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Cómo analizar un golpe de Estado

Análisis

Alejandro López Canorea
Alejandro López Canorea
Coordinador de Descifrando la Guerra (@descifraguerra), profesor y antropólogo por la Universidad Autónoma de Madrid, Complutense de Madrid y de Alcalá. Ponente y tutor académico en diferentes universidades en España. Además es analista de política internacional y biólogo. Desde 2020 lleva analizando las dinámicas geopolíticas mundiales desde Descifrando la Guerra, con énfasis en las guerras de Ucrania y Afganistán, temas sobre los que ha publicado varios libros.

Las claves para analizar un golpe de Estado por Descifrando la Guerra, medio que participa en la docencia del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute.

En un análisis de conflicto geopolítico habrá situaciones en las que se hará esencial realizar una revisión de algunas dinámicas de movimientos internos entre los actores locales que no queden contempladas en el juego entre actores regionales y globales. En este sentido, el movimiento geopolítico o los cambios de régimen se encuadran en escenarios de competición por alianzas, recursos e intereses económicos que se traducen en movimientos por lealtades políticas apoyadas en pretextos globales.

El factor “tumultoso” es clave para forzar cambios en el poder y/o régimen especialmente en regímenes autoritario, Haya alternancia en el color del poder o no, uno de los principales factores en la ruptura es el consenso -o falta del mismo- en torno a política de Estado relacionada con la geoestrategia, Defensa y Política Exterior.

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En regímenes “turnistas” respecto a la política de Estado se puede provocar un cambio mediante la promoción de base o en un sector partidista que se vea apoyado en la base social para contrapesar el consenso de las estructuras de Estado invariables. En regímenes autoritarios y/o “no turnistas” esa promoción puede venir de cuadros reformistas de la élite o de grandes movimientos de masas.

Cuando no existe un consenso de Estado, es posible promocionar la ruptura de las estructuras de Estado a través de milicias, poniendo de ejemplo el conflicto intra-chií de Iraq. También puede realizarse a través de partidos, poniendo de ejemplo la promoción de partidos antieuropeístas ante el Brexit.

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Otra opción es la promoción de movimientos de base que apoyen el partidismo como ocurrió con las protestas en Iraq y Pakistán o entre otros sectores Ejército como sector garante de la estabilidad. Aquí es donde mencionamos concretamente los golpes de Estado, que se pueden apoyar en la defensa de las élites o de las bases.

Tanto las guerras civiles como la insurgencia suponen diversas desviaciones de estos escenarios hacia un extremo de ruptura. La acción exterior para fomentar o parar estas dinámicas forma parte de la competición por cambiar regímenes. A lo largo de la historia podemos encontrar diferentes ejemplos como las revoluciones de colores, intervención de la OTAN en Yugoslavia y Libia, Estados Unidos en Iraq o CSTO en Kazajistán.

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¿Qué es un golpe de Estado y qué tipos existen?

Un golpe de Estado es una herramienta al alcance de los actores locales para forzar un cambio en el statu quo dentro del reparto del poder en el Estado entre los diferentes sectores poblacionales o políticos. Entre los resortes del Estado más relevantes para que la construcción del mismo esté realmente cohesionada, se encuentran el Ejército y las fuerzas de seguridad.

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En procesos de construcción de un Estado posteriores a una guerra civil que no hayan tenido como resultado la imposición por una de las partes (es decir, resultado de una victoria aplastante o capitulación), la unión de las milicias y asimilación de brazos armados a las instituciones es un procedimiento crítico en la consolidación de la transición.

El papel de las Fuerzas Armadas será clave para garantizar que se lleven a cabo los traspasos de poder pactados por el régimen entre sectores políticos (partidos) o élites, según el reparto establecido. La subversión de este traspaso de poder o de su continuidad constituirá un golpe de Estado según lo establecido en la legislación. Tanto para analizar un golpe de Estado, un análisis de un conflicto geopolítico o un análisis riesgo-país, es muy relevante el estudio de la Constitución nacional.

