Los delitos corporativos son fenómenos complejos, afectados por factores psicológicos, sociales y económicos. En este artículo, Stella Ramos, alumna del Máster Profesional de Analista Criminal y Criminología Aplicada de LISA Institute, explica cómo comprender sus teorías es esencial para prevenirlos eficazmente.
La motivación criminal es multifactorial. Es importante conocer cuáles son estos factores y qué teorías explican el fenómeno de la criminalidad corporativa para poder actuar sobre él. Así, se hace una distinción entre teorías psicológicas, teorías biológicas, sociológicas, económicas y contextuales, e integradoras que hablan sobre la motivación criminal en la delincuencia corporativa y que la explican desde cada enfoque.
Las principales teorías psicológicas sobre los delitos corporativos
Teorías de la neutralización
Esta teoría explica que los delincuentes son capaces de encontrar la manera de justificar o racionalizar sus acciones. Para ello, utilizan una serie de técnicas de neutralización cuya función es evitar la culpa y la condena social. Así, por un lado, el delincuente niega su responsabilidad, presentándose como si fuese una víctima de las circunstancias como estrategia de neutralización. El delincuente puede llegar a pensar que solo seguía órdenes de puestos más elevados o que las características de la situación le obligaron a actuar de aquella manera.
Otra estrategia de neutralización de la culpa es la negación del daño, a través de la cual se minimiza el impacto de la conducta delictiva señalando que no existieron víctimas reales. Asimismo, se puede negar a la víctima explicando que no es realmente inocente y justificando así el delito. Otra estrategia de neutralización es la denominada como «condena a los condenadores» o «todos son corruptos», a través de la cual se ataca a aquellos que critican el delito, ya que ellos también son corruptos. La última técnica de neutralización que señalan los autores es la de apelación a lealtades superiores, es decir: se hizo por el bien de la empresa. Aquí el delincuente se justifica señalando que era necesario para un bien mayor.
➡️ Te puede interesar: ¿Qué son los delitos de cuello blanco?
A través de esta teoría se demuestra cómo la delincuencia corporativa no es una cuestión de codicia. Los delincuentes justifican sus acciones y así se convencen de que no están haciendo nada malo.
Teoría de la Triada Oscura de la Personalidad
La Teoría de la Triada Oscura de la Personalidad señala que hay tres rasgos de la personalidad que están interrelacionados y que aumentan la probabilidad de cometer actos ilícitos: el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía. Si estos tres factores se presentan en un individuo, puede darse una alta probabilidad de realizar algún delito. Dentro del ámbito corporativo, estos tres factores suelen darse sobre todo en niveles altos dentro de los líderes corporativos.
A un individuo con narcisismo le ronda un sentimiento de superioridad, además de una necesidad de admiración y reconocimiento constante y que tiene baja tolerancia a las críticas, que tiende a la arrogancia y a la manipulación. El maquiavelismo nos remite a la frase «el fin justifica los medios». Este factor supone una falta de principios morales y una manipulación para conseguir sus objetivos. Con respecto a la psicopatía, esta se caracteriza por una falta total de empatía y remordimientos. Se tiende aquí al engaño, la manipulación y la explotación de otros.
Por lo tanto, la presencia de esta tríada de factores dentro del mundo corporativo suele ser habitual y puede suponer una mayor propensión de realizar actos delictivos por parte de aquel individuo que presenta estos factores. Esta teoría podría explicar por qué algunos directivos carecen de escrúpulos, así como que los delitos corporativos pueden ser más peligrosos, sofisticados e incluso difíciles de detectar que la delincuencia callejera. Para luchar contra este fenómeno sería interesante mejorar la ética empresarial interna, así como sistemas de control para evitar que se den este tipo de conductas.
Teorías biológicas
Teoría de la psicopatía corporativa
La teoría de la psicopatía corporativa nos explica que los psicópatas también existen en los entornos corporativos. En estos ámbitos, desempeñan roles de liderazgo sin necesidad de recurrir a la violencia física. A través del encanto, la manipulación, la falta de empatía y la ambición, se convierten en individuos exitosos. Así, los delitos corporativos no son fruto únicamente de una ambición económica, sino que también pueden darse por la existencia de individuos con rasgos psicopáticos que buscan el éxito sin importar el daño causado a su alrededor.
