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Japón y la reconfiguración de su defensa: implicaciones y oportunidades para España

Análisis

Alejandro Vigo
Alejandro Vigo
Alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute. Graduado en Relaciones Internacionales con gran interés en la geopolítica y en el comercio internacional, particularmente en Sudeste Asiático.

Japón ha iniciado la mayor transformación de su política de defensa desde la Segunda Guerra Mundial, con un refuerzo militar sin precedentes. El país busca adaptarse a un entorno geopolítico cada vez más complejo, marcado por la presión de China, Corea del Norte y Rusia. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Alejandro Vigo, analiza este giro estratégico. Incluye un aumento del gasto militar al 2 % del PIB y la diversificación de sus alianzas internacionales.

Japón está redefiniendo su estrategia de defensa con un refuerzo sin precedentes de sus capacidades militares. Este impulso está marcado por la Estrategia de Seguridad Nacional de 2022 y el aumento de su gasto en defensa al 2 % del PIB para 2027.

Este cambio responde a un entorno geopolítico cada vez más tenso y conlleva la diversificación de proveedores y la ampliación de alianzas estratégicas. En este contexto, España puede aprovechar nuevas oportunidades en sectores como la defensa aérea, la seguridad marítima y la ciberseguridad. Así, puede posicionarse como un socio tecnológico y comercial clave en el mercado japonés.

La historia de la defensa en Japón: del pacifismo al rearme

Tras la rendición japonesa en 1945, el país adoptó la Constitución de 1947 bajo la ocupación estadounidense. Su artículo 9 establece la renuncia a la guerra como medio de resolución de conflictos. Aunque el Tratado de San Francisco de 1951 puso fin a la ocupación y restauró la soberanía nipona en 1952, Japón quedó bajo el paraguas militar estadounidense mediante el Tratado de Seguridad Mutua.

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Con el surgimiento de la República Popular China y la guerra de Corea (1950-1953), EE. UU. impulsó el rearme progresivo de Japón. En 1950, se creó una fuerza policial paramilitar de 75.000 hombres, que en 1952 evolucionó en la Fuerza de Seguridad Nacional.

Finalmente, en 1954, mediante un acuerdo con los estadounidenses, se establecieron las Fuerzas de Autodefensa de Japón (JSDF, por sus siglas en inglés). Se formalizaba así un auténtico sistema de defensa, aunque bajo un estricto control civil. A ello se sumaba apoyo económico y ejercicios conjuntos con EE. UU.

Entre 1958 y 1972, Japón implementó cuatro planes de modernización para fortalecer sus JSDF sin vulnerar su constitución pacifista. Aunque el colapso de la URSS auguraba estabilidad, la guerra del Golfo evidenció la necesidad de una mayor participación en seguridad. Sin embargo, Japón solo contribuyó económicamente, lo que generó críticas entre sus aliados. En 1992, bajo la presión de EE.UU. y sus aliados, Japón permitió la presencia de las JSDF en misiones de paz de la ONU, con estricta neutralidad. Tras el 11-S, se aprobó la Ley de Medidas Especiales contra el Terrorismo, permitiendo apoyo logístico en Afganistán.

En 2004, Japón envió tropas no combatientes a Irak, marcando su primer despliegue en un país en conflicto desde la Segunda Guerra Mundial. En 2006, la Agencia de Defensa se convirtió en el Ministerio de Defensa, consolidando su estructura militar. El regreso de Shinzo Abe en 2012 aceleró la transformación de la política de defensa japonesa con su doctrina de «Pacifismo Proactivo».

En 2013 creó el Consejo de Seguridad Nacional y, en 2014, reinterpretó el Artículo 9, permitiendo la autodefensa colectiva. Esta decisión, formalizada en 2015 mediante nuevas leyes de seguridad, generó protestas internas y tensiones con China y Corea del Sur.

