La guerra en Ucrania ha sacudido los cimientos del panorama geopolítico europeo, obligando a sus naciones a revisar sus políticas de defensa, cooperación y seguridad. La modernización militar y la independencia tecnológica y energética son ahora prioridades en un continente que enfrenta desafíos urgentes en un entorno global en constante cambio. En este artículo, Francisco Javier Peña Hernández, alumno becado del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, profundiza en cómo este conflicto ha redefinido la estrategia de la OTAN, la Unión Europea y sus aliados.
Después de la caída de la URSS en el año 1991, Ucrania consiguió proclamarse como una república independiente. En 1994 firma el Memorándum de Budapest, junto con Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Reino Unido y Estados Unidos, con el objetivo del reconocimiento de su soberanía y sus fronteras, y la garantía de no sufrir ningún ataque por fuerzas extranjeras, a cambio de renunciar a sus armas nucleares en favor de Moscú.
Tras años de división de la población entre el acercamiento a las potencias occidentales y la influencia rusa en ciertos sectores políticos y sociales, se produce el Euromaidán (2014-2015) como consecuencia de la negativa del por entonces presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, de proceder a la firma del Acuerdo de Asociación de Ucrania con la Unión Europea.
Este evento histórico deriva en la huida del dirigente político a Rusia, en la reducción de la influencia política de Moscú sobre Kiev y la proclamación de un nuevo gobierno, y en la invasión de la península de Crimea, posición de gran interés estratégico y político gracias a su salida al mar negro por el puerto de Sebastopol, al mar de Azov y a su proximidad a la región prorrusa del Dombás, en la que se incluyen los óblasts de Donetsk y Lugansk.
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En el año 2021, Volodímir Zelenski comenzó su legislatura como presidente sucediendo a Petró Poroshenko y, al poco tiempo, la madrugada del 24 de febrero de 2022 se dio inicio a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, después de semanas de preparativos y movimientos de fuerzas militares en las fronteras.
Los ataques se produjeron tanto desde la frontera ruso-ucraniana como desde suelo bielorruso. Sin embargo, la invasión, que debía durar unos pocos días, según los planes rusos, se vio frenada por las fuerzas de seguridad ucranianas, las cuales han sido constantemente apoyadas económica, militar y logísticamente por parte de los países de la OTAN hasta el momento actual.
A pesar de esto, la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca pone en riesgo la continuidad del apoyo de Estados Unidos a la causa ucraniana en el medio y largo plazo, y fuerza a los países europeos a trabajar conjuntamente, tanto para seguir suministrando de recursos a Ucrania, como para reforzar sus propios ejércitos.
¿Cómo era la industria militar europea antes de la guerra de Ucrania?
En el año 1949 se formaba la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como medida de protección ante la posibilidad de expansión de Rusia. Tras el fin de la Guerra Fría (1947-1991), la inversión en armamento de los países europeos se redujo notablemente, y la paz temporal en Europa hizo que sus miembros le dieran prioridad a otros sectores.
Sin embargo, la guerra de Ucrania y los cambios en la presidencia de Estados Unidos, uno de los pocos países de la organización que invierte más del 2% del PIB en defensa, han puesto en entredicho las políticas seguidas durante estas últimas décadas. Por su parte, la Unión Europea (UE) solo se creó con fines económicos, por lo que no contemplaba escenarios de actuación militar.
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Uno de los principales proyectos militares europeos es el Eurofighter (1994), de Airbus, un potente caza de combate que actualmente trata de rivalizar con el F-35 de la empresa estadounidense Lockheed Martin. Entre las apuestas más recientes en este sentido se encuentra la del Ejército del Aire y del Espacio español, que cerró en junio de 2022 la compra de 20 nuevos Eurofighter con el objetivo de sustituir los F/A-18A Hornet localizados en la base aérea de Gando, en la isla de Gran Canaria.
En el plano terrestre, Francia y Alemania llevan años planificando la producción conjunta del Main Ground Combat System (MGCS), un proyecto de carro de combate europeo para sustituir los actuales Leclerc y Leopard 2. Para la fabricación de estos blindados se podrían unir Reino Unido, Italia y España, estimándose la llegada de estos nuevos tanques para el 2045.
