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La lingüística forense: cómo tu lenguaje te define y delata

Análisis

Belén Borreguero Simón
Belén Borreguero Simón
Criminalista con la especialidad de Perito Judicial Caligráfico e Informática Forense, filóloga inglesa, traductora, y Directora de Seguridad. Autora del libro «Análisis lingüístico y grafológico de personas con depresión». Alumna certificada del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute.

El trabajo del lingüista forense consiste en realizar un perfil mediante el análisis de hábitos lingüísticos usados por el sujeto. A través del estudio de la escritura y el habla, es posible identificar rasgos individuales y descubrir información clave en investigaciones criminales. En este artículo, Belén Borreguero, criminalista y alumna certificada del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, explica, a través de casos reales, cómo su uso ha sido fundamental en la resolución de numerosos crímenes.

Somos «prisioneros» de nuestro lenguaje. Ya sea de forma oral o escrita, manifestamos lo que pensamos y sentimos mediante distintas construcciones lingüísticas y vocabulario específico. Esto termina revelando más información de la que podamos llegar a imaginar.

Cada persona se expresa de una manera diferente. Es esta variabilidad la que permite obtener particularidades que ayudan a identificar y elaborar un perfil del escritor o hablante.

¿Cómo actúa un lingüista forense?

El trabajo del lingüista forense consiste en realizar un perfil mediante el análisis de hábitos lingüísticos usados por el sujeto. En cuanto al idioma escrito, se puede examinar las expresiones, jerga, argot, regionalismos, estructura del texto, uso de signos de puntuación y acentuación, entre otros. Y respecto al idioma oral, se estudia el timbre, entonación, articulación, pausas, respiración, y demás. A este último, también se le puede denominar fonética o acústica forense.

Con esto se pretende conseguir características específicas del sujeto a nivel físico (sexo, edad, patologías, entre otros), psicológico (intencionalidad, estado emocional, personalidad) y social (nivel académico, procedencia). Estos rasgos permiten reconocerle y distinguirle de los demás.

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Como bien diría Gibbons, se trata de «usar técnicas lingüísticas para investigar crímenes en los que los datos lingüísticos constituyen parte de una evidencia». Por otro lado, la Lingüística Forense es considerada el nexo de unión entre el lenguaje, el crimen y la ley. Una interfaz entre el lenguaje y el derecho, aplicando el conocimiento lingüístico en el ámbito judicial. Se puede dividir en tres clases: lenguaje jurídico, lenguaje judicial y lenguaje probatorio o evidencial

Otro campo de actuación no tan conocido es la evaluación de traducciones o interpretaciones de ciertos términos para determinar si se han producido de forma incorrecta. Esto es especialmente relevante cuando el testigo es extranjero.

¿Cuándo se originó la lingüística forense?

El primer caso en el que se hizo uso de la lingüística forense se remonta al año 1968. Fue entonces cuando el lingüista sueco Jan Starvick decidió investigar el notorio caso de Timothy Evans. Un camionero británico acusado de matar a su mujer y a su hija en 1949. El suceso fue documentado por Starvick en su libro The Evan’s statements: a case for forensic linguistics. Al principio, Evans se declaró culpable de los hechos. Más tarde, se retractó y culpó a su vecino John Christie. Sin embargo, fue condenado y colgado por asesinato.

Años después se descubrió que el verdadero asesino fue Christie al encontrarse los cuerpos de las víctimas, junto con otros, en su casa. Por esto, Svartvik fue contratado para examinar las declaraciones realizadas por Evans, las cuales llegaron a ser cuatro, dos de culpabilidad y dos de inocencia.

Durante su estudio, Svartvik notó que ciertos fragmentos de las confesiones no coincidían al encontrarse diversos estilos de lenguaje. Algunas de ellas tenían un registro típico del ámbito policial, al igual que las declaraciones inculpatorias no se correspondían con la forma de expresión gramatical de Evans. Con esto, se demostró que habían sido elaboradas por otra persona y puso en duda la veracidad y el trabajo policial.

Casos prácticos resueltos por la lingüística forense

A continuación, se mostrarán dos ejemplos de casos resueltos por la lingüística forense. El primero mediante el análisis de un escrito y el segundo por reconocimiento de voz.

