La radicalización yihadista femenina ha ganado fuerza en los últimos años, con un cambio notable en su papel dentro del extremismo islámico. En este análisis, el alumni del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Jesús Ángel Fernández, explica cómo el Estado Islámico ha promovido su integración activa en los conflictos. España no ha sido una excepción ante esta nueva amenaza.
En estos últimos años, dentro de nuestro territorio han surgido nuevas amenazas para la sociedad, además de las que ya existían y que fueron marcadas por una trágica época de atentados: el caso de ETA. Estas nuevas amenazas, como las células terroristas yihadistas, han generado una situación de carácter mucho más preocupante. Nos referimos a la captación y radicalización que se lleva a cabo en la sombra, sin que nadie sospeche, por parte de los grupos terroristas. Esto las hace más difíciles de controlar.
Casi siempre, estas organizaciones o grupos han estado compuestos por hombres, pero desde mediados del siglo, la situación ha ido cambiando. Se observa un cambio significativo y, lo más problemático, es que empieza a tomar mucha fuerza la integración de la mujer en las organizaciones islámicas terroristas. En estos últimos años, la captación o radicalización de mujeres para la causa se ha centrado principalmente en el Estado Islámico.
Anteriormente, se podía observar cómo Al Qaeda establecía políticas muy restrictivas que impedían cualquier papel de la mujer dentro de la yihad violenta. Mucho menos permitían que ocupasen posiciones de mando o toma de decisiones. Lo que esperaban de ellas era un apoyo incondicional, respaldando a sus maridos en todos los aspectos y, a su vez, realizando sacrificios por ellos durante la lucha en la zona de conflicto.
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El papel de la mujer siempre estaba en segundo plano, ya que no podía intervenir en zonas de conflicto. Se centraban en la ayuda y la colaboración, trabajando arduamente para la organización terrorista. Desde cuidar y criar a los hijos bajo las directrices del islam y las enseñanzas de Alá, demostraban la pasión que tenían por la yihad. A su vez, ofrecían apoyo financiero a las familias de los combatientes que se encontraban en prisión. También ayudaban a aquellas que habían tenido la desgracia de perder a alguno de sus hijos en el conflicto armado.
Ahora podemos observar la evolución del papel de las mujeres en las políticas de Al Qaeda, que las mantenía apartadas y marginadas. En cambio, Dáesh promueve una participación más igualitaria. Esto se evidencia en la activa participación de mujeres dentro de las células y grupos yihadistas, donde están integradas al igual que los hombres. Este cambio ha pasado de ser algo poco común a convertirse en una norma. Podemos demostrar que la integración de la mujer está relacionada con los levantamientos de Dáesh en conflictos significativos como Irak (2015) y Siria (2016).
En estas campañas, se ha podido ver a mujeres participar activamente dentro del llamado Califato, tanto en objetivos como en los métodos del grupo terrorista Dáesh. Es alarmante para la sociedad que Dáesh haya elevado y elogiado la contribución activa de la mujer a la yihad. Todo esto ha dado un giro muy importante a la situación, pasando de no contar con ella en absoluto a contar con su presencia en el frente.
Profundizando un poco más en el tema anterior y centrándonos en nuestro país, podemos observar que en 2014 comienzan a marchar las primeras mujeres radicalizadas desde territorio español hacia zonas en conflicto. Este fenómeno aumenta de manera notable a mediados de 2015 y 2016. Es entonces cuando se confirma que Dáesh tiene a sus primeras mujeres combatiendo en el frente.
Las combatientes elogian a su organización por el cambio de rumbo que han tomado, comparándolas con otros grupos terroristas de ideología yihadista. Una de las características que más las distingue es la tenacidad de estas mujeres, quienes se han diferenciado a través de su estrategia destructiva.
Para que puedan ser enviadas a combatir al frente, deben pasar por un largo periodo. Primero pasan por una fase de captación y luego de radicalización, demostrando su lealtad a los ideales. Durante este proceso, realizan pequeñas misiones que evidencian su valía para ocupar funciones de mayor rango dentro de la organización terrorista. Es necesario detenernos a reflexionar sobre las diversas estrategias que utilizan estas organizaciones para radicalizar a las mujeres. También sobre los cambios en los roles que pueden haber tenido anteriormente, incluyendo su estatus y posiciones en la sociedad actual.
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No existe un perfil exacto o definido de mujer adepta a Dáesh, y menos aún de terroristas. Sin embargo, se pueden identificar algunos rasgos comunes en los casos de captación de mujeres jóvenes en España, quienes son atraídas con promesas que resultan ser inciertas o falsas. Todo esto se deriva de un estudio realizado en los últimos diez años sobre mujeres captadas o radicalizadas en España.
Captación y radicalización yihadista
El proceso de captación varía en cada caso, pero está claro que los reclutadores dependen en gran medida de las mezquitas y de internet para captar mujeres. Por lo tanto, se puede concluir que se utilizan métodos tanto online, como las plataformas de mensajería instantánea (WhatsApp, Snapchat y Facebook). También se emplean métodos convencionales que requieren la presencia del captador. Un ejemplo de esto es la mezquita, que actúa como un imán importante, ya que ofrece un entorno apartado de todas las miradas y más tranquilo para la captación.
