spot_img

¿Cómo Internet alimenta el auge de la pornografía infantil?

Análisis

Laura García
Laura García
Estudiante de último año de Psicología y Criminología, presenta gran interés en la investigación del comportamiento y cognición de tanto perpetradores como víctimas, sobre todo ahora con el salto de la delincuencia al mundo cibernético.

La sombra del ciberespacio oculta algunos de los delitos más oscuros y perturbadores de la actualidad. Lejos de ser un refugio de anonimato, Internet se ha convertido en el principal escenario de una escalada alarmante: la explotación infantil. A medida que las barreras entre consumidor y productor se diluyen, las plataformas digitales facilitan un acceso sin precedentes a contenido prohibido, lo que plantea nuevas preguntas sobre los límites de la privacidad, la impunidad y el control.

La mayor parte de los delitos actuales relacionados con la pornografía infantil son cometidos a través de Internet, y no solo esto, sino que la INTERPOL (2022) alerta sobre la explotación y el abuso sexual de menores a través de Internet, clasificándola en el top diez de tendencias delictivas que más preocupan a los países miembros y que más creen que van a aumentar en el futuro. Es por eso por lo que en los últimos años se ha comenzado a hacer hincapié en que relación hay entre ambos fenómenos y como se influyen mutuamente para dar lugar al marco delictivo actual.

Diversos estudios nos hablan del papel que desarrollan las nuevas tecnologías y la comunicación digital en el auge del volumen de pornografía en términos generales. La hipótesis llamada Triple A Engine nos habla de tres factores que, combinados, explicarían la potencia de Internet como caldo de cultivo idóneo para su crecimiento exponencial. Estos son su mayor accesibilidad, asequibilidad y anonimato. Otros autores mencionan la facilidad de almacenamiento del material pornográfico digitalizado, así como el menor esfuerzo asociado a ocultarlo. 

 ➡️ Te puede interesar: Qué es el cibercrimen y cuáles son los ciberdelitos más frecuentes

Sin embargo, Internet presenta rasgos y características únicas que atraen a los pedófilos, aparte del anonimato percibido la facilidad de acceso y la asequibilidad de la que ya hemos hablado también presenta un mercado casi ilimitado y una difuminación de la frontera entre el consumidor y el productor, siendo estos papeles intercambiables. Así mismo, atrae especialmente a «ciberpedocriminales» que, si bien se involucran en altos niveles en su fantasía sexual, mantienen una fuerte inhibición para actuar conforme a estas, por lo que encuentran en el contenido digital oportunidades ilimitadas para experimentarlas.  

El peligro del consumo y distribución de pornografía infantil presenta varios frentes: por un lado, la existencia de esas grabaciones implica la existencia de abusos y víctimas reales, y por otro, los efectos del consumo al estimular y normalizar los delitos de abuso sexual infantil, alentando la aceptación de la pedofilia como una filia más en el amplio espectro humano. Algunos autores aluden a que una proclividad por la pornografía infantil aumenta la probabilidad de cometer un delito de contacto contra un menor en la forma de abuso o solicitación sexuales. 

 ➡️ Te puede interesar: Cibercriminología: qué es y cuáles son sus diferencias con la Criminología y la Ciberseguridad

Por último, otra de las características más importantes de Internet es que se convierte en el medio propicio para que los delincuentes puedan iniciar contactos y establecer relaciones tanto con las posibles víctimas de abuso sexual, como con otros pedófilos que compartan sus tendencias parafílicas. Esto es importante, ya que provoca una comunidad del yo, que permite normalizar ideas socialmente censurables y favorece la ausencia de conciencia del problema. 

Características y perfil de los ciberpedófilos 

A lo largo de los años se ha llevado a cabo mucha investigación que ahonda en el patrón o proceso etiológico de los pedófilos y los pederastas, ciertos autores destacan que en su mayoría son personas con personas para establecer relaciones, baja autoestima, inmadurez psicológica y distorsiones cognitivas respecto a los deseos de los menores y la inocencia de su propio comportamiento. Estas son características que también presentan los ciberpedófilos, pero hay ciertos rasgos que nos permiten delimitar más el perfil de los mismos. 

Los estudios indicaron que los «ciberpedocriminales» eran de media más jóvenes y tenían menos relaciones de convivencia que los condenados por abuso sexual directo. La tendencia a presentar déficit psicológico era también mayor, encontrando un mayor índice de aislamiento social y problemas a la hora de establecer relaciones de intimidad. Para ellos, el acceso o intercambio de pornografía infantil es visto como un comportamiento sexual menos amenazante que el contacto cara a cara con adultos.

