Lo que se vive hoy en Sudán es el resultado de años de alianzas oscuras, economía de guerra y ausencia de Estado. En ese escenario, Hemedti emerge como una figura clave del caos. En este artículo, Francisco Javier Cabello explica cómo construyó su imperio de poder desde Darfur.
Tras un asedio de cerca de un año y medio caía en manos de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) la localidad de Al-Fasher, la única que permanecía leal al gobierno sudanés en toda la región de Darfur, consolidando el control de las RSF sobre toda esta región sudanesa.
Comenzaron entonces a llegar a nuestros hogares noticias de horribles masacres cometidas por las RSF, llevando el foco de la atención internacional situado en Oriente Medio, Ucrania o el mar Caribe a África.
Las imágenes de Sudán nos indignaron. También nos indignó el ver al líder de las RSF usando como vehículo de mando un supuesto VAMTAC Uro (no era un VAMTAC español sino un Namr emiratí).
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Pero, ¿quién es el hombre que lidera las RSF? ¿Quiénes financian su ejército? ¿Quiénes arman, entrenan y en definitiva patrocinan la guerra de «Hemedti» y sus hombres contra el gobierno de Jartum?
Un mosaico de etnias y confesiones
Sudán es uno de los países más complejos de gobernar. Como muchos países africanos, el reparto colonial unió bajo una misma frontera a un variopinto mosaico de pueblos con distintas maneras de entender la vida e incluso, distintas confesiones.
En términos religiosos, el país quedaría dividido en el momento de su independencia, grosso modo, entre un norte musulmán y árabe y un sur subsahariano de carácter cristiano y animista.
En términos económicos, la industria petrolera se concentraría al sur, así como la agricultura mientras en el norte quedaría la ganadería y la industria minera, especialmente el oro.
Las diferencias religiosas quedaron «subsanadas» con la independencia de Sudán del Sur en 2011 después de dos largas guerras civiles.
En una de estas guerras civiles nacieron las RSF, inicialmente conocidos como Janjaweed, eran el brazo armado del gobierno y de la élite árabe sudanesa para hacer una limpieza étnica en la región de Darfur. Para ello se valieron de pastores nómadas árabes que comenzaron a hostigar a pueblos subsaharianos como los fur, zaghawa o masalit.
En este contexto no tardó en destacar la familia Dagalo, liderada por Hemedti. Los Dagalo no tardaron en hacerse con el control de la milicia y en estar en buenas relaciones con Jartum gracias al control de varias minas de oro.
La conexión de Hemedti con Emiratos Árabes y Wagner
La mediación de Qatar acabó con el conflicto en torno a 2012. Esa zona de África, por su ubicación geográfica acabó convirtiéndose en un interesante tablero de juego para toda clase de actores, tanto estatales como no estatales.
En el contexto de la paz, los Janjaweed se integraron en las Fuerzas Armadas sudanesas como las RSF, pero esa fusión quedó a medias, llegando a conservar Hemedti una amplia autonomía.
Esta autonomía en el mando, permitió al paramilitar sudanés entrar en contacto con los Emiratos Árabes, con quien hizo importantes negocios. Dubai es una de las grandes plazas donde se vende oro en el mundo y Dagallo amasó una gran fortuna vendiendo ahí su oro.
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Las intervenciones militares de Emiratos Árabes Unidos en Libia y Yemen permitieron a «Hemedti» estrechar lazos con sus socios emiratíes, ofreciendo a las RSF para luchar estas guerras.
«Hemedti» también tuvo tiempo de estrechar lazos con el Grupo Wagner operando de la misma manera, vendiendo su oro en Moscú, consiguiendo entrenamiento y armas.
De esta manera, «Hemedti» conseguiría convertir su desharrapada milicia en una fuerza de combate competente con experiencia de combate.
Hemedti: de señor de la guerra a aliado clave en el tablero geopolítico africano
En 2018, estallan en Sudán una serie de revueltas tras eliminar el presidente Omar al-Bashir los subsidios al trigo y el combustible. Las revueltas recuerdan a la Primavera Árabe y se saldan como en el vecino Egipto: el ejército muestra la puerta de salida al dictador y asumir el poder de manera interina.
El antiguo ministro de Defensa, Ahmad Awad ibn Auf, asumiría la presidencia y el civil Abdullah Hamdok asumiría el puesto de primer ministro. En 2021, un nuevo golpe de Estado colocaría al frente del estado sudanés al general Abdel Fattah al-Burham como presidente y a Mohamed Hamdan Dagallo como vicepresidente.
En 2023, los dos hombres fuertes de Sudán decidieron acabar el uno con el otro. Hemedti lanzó a sus hombres sobre Jartum, pero acabó fracasando y sería expulsado de sus últimos bastiones en la capital, lo que le hizo retirarse a Darfur.
Es en ese intento de reforzar su control sobre Darfur donde debemos de encuadrar la reciente ofensiva sobre Al-Fasher y es en violento pasado de «Hemedti» contra los pueblos subsaharianos de la región donde podemos encuadrar la violencia desatada por las RSF sobre la población civil de Al-Fasher.
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Y es con sus contactos con los Emiratos Árabes que le suministra armas y mercenarios colombianos, señores de la guerra como el general libio Haftar, con los mercenarios de Wagner (aunque parece que Rusia ha decidido apostarlo todo a Burham) y al tráfico de oro como podemos explicar que dos años después de su intento fallido de tomar Jartum, Dagallo sea capaz de poner en jaque al estado sudanés.
¿Qué planea «Hemedti»?
Para concluir, está claro que «Hemedti» puede desear en un corto plazo una congelación del conflicto, convirtiendo a Darfur en un estado bajo su mando, lo cual es una noticia peligrosa pues eso puede implicar que Dagallo lleve a cabo una verdadera limpieza étnica o genocidio sobre la población subsahariana para dar más cohesión a ese estado.
Quizás su idea sea reconstruir sus milicias, fortalecerse y comenzar una cuarta guerra civil sudanesa o quizás forzar un acuerdo donde salve la autonomía de sus fuerzas (uno de los pilares de su influencia política junto con su control de las minas de oro) toda vez que el gobierno constate que no puede solucionar este asunto de manera militar y negociar un reparto del poder más conveniente a sus intereses.
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