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Más allá de Trump: los escándalos presidenciales que sacudieron a Estados Unidos

Análisis

Carmen Revilla
Carmen Revilla
Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Entusiasta de la geopolítica, el análisis de conflictos, el derecho internacional, y los movimientos sociales.

Mientras los escándalos de Donald Trump han dominado los titulares recientes, la presidencia de Estados Unidos ha estado lejos de ser una institución exenta de controversias. A lo largo de la historia, otros presidentes han enfrentado situaciones que han desafiado la confianza pública y han revelado aspectos oscuros de la administración. ¿Qué otros incidentes han marcado a la presidencia estadounidense y cómo han influido en su legado? Este artículo explora los escándalos presidenciales de Estados Unidos más allá de Trump, ofreciendo una mirada a las controversias que también han dejado una marca en la historia del país. Si quieres saber más, apúntate al Curso de Experto en Estados Unidos de LISA Institute.

Donald J. Trump es un empresario y personalidad televisiva que, tras las elecciones de 2016, se convirtió en presidente de los Estados Unidos. Conocido por su particular estilo de liderazgo y su comunicación directa a través de las redes sociales, Trump ha sido una figura polarizadora tanto en la política nacional como internacional.

La figura de Donald Trump ha generado controversia antes, durante y después de su mandato. Varias de estas polémicas han estado relacionadas con diferentes delitos como la corrupción, el fraude fiscal, el acoso sexual, o el tráfico de influencias, entre otros.

El caso de Stormy Daniels y Trump

Uno de los casos más sonados a los que Trump hace frente es el relacionado con Stormy Daniels, una actriz de cine para adultos. Este incidente ha capturado la atención del público y los medios, no solo por las controvertidas circunstancias, sino por las implicaciones políticas y legales que lo rodean.

El caso se centra en un pago de $130.000 realizado a Stormy Daniels poco antes de las elecciones presidenciales de 2016. Este pago fue efectuado por Michael Cohen, entonces abogado personal de Trump, supuestamente para comprar el silencio de Daniels sobre una presunta aventura que tuvo con Trump en 2006. La polémica se agravó cuando surgieron preguntas sobre si este pago constituía una violación de las leyes de financiación de campañas electorales, ya que no se informó de él adecuadamente.

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En 2018, Michael Cohen se declaró culpable de múltiples delitos, incluidos aquellos relacionados con la financiación irregular de campañas. Además, testificó que Trump le había ordenado hacer el anteriormente mencionado pago a Stormy Daniels. Trump, quien inicialmente negó cualquier conocimiento del pago, más tarde admitió haber reembolsado el importe del pago a Cohen.

Desde el punto de vista legal, la cuestión se centra en sí el pago a Daniels violó las leyes de financiamiento de las campañas electorales. Estas leyes en Estados Unidos establecen que los gastos relacionados con las elecciones se informen adecuadamente y que no excedan ciertos límites. Si se determina que el pago a Daniels fue un intento de influir en el resultado de las elecciones de 2016 sin la debida divulgación, Trump podría enfrentar serias consecuencias legales.

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El caso también ha tenido un impacto significativo en la política. Este escándalo ha alimentado la narrativa de corrupción y mala conducta que los oponentes de Trump han utilizado en su contra. Del mismo modo, ha llevado a un escrutinio más intenso de sus finanzas y sus negocios personales.

Otros escándalos presidenciales de Estados Unidos

Donald Trump no es el único presidente de Estados Unidos que ha estado envuelto en grandes y múltiples escándalos. Estos son algunos de los casos más polémicos y de mayor impacto en la historia del país americano.

El escándalo de Teapot Dome (1921-1923)

Durante la administración del presidente Warren G. Harding, el secretario del Interior, Albert B. Fall, fue descubierto aceptando sobornos de compañías petroleras a cambio de arrendamientos favorables de campos petroleros sin licitación competitiva. Este escándalo fue uno de los primeros en impactar profundamente la confianza del público en el gobierno federal.

Albert B. Fall fue condenado por aceptar sobornos y se convirtió en el primer miembro del gabinete en ir a prisión. Aunque nunca se probó que Harding estuviera directamente involucrado, sufrió un daño significativo a su reputación y murió en 1923, antes de que el escándalo alcanzara su punto álgido.

