. Probablemente, el futuro de  la UMA es seguir “en coma” como la definió el ministro argelino de asuntos exteriores, Ahmed Aattaf.

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