En diciembre de 2022, bajo el liderazgo del primer ministro Fumio Kishida, Japón adoptó una nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Esta fue acompañada por la Estrategia de Defensa Nacional y el Programa de Refuerzo de la Defensa. Esta decisión se basó en la necesidad de enfrentar amenazas internacionales y fortalecer la preparación para la guerra moderna. En el Libro Blanco de la Defensa (2022), el entonces ministro de Defensa, Kishi Nobuo, ya advertía sobre este giro estratégico.

Estos documentos delinean un plan integral para fortalecer las capacidades defensivas de Japón, reflejando su adaptación a un entorno de seguridad global desafiante. 

Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), Japón fue el noveno país con mayor presupuesto en defensa en 2024. Según Global Fire Power (GFP), en 2025 ocupará el séptimo lugar. El índice de potencia militar (o PowerIndex), que integra más de 60 factores —como mano de obra, armamento, logística o recursos naturales— sitúa a Japón como el octavo del mundo.

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Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), Japón fue el noveno país con mayor presupuesto en defensa en 2024. Según Global Fire Power (GFP), en 2025 ocupará el séptimo lugar. El índice de potencia militar (o PowerIndex), que integra más de 60 factores (como mano de obra, armamento, logística o recursos naturales) sitúa a Japón como el octavo del mundo.

La nueva estrategia de seguridad nacional de Japón: puntos clave

Desde la Segunda Guerra Mundial, Japón no se había enfrentado a un entorno de seguridad tan desafiante y complejo como el actual.

El orden internacional basado en la paz, la estabilidad y las normas globales está en riesgo debido a cambios en el equilibrio del statu quo y al auge de rivalidades geopolíticas. Esta situación es especialmente visible en la región del Indo-Pacífico. Japón enfrenta amenazas como:

  • El fortalecimiento militar de China incluye un incremento de incursiones en el espacio aéreo y marítimo en el Mar de China Oriental. Estas acciones se concentran especialmente sobre las islas Senkaku/Diaoyu, junto con la creciente presión sobre Taiwán. China ha sido identificada como el mayor desafío estratégico para Japón.
  • La intensificación del desarrollo nuclear de Corea del Norte, sus pruebas de misiles balísticos, algunos de los cuales han sobrevolado territorio japonés.
  • La política agresiva rusa, materializada en la Guerra de Ucrania y su creciente cooperación estratégica con China, han llevado a Japón a endurecer su postura frente a Moscú. Además, las actividades militares rusas en el Pacífico y su presencia en el ártico también son motivos de preocupación.
  • El aumento de ciberataques contra infraestructuras críticas, así como la importancia de proteger sectores tecnológicos clave y garantizar el suministro de semiconductores y minerales estratégicos.

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Ante estas amenazas se presentan varios ejes estratégicos para hacerles frente.

  • Aumento de las capacidades en defensa en todos los dominios (espacial, cibernético, electromagnético, terrestre, marítimo y aéreo). Japón ha decidido duplicar su gasto en defensa hasta alcanzar el 2% de su PIB para 2027. Entre las principales medidas se encuentran el desarrollo y adquisición de misiles de largo alcance y sistemas avanzados antimisiles.
  • También destacan las tecnologías no tripuladas (drones), la expansión de fuerzas cibernéticas y la mejora de capacidades espaciales para vigilancia y defensa.
  • Esta inversión busca reducir la histórica dependencia de equipos estadounidenses mediante el desarrollo interno y la colaboración con nuevos socios tecnológicos.
  • Consolidación y diversificación de alianzas diplomáticas: si bien el eje central sigue siendo la relación con Estados Unidos, Japón promueve la visión de un Indo-Pacífico Libre y Abierto (FOIP). También impulsa marcos como el Quad (junto a India, Australia y EE. UU.) para ampliar su red de aliados.
  • Simultáneamente, busca relaciones constructivas con vecinos como China y Corea del Sur mediante cooperación en áreas de interés mutuo. Además, explora asociaciones con la OTAN, la Unión Europea y países del sudeste asiático. El objetivo es diversificar las fuentes de tecnología y equipamiento militar ante la saturación de su proveedor principal, EE. UU.
  • Seguridad económica y tecnológica: la estrategia prioriza reducir la dependencia de China en cadenas de suministro críticas. Este objetivo responde al dominio chino en sectores como los semiconductores y los minerales estratégicos. Al mismo tiempo, se fomenta la diversificación hacia socios alternativos.
  • Esto incluye aumentar la inversión en innovación (inteligencia artificial, computación cuántica y ciberseguridad) y proteger infraestructuras esenciales (energía, transporte y telecomunicaciones) frente a amenazas cibernéticas. La cooperación tecnológica con la Alianza Atlántica, la UE y países asiáticos se plantea como una vía para acceder a nuevos proveedores y garantizar resiliencia.