Así, se suele dar lo que se conoce como «ciclo del psicópata corporativo»: el individuo ingresa a la empresa como una persona brillante y carismática que transmite confianza y liderazgo; se gana la confianza de las personas clave, las manipulan y ascienden rápidamente; se consolidan en el poder creando una cultura tóxica basada en el miedo y en la competencia, que asegure que sus errores sean cubiertos; y finalmente se les descubre y la empresa entra en crisis, pudiendo escapar sin consecuencias e intentando inculpar a otros individuos.
Teorías sociológicas
Teoría de la asociación diferencial
Según Sutherland, la criminalidad no es innata, sino que se aprende a través de la interacción con otras personas. Así, un individuo se convierte en delincuente cuando las influencias favorables al delito son mayores que las desfavorables. Por ello, es a través de la socialización por lo que los individuos comienzan a cometer delitos. En el ámbito corporativo sucede algo similar: los individuos aprenden conductas y técnicas criminales, así como a racionalizarlas y justificarlas.
Así, esta teoría está relacionada con la Teoría de la Neutralización de Skyes y Matza de 1957. Por ende, de la misma forma en la que se aprende y se fomenta la comisión de delitos, también se puede fomentar la prevención de estos actos dentro de la empresa a través de buenas prácticas, una ética y unas políticas dirigidas a ello.
Teoría de la Anomia
La Teoría de la Anomia de Merton explica que, en la sociedad, se establecen una serie de metas culturales y unos medios legítimos para alcanzar esas metas. Existe la posibilidad de que ciertos individuos no puedan alcanzar esas metas a través de esos medios legítimos establecidos, por lo que tienen que recurrir a medios ilegítimos para lograrlas. Si aplicamos esta teoría al ámbito corporativo, puede existir demasiada presión para conseguir determinados objetivos, lo que supondría que el individuo, incapaz de alcanzar esas metas a través de medios legítimos, las intente alcanzar por medios ilegítimos.
➡️ Te puede interesar: ¿Qué impulsa la criminalidad corporativa? Factores y motivaciones clave
Así, la presión y el éxito pueden llevar a las empresas y a los individuos a cometer delitos. En este caso no hay problemas patológicos, sino que los individuos se adaptan a las circunstancias utilizando medios ilegítimos.
Teoría de la cultura empresarial tóxica
En el año 2008, Brian W. Kulik, Michael O’Fallon y Manjula S. Salimath elaboraron una teoría que explicaba que la cultura de una empresa influye en el comportamiento de sus empleados, ya sea desde un punto de vista ético o criminal. Si nos encontramos en un entorno tóxico, la presión por conseguir resultados, que el fraude sea algo normal y que no haya sanciones son factores clave para que se realicen actos delictivos en el entorno de la empresa. Así, es la propia empresa quien lleva al empleado a cometer delitos debido a la estructura de incentivos y el clima de la organización.
En estos ámbitos, se suele dar una cultura del silencio y de represalias ante los empleados que denuncien, pudiendo llegar incluso a ser despedidos. Esto llevó a que se instaure una cultura del miedo entre los empleados. Además, los directivos mandan señales dobles: por un lado, piden ética corporativa y, por otro, priorizan ganancias y exigen resultados poco realistas. Este clima lleva a los empleados a realizar actos ilícitos.
El crimen corporativo, por lo tanto, no es solamente un problema de los individuos, sino de los sistemas que premian estos actos. Para poder reducir la criminalidad corporativa, según esta teoría, sería interesante crear códigos éticos efectivos. Se debería proteger a denunciantes y fomentar la transparencia, desarrollar sistemas de control que penalicen el fraude, así como establecer líderes comprometidos con la ética. Por lo tanto, si una empresa tiene una cultura tóxica, el crimen ya no es un accidente, sino una consecuencia inevitable.
Teorías económicas y contextuales
Teoría de la elección racional
La teoría de la elección racional señala que los delincuentes toman decisiones racionales y que, por lo tanto, no actúan por impulsos. Así, antes de cometer un delito, los delincuentes evalúan los riesgos y los beneficios de realizar un acto delictivo. Si los beneficios superan a los riesgos, el individuo delinquirá.
