El próximo 5 de noviembre de 2024 tendrán lugar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que enfrentarán a la candidata demócrata Kamala Harris y al candidato republicano Donald Trump. En este artículo repasaremos las claves de esta cita electoral, desde las razones detrás de la fecha, el proceso electoral en sí y el sistema por el que se rige para el conteo de votos y representantes para proclamar un presidente. En este artículo, el alumni del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, David García Pesquera, profundiza en los aspectos más relevantes de estas elecciones y sus implicaciones geopolíticas. Si quieres ser un experto sobre Estados Unidos, te recomendamos el Curso de Experto en Estados Unidos.
Las elecciones presidenciales estadounidenses siempre tienen lugar cada cuatro y años y el primer martes después del primer lunes de noviembre. Esta cita electoral también es siempre en un año bisiesto y en todos aquellos que son divisibles por 100, como por ejemplo 2016, 2020 (año de la última convocatoria electoral) o este 2024.
El motivo de la fecha es evitar los meses más duros del invierno que dificultan los desplazamientos en muchos Estados. Por su parte, el verano y la primavera fueron descartados dadas las cosechas durante estos meses y su importancia para el sector primario del país.
La elección del otoño y noviembre, por lo tanto, parten de la premisa del fin de la época de cosechas, facilitando así la participación de los agricultores y ganaderos en el proceso electoral. A su vez, la fecha dentro del mes facilita que la jornada no tenga lugar ni en Acción de Gracias ni el día 1 de Todos los Santos.
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La fecha de las elecciones viene fijada desde 1845, lo cual justifica claramente la importancia que el mundo rural y la agricultura y ganadería tenían en la participación política de la sociedad norteamericana de la época. En cuanto a la elección del martes, este día aglutinaba el mayor consenso, ya que el fin de semana y en concreto el domingo se descartó por motivos religiosos y el miércoles por razones comerciales mientras que el martes ganó la pugna al permitir desplazamientos internos de los electores durante el lunes.
El Congreso aprobó la ley federal que constituye el supermartes, de forma que se unificaron las fechas electorales en todos los Estados y así la votación en los primeros, cuyos resultados eran conocidos pronto, no tenía influencia en los restantes por ejercer el sufragio.
Esta norma está más que vigente, ya que antes en cada estado las votaciones se llevaban a cabo en días diferentes, siempre dentro de los 34 días anteriores al primer miércoles de diciembre, lo cual era un fracaso.
Estados Unidos fue la primera democracia liberal del mundo contemporáneo. Sin embargo, la elección del presidente aún sigue la idea de los padres fundadores. Hay voces que piden reformas, ya que muchos consideran su metodología desfasada en comparación con otras democracias liberales de Occidente.
Proceso para elegir a los candidatos en Estados Unidos
La campaña electoral empieza tiempo atrás con las primarias de cada partido y la elección de su candidato a la presidencia. Las dos grandes formaciones políticas, el Partido Demócrata y el Partido Republicano, conforman sus proyectos alternativos para liderar la candidatura de su partido.
En Estados Unidos, el debate abierto en los partidos es visto como algo natural y no se ocultan las discrepancias internas como debilidades de una formación política. Precisamente el hecho de que solamente dos partidos opten a presidir el país desde siempre garantiza la existencia de corrientes de opinión distinguidas entre sus militantes.
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En esta campaña electoral de 2024, tanto Joe Biden como Donald Trump se alzaron con la victoria en las primarias de sus respectivos partidos. En el caso de Trump, dejó atrás a un gran número de aspirantes republicanos, muchos de los cuales pusieron fin a sus campañas antes de que se emitiera siquiera un solo voto. Por su parte, Biden solo tuvo que enfrentar una oposición nominal.
Sin embargo, y tras un debate electoral en el que se mostró dubitativo, débil e inconsistente, Biden se retiró de la campaña y cedió su puesto a la hasta entonces vicepresidenta Kamala Harris. La candidata buscó la nominación de los demócratas y todo el partido unió fuerzas en torno a ella para solucionar una situación de colapso preelectoral.
Una vez claras las candidaturas, ambos seleccionaron a sus binomios presidenciales de cara a la contienda. Trump anunció en julio que había seleccionado al senador por Ohio JD Vance y Harris anunció en agosto que su compañero de fórmula sería el gobernador Tim Walz, del Estado de Minnesota.
Circunscripciones y compromisarios
Las circunscripciones electorales en Estados Unidos son los propios Estados. Por lo tanto, son 50 en total más el Distrito de Columbia, donde se encuentra la capital Washington D.C. En 48 de las circunscripciones y en Columbia, el ganador de la contienda se lleva todos los compromisarios. Todos los votos restantes se registran, pero no obtienen representación.