La industria de defensa en España

La industria de defensa española es un pilar estratégico nacional, con 394 empresas activas, de las cuales 128 exportan. Esto sitúa a España como el octavo exportador mundial de material militar.

En 2024, su gasto en defensa alcanzó el 1,28% del PIB. El país se ha comprometido a incrementarlo hasta llegar al 2%, en línea con los objetivos de la OTAN. Esta meta refleja un enfoque renovado en la modernización de sus fuerzas armadas y la actualización de su infraestructura de defensa. De todas las empresas, las cinco más importantes suman el 80 % de toda la actividad:

Grupo Airbus: es la empresa más relevante del sector, con una participación del 53,1 %. Esta se divide entre Airbus Defence and Space (31,7 %), Airbus Military (17,9 %) y Airbus Helicopters España (3,5 %). Es el principal proveedor del Ejército del Aire y del Espacio.

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Produce aviones de transporte (A400M, C295), reabastecimiento (A330 MRTT), combate (Eurofighter) y helicópteros (NH90). Lidera programas espaciales nacionales y de la ESA. Además, desarrolla vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés), como el Eurodrone, y tecnologías furtivas para el Futuro Sistema de Combate Aéreo (FCAS, por sus siglas en inglés).

Este último es un ambicioso programa europeo en colaboración con Francia y Alemania. Posiciona a Airbus como actor clave en el desarrollo de cazas de sexta generación y sistemas asociados. España lidera el pilar de tecnologías de baja detectabilidad, reforzando su capacidad en innovación militar avanzada.

aviones militares de Airbus
Diferentes aviones militares de Airbus. Fuente: Airbus

Navantia (14,2%): es la empresa líder en construcción naval militar en España y referente mundial en la fabricación de fragatas avanzadas, como la F-100 con sistema AEGIS y la futura F-110 con IA. Además, fabrica submarinos como el S-80, buques de proyección estratégica como el Juan Carlos I. y sistemas de digitalización naval y guerra electrónicas. 

Fragata F-100 de la Armada Española. Fuente: Navantia

Indra (5,8% del sector): es la principal empresa española en tecnología de defensa, especializada en radares, guerra electrónica, ciberseguridad e inteligencia artificial. Sus productos incluyen radares (Lanza 3D, exportado a Reino Unido e India), sistemas de guerra electrónica (REACT II, aun en proyecto) y soluciones de ciberseguridad para la OTAN. Sus capacidades abarcan mando y control, inteligencia artificial y gestión del tráfico aéreo.

Radar Lanza 3D. Fuente: Indra

Otros actores relevantes incluyen a General Dynamics Santa Bárbara Sistemas (4 %), enfocada en vehículos blindados como el Pizarro y el 8×8 Piraña, y a Expal (2,8 %), dedicada a municiones y explosivos.

