Biografía y políticas de Aleksandr Lukashenko, el último dictador de Europa que lleva más de tres décadas de poder absoluto en Bielorrusia.
Alexander Lukashenko es el primer y único presidente de Bielorrusia desde que se estableció el cargo en 1994. Nacido el el 30 de agosto de 1954 en Kopys, ubicado en la República Socialista Soviética (RSS) de Bielorrusia. Su carrera política comenzó en 1990, cuando consiguió la elección para el Soviet Supremo de la RSS de Bielorrusia. Antes de entrar en política, trabajó como director de una granja estatal y sirvió en las Tropas Fronterizas Soviéticas y en el Ejército Soviético. En 1994, ganó las primeras elecciones presidenciales de Bielorrusia tras la adopción de una nueva constitución, obteniendo el 80,1% de los votos en la segunda vuelta. Desde entonces, ha sido reelegido en todas las ocasiones, aunque con acusaciones de irregularidades electorales y protestas de la oposición.
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Durante su mandato, Lukashenko ha consolidado su poder a través de varios referéndums que han ampliado las facultades presidenciales y extendido su mandato. Además, ha mantenido una estrecha relación con Rusia, promoviendo la integración entre ambos países, como se evidencia en la creación de la Unión Estatal de Rusia y Bielorrusia en 1999. Su gobierno se ha caracterizado por mantener un fuerte control estatal sobre la economía y los medios de comunicación, así como por la represión de la oposición política. Por ello, Lukashenko ha enfrentado sanciones internacionales y críticas por violaciones de derechos humanos, especialmente tras las elecciones de 2020 y la posterior represión de las protestas. A pesar de las presiones internas y externas, Lukashenko se mantiene en el poder y se espera que continúe durante un séptimo mandato en las elecciones previstas para enero de 2025.
Biografía de Aleksandr Lukashenko
Criado en un entorno modesto por su madre soltera, Lukashenko forjó su camino a través de la educación y el servicio militar. Se licenció en Historia por el Instituto Pedagógico de Maguilov en 1975 y, una década después, completó sus estudios en la Academia Bielorrusa de Agricultura. Su trayectoria inicial estuvo estrechamente ligada al aparato soviético, ya que sirvió como comisario político en el Ejército de la URSS; primero en las tropas fronterizas de Brest y luego como oficial de infantería. Entre estos periodos, lideró la organización juvenil comunista Komsomol en Maguilov, afiliándose al Partido Comunista en 1979. Paralelamente a su carrera militar y política, Lukashenko destacó en el ámbito deportivo, proclamándose campeón bielorruso de sambo, un sistema de defensa personal.
La carrera política de Lukashenko dio un giro en 1990, cuando le eligieron diputado del Soviet Supremo de la RSS de Bielorrusia. En este periodo, lideró una facción dentro del Partido Comunista de Bielorrusia llamada «Comunistas por la democracia», que abogaba por mantener la URSS con aperturas democráticas. Su postura quedó patente cuando fue el único parlamentario bielorruso que votó en contra de la ratificación del Tratado de Belavezha, que disolvía la Unión Soviética. En los primeros años de la Bielorrusia independiente, Lukashenko se labró una reputación como luchador contra la corrupción.
Esto le valió para ser elegido presidente del Comité Anticorrupción del parlamento en 1993. Desde esta posición, acusó a numerosos dirigentes de corrupción y enriquecimiento personal, incluyendo al presidente Stanislav Shushkévich, quien acabó dimitiendo tras perder una moción de confianza. Este proceso culminó con la redacción de una nueva Constitución y la celebración de las primeras elecciones presidenciales democráticas en julio de 1994, en las que Lukashenko emergería como la gran figura central de la política bielorrusa moderna.
Lukashenko como presidente
La primera presidencia de Alexander Lukashenko comenzó en 1994 y acabó en 2001. Lukashenko, entonces un miembro poco conocido del Parlamento, ganó las elecciones presidenciales con una plataforma populista que prometía acabar con la corrupción, «derrotar a la mafia» y favorecer una mayor integración con Rusia. Su victoria sorprendió tanto dentro como fuera del país, obteniendo más del 80% de los votos en la segunda vuelta frente a Vyacheslav Kébich. El nuevo presidente heredó un país en crisis económica, con una inflación desbocada, alto desempleo y un nivel de vida en declive. Para abordar estos problemas, Lukashenko optó por recuperar medidas del modelo socialista. Dobló el salario mínimo, reintrodujo el control de precios en varios servicios y nacionalizó bancos previamente privatizados. Sin embargo, estas medidas no lograron reactivar la producción y la economía permaneció estancada.