La excepción la aportan los Estados de Maine y Nebraska, que dividen sus votos. Así pues, dos compromisarios son para el ganador del voto popular, mientras que los restantes se otorgan a los ganadores de cada distrito interno. Esto se debe a que en Estados Unidos las leyes electorales son estatales y no nacionales. Por su parte, el distrito de Columbia, pese a no ser oficialmente un Estado, participa como tal desde 1961 tras la aprobación de la vigesimotercera enmienda a la Constitución.
El número de compromisarios que cada Estado aporta al recuento es proporcional a su volumen poblacional. Así pues, el Estado más poblado que es California (con aproximadamente 39 millones de habitantes) elige a 54 delegados, el segundo es Texas que cuenta con 40 y el tercero es Florida y sus 30 compromisarios.
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Así hasta Alaska, Delaware, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Vermont y Wyoming, que cuentan con la menor representación, 3 compromisarios, a los que se les suma el Distrito de Columbia, que dada su especificidad no puede superar este número mínimo legalmente.
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos, por lo tanto, no se ganan directamente en las urnas, sino en el Colegio Electoral. Esto significa que este órgano, compuesto por los 538 compromisarios en total, se encarga de elegir al presidente tras los comicios. De esta forma, y atendiendo a las mayorías parlamentarias, el candidato debe obtener 270 compromisarios a favor de su candidatura.
Los llamados «electores» eligen al presidente en el Colegio Electoral. Aunque los votos estén claros, no hay un veredicto definitivo hasta que emiten su decisión. La Constitución no exige que los electores voten por el candidato elegido por el voto popular de su estado.
Sin embargo, los electores suelen ser del mismo partido. Algunos estados sí exigen que sigan el voto popular. Si un elector vota por otra persona, puede ser multado. También podría ser descalificado y reemplazado por un elector sustituto. En algunos casos, podría enfrentar un proceso judicial en su estado.
Las tendencias electorales son muy claras en algunos Estados. Su composición sociológica e idiosincrasia sitúan a uno de los dos grandes partidos como el favorito absoluto desde hace varias décadas. Es el caso del Partido Demócrata en California, Nueva York o Nueva Jersey o el Partido Republicano en Texas, Arkansas o Alabama.
Sin embargo, hay un conjunto de Estados que presentan ligeras variaciones porcentuales entre procesos electorales que marca la diferencia en términos de la victoria y su representación a consecuencia. El término empleado para describir este comportamiento electoral es el de swing states o Estada bisagra. Dentro de estos distinguimos dos grupos de cara a estas elecciones.
Por un lado, hay 7 Estados clave en esta contienda que marcarán el futuro del resultado dado lo ajustado que se prevé según las encuestas. Estos son Michigan, Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Wisconsin, Nevada y Arizona. Aquí se reparten en total 93 compromisarios, es decir, el 17%. Algunos de estos Estados conforman el cinturón industrial del norte de Estados Unidos en el entorno de los Grandes Lagos, mientras que otros se ubican en la mitad sur y cuentan con algunas de las ciudades más importantes del país como Phoenix o Atlanta.
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Por otra parte, encontramos los Estados púrpuras: Ohio, Florida y Iowa. En estos tres se han producido dos victorias republicanas y dos demócratas en los cuatro últimos procesos electorales. Por lo que dados los colores para representar a ambas formaciones políticas (azul demócrata y rojo republicano) se emplea esta terminología de púrpura.
Sin embargo, estos tres Estados parecen ser feudos claros para Donald Trump, destacando el apoyo del voto latino en Florida. Además, en Ohio siempre ha ganado el candidato que triunfa a nivel nacional, excepto en la última elección, donde Trump ganó, pero gobernó Biden.
Resultados de las elecciones de Estados Unidos y toma de posesión
Debido a la gran extensión del país y los cuatro husos horarios existentes, los resultados electorales pueden tardar hasta varios días en ser contabilizados y confirmados. Por lo general, se proyecta al ganador la noche de las elecciones en noviembre, cuando termina el conteo de los votos de los ciudadanos. Pero, como se ha expresado antes, la decisión final depende de los votos del Colegio Electoral. Este proceso ocurre a mediados de diciembre, cuando los electores se reúnen en sus Estados.
Dado el sistema electoral estadounidense, puede ocurrir que un candidato gane en voto popular, pero pierda la elección. Es el caso de Hillary Clinton en 2016 contra Donald Trump. Por ello resulta fundamental para ambos partidos concentrar el voto en los feudos y garantizar un buen desempeño electoral en los Estados clave.
La toma de posesión oficial del presidente de Estados Unidos tiene lugar el 20 de enero del año siguiente, en este caso de 2025. La única excepción con la que se produce el 21 es si el día 20 cae domingo. Se organiza un acto multitudinario en Washington D.C. en el Capitolio. El presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos toma los juramentos del vicepresidente y presidente electos y este último realiza su discurso inaugural. Posteriormente, un artista de reconocido prestigio interpreta en directo el himno de Estados Unidos.
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