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Diez años después: ¿primavera o invierno árabe?

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

El próximo 17 de diciembre se cumplirá una década de la inmolación de Mohamed Bouazizi en Túnez, suceso que marcó el comienzo de la Primavera árabe. En este artículo te explicamos qué ocurrió entonces en cada país y hasta qué punto las movilizaciones supusieron un cambio.

¿Qué fue la Primavera árabe?

La conocida como Primavera árabe fue una serie de protestas, revoluciones y estallido social sin precedentes en los países del Norte de África y Oriente Próximo. Dichas protestas reclamaban mayor democracia, el fin de la represión y amplias reformas.

Todo comenzó en Túnez el 17 de diciembre de 2010, cuando Mohamed Bouazizi, vendedor ambulante tunecino y universitario de 26 años, se inmoló como protesta ante el hostigamiento policial en la ciudad de Sidi Bouzid. Este hecho que puede parecer aislado desencadenó una serie de protestas en el país que en poco tiempo se extendieron por muchos otros.

Viendo el ejemplo de Túnez, la oleada de manifestantes se reprodujo en otros países, dando lugar a protestas en Egipto, Libia, Siria, Bahréin, Yemen y, en mayor o menor medida, todos los países del Norte de África y Oriente Medio.

Las protestas se produjeron tras años acumulando discrepancias contantes con la situación gubernamental de los países. En plano general, los líderes contra los que se iniciaron las revueltas llevaban muchos años en el cargo y ejerciéndolo de una forma tajante conteniendo cualquier tipo de manifestación contraria. A su vez, se reclamaban democracias sólidas y libres, con amplias reformas para mejorar la calidad de vida de los habitantes, ahogados por la crisis financiera, el paro y la falta de libertades.

Sin embargo, las consecuencias fueron muy diversas en cada uno de los países, dándose desde guerras civiles hasta triunfos parciales de las protestas pasando por revoluciones ciertamente exitosas.

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¿Como impactó la Primavera árabe por países?

La Primavera árabe en Túnez

Como comentamos anteriormente todo comenzó y también acabó en Túnez. Este país es el único en el que el triunfó la Primavera árabe con la Revolución del Jazmín. Este movimiento estuvo liderado por los hombres jóvenes en su mayoría y marcó un antes y después en el Mundo Árabe. Las protestas se cobraron la vida de alrededor de 100 personas, pero lograron desestabilizar al gobierno y la caída del dictador Zine El Abidine Ben Ali el 14 de enero de 2011 tras 23 años en el poder.

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Este hecho supuso un antes y después ya que nunca se hubiera esperado que un dictador árabe iba a sucumbir ante su pueblo. El impulso animó a otros pueblos a confiar en que la caída de sus líderes era posible.

En ese mismo año 2011, se celebraron elecciones para una Asamblea constituyente y los tunecinos impulsaron una nueva Constitución que incluía medidas como la prohibición de la tortura y la protección de la libertad de expresión y de reunión, además de establecer una comisión de “la verdad y la dignidad” con condenas a ex altos cargos responsables de violaciones de los Derechos Humanos.

Sin embargo, como profundizaremos más adelante y te contamos en este artículo el continúo retroceso democrático en el país pone en peligro la única transición democrática considerada “exitosa” tras la Primavera árabe.

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La Primavera árabe en Egipto

Egipto fue el primer país que reaccionó ante lo ocurrido en Túnez, concretamente con la Revolución del 25 de enero de 2011 contra el dictador Mubarak. Esta se conoce como “Revolución de los Jóvenes” e, inspirada por la Revolución del Jazmín, pedían lo mismo que los tunecinos. Las fuerzas de seguridad reprimieron duramente las protestas cuyo epicentro fue la Plaza Tahrir de El Cairo. Esta primera oleada de protestas dejó 840 fallecidos y más de 6.000 heridos en solamente 18 días.

La consigna bajo la que se alentó a los ciudadanos a salir a la calle era “Pan, libertad y justicia social”. En un principio se reivindicaban derechos económicos y políticos, pero luego todas las proclamas apuntaban al presidente Mubarak y a la salida de su gobierno. Tras ser abandonado por el Ejército del país, Mubarak cayó el 11 de febrero de 2011, tras 30 años en el poder. Ante esto, los manifestantes ensalzan la figura del Ejército coreando que junto al pueblo son uno.