Debemos centrarnos en que la radicalización puede manifestarse en varias etapas de la vida de estas mujeres. Las dos etapas clave son la adolescencia y la madurez: una por ser jóvenes y no percibir el peligro, y la otra por la soledad. Los motivos pueden ser diversos, incluyendo factores como las dinámicas de la propaganda extremista expuesta en internet, la marginación o exclusión social, la pérdida de seres queridos, amistades ya radicalizadas, la desilusión con Occidente y, sobre todo, factores económicos o sociales.
El impacto más significativo que podemos observar se da en las mujeres occidentales que han experimentado procesos de captación y radicalización para unirse a células o grupos yihadistas. Existen componentes que facilitan la atracción de la mujer para integrarse en la organización yihadista durante su proceso de radicalización. Uno de esos componentes es la falta de conexión con su comunidad y el entorno en el que viven. Esto les hace sentir que no pertenecen a esa cultura, sino a la que les indican los reclutadores.
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Un punto muy importante que debemos considerar es que no todas las mujeres son susceptibles a caer en las redes de la radicalización. Muchas de ellas ni comparten ni siguen esas ideologías, sino que están en contra de la discriminación por ser mujeres y del extremismo que incita a la violencia.
Tras la investigación realizada por García-Calvo (2017), los hallazgos indican que las edades de las mujeres radicalizadas oscilan entre 19 y 25 años. Muchas de ellas son solteras, ya que la mayoría no ha concretado relaciones y no tienen descendientes a su cargo. Además, son en su mayoría de la segunda y tercera generación de sus familias.
Con esta información extraída de la investigación, podemos concluir que tres cuartas partes de estas mujeres provienen de espacios de reclutamiento. Por el contrario, otra parte se involucra en organizaciones terroristas, lo que conlleva el entrenamiento y la preparación para desplazarse a una zona de conflicto en un futuro cercano.
Muchas veces, la comunicación que mantienen estas mujeres tras haber pasado por el reclutamiento y adoctrinamiento para viajar a zonas de conflicto es nula. No tienen contacto con sus familiares o han roto completamente la relación. No tienen relación con ellos o simplemente no cuentan con su opinión, la de sus familiares directos. Suelen escapar de sus lugares de residencia solo con el pasaporte y, muy ocasionalmente, con una maleta que contiene pocas cosas personales. Los familiares solo se enteran cuando son informados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de que sus hijas han sido detenidas o a través de las noticias en los informativos.
Las mujeres son más susceptibles de ser reclutadas por grupos yihadistas debido a varios factores. Entre ellos destacan el deseo de estatus social, el sentido de pertenencia o la necesidad de aventura. A su vez, pueden representar una amenaza para ellas mismas y para los demás.
¿Qué motivos plantean para entrar a formar parte de organizaciones yihadistas?
El objetivo es dilucidar la diferencia significativa entre los perfiles de radicalización de hombres y mujeres. Comenzando con el último, que es de mayor interés, se explorará su principal motivación para unirse como combatientes potenciales y alinearse con un muyahidín. Un muyahidín es un hombre que combate defendiendo las ideas del Estado Islámico. Casi seguro terminará casándose si la unión resulta fructífera, ya sea antes de marcharse a la zona de guerra o en la misma zona de enfrentamientos armados.
Este aspecto puede considerarse como un primer factor, ya que en la muestra se observa que son mujeres de edades jóvenes o muy jóvenes cuando comienzan a intentar marcharse a zonas de conflicto.
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Como segundo factor, también se puede observar en la muestra uno relacionado con el primero: el reclutamiento. En algunos casos, algún miembro de su familia forma parte del entramado yihadista, como puede ser una hermana, un hermano o el esposo. Este último, como se ha indicado anteriormente, suele ser un combatiente del Estado Islámico. Esto representa un gran problema, ya que puede arrastrar a familiares o conocidos en edad adolescente. Es el caso de las edades comprendidas entre los 14 y 19 años, lo que puede suponer un gran riesgo.
Complementando esas edades, los reclutadores conciben a las adolescentes con ciertas promesas que animan su decisión de unirse a las filas de la formación yihadista. Normalmente, estas chicas adolescentes no sufren ningún trastorno mental. Son chicas completamente normales que llevan vidas como cualquier otra persona, lo que hace dudar a los investigadores.
¿Cuál ha sido el momento en que se produce ese cambio?
El cambio que ocurre radicalmente en su pensamiento, aun en la adolescencia, las lleva a ocultar sus nuevas creencias y objetivos. Lo hacen ante sus familias, su entorno de amigos o en la escuela. Todo esto se realiza mediante un proceso de radicalización clandestino, ya que para sus allegados siguen siendo las chicas o mujeres que siempre han conocido. Normalmente, el cambio se produce en una etapa en la que no saben lo que realmente quieren. Piensan que van a descubrir un mundo mejor.
Una particularidad importante de la muestra es el escenario laboral previo a su incorporación a las filas del Estado Islámico. Casi todas las mujeres, al ser jóvenes, se encuentran sin trabajo o no están estudiando. Si trabajaran o estudiaran, sería una forma que habría servido para tener un medio informal de control y potencialmente reducir la facilidad de radicalización. Este tipo de control, junto con la influencia familiar, ayuda a las personas a internalizar las normas y pautas sociales, lo que finalmente promueve su integración en sus respectivas sociedades.
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