1. Unabomber 

En 1978, una serie de paquetes bombas, dirigidos especialmente a profesores de universidad y aerolíneas, aterrorizaron Estados Unidos. El autor de estos atentados fue denominado Unabomber, quien posteriormente se identificó como Ted Kaczynski. Escribió uno de los manuscritos más destacados de esta disciplina, La sociedad industrial y su futuro, también conocido como el Manifesto.

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Dicho texto consistía en unas 65 páginas escritas a máquina, en las que plasmó su idea sobre cómo la sociedad se había vuelto esclava de la tecnología y la necesidad de liberarse de ella.

Por más que el FBI investigaba, no obtenía evidencias que pudieran esclarecer quién era. Sin embargo, el agente y lingüista James Fitzgerald se fijó en su forma de expresión al leer el manifiesto, el cual fue publicado a petición de Unabomber. A partir de dicho análisis, se descubrió que el sujeto tenía un nivel académico alto, con estudios superiores. Incluso, debido a su estilo ortotipográfico, se pudo determinar en qué época los obtuvo.

No obstante, fue en parte a la publicación del manuscrito que se pudo conseguir una línea de investigación concreta. Al hacerlo, el hermano de Ted, David Kaczynski, contactó con la policía ante la sospecha de que era su hermano el autor de dichos ataques. David entregó a la policía otros escritos redactados por Ted y al hacer la comparativa lingüística con el manifiesto, se hallaron similitudes entre ambos.

Una expresión muy característica fue «you can’t eat your cake and have it too» (no puedes comerte el pastel y tenerlo también). Sin embargo, la forma común de decirlo sería «you can’t have your cake and eat it too» (no puedes tener el pastel y comértelo también).

2. Crimen en Vitoria

El 4 de febrero de 2017, la Cruz Roja de Madrid recibió una llamada anónima. En ella, se informaba que dos ancianos se encontraban en estado grave en su casa y necesitaban ser atendidos con urgencia.

Al llegar los servicios de seguridad, encontraron el cadáver del anciano Ángel Prieto. En la llamada se dieron datos muy específicos sobre la dirección y la vivienda en la que sucedieron los hechos. Debido a la cantidad de información proporcionada, la policía consideró que el autor de la llamada de seis minutos era el agresor. Por ello, la unidad de Acústica Forense realizó un perfil lingüístico de él.

Imagen de la declaración del autor de la llamada anónima. (Queralt, 2021)

En el análisis se obtuvieron detalles relacionados con su edad, sexo, procedencia y nivel académico. Para ello, se examinó el timbre y el tono, así como las expresiones, el vocabulario y los términos usados al hablar e interactuar con la operadora de Cruz Roja.

A modo de ejemplo, se remarca que el emisor menciona «quiero dar las señas» en vez de «quiero darle la dirección». También se analizaron el tipo de construcciones sintácticas y el acento al hablar. En particular, se destacó el uso de la palabra «quisquete» en vez de «pestillo», un término típico del norte de España.

Asimismo, el estudio incluyó el análisis de la vibración de las cuerdas vocales del hablante por segundo y la posible mayor o menor tensión en la pronunciación de ciertas consonantes.

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Una vez elaborado el perfil, se cotejó la voz con la de otros sospechosos, pero el resultado fue negativo. Por ello, se solicitó ayuda ciudadana compartiendo un fragmento del audio para obtener nuevas pistas.

Finalmente, surgió un nuevo sospechoso que encajaba con el perfil lingüístico de la llamada: un varón de sesenta y seis años de Vizcaya, quien terminó siendo detenido.

Reflexión 

De acuerdo con el lingüista Don Foster, «los seres humanos son prisioneros de su propio lenguaje». Con esta idea, se establece que, al igual que una huella dactilar o el ADN, el lenguaje puede esclarecer y revelar datos explícitos sobre un individuo. Lo mismo se puede obtener a través de un estudio de la escritura o del discurso.

En la actualidad, hay una creciente demanda de lingüistas forenses debido al auge de los medios tecnológicos, como las redes sociales y los correos electrónicos. En muchos casos, es difícil obtener más datos sobre un individuo sin un profundo análisis de su lenguaje. Aun así, aunque algunas personas creen estar «protegidas» tras una pantalla, terminan revelando más información de lo que imaginan, dejando pistas e indicaciones sobre quiénes son.

Para concluir esta lectura sobre la lingüística forense, se puede determinar que, ya sea de forma oral o escrita, al final todos «somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos».

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