Se denomina cifra negra o cifra oscura en criminología, al número de delitos y delincuentes que no han llegado a ser descubiertos o condenados. En este artículo, María Ayelen, alumna del Máster Profesional de Analista Criminal y Criminología Aplicada de LISA Institute, analiza este fenómeno, sus causas y las estrategias necesarias para enfrentarlo.
Cuando nos encontramos en la búsqueda real de los delitos en la ciudadanía o de los grupos criminales y las motivaciones de estos, tenemos que tener en cuenta los recursos mas cualitativos, persuasivos y hábiles para reconocer la cara de las cifras negras.
Muchas veces, desde las creencias más históricas, se reconocían, hasta físicamente, a los delincuentes y se estudiaba su entorno. Sin embargo, en la actualidad, la habilidad del estudio de los delitos y sus organizaciones criminales, va mucho más allá de lo físico y la apariencia del entorno.
Para encontrar la verdadera cara de esa cifra negra es necesario desmenuzar cada uno de los tipos de delitos y la motivación que persiguen, y separarlos en su estudio para poder crear políticas criminales con resultados positivos para la sociedad que los padece.
No es posible estudiarlos y analizarlos todos juntos, ya que las motivaciones de los delincuentes van mutando constantemente y se van trasformando, dependiendo las motivaciones económicas y sociales del lugar donde pertenecen. Esto es muy importante, ya que el lugar donde se producen es una variable fundamental para llevar a cabo el tipo de delito. Por eso es de suma importancia conocer geográficamente y elaborar mapa del delito por zonas, clasificando los tipos de delitos para su estudio.
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Principales causas de la cifra negra de delitos
Algunas de las razones de la formación de la cifra negra de delitos se remontan a la desconfianza de las fuerzas policiales y al mismo sistema judicial. Estos, por anteriores experiencias o de conocimiento público en delitos en su zona, pueden no darle la importancia, debido a los tiempos y expectativas de sentencias, que estas instituciones manejan.
Asimismo, se contrapone el desconocimiento del sistema de justicia, que puede provocar no saber los pasos que se deben dar para llevar a cabo una denuncia y los subsiguientes que debe recorrer como ciudadano víctima de un delito. Es de suma importancia llevar esta información a la sociedad, mitigando, de esta manera, la desinformación.
No tener pruebas o desconocer el autor del delito, también puede llevar a crecer la cifra negra de los mismos, aumentando la percepción de inseguridad y dando fuerza a los mitos de que nunca llegará a ningún lado la denuncia realizada, si no se entregan pruebas. Ante este tipo de percepciones ciudadanas es primordial actuar de inmediato, con la prevención de alto impacto y la presencia policial cotidiana para reducirla.
El miedo a la revictimización en las unidades policiales, como en casos de violencia de género, también provoca innumerables cifras negras de delitos de género. La capacitación constante de estas fuerzas de seguridad y especializaciones de grupos preparados para atención a víctimas de delitos específicos, es el recurso que más alcance puede tener para transformar las cifras negras.
La presión familiar y social también es una variable importante a la hora de entender por qué no se denuncian los delitos intrafamiliares. El temor por perjudicar al agresor o estigmatizar el hecho, provoca el sentimiento de ser etiquetado y el miedo a que su versión sea deslegitimada. Otra de las razones es el miedo a las represalias del autor del delito, por tener relación con el mismo o no.
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La incapacidad de denunciar inmediatamente por el trauma provocado es una de las razones más fuertes, ocurriendo esto con más frecuencias en las agresiones sexuales. Los daños físicos, psicológicos y emocionales pueden abrumar a la víctima e incapacitarla para racionalizar lo ocurrido. Dependiendo del esquema mental que tenga esa víctima, será el tiempo en que actúe como sujeto pasivo, hasta que pueda, con ayuda psicológica preparada específicamente para casos de delitos sexuales, salir de ese estado y buscar denunciar.
Factores inherentes a la víctima pueden aumentar la percepción de responsabilidad de esta, como el consumo de alcohol, droga, haber realizado previamente contacto sexual consentido con el agresor, vestimenta provocativa, reputación de promiscuidad en su entorno, oponer poca resistencia, etc. Estas pueden llegar a ser consideradas conductas de riesgo por parte de la víctima.
Cuantas más diferencias existan entre lo que considera que haría el observador (la sociedad), y lo que hizo la víctima, mayor responsabilidad del crimen se le da a esta. Frases como «yo no hubiera actuado así» son la principal causa de este fenómeno.
Propuestas para reducir la cifra negra de delitos
- Facilitar medios para denunciar. Proveer opciones rápidas y concisas que no expongan a las víctimas, garantizando su seguridad y confianza en el sistema.
- Capacitar grupos especializados. Formar equipos que comprendan el proceso mental de las víctimas, incorporándolos a políticas criminales eficientes, adaptadas a estudios específicos por zonas geográficas y sus correspondientes mapas del delito.
- Acercar información judicial a los ciudadanos. Promover la comprensión de los procesos judiciales mediante información clara, ayudando a evacuar dudas y temores que puedan disuadir la denuncia.
Descifrar la cara de las cifras negras no es imposible, pero sí es necesario el compromiso de todos los actores, para llevar a cabo acciones específicas, dentro de la sociedad. De manera organizada, y con procesos estudiados para cada tipo de delito. Estudiar las zonas geográficas latentes de dichos delitos y accionar específicamente. La generalización de políticas criminales no surte efecto en las sociedades que van mutando y transformándose constantemente. Es necesaria la inversión humana con conocimientos valederos en las temáticas a poner en marcha.
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