➡️ Te puede interesar: Sharenting: ¿cómo proteger la intimidad digital de los menores?

Aun así, hay controversia sobre la causalidad en esta relación internet – consumo. Hay quienes aluden al uso de Internet como instrumento para el alivio del estrés emocional provocado por los problemas de intimidad, siendo el aislamiento social el desencadenante del comportamiento delictivo. Los delincuentes afirman que ver imágenes sexualizadas de niños en Internet es un instrumento para lidiar con aspectos desagradables de sus vidas. No obstante, otros especularon sobre si precisamente era la disposición pedofilia la que tenía un efecto perjudicial ante cualquier intento de entablar relaciones íntimas con adultos.

En España, el perfil del consumidor promedio presenta un menor nivel educativo, una mayor tasa de desempleo, baja autoestima, evitación y ansiedad social. No presentaban incidencia en el consumo de drogas, pero sí había una relación con la negligencia parental y los abusos en la infancia. Tener en cuenta estas características y factores de riesgo pueden ayudar a localizar a los delincuentes, así como prevenir y tratar la problemática asociada a este trastorno. 

Principales tipologías de ciberpedófilos

Como hemos dicho, la ciberpsicología forense toma teorías aplicables a los delitos tradicionales y las transforma para tratar de explicar y predecir el comportamiento de los ciberdelincuentes. Debemos entender que este fenómeno no surge con la creación de internet, como si ocurre con otros ciberdelitos, sino que el comportamiento delictivo ha transcendido del mundo real al virtual, por lo que encontramos numerosas aproximaciones y explicaciones clásicas reformuladas que aluden a la relación entre el auge de la pornografía infantil con la proliferación de Internet. En este caso vamos a mencionar dos teorías psicológicas que podrían ser aplicables en el estudio de la ciberpedocriminalidad. 

En primer lugar, encontramos la teoría del trastorno del cortejo de Freund y Blanchard, que postula que todo proceso de interacción sexual normal pasa por cuatro etapas, la localización de la posible pareja, establecer contacto, interacción táctil y culmen. Relacionándolo con lo que sabemos sobre los usuarios de pornografía infantil (acusado aislamiento social, inadecuación emocional, etc.) y el componente voyeurístico asociado a los mismos, podemos entender el uso compulsivo de internet para conseguir el material pornográfico como una distorsión en la primera etapa.

➡️ Te puede interesar: Máster Profesional de Analista Criminal y Criminología Aplicada

El comportamiento delincuencial se entiende como un proceso para conseguir una pseudo-intimidad que compense las carencias de la misma en la vida real, eliminando a su vez el riesgo al rechazo que genera la interacción. 

Por otro lado, otra teoría que destaca es la del aprendizaje social de Bandura, donde la facilidad que Internet aporta para la comunicación amplía la gama de comportamientos que podemos modelar. La exposición puede generar un cambio cognitivo y de creencias que conviertan en aceptables los comportamientos delictivos y mermen las inhibiciones que les impiden cometer abusos, propiciando las distorsiones cognitivas que caracterizan a los pedófilos.

Así mismo, la interacción en un entorno pro-pedofilia genera un sentido de comunidad, el «otros también lo hacen», que valida el interés sexual en menores, como ya mencionamos antes. De la misma manera, la aparente facilidad para buscar y distribuir la pornografía infantil y su relativa impunidad puede así mismo alentar, directa o indirectamente, a la participación en el fenómeno, generando a su vez una difusión de la responsabilidad al culpar a Internet por su facilidad de acceso a los contenidos. 

Si bien hay numerosas teorías más que han sido aplicadas al estudio de la ciberpedocriminalidad, este acercamiento muestra la importancia de la constante renovación de las mismas y su aplicación a un mundo en constante cambio para averiguar cómo se presentan las poblaciones criminales en entornos cibernéticos, de forma que podamos mitigar o prevenir los efectos del cibercrimen. 

➡️ Si quieres adentrarte en el mundo de la criminología y adquirir habilidades profesionales, te recomendamos los siguientes programas formativos:

Artículos relacionados

Masterclass y eventos relacionados

Formación relacionada

spot_img

Actualidad

Dejar respuesta:

Por favor, introduce tu comentario!
Introduce tu nombre aquí

spot_img