Sin embargo, el Estado profundo sigue presente y los conflictos entre milicia y civiles no tardan en surgir. Ante las nuevas elecciones se legalizaron partidos y organizaciones anteriormente prohibidos, incluido los Hermanos Musulmanes, organización islamista liderada por Mohamed Morsi, que ganó los comicios con el 45% de los votos y se convierte en nuevo presidente del país.

Podemos considerar que la Primavera Árabe en el país se extiende hasta años más tarde, concretamente hasta julio de 2013, cuando el jefe de las Fuerzas Armadas Abdul Fattah Al Sisi dio un Golpe de Estado contra Morsi y desde entonces gobierna el país de forma autoritaria.

Es decir, cuando los egipcios derrocaron a Mubarak no sabían que, de alguna forma, cambiaban un dictador por otro. Tras la victoria de los Hermanos Musulmanes en las primeras elecciones tras las protestas y el siguiente golpe de Estado militar de al-Sisi da un golpe de estado con ayuda del ejército ha vuelto a la represión.

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La Primavera árabe en Libia, Siria y Yemen

En otros casos, la situación ha colapsado el país llegando a situaciones de guerra civil. En Libia se desataron protestas contra el régimen de Muamar Al-Gadafi, dirigente del país desde 1969.

Las protestas llevadas a cabo para derrocar la dictadura fueron reprimidas con dureza por parte del mandatario, que no dudó en emplear la violencia desatando una guerra civil entre sus partidarios y las fuerzas que pedían su cese.

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Meses después, en agosto de 2011, cayó Trípoli y el régimen de Gadafi se tambaleaba, solo resistiendo con Sirte, su gran bastión. El 20 de octubre de 2011 es cazado por un convoy de tropas rebeldes y atacado hasta la muerte, con imágenes muy gráficas del dictador desangrándose en medio de un grupo jaleando.

En el caso de Siria, las protestas contra Bashar Al Assad comenzaron el 15 de marzo de 2011 y recibieron reprimendas violentas que terminaron por desatar una guerra civil que todavía persiste en la actualidad.

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Dicha guerra ha generado la mayor crisis de refugiados del siglo XXI, con más de 11 millones de desplazados. Los bandos iniciales incluían las fuerzas leales al presidente y los rebeldes. Sin embargo, dichos rebeldes no permanecieron cohesionados y existen múltiples sensibilidades en cuanto a objetivos a lograr para derrocar al presidente.

Si observamos Yemen el fondo de la cuestión es similar, se desatan movilizaciones en enero de 2011 contra el presidente Alí Abdulá Salé tras tratar de modificar la Constitución para poder estar de forma vitalicia en el poder.

Las protestas se extienden hasta que Salé cae en febrero de 2012. Ante la promesa de una transición justa y ordenada, llega al poder Al Hadi, que ve como en 2014 los rebeldes hutíes se levantan contra él en apoyo a Salé que busca retomar el poder, inciándose así una guerra civil que persiste en la actualidad.

La Primavera árabe en Marruecos, Jordania, Argelia, Bahreiní e Irak

Las protestas en estos países se desarrollaron de una forma muy similar, fueron consistentes y reclamado cambios profundos. En todos estos países se producen reacciones a lo ocurrido, con protestas mayores que provocan cambios constitucionales, cambios gubernamentales y un cambio en el discurso o relato de cara a los ciudadanos.

Es llamativo el caso de Bahréin, que tras varias respuestas policiales a las movilizaciones, los manifestantes apuntaron a la monarquía como objetivo de su reivindicación, con el rey Hamad bin Isa al Jalifa. La respuesta de las autoridades ha sido violenta y consiguió frenar el movimiento manteniendo el estatus que existía en el país.

Se acusó a Irán de estar detrás de todo para impedir el gobierno sunita, ya que la familia reinante en Bahréin es sunita mientras que la mayoría de la población del país son chiítas.