La dependencia energética, tecnológica y militar de Europa tras la guerra de Ucrania
Europa cuenta con dos principales debilidades: no ha llegado a un nivel suficiente de colaboración entre sus miembros y no es independiente en diversos sectores clave: energético, tecnológico y militar. Su crecimiento desigual y la falta de liderazgo han permitido que otras potencias mundiales hayan ocupado las principales posiciones en estos mercados. La Unión Europea solo se creó como organización económica y son pocos los países del viejo continente que contribuyen de manera suficiente a los requisitos de la OTAN.
La imposición de las numerosas sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania ha supuesto la transición a otros proveedores para aquellos países que dependían directamente del país ruso en el plano energético. El principal beneficiado por este motivo ha sido Estados Unidos, que actualmente suministra a los países europeos casi el 20% del petróleo consumido y en torno al 50% del gas natural licuado.
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Por otra parte, la aplicación de políticas no contrastadas, como el cierre de múltiples centrales nucleares a lo largo del continente, pueden acentuar el problema energético de sus miembros.
En cuanto al sector tecnológico, Europa también carece de los medios suficientes para abastecer sus necesidades. Las principales multinacionales del mercado digital son principalmente estadounidenses, como es el caso de Amazon, Meta, Apple o Microsoft, aunque también se les unen otras grandes corporaciones, como las asiáticas Huawei y Samsung.
Además, existe una dependencia muy importante de Taiwán y sus fábricas de semiconductores, elementos clave en toda la industria tecnológica. En consecuencia a esta dependencia y por el riesgo a una subida brusca de los precios por un eventual conflicto entre China y Taiwán, la Unión Europea trabaja entrar de lleno en el mercado con una inversión de 45.000 millones de euros y multiplicar por cuatro la producción de microchips europeos en el año 2030.
A nivel militar, son muchos los líderes europeos, como el presidente francés, Emmanuel Macron, que consideran que debe haber una mayor colaboración para aumentar sus capacidades de actuación ante los retos actuales y futuros. Las donaciones militares a Ucrania han demostrado que el arsenal de los miembros de la OTAN, a excepción de Estados Unidos, no era suficiente y, en muchos casos, se encontraba en estado de deterioro.
Desafíos de los miembros de la OTAN y otros aliados relevantes del bloque occidental
La guerra de Ucrania ha llevado a los países de la OTAN a trabajar conjuntamente para frenar la invasión rusa. Esta delicada situación ha creado debate en los países miembros sobre la necesidad de rearmarse ante posibles escaladas del conflicto. Los países bálticos comparten una extensa frontera con Rusia y han sido los primeros, junto con Polonia, en realizar serias inversiones en defensa, buscando alcanzar niveles similares a los de las primeras potencias europeas, como son Francia, Alemania y Reino Unido. Los países mediterráneos, como España, Italia o Grecia, aún tienen que dar un paso adelante en materia de defensa.
Fuera de las fronteras de la OTAN, la industria militar de Corea del Sur ha realizado serios avances en los últimos años, especializándose en la producción de drones, sistemas antimisiles, artillería, e incluso, carros de combate avanzados. Estados Unidos cuenta con una influencia considerable en el país, aliado estratégico desde de la guerra de Corea (1950-1953), y la constante amenaza de la dictadura de Corea del Norte ha hecho que el país realice fuertes inversiones en defensa.
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Otro fuerte aliado de la OTAN en el continente asiático es Japón, que ya en el 2022 planteó su proyecto de rearme militar como contramedida a su cercanía geográfica con Rusia, China y Corea del Norte. De hecho, en el país nipón han vivido múltiples situaciones de tensión en los últimos años debido a las constantes pruebas militares de Corea del Norte, llegando en muchos casos a sobrevolar el espacio aéreo japonés con misiles balísticos.