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Durante su primer mandato, Lukashenko consolidó su poder a través de referéndums y reformas constitucionales. En 1995, un referéndum aprobó el cambio de símbolos nacionales, una mayor integración con Rusia, la equiparación del ruso con el bielorruso y el refuerzo de los poderes presidenciales. En 1996, otro referéndum reforzó aún más la figura presidencial y reemplazó el parlamento unicameral por un sistema bicameral. Esto tensó las relaciones con Occidente. Lukashenko respondió acercándose a Rusia con la creación del Estado de la Unión en 1997, una entidad supranacional entre ambos países. También buscó aliados en países como Irán, Irak y Yugoslavia, lo que aumentó el aislamiento internacional. La crisis económica de 1998 llevó a Lukashenko a tomar el control del Banco Central y a congelar cuentas bancarias. Este período sentó las bases para el estilo de gobierno autoritario que caracterizaría los mandatos posteriores de Lukashenko.
Segundo mandato (2001-2006)
La segunda presidencia de Alexander Lukashenko comenzó con su reelección el 9 de septiembre de 2001, donde obtuvo el 77,4% de los votos en una campaña que replicó muchas de las promesas de su primera contienda. Se enfocó en la estabilidad y el crecimiento económico basado en el socialismo, así como en una integración más profunda con Rusia. A pesar de las acusaciones de manipulación electoral por parte de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que señalaba irregularidades y limitaciones a la oposición, Lukashenko mantuvo un fuerte apoyo popular, especialmente entre las clases bajas y medias.
Durante esta década, la economía bielorrusa experimentó un crecimiento sostenido, alcanzando un aumento del producto interior bruto (PIB) del 9,2% en 2005. Esto se consiguió por el impulso al desarrollo industrial y los acuerdos comerciales favorables con Rusia, que le permitió reducir los costos energéticos. Sin embargo, su administración también enfrentó problemas internacionales, especialmente con Estados Unidos y la Unión Europea. La caída de Sadam Huseín en Irak y la expansión de la UE hacia el este deterioraron aún más estas relaciones. En 2004, Lukashenko anunció un referéndum para eliminar el límite constitucional de mandatos presidenciales, el cual se aprobó con el 86%, aunque estuvo rodeado de acusaciones de fraude. Este referéndum consolidó aún más su poder y marcó un paso hacia un gobierno más autoritario.
Tercera presidencia (2006-2010)
El mandatario consolidó un tercer mandato tras las elecciones del 19 de marzo de 2006, donde obtuvo el 82,6% de los votos frente al líder opositor Aleksandr Milinkévich. La campaña electoral estuvo marcada por la polarización. Mientras el gobierno acusaba a Milinkévich de recibir financiamiento estadounidense y europeo, la oposición denunciaba la manipulación del proceso democrático. Tras el anuncio de los resultados, Milinkévich se negó a aceptar su derrota, alegando fraude electoral. Esto llevó a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) a exigir la repetición de las elecciones debido a la falta de acceso para los observadores internacionales. Inspirados por la revolución naranja en Ucrania, los opositores convocaron manifestaciones, pero Lukashenko logró reprimir las protestas y detener a los líderes opositores y activistas.
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Durante su tercer mandato, Lukashenko continuó enfrentando críticas por su autoritarismo y por el control que ejercía sobre la política bielorrusa. En septiembre de 2008, convocó elecciones parlamentarias. A pesar de permitir la participación de algunos opositores, ninguno logró obtener una gran cantidad de escaños. Sin embargo, mantuvo una alta popularidad gracias al crecimiento económico sostenido y al mantenimiento de prestaciones sociales. A lo largo de este período, Lukashenko buscó diversificar sus relaciones internacionales. Fortaleció los lazos con Rusia y exploró nuevas alianzas con países como Irán y Venezuela. Aunque hizo intentos por abrirse hacia Europa occidental, las relaciones con Occidente seguían siendo tensas debido a su represión política y violaciones a los derechos humanos.