El caso Watergate (1972-1974)

El 17 de junio de 1972, cinco hombres fueron arrestados por allanar la sede del Comité Nacional Demócrata en el complejo de oficinas Watergate en Washington D.C. Los allanadores estaban tratando de instalar dispositivos de escuchas telefónicas y robar documentos. La conexión de estos individuos con el «Comité de Reelección del Presidente» rápidamente levantó sospechas sobre la implicación de la administración Nixon.

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A medida que la investigación avanzaba, se descubrió que la administración Nixon había creado un equipo de «fontaneros» para detener las filtraciones de información confidencial y espiar a los opositores políticos. Se reveló que la Casa Blanca había aprobado operaciones clandestinas, incluyendo espionaje y sabotaje político, y que se había orquestado un encubrimiento para ocultar estas actividades.

Richard Nixon se convirtió en el único presidente de los Estados Unidos en renunciar al cargo el 8 de agosto de 1974, para evitar un juicio político inminente. Varios miembros de su administración, incluidos altos funcionarios como H.R. Haldeman y John Ehrlichman, fueron condenados y encarcelados.

El escándalo Irán-Contra (1985-1987)

A mediados de la década de 1980, altos funcionarios de la administración Reagan, incluidos el asesor de seguridad nacional Robert McFarlane y su sucesor John Poindexter, empezaron a buscar maneras de asegurar la liberación de rehenes estadounidenses que habían sido capturados por grupos terroristas apoyados por Irán en el Líbano. Se llegó a un acuerdo para vender armas a Irán a cambio de la influencia iraní sobre estos grupos terroristas para liberar a los rehenes. Esta negociación, sin embargo, violaba la política pública estadounidense de no negociar con terroristas y estaba en contradicción directa con el embargo de armas a Irán.

En Nicaragua, el gobierno sandinista de izquierda había tomado el poder en 1979 tras derrocar a la dictadura de Anastasio Somoza. La administración Reagan veía al gobierno sandinista como una amenaza comunista en el hemisferio occidental y comenzó a apoyar a los Contras, un grupo rebelde anti sandinista. Sin embargo, en 1984, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Enmienda Boland, que prohibía la ayuda militar directa a los Contras. No obstante, los fondos obtenidos de la venta de armas a Irán fueron desviados para financiar a los Contras nicaragüenses, en abierta violación de la Enmienda Boland.

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Las investigaciones y juicios resultantes del escándalo Irán-Contra fortalecieron la comprensión pública y gubernamental de la necesidad de controles más estrictos y de la transparencia en las acciones del poder Ejecutivo. Si bien muchos de los actores clave evitaron las consecuencias más graves, el escándalo dejó lecciones duraderas sobre los peligros de la gestión secreta de asuntos internacionales y el abuso de poder en la administración gubernamental.

El escándalo Monica Lewinsky (1998)

El presidente Bill Clinton fue acusado de tener una relación inapropiada con Monica Lewinsky, una becaria de la Casa Blanca. Inicialmente, Clinton negó bajo juramento haber tenido relaciones sexuales con Lewinsky, lo que llevó a cargos de perjurio y obstrucción de la justicia.

Bill Clinton fue sometido a juicio político por la Cámara de Representantes en diciembre de 1998, pero fue absuelto por el Senado en febrero de 1999 y completó su mandato. Aunque sobrevivió políticamente, el escándalo dañó su reputación y la de la presidencia.

El escándalo de Abu Ghraib (2003-2004)

Durante la administración del presidente George W. Bush, salieron a la luz fotos y testimonios de abusos y torturas a prisioneros en la prisión de Abu Ghraib en Irak por parte de soldados estadounidenses. Las imágenes mostraban humillaciones y maltratos graves, generando una condena internacional. Varios soldados de bajo rango fueron condenados por los abusos, aunque no se responsabilizó a altos funcionarios de la administración Bush. El escándalo deterioró significativamente la imagen de Estados Unidos en el mundo y aumentó la oposición a la guerra en Irak.

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