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¿Cómo se propagan la manipulación mediática y las fake news en los procesos electorales?

Análisis

Lucia Albarsanz Cordero
Lucia Albarsanz Cordero
Estudiante de último curso del Grado de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos, con gran interés por la geopolítica en las regiones de Asia meridional y África. He participado en distintos modelos de Naciones Unidas y de la Unión Europea tanto a nivel nacional como internacional, permitiéndome adquirir más conocimientos sobre la materia, siendo mi objetivo poder participar y colaborar en estas instituciones en un futuro con mis análisis geopolíticos.

En un mundo donde las elecciones son cada vez más determinantes y la desinformación puede alterar el curso de la historia, LISA News ofrece un análisis exhaustivo sobre cómo se gesta y se materializa este fenómeno en procesos electorales globales. A continuación, se examinan los métodos de transmisión de desinformación, los efectos devastadores que puede tener en la sociedad y la democracia, así como el papel cada vez más relevante de la inteligencia artificial en la difusión de información falsa.

2024 es considerado el año electoral con 50 elecciones presidenciales y comicios en 100 países diferentes, cerniéndose sobre ellos la sombra de la desinformación electoral. En un mundo cada vez más polarizado, digital y con predominancia de las redes sociales, constituye un riesgo potencial que puede hacer cambiar los votos de todo un país, y por consiguiente, hacer virar toda su línea política.

La desinformación no es un fenómeno reciente, a lo largo de la historia siempre se ha recurrido a la propaganda con información intencionalmente falsa, incompleta o desorientadora, con el fin de engañar buscando el beneficio propio, sobre todo en campañas electorales. En este periodo electoral, dominar el relato, avivar pasiones y prejuicios ante los rivales son las estrategias más básicas de comunicación política

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No obstante, nunca tuvimos tanta predisposición a desarrollarlo. Las nuevas tecnologías nos convierten en sujetos activos, que más allá de recibir información, también la creamos, compartimos y divulgamos, aun sin ser conscientes de su veracidad. Según el estudio de la Universidad de Stanford «Stranger than Fiction: The Truth Behind Fake News» de 2019, las personas tienen más probabilidades de compartir las noticias falsas que las verídicas.

Métodos de transmisión de desinformación

Las redes sociales han supuesto un cambio en la táctica que utilizan los políticos para transmitir sus ideas y ganarse el compromiso de los ciudadanos, cambiando la forma en la que se implican socialmente. Según el estudio global digital de 2023 de Hootsuite y We are social, el 57% de los usuarios de Internet, a nivel mundial, utilizan las redes sociales para informarse, siendo estos los espacios donde más desinformación se propaga al estar diseñadas para maximizar la participación y el tiempo que los usuarios pasan en ellas. De este modo, el contenido más emocionalmente atractivo tiene mayor probabilidad de ser compartido, por lo que se suelen crear noticias falsas o publicar comentarios en las redes que apelen al miedo, la ira o la indignación, utilizando lenguaje sensacionalista, para que el contenido falso sea más creíble.

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El 20 de diciembre, y durante el periodo electoral, Trump publicó una serie de tuits que decía: «GREATEST ELECTION FRAUD IN THE HISTORY OF THE COUNTRY!!!» («El mayor fraude electoral en la historia de nuestro país»), sembrando la duda sobre la verdad de los eventos o hechos con el fin de erosionar la confianza en las instituciones, confirmando los sesgos preexistentes entre sus seguidores para que hubiese más probabilidades de ser creído. Estas afirmaciones, sin fundamento, en realidad fueron refutadas por funcionarios electorales, expertos en seguridad electoral e incluso por el propio Departamento de Justicia de Donald Trump.

Asimismo, también se suelen utilizar bots automatizados para difundir contenido falso a gran escala, junto con titulares engañosos que exageren o tergiversen el contenido de un artículo para atraer la atención, llegando a crear incluso sitios web falsos destinados a la difusión de estas noticias, potenciadas con lo que se conoce como «granjas de clics», redes de computadoras que generan tráfico falso a sitios web específicos para aumentar artificialmente la visibilidad de contenido falso o manipular el ranking de búsqueda.

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Por último, otro método utilizado para fomentar la desinformación electoral es debilitar la confianza en las fuentes de información fiables como los medios tradicionales, a través de ataques a estos medios de comunicación, desacreditándolos. En línea con el ejemplo anterior, Trump declaró en 2016 que los medios de comunicación tradicionales eran «el enemigo del pueblo», ante la imposibilidad de controlar a la prensa, la mejor alternativa es generar incertidumbre sobre su eficacia.

Efectos de la desinformación electoral

La gente, al creer en información falsa sobre el proceso electoral o los candidatos, puede perder la fe en la democracia y en la capacidad para elegir a sus representantes. De esta manera, las instituciones se debilitan y disminuye la participación electoral, debido al cinismo político originado. Con esta desinformación, se busca favorecer a un candidato político por medio del ataque a los otros, generando una ventaja injusta e influyendo en los resultados de los comicios.

Estos ataques entre candidatos, provocan un aumento de la polarización social, al percibir al oponente como su enemigo, y, por tanto, a todos lo que lo apoyan o tienen ideas parecidas a él, enfrentando a ideologías. Esto se ve influenciado por las «burbujas de filtro», recomendaciones hechas por los algoritmos de Internet y redes sociales sobre opiniones afines a las tuyas, encerrándote en un mundo paralelo donde todos piensan como tú, llegando a aumentar la radicalidad de las opiniones debido a la influencia entre unos y otros, al navegar dentro de un espacio acotado en lo que todo resulta afín.

