La situación de Chipre es única dentro de la Unión Europea. A pesar de su adhesión en 2004, la isla sigue dividida de facto, con parte de su territorio fuera del marco legal europeo. Su historia, marcada por conflictos étnicos y geopolíticos, sigue influyendo en su futuro dentro de la UE.
«Desde ahora, y para siempre, somos oficialmente ciudadanos europeos». Así, el presidente de la República de Chipre, Tassos Papadopoulos, declaró la entrada de la isla en la Unión Europea en 2004. En ese momento, Chipre se convertía en el tercer Estado miembro de menor extensión, por detrás de Malta y Luxemburgo.
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Sin embargo, el enclave geopolítico que conecta Europa, África y Oriente Medio, y que siempre se ha visto como una oportunidad económica y militar, no está completamente sujeto a la normativa europea. Debido a sus diferencias históricas, materializadas en la propia división física de la isla, Chipre cuenta con un estatus singular dentro de la Unión Europea.
La historia de Chipre
La isla de Chipre se ha convertido en uno de los temas de mayor debate en el seno de Europa. La mayoría de la población se declara greco-chipriota por sus lazos históricos con Grecia. En cambio, casi un tercio de los ciudadanos es considerado turco-chipriota por sus vínculos con Turquía y el Imperio Otomano. Estas divisiones no se han limitado al plano cultural e ideológico, sino que también, se han expandido al ámbito territorial, político y económico.
Desde la historia antigua, más concretamente desde el Periodo Helénico, Chipre ha mantenido fuertes lazos con Grecia. La isla fue incorporada al Imperio de Alejandro Magno y, desde entonces, ha compartido vínculos culturales, lingüísticos y religiosos con el mundo helénico.
Estos lazos se perpetuaron en el tiempo, siendo capaces de sobreponerse a eventos históricos como el dominio otomano. Las resistentes relaciones entre chipriotas y griegos promovieron la Mégali Idéa en gran parte de la isla (la unión de la etnia griega). Sin embargo, el control otomano de la isla durante más de tres siglos propició la creación de una comunidad turca. Esto generó una división de intereses en la región.
Conscientes de las divergencias socio-religiosas en la isla, las autoridades de Constantinopla establecieron la división del territorio en sancajados, administraciones reguladas por gobernadores locales-militares otomanos. Sin embargo, se mantuvieron ciertas libertades identitarias y religiosas. Para asegurar su influencia en la actual Chipre y fortalecer sus intereses económicos, políticos y militares en el Mediterráneo, Selim I promovió el Sistema Millet.
Esta nueva iniciativa otorgaba a los ciudadanos de la isla la posibilidad de mantener sus creencias y prácticas religiosas, siempre que se adaptaran a las regulaciones del Islam. No obstante, el Sistema Millet promovió el nacionalismo étnico al reforzar la idea de comunidad y religión como ejes de identidad.
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Además, fomentó una estructura social jerárquica en la que la voluntad individual quedaba supeditada a las demandas de la comunidad. Estas ideas acentuaron la separación en la isla, lo que llevó al auge de la Mégali Idéa bajo el Imperio Británico y al enfrentamiento entre greco-chipriotas y turco-chipriotas.
La llegada de las fuerzas británicas a la isla fue consecuencia de la Convención de Chipre. En este acuerdo, Gran Bretaña buscaba aumentar su potencial geopolítico, mientras que el Imperio Otomano intentaba protegerse de la Rusia Zarista.
Este nuevo escenario profundizó las diferencias sociopolíticas en la isla. El creciente apoyo a la enosis, movimiento que promovía la unión con Grecia, impulsó a su vez el auge del taksim, que defendía la adhesión a Turquía. Este último contó con el respaldo del Imperio Británico, que lo veía como una estrategia para mantener su soberanía en la región.
Las tensiones llevaron a la firma de los Acuerdos de Zúrich y Londres, que establecieron la creación de la República de Chipre. El nuevo Estado sería presidido por un greco-chipriota y vice-presidido por un turco-chipriota, con la posibilidad de intervención de Turquía, Gran Bretaña o Grecia en caso de ser necesario.
Sin embargo, las crecientes diferencias provocaron la intervención de la ONU en los años 60. En 1974, Turquía invadió la isla en respuesta a un golpe de Estado planeado por Grecia contra el presidente greco-chipriota, quien se había desvinculado de la enosis. Como consecuencia, la isla quedó dividida y se proclamó la República Turca del Norte de Chipre (TRNC), un Estado únicamente reconocido por Turquía.
Siglo XXI: Chipre en la actualidad
La actual isla de Chipre continúa física y socialmente dividida. El nacionalismo étnico promovido por los distintos imperios ha dificultado la unificación de Chipre. Iniciativas como el Sistema Millet y el intervencionismo internacional también han reducido las posibilidades de crear una isla unificada.
A pesar de las diversas propuestas de reunificación, hasta la fecha no existen indicios de una posible resolución de la cuestión chipriota. En 2002, la ONU promovió la reintegración de Chipre a través del Plan Annan, que establecía la creación de un sistema federal, con características propias del modelo suizo.
Se proponía la creación de tres estados, dos independientes, y uno común- que no estarían sujetos a una estructura jerárquica. Asimismo, se estableció que la ciudadanía estaría representada en un estado común a través de un Parlamento bicameral. La Cámara Alta sería elegida de forma equitativa por las dos mayorías, al igual que la Corte Suprema. Por otro lado, los representantes de la Cámara Baja se designarían de manera proporcional, al igual que el Ejecutivo.