Además, esta subversión se puede dar de manera mucho más sencilla con el favor mayoritario del estamento militar, ya sea a nivel coyuntural frente a las políticas del sector sobre el que se dirige el golpe (forzar una sucesión en el poder) o a nivel rupturista frente a las políticas consensuadas a nivel de Estado (forzar un cambio de régimen o un cambio geopolítico).

Cuando es uno de los poderes del Estado el que busca purgar a otro mediante su subversión, fuera de los procedimientos consensuados, en lugar de una fuerza externa a alguno de esos poderes del Estado, se denomina autogolpe.

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Un golpe de Estado puede adoptar diferentes formas en función de cuál sea el poder del Estado que canaliza la subversión del orden establecido, siendo el poder ejecutivo el más focalizado como objetivo a desviar. El golpe de Estado puede ir también dirigido contra otros poderes del Estado, como el Parlamento, o realizarse desde el mismo fuera de sus procedimientos consensuados, lo que se denomina golpe parlamentario y golpe constitucional mediante interpretaciones de diferentes vías de destitución de gobiernos, presidencias o disolución de parlamentos pudiendo no emplearse la fuerza (golpe blando y lawfare). Suele ser de gran importancia en golpes blandos contar con la lealtad de las fuerzas armadas, pero el factor principal es que el poder destituido no cuente con fuerza para revertir la imposición, independientemente de si el golpe es militar o no.

Para consolidar el nuevo status quo tras un golpe de Estado es necesario establecer un periodo de transición en el cual los actores locales perpetradores del mismo expandan las políticas o procesos que querían imponer hacia los sectores del Estado que no controlaban en el momento del golpe de Estado. Así, si no se atiende al principio de cohesión, se acentúa notablemente el riesgo de ruptura.

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Algunos casos interesantes de estudio de golpes de Estado son el golpe de Estado en Turquía en 2016, golpe de Estado en Bolivia en 2019, golpe de Estado en Túnez en 2021, golpes de Estado en Sudán en 2020 y 2021, golpes de Estado en Malí en 2020 y 2021, golpe de Estado en Perú en 1992, golpe de Estado en Rusia en 1993, golpe de Estado en Myanmar en 2021 y golpe de Estado en Chad en 2021. 

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Diferencia golpe de Estado vs. Insurgencia

La construcción del Estado requiere de un consenso mínimamente amplio entre los principales actores locales participantes en el mismo, con los sectores socio-políticos cooperando en la unidad de las diferentes estructuras que lo compondrán. La ruptura de estas estructuras o su falta de cohesión durante la construcción (en nuevos Estados o en transiciones de régimen) son factores que favorecen la ruptura de la convivencia social.

Los componentes étnicos, nacionales, religiosos o económicos suelen servir de catalizador de dinámicas rupturistas si la cohesión en Estados mixtos no está bien construida o consolidada por la marginación política de actores locales de relevancia. Uno de estos catalizadores de mayor fuerza es el ánimo de cambiar el componente del Estado-nación o el Estado mixto sin un arreglo político entre las partes.

La ruptura política y social suele retroalimentarse y puede pasar por varias fases (cada conflicto lleva las suyas propias y no necesariamente es un camino lineal) como la división social intercomunitaria, la violencia intercomunitaria, la división institucional comunitaria, los procesos independentistas, la construcción de milicias, la consolidación de territorios comunitarios de facto, la limpieza étnica o política y la guerra civil.

La insurgencia puede representar una fase de combate dentro del proceso miliciano de violencia intercomunitaria, ya sea desde respectivos territorios controlados de facto o desde una posición no institucionalizada (generalmente frente a un Estado representado en su mayoría por otras comunidades).

La promoción de cualquiera de los procesos mencionados puede servir como método de guerra híbrida o injerencia política, ya que favorece la ruptura interna de la cohesión mediante la atracción de uno o más de los actores locales, siendo la insurgencia uno de los ejemplos más llamativos.

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Algunos casos interesantes de estudio sobre insurgencia son la Pilarización de los Países Bajos, construcción política de Sudán del Sur, segmentación política de Bélgica, segmentación política de Bosnia y Herzegovina, ruptura social en Ucrania 2004-2015, institucionalización de Hezbollah, relación entre sectores políticos-armados del Eje de Resistencia (especial interés en Irak y Gaza) y desarrollo del conflicto norirlandés.

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