Este ecosistema combina grandes corporaciones con pymes y startups innovadoras. Entre ellas destaca Aistech Space, dedicada a sistemas de observación de la Tierra mediante una constelación de nanosatélites para comunicaciones IoT, aplicables a inteligencia militar. También sobresale Beamagine, que desarrolla sensores LiDAR multimodales para detección precisa en condiciones adversas, ideales para vigilancia táctica. Por su parte, Gradiant Combat Cloud se enfoca en ciberseguridad, con soluciones criptográficas y comunicaciones seguras para proteger plataformas críticas y fronteras.

Todo este entramado está respaldado por una política gubernamental que impulsa la colaboración público-privada. Además, promueve la adaptación de tecnologías civiles a usos militares, fortaleciendo así la capacidad de España para responder a demandas estratégicas globales.

Oportunidades comerciales para España en Japón

La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional japonesa y su necesidad de diversificar ofrece una oportunidad estratégica para que las empresas españolas del sector de defensa accedan al mercado japonés, posicionándose para responder de manera ágil a las necesidades del mercado para las próximas décadas. A continuación se resumen las oportunidades por sector: 

  • Sistemas aéreos y de defensa aérea: Japón, altamente dependiente de las aeronaves estadounidenses (56,6% de las importaciones), ha mostrado interés en fortalecer sus capacidades aéreas, especialmente en el contexto de la defensa contra misiles balísticos y amenazas aéreas avanzadas. España, a través de Indra, podría exportar radares avanzados, mientras que Airbus ofrece aeronaves de transporte y reabastecimiento, con experiencia demostrada en aviones militares adaptables a las demandas japonesas de defensa.
  • Defensa Naval y Seguridad Marítima: Aunque Japón fabrica la inmensa mayoría de sus buques y armamento naval, busca diversificar sus fuentes para ampliar su capacidad marítima en un contexto de tensiones regionales. España, a través de Navantia puede ofrecer fragatas avanzadas como la F-100, exportada a Australia (aliado japonés en el Pacífico), y la futura F-110, equipada con sistemas de combate y radares navales integrados, ideales para modernizar la Armada nipona y contrarrestar amenazas en el Indo-Pacífico.
  • Sistemas de Ciberdefensa y Guerra Electrónica: el aumento de ciberataques y amenazas híbridas en la región ha llevado a Japón a priorizar la ciberseguridad y la guerra electrónica. España cuenta con capacidades notables: Indra, con su sistema REACT II (diseñado para contramedidas electrónicas contra misiles de largo alcance), podría reforzar las defensas japonesas, mientras GMV ofrece soluciones en radares, sistemas de posicionamiento y comunicaciones seguras, alineándose con el objetivo nipón de mejorar la resiliencia de sus infraestructuras críticas.
  • Cooperación en Investigación y Desarrollo (I+D): ambos países comparten un interés estratégico en tecnologías disruptivas como drones, inteligencia artificial (IA) y robótica para aplicaciones de defensa. Alianzas entre instituciones como el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) de español y la Agencia de Adquisición, Tecnología y Logística (ATLA) japonés podrían facilitar la transferencia tecnológica, potenciando proyectos conjuntos en áreas como UAVs de vigilancia o sistemas autónomos, y aprovechando la experiencia española en programas europeos como el FCAS.

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A pesar de estas oportunidades, España enfrenta desafíos significativos:

  • Falta de Acuerdos Bilaterales actualizados: Mientras Alemania, Francia y Reino Unido han fortalecido sus vínculos defensivos con Japón en los últimos años, el Memorando de Entendimiento (MoU) España-Japón de 2014 requiere renovación para facilitar la entrada de empresas españolas en proyectos estratégicos.
  • Dominio estadounidense: La alianza histórica entre Japón y EE. UU., que monopoliza contratos clave en defensa aérea y sistemas de misiles, limita el acceso de actores europeos.
  • Competencia Europea: Empresas como Thales (Francia) y Rheinmetall (Alemania) han avanzado en acuerdos de coproducción con Japón, dificultando la inserción española en sectores como armamento terrestre y tecnologías avanzadas.

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