Cuarto periodo (2010-2015)
Se celebraron elecciones anticipadas el 19 de diciembre de 2010 en un momento de descontento económico. A pesar de las dificultades, Lukashenko prometió un aumento del salario mínimo a 500 dólares para calmar las tensiones de la ciudadanía. Sin embargo, hubo acusaciones de fraude electoral por la expulsión de observadores de la OSCE. Lukashenko ganó con el 79,67% de los votos frente al 2,67% de su principal opositor, Andréi Sánnikov. Tras los comicios, se detuvo a siete de los nueve candidatos opositores y se arrestó a manifestantes y periodistas. Durante su mandato, la economía bielorrusa continuó deteriorándose, lo que llevó a la privatización de varias empresas estatales y a una devaluación de la moneda en mayo de 2011. Además, un atentado terrorista en el metro de Minsk en abril de 2011 dejó 12 muertos y Lukashenko aprovechó la ocasión para justificar una mayor represión contra la oposición.
Durante los siguientes años, Lukashenko mantuvo un control estricto sobre cualquier movimiento opositor. En 2012, destituyó a altos funcionarios por no haber impedido un incidente en el que una avioneta sueca lanzó osos de peluche con mensajes sobre derechos humanos en Bielorrusia. Esto provocó tensiones diplomáticas con Suecia. La oposición boicoteó las elecciones parlamentarias en 2012 debido a la falta de liberación de los prisioneros políticos detenidos tras las elecciones de 2010. A pesar del aumento del aislamiento internacional y las críticas por su estilo autoritario, buscó mantener las relaciones estratégicas existentes. Además, Bielorrusia se convirtió en un punto clave para las negociaciones entre Rusia y la Unión Europea respecto al conflicto en Ucrania, al albergar reuniones del protocolo de Minsk en 2014 y 2015.
Quinto mandato (2015-2020)
La quinta presidencia de Alexander Lukashenko se consolidó tras las elecciones del 11 de octubre de 2015, donde obtuvo el 83,47% de los votos, un resultado que superó el de los comicios anteriores. A lo largo de este mandato, Lukashenko se centró en fortalecer las relaciones militares con Rusia, supervisando ejercicios conjuntos como Zapad 2017. Sin embargo, su administración también enfrentó un escándalo de corrupción que llevó al despido de su primer ministro en agosto de 2018. Sin embargo, Lukashenko continuó buscando oportunidades para mejorar la imagen internacional de Bielorrusia.
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Para ello, organizó eventos como los Juegos Europeos de 2019 en Minsk y mantuvo diálogos con líderes occidentales, incluyendo una reunión con el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, en agosto de 2019. A pesar de esto, la economía bielorrusa siguió deteriorándose, lo que provocó un gran descontento entre la población que culminaron en manifestaciones masivas a finales de mayo de 2020, como respuesta a la represión de opositores políticos y a la gestión del gobierno frente a la pandemia de COVID-19. Durante estas tensiones, Lukashenko adoptó una postura inmovilista respecto a la pandemia, lo que contribuyó a un clima de inestabilidad política que se intensificó con las elecciones presidenciales programadas para agosto de 2020.
Sexta presidencia (2020-2025)
Ha estado marcada por una polarización sin precedentes y una fuerte oposición tanto interna como internacional. Según los datos oficiales, Lukashenko ganó las elecciones con un 80,23% de los votos, mientras que su principal opositora, Svetlana Tijanóvskaya, obtuvo un 9,9%. Sin embargo, estos resultados fueron muy cuestionados, desencadenando protestas masivas en todo el país que se reprimieron duramente por las autoridades. La toma de posesión de Lukashenko se llevó a cabo de manera sorpresiva y sin anuncio previo el 23 de septiembre de 2020.
Esto provocó el no reconocimiento de su legitimidad por parte de varios países occidentales y la Unión Europea. Como consecuencia, se impusieron fuertes sanciones económicas y políticas contra Bielorrusia por parte de la UE, Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido en junio de 2021. Esto afectó a sectores clave de la economía bielorrusa. A pesar de todo ello, Lukashenko ha mantenido su posición y, en febrero de 2024, anunció su intención de presentarse a las elecciones presidenciales de 2025, buscando así un octavo mandato consecutivo.