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Esta decisión podía, a su vez, suponer dificultades futuras con otras comunidades étnicas que implican un porcentaje significativo dentro del territorio. Finalmente, se establecía la progresiva desmilitarización de Grecia y Turquía, permitiendo una presencia limitada de fuerzas armadas turcas y griegas.
El plan fue rechazado inicialmente por el gobierno turco-chipriota debido a su alineación con Turquía. Sin embargo, en abril de 2024, el nuevo gobierno de la República Turca del Norte de Chipre (RTNC) decidió someterlo a votación, a pesar de la reticencia de su principal aliado.
Sin embargo, lo que parecía ser una posible solución al latente conflicto de Chipre, resultó infructuoso. A pesar del respaldo de la comunidad turco-chipriota en las urnas, los ciudadanos greco-chipriotas rechazaron el Acuerdo de Annan. Aunque siempre habían estado a favor de celebrar el referéndum, la mayoría votó en contra por motivos de seguridad.
Gran parte de los ciudadanos del sur de la isla consideraba que el acuerdo promovido por Naciones Unidas no garantizaba su protección. Temían especialmente la postura de Turquía, que se oponía a la propuesta. Asimismo, en el momento del referéndum, las instituciones de la República de Chipre, estaban a punto de formalizar la entrada en la Unión Europea.
De esta manera, la reunificación de la isla no parecía una prioridad en aquel momento. La división no representaba un obstáculo para la entrada en el principal organismo del continente. Así, Chipre se unió a la Unión Europea, pero permaneció de facto dividida en dos territorios independientes. Ambos quedaron separados por una línea verde, considerada un área de amortiguamiento bajo control de Naciones Unidas.
Chipre como miembro de la UE
A pesar de no ser un impedimento para su entrada en la UE, la fragmentación de Chipre sí que supuso dificultades en su proceso de adhesión. Diferentes países miembros, como Francia o Reino Unido en aquel entonces, mostraron incertidumbre ante el impacto que supondría para los países miembros la incorporación de la isla.
En el Consejo Europeo había dudas sobre la inestabilidad que podría generar la incorporación de un Estado miembro dividido internamente. También existía incertidumbre sobre la posible reacción de Turquía, que en ese momento era país candidato a la UE y miembro de la OTAN.
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Durante el debate de integración, se temía que las crecientes tensiones con Turquía afectaran el equilibrio en la principal organización defensiva del continente. Además, se veía como un posible riesgo para la seguridad de Europa. Sin embargo, en aquel momento no había una amenaza clara en las fronteras europeas. Además, la postura del presidente turco Necdet Sezer y del primer ministro Erdoğan era significativamente pro-occidental.
De esta manera, la UE percibió que la entrada podría verse desde un punto de vista favorable. La Unión Europea consideró que la entrada de la República de Chipre en la Unión podría servir como un mecanismo para incentivar el compromiso de Turquía en su proceso de adhesión.
Aunque Turquía obtuvo el estatus de país candidato en 1999, no estaba avanzando de manera firme en los pasos requeridos para unirse a la UE. Por ello, se pensó que el Acuerdo de Adhesión de Chipre, que garantizaba la protección de los ciudadanos turco-chipriotas y reafirmaba el compromiso de la UE con una posible reunificación, no representaría un obstáculo para Turquía. Además, se esperaba que esta medida reforzara su compromiso con una futura adhesión, ya que sus intereses en Chipre habían disminuido.
Sin embargo, la respuesta de las instituciones turcas fue contundente. Estambul afirmó que la entrada de Chipre en la UE sin su respaldo violaba los Tratados de 1960. Estos acuerdos eran considerados nulos por gran parte de la comunidad internacional, ya que no contaban con la voluntad chipriota y vulneraban la integridad territorial de la isla. Asimismo, la crítica turca estuvo acompañada de una nueva política menos pro-Europa, buscando así nuevos aliados como Rusia.
El proceso de adhesión de Chipre a la Unión Europea fue un procedimiento complejo en sí mismo, sometido a excepcionalidades. A pesar de los diversos debates, en 2004 se decidió que toda la isla de Chipre se convertiría en Estado miembro de la Unión Europea, incluidos los territorios turco-chipriotas, como Kyrenia, gran parte de Famagusta y zonas de Nicosia y Larnaca.
Sin embargo, debido a la división de facto, la adhesión estuvo sujeta a la suspensión del acervo comunitario en las áreas no controladas por el Gobierno central. Como resultado, los territorios ocupados por la armada turca y administrados por la TRNC quedaron fuera del marco legal europeo y del Mercado Único de la UE.
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En consecuencia, los territorios de la TRNC no están sujetos al libre movimiento de personas, capitales, bienes y servicios con países miembros de la Unión. No obstante, con la intención de establecer una soft border que favoreciera una futura reunificación basada en el Plan Annan, se permitió el comercio libre entre ambas Chipres. Sin embargo, esta iniciativa enfrenta desafíos como el uso de diferentes divisas.
Algunas voces han señalado que estas medidas contribuyen al aislamiento de la TRNC. A pesar de ello, la Unión Europea ha mostrado disposición para impulsar un nuevo plan de reunificación a través de iniciativas como el Programa de Acción Annan. Sin embargo, la propuesta no parece contar con el respaldo suficiente entre las comunidades de la isla.
La República de Chipre es el único Estado miembro de la Unión Europea que permanece dividido de facto. Como consecuencia, la regulación europea solo se aplica en los territorios administrados por el gobierno central.
Esta medida ha generado múltiples debates en la comunidad internacional e incluso aumentado las diferencias de la Unión Europea con aliados históricos como Turquía. Sin embargo, la UE mantiene una postura firme sobre la presencia de Chipre en la Unión, la protección de las distintas comunidades étnicas de la isla y el respaldo a una posible reunificación.
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