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Podemos definir lo ocurrido en Bahréin como aquella Primavera árabe que puedo ser y nunca fue, ya que existían las condiciones previas esenciales para un triunfo de los cambios estructurales que se pedían. Sin embargo, la respuesta ha sido contundente con detenciones a opositores, encarcelaciones y torturas a detenidos.

En el resto de países no mencionados, las protestas han sido menores o se han dado ciertos cambios a la acción gubernamental para sofocar los movimientos.

Primavera árabe: ¿supuso un cambio real?

Tras más de una década, podemos analizar el balance de lo ocurrido vista la situación actual.

Si analizamos que Túnez es el único caso de éxito parcial de las movilizaciones, las conclusiones no son muy positivas de todo lo que los movimientos trajeron al Mundo Árabe. El éxito de la revolución tunecina no es absoluto, pero sí que contrasta con los desastres del resto de movimientos realizados.

En Túnez sigue habiendo represión y falta de libertades, pero existe un factor muy favorable a su progresiva democratización. No es un país en el centro de la lucha geopolítica ni que destaque por sus ingentes recursos naturales, por lo tanto, la intervención o el posicionamiento de grandes potencias extranjeras no influye en la política interna de la misma manera que en otros países.

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Si nos vamos al plano general para aportar conclusiones, la situación no es mejor que cuando inició la Primavera árabe, es más, en muchos casos es infinitamente peor. Algunos expertos como el profesor de Harvard Noah Feldman, denomina este período de revueltas como “Invierno Árabe”, ya que considera que “la Primavera Árabe ha empeorado la vida de mucha gente”.

En ninguno de estos países sede de las Primaveras árabes se han dado elementos esenciales para que la transición democrática prospere, tales como medios independientes con periodistas competentes y valientes, creación de partidos laicos, sindicatos libres y, sobre todo, mujeres comprometidas e implicadas en el cambio social.

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Las guerras civiles en varios países manifiestan una voluntad absolutamente contraria a lo que la ciudadanía deseaba y representan la desesperación de los gobernantes por seguir en el poder sofocando una situación ya límite.

Además, esa inestabilidad ha favorecido nuevos actores en los conflictos, tales como grupos terroristas. En todas las guerras civiles existe un tercer actor en forma de organización terrorista que aprovecha el caldo de cultivo que esto supone, destacando el papel del ISIS en Siria.

Por otra parte, estos episodios de la Primavera árabe ponen en primer plano varios factores: la reacción en cadena y la influencia de potencias extranjeras.

La reacción en cadena es lo que causó un mayor fortalecimiento para todos los pueblos árabes, considerando que estaban haciendo lo correcto. Se parte de un pensamiento de: si en este lugar están defendiendo esto y estoy de acuerdo, a lo mejor no es algo tan remoto y somo más los que lo compartimos y queremos manifestarlo. De esta forma, la cadena de protestas fue tan numerosa y con tantos bloques en común, ya que los problemas estructurales del Mundo Árabe son similares.

La influencia de potencias extranjeras es fundamental para entender estos conflictos, ya que ninguna guerra tiene todos sus elementos ajenos al exterior, siempre hay apoyos, bandos e intereses. En este caso, los recursos naturales y la lucha por la hegemonía condicionan muchos de los conflictos, como por ejemplo el petróleo en Libia.

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El balance en general negativo de lo que ha supuesto la Primavera árabe se basa en sus resultados y en que Occidente no supo aprovechar los buenos propósitos en su favor. Sin embargo, fue una demostración histórica de que los pueblos árabes también se levantan contra lo que no desean y son capaces de reclamar cambios profundos y perder el miedo a las posibles consecuencias.

La Primavera árabe fue la revolución nunca deseada o no finalizada de la forma pretendida, pero sentó un precedente sobre el que trabajar el Mundo Árabe, deseoso de democracia y libertad.

Expertos como Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano, consideran que una década es poco tiempo para juzgar el éxito o fracaso de un proceso transformador de dimensiones históricas. Estos últimos años hemos seguido viendo protestas inspiradas en la Primavera árabe en estos países -aunque con menor intensidad- por lo que una dinámica similar podría repetirse en los próximos años si se dan las características propicias para ello.

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