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Por consiguiente, esta polarización fruto de la desinformación puede ser utilizada para incitar a la violencia o para difundir información falsa sobre eventos, pudiendo poner en riesgo la seguridad de las personas y la estabilidad del país. Un ejemplo fue el asalto al Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero de 2021.

Inteligencia artificial en la desinformación electoral

La Inteligencia Artificial (IA) va ganando terreno en el campo del periodismo desde que el periódico Los Angeles Times publicó una noticia sobre movimientos sísmicos elaborada por el software Quakebot en 2014, y Associated Press comenzara a difundir textos automatizados sobre informes trimestrales de resultados económicos. Con la escritura automática de textos, se permite la redacción de acontecimientos rutinarios y repetitivos con fórmulas y estructuras previsibles, basadas en una biblioteca de narrativas aprendidas.

De este modo, vence el incremento del valor añadido, favoreciendo el intento de aumentar los flujos de audiencia, a costa del periodismo de servicio público. Al disminuir la redacción de piezas que puedan generar menos interés, se da pie a que las noticias sensacionalistas, que levantan más pasiones, se apropien de las portadas de los periódicos, corriendo el riesgo de promover la desinformación, abandonando el análisis y la información objetiva, primando la decisión comercial sobre el criterio periodístico.

Por otro lado, la falta de transparencia en el diseño y la gestión de los algoritmos impide cuantificar el daño o problema. No se puede observar como un ítem separado de las fuerzas sociales, puesto que su diseño e implementación corresponde a estas. La desinformación se opera basándose en verdades algorítmicas de interpretaciones emocionales humanas, que no establecen una relación causal sólida y solo se fijan en la correlación de datos y resultados.

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Asimismo, la Inteligencia Artificial aumenta la calidad de las falsificaciones audiovisuales, pudiendo realizarse por cualquiera. La tecnología aprende a reconocer patrones de movimiento y voz, siendo capaz de imitar los tics extraídos del aprendizaje de las expresiones faciales que acompañan a cada fotograma y fonema. Estas técnicas ya se han visto utilizadas con videos de Nancy Pelosi haciendo declaraciones «borracha», viéndose un aumento según la encuesta Global Advisor de IPSOS, en la que el 74% asegura que la IA está facilitando la generación de noticias e imágenes falsas muy realistas.

De esta manera, la narrativa de los servicios de posicionamiento mediático para los candidatos durante los periodos electorales se basa en dañar y atacar opositores, haciendo que las personas no posicionadas políticamente voten a la opción más mediática o que más engagement tenga en su plataforma de preferencia. La Inteligencia Artificial abre la puerta a una batalla de creación de vídeos e imágenes falsas que deterioran el debate público, y por consiguiente, la fe en las instituciones.

¿Dónde radica el problema?

El debate global sobre la desinformación se desarrolla en un contexto donde prima el escepticismo tanto del público que lee las noticias, como de los medios que reciben la información de las plataformas.

Hay quienes afirman que el problema es de los medios de comunicación tradicionales, al poder fijar las agendas informativas desde los periódicos y los canales de televisión privados. Sin embargo, es la propia diversidad de medios de comunicación lo que equilibra las numerosas agendas y sesgos, e igual pasa con las redes sociales. Siempre existirán páginas y periódicos que se centren en una sola ideología, y que se abstengan de abordar ciertos temas, pero eso no impide que otra plataforma o medio lo haga, es la diversidad lo que equilibra.

No obstante, la línea está en la creación de contenido falso, las redes sociales carecen de regulación al estar abiertas a toda persona y con los nuevos avances tecnológicos, engañar al público se vuelve cada vez más fácil. En la era de la inmediatez, donde nuestra capacidad de atención disminuye y queremos informarnos en el menor tiempo posible, las redes sociales se imponen y son utilizadas por los líderes políticos para acercarse a la gente y llamar la atención sobre su discurso. 

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Sin embargo, no se puede establecer un control directo sobre los medios de comunicación esperando que desaparezca la desinformación, ya que atentaría contra el derecho a la libertad de expresión, pero sí se puede ofrecer a la ciudadanía medios para identificarla, a través de una mayor transparencia en la formación de algoritmos y llevando a cabo programas de contextualización en redes.

Se debe educar a las personas en la identificación del contenido falso, brindarlas con un pensamiento crítico y conciencia sobre sus propios sesgos. Actualmente, hay organizaciones que combaten la desinformación como First Draft News, que trabaja para combatir la información errónea en línea. Por otra parte, se han comenzado a establecer medidas legislativas para frenar la desinformación en línea. En 2022, la Unión Europea aprobó la Ley de Servicios Digitales (DSA) que exige a las plataformas digitales tomar medidas para combatir la desinformación, eliminar contenido ilegal y proporcionar información clara sobre sus algoritmos. Asimismo, esta organización, estableció la Estrategia de la Comisión Europea para la Alfabetización Mediática, basada en desarrollar la capacidad de los ciudadanos europeos para identificar y luchar contra la desinformación.

El contenido falso y engañoso siempre ha existido en periodo electoral, pero queda en nuestra mano caer en la trampa o no. Las personas gozamos de la capacidad de razonar y pensar, y aunque haya veces que no seamos capaces de identificar la verdad, contaremos con la ayuda de la educación y las leyes que nos protegen.

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