Política económica de Aleksandr Lukashenko
Se ha caracterizado por mantener un modelo de socialismo de mercado con una fuerte intervención estatal. Desde su llegada al poder en 1994, Lukashenko implementó una economía planificada que recuperaba elementos de la época soviética, en contraste con las reformas capitalistas adoptadas por otros países de la antigua URSS. Entre las medidas más destacadas se encuentran la renacionalización de entidades bancarias, el aumento del salario mínimo y la reintroducción del control de precios. Como resultado, la mayor parte de la economía bielorrusa ha permanecido bajo control estatal, con más del 50% de los trabajadores empleados en empresas públicas.
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Estas medidas han permitido mantener una tasa de desempleo muy baja, en torno al 1%, y ha logrado reducir en gran medida el porcentaje de población que vive por debajo del umbral de la pobreza, pasando del 41,9% en 1992 al 5,6% en 2020, según el Banco Mundial. Además, el gobierno ha mantenido un sistema de sanidad y educación públicas, inspirándose en parte en el modelo comunista. La economía bielorrusa bajo el mandato de Lukashenko se ha centrado en mantener una fuerte actividad industrial, que representa alrededor del 36% del PIB, y un sector agrícola más importante que en otros países de la región. También se ha impulsado el desarrollo del sector servicios, con un énfasis especial en el turismo desde 2012.
Sin embargo, la dependencia económica de Rusia sigue siendo grande, especialmente en lo que respecta a la importación de materias primas como petróleo y gas. A pesar de los avances económicos logrados durante la década de 2000, con un crecimiento medio del PIB superior al 5% anual, la economía bielorrusa ha enfrentado la crisis provocada por la devaluación del rublo bielorruso en 2011. Esto provocó un incremento de la inflación superior al 108%. En respuesta a esto, Lukashenko recurrió a créditos del Fondo Monetario Internacional, China y otras agencias internacionales, aunque estos préstamos han estado condicionados a la implementación de reformas económicas. En 2022, Lukashenko implementó medidas drásticas para controlar la inflación, prohibiendo por decreto cualquier subida de precios, lo que demuestra el intervencionismo en la economía.
El último dictador «autoritario» de Europa
La política autoritaria de Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia se ha caracterizado por un control férreo del poder y la supresión sistemática de la oposición desde su ascenso a la presidencia en 1994. Lukashenko ha consolidado su mandato a través de elecciones y referéndums cuestionados internacionalmente, aboliendo límites de mandatos y ampliando sus poderes presidenciales. Su gobierno ha sido acusado reiteradamente de violaciones de derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias, represión de activistas, periodistas y políticos opositores, y manteniendo la pena de muerte.
El mismo presidente ha justificado siempre su estilo de gobierno autoritario como necesario para «controlar el país y no perjudicar la vida de las personas». Además, ha enfrentado acusaciones de fraude electoral, corrupción y nepotismo. De igual modo, Lukashenko ha mantenido una postura desafiante frente a las críticas internacionales, acusando a sus detractores de conspirar contra Bielorrusia, y ha generado controversia por sus declaraciones polémicas sobre temas como la orientación sexual de las personas, el papel de la mujer en la política y la pandemia de COVID-19. Su visión económica de socialismo de mercado y su nostalgia por la era soviética han tensado las relaciones con Occidente, mientras ha buscado mantener lazos estrechos con Rusia, aunque no sin altibajos.
Miembro de la OTSC
La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) es una alianza político-militar formada por países de Europa del Este y Asia Central que eran antiguas repúblicas socialistas de la URSS. Establecida en 2002 como sucesora del Tratado de Seguridad Colectiva de 1992, la OTSC tiene como objetivo principal garantizar la seguridad colectiva de sus estados miembros. La organización funciona de manera similar a la OTAN, comprometiéndose a la defensa mutua en caso de agresión externa contra cualquiera de sus integrantes. Además coordina políticas de seguridad, lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, y realiza ejercicios militares conjuntos.
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Bielorrusia es uno de los miembros fundadores y actuales de la OTSC, junto con Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán. Como parte integral de esta alianza, Bielorrusia participa activamente en las actividades y decisiones de la organización. El país ha acogido ejercicios militares conjuntos de la OTSC y su presidente, Alexandr Lukashenko, ha destacado en múltiples ocasiones la importancia de la organización para la seguridad tanto de su país como de la región. Por ello, la membresía de Bielorrusia en la OTSC refleja su estrecha relación con Rusia y su posición estratégica en el espacio postsoviético.
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