Dentro del ámbito corporativo, los individuos también evaluarán los costos y beneficios de cometer un delito. Si el dinero, el éxito, la posición en la empresa y la probabilidad de salirse con la suya es lo suficientemente mayor a los costos del delito como la prisión o la multa, entonces el individuo acabará cometiendo el delito. Si además a esto sumamos que el ambiente empresarial es tóxico y que no existen controles o sanciones corporativas, más probable es que se realicen ilícitos penales dentro del seno empresarial. Por lo tanto, solo cuando el costo supere el beneficio, la criminalidad corporativa disminuirá.
Teoría del triángulo del fraude
Cressey estudió la delincuencia corporativa y en 1953 concluyó que para que se dé el delito, es necesario que confluyan tres factores claves: la presión o motivación para delinquir, la oportunidad para cometer el fraude y la racionalización o justificación del delito.
- Presión o motivación: Es lo que lleva a una persona a cometer un delito. Esta motivación puede ser tanto personal como profesional.
- Oportunidad: La inexistencia de controles internos y una confianza excesiva o falta de supervisión permiten que el fraude se lleve a cabo.
- Racionalización o justificación: El individuo se convence de que los actos que realiza no son delito, sino algo justificado a través de estrategias de neutralización.
Así, no es necesario que existan criminales natos para que se produzca algún tipo de delito en el ámbito empresarial. Cualquier empleado con la motivación, oportunidad y justificación suficiente puede cometer un fraude. Por ello, los controles internos son tan importantes para reducir o eliminar al máximo posible la oportunidad de delinquir como una buena cultura corporativa. Si el triángulo de los tres elementos se completa, es muy probable que el delito dentro del ámbito empresarial se acabe produciendo.
Teoría de la oportunidad criminal
Felson y Clarke señalan que la comisión de actos ilícitos no solo depende de la motivación que tenga el delincuente, sino también de la oportunidad que este tenga para cometerlo. Con la presencia de una buena oportunidad, con bajo riesgo y alta rentabilidad, el delito corporativo tendrá lugar. Para ello tienen que concurrir un delincuente motivado, un objetivo atractivo y la ausencia de controles o vigilancia efectiva. Si se dan estos tres factores, la probabilidad de que se cometa un delito aumentará.
➡️ Te puede interesar: Criminología corporativa: ¿por qué debería haber más criminólogos en las empresas?
La motivación es importante, ya que si el individuo quiere, buscará cualquier oportunidad que tenga para intentar la comisión delictiva. Además, el objetivo tiene que ser atractivo: normalmente, en el ámbito corporativo, este objetivo suele ser dinero, información confidencial, acceso a fondos o manipulación de mercados. Con estos dos elementos ya hay una alta probabilidad de que el individuo delinca. Pero, además, si no existen controles o vigilancia en la empresa, como auditorías internas o supervisión externa, es casi seguro que estos actos tengan lugar en la empresa. Por lo tanto, para que no se dé el delito corporativo, es importante reducir tanto la oportunidad como la motivación de los individuos a través de controles más fuertes y un aumento de la vigilancia.
Teoría del capitalismo desviado
Chambliss explica que el sistema capitalista es el motor de la corrupción y de la criminalidad corporativa. Además, las leyes no son neutrales, ya que están diseñadas para proteger a los poderosos y reprimir a las clases trabajadoras. Es decir, las empresas buscan maximizar sus ganancias a cualquier costo, mientras que los reguladores y el sistema judicial son cómplices de estos actos. Esto es así porque son las propias corporaciones quienes influyen en la política para evitar las sanciones y mantener su impunidad.
Esta teoría explica, por lo tanto, que la criminalidad corporativa es una consecuencia natural del capitalismo y no un fallo del sistema. Este sistema económico protege a las élites, aplicando de forma desigual la ley a todos los ciudadanos. Por ende, para reducir la delincuencia corporativa es necesario realizar una transformación estructural completa.
Teoría de la impunidad y el débil Estado de derecho
Friedrichs explica que, los delitos corporativos y financieros tienen lugar porque las élites económicas operan con impunidad en sistemas en los que el Estado de derecho es débil. Así, la corrupción, la falta de controles y la influencia política de las grandes empresas permiten que los responsables de crímenes corporativos eviten el castigo. De esta forma, el poder económico y político protege a las grandes corporaciones de la justicia y las sanciones son insuficientes o incluso nulas.
Esta teoría nos permite entender que la delincuencia corporativa no se da únicamente por las características individuales de una persona, sino que es fruto de un sistema débil que permite la impunidad de estos delincuentes. Esto es así por la corrupción y la debilidad institucional que se dan en Estados débiles.
