Este artículo explica qué es la ingeniería social, muestra casos reales en los que se aplica y cómo evitarla
Hay veces en las que un clic, una respuesta automática o contestar a una llamada es suficiente para acabar con un sistema entero. Este es el caso de la ingeniería social, un peligro que no actúa con malware sofisticado, sino engañando.
¿Qué es la ingeniería social?
La ingeniería social es una forma de manipulación psicológica orientada a conseguir que una persona haga algo que no debería hacer: compartir una clave, abrir un archivo malicioso, dar acceso a un sistema o simplemente revelar información que parece inofensiva. A diferencia de otros ciberataques que dependen de agujeros técnicos, aquí el punto débil somos nosotros.
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No siempre se presenta igual, pero sí sigue un patrón reconocible. Primero, el atacante recopila información. Puede buscar datos en redes sociales, páginas web corporativas o en cualquier fuente pública. Después, entra en contacto con la víctima. A veces por correo, otras por teléfono o incluso en persona. Y si consigue ganarse su confianza o generarle suficiente urgencia, da el siguiente paso: pedir algo.
Ahí es donde ocurre el fallo. Porque ese «algo» puede parecer un simple trámite, pero abre la puerta a un robo, un chantaje o un ataque mayor.
Casos reales de ingeniería social
Hay numerosos ejemplos. Desde campañas masivas de phishing que simulan correos de bancos o empresas conocidas, hasta estafas dirigidas que suplantan a directivos para ordenar transferencias millonarias. Incluso se han dado casos de atacantes que dejan USB infectados en zonas públicas esperando que alguien los conecte por curiosidad.
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También están los fraudes por SMS (smishing) y las llamadas automáticas que fingen ser de organismos oficiales (vishing). En todos los casos, el objetivo es el mismo: explotar la confianza, la prisa o el miedo de la víctima para que actúe sin pensar.
Uno de los más conocidos es el fraude al CEO, donde un empleado recibe un correo que parece venir del director general pidiendo una acción urgente, como realizar un pago o compartir información delicada. Si esto llega a darse, los daños pueden ser inmensos.
Claves para no caer en ataques de ingeniería social
Si algo suena raro, lo más probable es que lo sea. Lo básico funciona: verificar el remitente de los correos, no abrir enlaces dudosos, desconfiar de urgencias forzadas y no compartir datos personales si no hay total certeza de quién los pide.
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Actualizar el software ayuda, pero aquí lo clave es pensar. La formación en ciberseguridad dentro de las empresas, por ejemplo, ha demostrado ser más eficaz que muchos antivirus. Y en casa, conviene aplicar lo mismo: pensar antes de actuar.
La realidad es que la ingeniería social seguirá presente mientras haya alguien dispuesto a confiar. La buena noticia es que no hace falta ser experto en informática para evitarlo, basta con hacer una pausa, mirar dos veces y no creerse todo lo que llega a la bandeja de entrada.
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