La utilización masiva de las redes sociales por parte de la población, tanto entre menores como adultos, ha aumentado exponencialmente los riesgos a los que nos exponemos en Internet. En este sentido se ha desarrollado el fenómeno en auge del sharenting. La profesora del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute y Exoficial de Inteligencia de Cibercrimen en Interpol, Agnese Carlini explica algunas de las claves sobre el fenómeno y sus soluciones.
La palabra anglosajona sharenting proviene de la fusión de las palabras share —compartir— y parenting —crianza—, refiriéndose a la exposición en redes sociales de todo tipo de información personal de menores, como fotos o videos, compartidos por los padres.
En muchas ocasiones, cuentas de menores se han vuelto tan famosas por el contenido generado que las mismas plataformas ofrecen remuneración económica, siendo por ende fuente de ingreso para las familias y una oportunidad de marketing para las empresas.
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Pero a todas estas ventajas, se suman también muchos riesgos al verse vulnerados el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y principalmente a la propia imagen (Art. 18 CE). A nivel europeo, el art. 8.1 del RGPD 2016/679 del Parlamento Europeo y el Consejo, del 27 de abril de 2016, indica que:
«Cuando se aplique el artículo 6, apartado 1, letra a), en relación con la oferta directa a niños de servicios de la sociedad de la información, el tratamiento de los datos personales de un niño se considerará lícito cuando tenga como mínimo 16 años. Si el niño es menor de 16 años, tal tratamiento únicamente se considerará lícito si el consentimiento lo dio o autorizó el titular de la patria potestad o tutela sobre el niño, y solo en la medida en que se dio o autorizó. Los Estados miembros podrán establecer por ley una edad inferior a tales fines, siempre que esta no sea inferior a 13 años».
Por lo que concierne al legislador español, según el art. 7 de la LO 3/2018, de 5 de diciembre, la edad mínima para el consentimiento será de 14 años. Esto haría de los progenitores los gestores de la identidad digital del menor, sin que estos puedan realmente decidir sobre la difusión de ciertos aspectos de su vida privada. Así mismo, en la Sentencia 360/2017 de la Sección 18 de la Audiencia Provincial de Barcelona aclara que:
«Los padres como titulares de la patria potestad tienen el deber y la responsabilidad de proteger la imagen de sus hijos menores de edad y como señala el Tribunal Supremo será preciso el acuerdo de ambos progenitores para poder publicar imágenes del hijo común en las redes sociales. En todo caso los padres deberán evitar en interés del menor una sobreexposición del hijo en estos ámbitos».
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Por regla general, la nueva generación de bebés ya cuenta con una huella digital que a menudo comienza cuando sus padres publican una foto de la ecografía y que sigue creciendo conforme los progenitores publiquen videos o fotos de sus niños.
A pesar de que el sharenting tenga algunos aspectos positivos como por ejemplo la creación de comunidades para compartir experiencias/consejos entre padres primerizos o compartir fotos con familiares/amigos lejanos, etc. los peligros relacionados con este fenómeno son muchos.
Generalmente, la mayoría del sharenting se realiza con niños pequeños que no pueden dar su consentimiento. En este sentido los progenitores están construyendo una vida digital para sus hijos, sin su conocimiento ni su opinión, privándole de la opción de no estar nunca en las redes sociales.
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Aunque publicar imágenes de los niños pueda parecer inofensivo, los padres deben ser conscientes de que compartir fotos y/o videos en Internet —con familiares, amigos, conocidos o el público en general— puede ser problemático. Por ello, hay varios factores que los progenitores deben tener en cuenta antes de publicar fotos de sus hijos en las redes sociales:
- La omnipresencia de las redes sociales.
- La huella digital que se está generando en Internet.
- Posibilidad de sufrir bullying debido al contenido que se publicó siendo pequeños.
- Robo de identidad debido a la información sensible que se ha compartido.
Cada año, más de un millón de niños son víctimas de robos de identidad. Los ciberdelincuentes prefieren dirigirse a los niños para robarles la identidad porque el delito suele pasar desapercibido durante mucho tiempo. Hasta que el hecho se descubra, los criminales utilizan la identidad robada para muchos fines nefastos como: abrir cuentas de tarjetas de crédito, pedir préstamos, solicitar prestaciones de desempleo y de la Seguridad Social, y muchas otras actividades fraudulentas.
Otro peligro de compartir fotos en línea es la perdida de control sobre lo que ocurre con estas imágenes una vez que están en Internet. Aunque algunos padres utilicen la configuración de privacidad de sus perfiles en las redes sociales, una vez que comparten imágenes de sus hijos, tienen poca capacidad para controlar lo que la gente hace con las fotos. Por ejemplo, se podrían guardar las imágenes y compartirlas con otras personas, podrían incluso ser alteradas y utilizadas indebidamente por los delincuentes en páginas para adultos. Así mismo, podrían contener información valiosa que permite rastrear los niños como: el uniforme del niño o el nombre de la calle del domicilio familiar, mientras que la información sobre la localización puede permitir a personas con intenciones nefastas rastrear la ubicación del niño en tiempo real.
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En algunas ocasiones el sharenting podría percibirse también como una forma de maltrato infantil. Si en las formas tradicionales se inflige un daño directo al niño, la práctica del sharenting puede dañar su imagen y plantear riesgos potenciales para su bienestar, tanto en el presente como en el futuro. Podría resultar en negligencia emocional y abuso, ya que el cuidador puede priorizar el deseo de crear contenido atractivo para sus seguidores sobre las necesidades del niño.
Entendiendo los riesgos a los que se exponen los niños con la práctica del sharenting, los padres deberían plantearse unas cuantas preguntas:
- ¿Hay algo potencialmente embarazoso en la publicación?
- ¿Le parecería bien al menor que la publicación formara parte de su huella digital?
- ¿La publicación contiene información sensible que podría poner en peligro la seguridad del menor?
Para aquellos padres que deseen seguir compartiendo fotos de sus hijos, existen numerosas formas de mejorar la seguridad:
- Desactivar metadatos y geolocalización
- No incluir información personal que permita la identificación
- Evitar utilizar nombres reales
- Evite mostrar la cara del niño o fotos en bañador
- Hablar sobre la privacidad con amigos y familiares
- Comprobar la configuración de privacidad y eliminar los permisos para volver a compartir las fotos/vídeos
Si somos conscientes de las posibles consecuencias y nos mantenemos informados gracias a la investigación y a las opiniones de los expertos, los padres podrán practicar el sharenting de manera responsable. En este sentido es importante fomentar el respeto a la privacidad de nuestros hijos, proteger su bienestar y permitirle crecer y prosperar en un mundo cada vez más digitalizado.