Teorías integradoras
Teoría de la criminalidad de cuello blanco
Benson y Simpson elaboraron esta teoría en la que señalan que el crimen de cuello blanco y la criminalidad corporativa son oportunistas, es decir, se cometen cuando se dan las circunstancias favorables para ello. Además, las oportunidades varían según la posición del individuo dentro de la empresa. Igualmente, los delincuentes corporativos se perciben como personas «normales». Así, justifican sus actos como negocios y no como delitos. Por lo tanto, los delitos corporativos tendrán lugar cuando se presenten las oportunidades correctas dentro de un contexto organizacional que no tiene ni controles ni sanciones efectivas. Por lo tanto, este tipo de delincuencia puede prevenirse, reduciendo oportunidades y aumentando la percepción del riesgo y del castigo.
➡️ Te puede interesar: Masterclass | Criminología: salidas profesionales actuales
Teoría de la corrupción sistemática
Esta teoría señala que la corrupción no es un problema individual de personas aisladas, sino un fenómeno estructural que proviene de la cultura de las organizaciones. Son las empresas quienes fomentan o toleran prácticas corruptas hasta el punto de normalizarlas como claves del negocio. Por lo tanto, regulaciones débiles y una alta impunidad facilitan la corrupción. Así, la corrupción se sistematiza cuando se institucionaliza dentro de una empresa, por lo que es el entorno el que facilita y tolera estos comportamientos. No es el individuo el único protagonista, sino también la propia empresa.
Así, la corrupción no es solo una decisión individual, sino un problema estructural. Para combatir la corrupción, es necesario que se establezcan cambios en la corporación y no solo castigos a los individuos. Se necesita que se implemente una ética empresarial que no tolere la corrupción, así como auditorías, sistemas de denuncias protegidos y sanciones ejemplares.
Teoría de la convergencia criminal
En el año 1999, Passas explicó que el crimen corporativo se desarrolla por las interacciones entre actores legales e ilegales. Así, las empresas cometen delitos aprovechando vacíos legales y diferencias entre regulaciones. Por ello, hay espacios en los que la criminalidad financiera y corporativa puede operar con facilidad. Esto da lugar a un sistema económico propicio para que converjan tanto actividades legales como ilegales. Así, las empresas pueden explotar las diferencias regulatorias internacionales para cometer delitos, las estructuras empresariales complejas facilitan la opacidad financiera y las redes criminales y corporativas pueden converger fusionando prácticas legales e ilegales.
Esta convergencia se da por una serie de elementos clave:
- Desigualdades y vacíos legales
- Sistemas financieros globalizados
- Estructuras empresariales opacas
- Colaboración entre actores legales e ilegales
Por lo tanto, para combatir el crimen corporativo, es necesario establecer estrategias globales armonizadas y no solo con leyes nacionales. Es preciso que se dé una mayor cooperación global entre las agencias de control para evitar que se cometan estos delitos, así como reforzar la transparencia en las transacciones. Mientras haya zonas grises en la regulación global, las corporaciones, así como el crimen organizado, se seguirán aprovechando de esta circunstancia para maximizar sus beneficios.
Combinada con diferentes perspectivas, podemos entender cómo y por qué las empresas y/o sus empleados delinquen y cómo se puede prevenir. A través de todas estas teorías se puede entender por qué y cuándo existe motivación criminal en el ámbito corporativo. De esta forma se puede intentar prevenir, a través de políticas empresariales, la comisión de delitos dentro de las corporaciones.
➡️ Te puede interesar: La cara de las cifras negras de los delitos
Al fin y al cabo, puede ser que exista algún individuo que tenga unas características biológicas o psicológicas que propician la comisión de delitos corporativos, pero, en general, las teorías nos señalan que el ambiente de la empresa es fundamental. Mientras una empresa motive y no sancione este tipo de conductas, se seguirán realizando. Si no hay repercusiones al respecto, tanto por parte de la empresa como por parte del Estado, o las repercusiones son mínimas, este tipo de actos serán lo habitual. Auditorías externas, sanciones y controles más exhaustivos son claves para luchar contra este tipo de criminalidad.
➡️ Si quieres adentrarte en la Criminología y adquirir habilidades profesionales, te recomendamos los siguientes programas formativos: