La trata de seres humanos (TSH) sigue siendo una de las actividades criminales más lucrativas y de menor riesgo. Mientras los tratantes obtienen enormes ganancias, las víctimas enfrentan un sistema que no garantiza su protección ni reparación. En este artículo, Fernando Falcón, alumno del Curso de Experto en Análisis de Inteligencia y el Curso de Experto en OSINT de LISA Institute explica por qué frenar este delito requiere atacar su rentabilidad y reforzar la persecución financiera.
Cada año, miles de personas son explotadas en un mercado ilícito que genera más de 29.400 millones de euros a nivel global. La trata de seres humanos (TSH) es una de las actividades criminales más lucrativas. Sin embargo, opera con una impunidad alarmante debido a la dificultad de rastrear su flujo financiero. Además, la persecución efectiva contra sus redes criminales es baja.
Mientras los tratantes obtienen enormes ganancias, las víctimas se enfrentan a un sistema que no garantiza su protección ni su reparación económica. En la Unión Europea (UE), la trata de seres humanos (TSH) genera más de 2.700 millones de euros anuales. Su impacto económico, social y humano se estimó en 2.708 millones de euros anuales, con un costo por víctima de 337.463 euros. A pesar de estas cifras alarmantes, el delito sigue en auge. ¿Por qué? Porque sigue siendo altamente rentable y mantiene un bajo riesgo de persecución.
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Para desmantelar este mercado ilícito, es fundamental comprender su lógica económica, reforzar las investigaciones financieras y mejorar la cooperación internacional. El desafío no es solo castigar a los tratantes, sino cortar las bases económicas que sostienen este negocio criminal.
Análisis de la trata de seres humanos
1. Un negocio ilícito impulsado por su alta rentabilidad
La TSH prospera porque combina una baja percepción de riesgo y una alta rentabilidad económica. En la práctica, los tratantes tienen pocas probabilidades de ser capturados. Si ese es el caso, las sanciones económicas son insuficientes para desincentivar su actividad delictiva.
En España, se estima que la explotación sexual de víctimas latinoamericanas genera 23,1 millones de euros anuales. En el ámbito de la explotación laboral, los ingresos ilícitos pueden ascender a 3.600 euros por trabajador en la recogida de fresas. Para la cosecha de naranjas, esta cifra puede llegar hasta 4.650 euros por temporada. Sin embargo, estas cifras representan solo una fracción de un sistema criminal altamente lucrativo y difícil de rastrear.
El gran problema es la enorme brecha entre los beneficios que genera este delito y los recursos que los Estados logran recuperar. Entre 2012 y 2022, en España solo se han recuperado 2,4 millones de euros vinculados a redes de TSH, mientras que en Francia en un solo año se recuperaron 250 millones de euros.
Estos datos evidencian que las estructuras económicas de la trata de seres humanos (TSH) siguen prácticamente intactas. Además, las estrategias actuales no han logrado reducir su rentabilidad. Sin un enfoque más contundente en la persecución financiera, los tratantes seguirán operando con impunidad económica.
2. Perspectiva victimocéntrica y reparación económica
Las víctimas de la trata de seres humanos (TSH) son el centro de este delito. Sin embargo, siguen sin recibir una respuesta efectiva que garantice su protección y reparación. Históricamente, las políticas han priorizado la persecución de los tratantes. No obstante, han dejado en un segundo plano la compensación de las víctimas y su acceso a derechos fundamentales.
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Un problema clave es la escasa aplicación de herramientas económicas para disuadir a los tratantes y redirigir esos recursos a las víctimas. Entre 2012 y 2022, España recuperó mediante el decomiso de activos ilícitos apenas 556.546 euros en casos relacionados con la TSH, una cifra insignificante frente a los millones generados por esta actividad ilícita. Además, las indemnizaciones reconocidas a las víctimas ascienden a 5,7 millones de euros, pero en la práctica muchas de ellas nunca llegan a recibir esas compensaciones debido a la falta de fondos específicos.
Para cambiar esta situación, es fundamental fortalecer las investigaciones financieras. Además, se debe garantizar que los bienes incautados a los tratantes sean utilizados para reparar a las víctimas. Esto incluye la creación de fondos de indemnización efectivos y el acceso a oportunidades laborales seguras. También es clave implementar programas de reintegración social que permitan a las víctimas reconstruir sus vidas.
3. Innovación y cooperación como soluciones globales
La TSH es un delito transnacional que no puede combatirse con esfuerzos aislados. Para desmantelar sus redes económicas y operativas, es esencial adoptar estrategias innovadoras y reforzar la cooperación internacional.
Una de las herramientas más efectivas es la investigación financiera. Rastrear el dinero permite identificar las estructuras económicas de los tratantes, congelar activos y confiscar bienes obtenidos de forma ilícita. Sin embargo, en la actualidad, muchas investigaciones aún carecen de este enfoque, lo que facilita que los tratantes reinviertan sus ganancias y continúen operando con impunidad.
El uso de tecnologías como la inteligencia artificial y el análisis de big data también puede marcar la diferencia. Estas herramientas permiten detectar patrones de transacciones sospechosas, identificar vínculos entre redes criminales y anticipar movimientos financieros de los tratantes antes de que puedan ocultar sus beneficios.
Además de la tecnología, la cooperación internacional es clave. Actualmente, la fragmentación legislativa entre países permite que los tratantes trasladen sus operaciones a territorios con regulaciones más laxas.
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Para evitar esta situación, se deben establecer estándares comunes en la persecución del delito. Además, es necesario mejorar los mecanismos de intercambio de información entre autoridades y aplicar sanciones coordinadas contra quienes facilitan la explotación. Esto incluye a empresas y entidades financieras que no implementen controles suficientes.
Finalmente, reducir la demanda es un paso crucial en la lucha contra la TSH. No basta con sancionar a los tratantes; es fundamental también penalizar a quienes se benefician de la explotación, ya sean consumidores de servicios ilegales o empresas que utilizan mano de obra esclava en sus cadenas de producción. La aplicación de auditorías rigurosas y la imposición de sanciones económicas severas pueden desincentivar la participación en este mercado ilícito y contribuir a su desmantelamiento progresivo.
El futuro de la trata de seres humanos
La TSH no solo supone una problemática criminal al establecerse de manera compleja mediante el crimen organizado; es una crisis de derechos humanos y un reflejo del fracaso de los Estados para cortar sus raíces económicas. Mientras las ganancias superen los riesgos, la explotación continuará.
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La clave para combatir este fenómeno radica en hacer que la TSH sea menos rentable y más arriesgada. Esto significa confiscar activos, sancionar a quienes se benefician del delito y redirigir los recursos recuperados hacia la reparación de las víctimas. Además, requiere innovación tecnológica, cooperación internacional efectiva y un enfoque integral que ataque tanto la oferta como la demanda de explotación.
El reto no es solo perseguir a los tratantes, sino cerrar el ciclo económico que les permite operar. La pregunta no es si podemos hacerlo, sino cuánto tiempo más permitiremos que esta industria prospere en la impunidad.
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