Los últimos países afectados por la presencia rusa son Georgia y Moldavia. El país georgiano está viviendo protestas por la negativa de su gobierno a la adhesión a la Unión Europea, mínimo, hasta 2028, creando un clima de tensión que ya recuerda a los primeros momentos del Euromaidán. Las regiones más volátiles son las prorrusas Abjasia y Osetia del Sur, las cuales son oficialmente georgianas, pero que en la práctica son independientes y prosperan gracias a la influencia de Moscú. En el caso de Moldavia, vive su particular disputa interna con la región de Transnistria, zona que ya contaba con presencia de militares rusos desde antes de la guerra de Ucrania.
Liderazgo europeo en la guerra de Ucrania: Macron, Polonia y el impacto de Trump
Emmanuel Macron es uno de los líderes europeos que más protagonismo ha mostrado desde el inicio de la guerra de Ucrania. Desde los primeros momentos del conflicto ha mostrado un sólido apoyo al gobierno de Zelenski, siendo Francia uno de los principales donantes de material militar y ofreciéndose como lugar de entrenamiento de las tropas ucranianas. Este apoyo le ha llevado a insistir en la necesidad de reducir la dependencia europea de Estados Unidos, sobre todo en materia de seguridad y defensa, así como en la posibilidad de la vuelta del servicio militar obligatorio y en la relevancia de la preparación conjunta para disuadir a Rusia de atacar a más países europeos.
Siguiendo la línea de Macron, el ministro de defensa alemán, Boris Pistorius, anunciaba el primer paso de un plan gubernamental para un nuevo servicio militar obligatorio con el objetivo de obtener 200.000 nuevos reclutas. Desde el país alemán consideran que la eliminación del servicio militar obligatorio fue un error y reconocen el aumento del poderío militar ruso como una seria amenaza. Según las encuestas, más del 60% de la población alemana aprobaría estas medidas.
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Otro de los países que más implicación ha tenido en la defensa de Kiev ha sido Polonia, la cual hace frontera con Rusia, Bielorrusia y la propia Ucrania. El país centroeuropeo trabaja en el «Escudo Oriental», un proyecto militar estratégico que busca preservar la integridad del Estado polaco, pero extensible a países aliados como los bálticos. Su primer ministro, Donald Tusk, ya ha hablado públicamente de «era de preguerra».
Durante su campaña para las elecciones del pasado 5 de noviembre, Donald Trump realizó unas controvertidas declaraciones acerca de los miembros de la OTAN que no inviertan lo suficiente en defensa. Anteriormente, ya había avisado de sus intenciones de no defender a estos países, y en esta ocasión llegó a asegurar que «alentaría a Rusia a hacer lo que quisiera» con los mismos. Las palabras de Trump fueron criticadas por el todavía presidente estadounidense, Joe Biden, y por el ex secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, entre otros dirigentes políticos.
Perspectivas de futuro
Europa se encuentra en una situación de alta incertidumbre. Aunque son muchos los proyectos europeos que buscan garantizar la protección de los países aliados, el tiempo juega en su contra, pues la guerra llegó al continente hace más de dos años.
Aun con las intenciones de colaboración de muchos de los líderes europeos, todavía existe una alta competitividad entre las empresas encargadas de la producción de los servicios militares, lo que puede suponer un obstáculo adicional para los objetivos de seguridad y defensa europeos. La inversión en los proyectos que busquen generar una mayor independencia en los sectores energéticos y tecnológicos cobran mayor relevancia cada año, por lo que se prevé que se encuentren entre las prioridades de los países europeos.
En lo concerniente a la OTAN, todos los miembros de la organización deberían centrar sus esfuerzos en una colaboración real y buscar soluciones para los retos que se presentan, incluyendo la participación de los aliados fuera de la alianza. Aparte de Ucrania, existen otras zonas geográficas en tensión que necesitarán de la unión los miembros de la OTAN para evitar graves escaladas, y se deberá observar con precaución a aquellos gobiernos que puedan obstaculizar el alcance de los objetivos estratégicos o que mantengan relaciones con las potencias que amenacen la integridad de la OTAN.
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