A comienzos de diciembre de 2023 el Gobierno de Maduro celebró un referéndum consultivo sobre la anexión de Esequibo, uno de los territorios más ricos en recursos naturales de la región disputado con Guyana desde el siglo XIX. En este artículo el analista y alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Roberto Mansilla, analiza los intereses de Caracas y Georgetown en el Esequibo y de otros actores internacionales como Cuba, Rusia o Estados Unidos.
Las tensiones entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Cooperativa de Guyana por el control del territorio Esequibo —cuya soberanía es reclamada por ambos países desde 1966— dió un giro copernicano 3 de diciembre de 2023 con la realización de un referéndum consultivo no vinculante. Este estaba organizado por las autoridades venezolanas en ese territorio en disputa.
La consulta fue aprobada el 23 de octubre de 2023 por el Consejo Nacional Electoral (CNE), principal organismo electoral en Venezuela, siendo inmediatamente rechazada por la vecina Guyana. Según datos del CNE, con un 51% de participación (más de 10 millones de personas) se registró una media de 97,7% de votos afirmativos en las cinco preguntas de esta consulta. No obstante, otras fuentes informativas dan cuenta de una elevada abstención y cómo este escenario puede complicar las expectativas del presidente venezolano Nicolás Maduro ante futuras citas electorales como los comicios presidenciales previstas para 2024.
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Este referéndum supone un instrumento inédito que altera las vías de negociación existentes ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para la resolución del tema Esequibo. Las autoridades venezolanas pretenden así aplicar una iniciativa unilateral que encamine su soberanía sobre el Esequibo creando un nuevo Estado, denominado «Guayana Esequiba». De esta forma, iniciarían un proceso de nacionalización de los aproximadamente 120.000 habitantes del Esequibo, en su mayoría pertenecientes a la etnia aborigen arawak. Dos días antes de celebrarse el referéndum, la CIJ, si bien no declaró expresamente su rechazo de la consulta, consideró que la solución sigue siendo la negociación entre Caracas y Georgetown.
Fuera del foco de atención en las últimas décadas, el tema del Esequibo ha sido repentinamente utilizado por el presidente venezolano Nicolás Maduro para imprimir una agenda propagandística de calado nacionalista con la finalidad de aumentar su popularidad y sus opciones de reelección presidencial en 2024.
Sin embargo, existen otros factores de mayor impacto económico y geopolítico establecidos en torno al control de esferas de influencia en este corredor estratégico que va del Mar Caribe al Océano Atlántico y el norte de América del Sur. Desde 2015, Georgetown viene acelerando concesiones de explotaciones petroleras y gasíferas a multinacionales extranjeras ante los recientes descubrimientos de yacimientos en la plataforma marítima en torno al Esequibo. Esta plataforma albergaría más de 11.000 millones de barriles de petróleo, un 0,6% de la producción mundial, lo cual le otorgaría a Guyana el control de una riqueza vital. Caracas ha denunciado la ilegitimidad de estas concesiones guyanesas.
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Las raíces históricas de la disputa del Esequibo: un conflicto heredero de la colonización
El Esequibo es una disputa histórica que data de tiempos de la colonización española en la entonces Capitanía General de Venezuela. Tras la definitiva independencia venezolana de la Gran Colombia (1830) y a instancias de Gran Bretaña, el explorador británico de origen alemán Robert Hermann Schomburgk delimitó en 1840 una serie de líneas divisorias de este territorio de casi 160.000 km². Esto provocó la disputa por su soberanía entre Venezuela y Gran Bretaña, para la época potencia colonial de la entonces denominada Guyana Británica desde su anexión de ese territorio en 1814.
La conocida como «línea Shomburgk» reclamaba cerca de 80.000 km² adicionales a los 51.700 km² de la entonces Guyana Británica. En 1886 se publicó una nueva versión de esa delimitación reclamando más territorio.
En 1895, Estados Unidos entra en escena invocando la conocida como «Doctrina Monroe». Con ello, denunciaba la ampliación territorial británica y recomendaba que la disputa se resolviera en un arbitraje internacional. Esto llevó al Laudo Arbitral de París de 1899, que determinó la soberanía británica del territorio. Dicho Laudo estaba conformado por cinco jueces, dos estadounidenses en representación de Venezuela, dos británicos y el árbitro Federico de Martens, de origen ruso.
Un hecho significativo ocurrió en 1949 cuando el abogado estadounidense Severo Mallet-Prevost —parte de la defensa de Venezuela en el Laudo Arbitral de París— hizo público un memorándum en el que denunció que el laudo fue una «componenda política» y que los jueces no fueron imparciales. Esta declaración propició que Venezuela fijara posición oficial denunciando la invalidez de este Laudo considerándolo como «nulo e írrito» argumentando sus derechos legítimos de iure como heredero de las posesiones territoriales de la antigua colonia española, aunque manteniendo su posición de alcanzar una solución amistosa. Por su parte, Londres siempre defendió la validez de ese Laudo amparándose bajo el principio del uti possidetis juris como instrumento jurídico para consolidar la anexión del Esequibo como territorio británico.
La presión de Caracas finalmente dio sus frutos con la firma del Tratado de Ginebra en 1966 entre Venezuela y Gran Bretaña que, al mismo tiempo, certificó la independencia de Guyana del mandato británico. Toda vez se acordaba desconocer la frontera anterior en el Esequibo y se acordaba una solución negociada. Tras un período de cuatro años, en 1970 Venezuela, Gran Bretaña y Guyana firmaron los Protocolos de Puerto España (Trinidad y Tobago) que determinaron el congelamiento de las negociaciones por un período de doce años sin modificar el status quo. Al cumplirse este plazo en 1982, Venezuela volvió a intensificar la presión diplomática para solucionar la controversia ante la CIJ, con efectos hasta ahora infructuosos.
Tras un breve interregno de cierta cordialidad en las relaciones entre Caracas y Georgetown entre 2004 y 2013 durante el mandato de Hugo Chávez en Venezuela, a partir de 2018, Venezuela y Guyana retomaron las negociaciones ante la CIJ. No obstante, en abril de 2023, la CIJ dictaminó en contra de las nuevas objeciones presentadas por Venezuela sobre sus derechos en el Esequibo.
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Los intereses geopolíticos de Venezuela y Guyana en el Esequibo
Volviendo al contexto 2023, la política guyanesa de conceder licitaciones de explotación petroleras provocó la respuesta venezolana de convocatoria del referéndum así como presiones de índole militar, con movimientos de tropas en dirección a la frontera con el Esequibo. El ministro de Defensa venezolano, el general Vladímir Padrino, amenazó con «una respuesta contundente y proporcional» en la que se preparaba «para todo tipo de escenarios». Por su parte el presidente guyanés Irfan Ali respondió que Georgetown «no cederá ni una pulgada de territorio» esequibo.
En medio de estas tensiones abordaremos los respectivos intereses geopolíticos de los dos países en disputa del territorio (Venezuela y Guyana) así como de otros actores indirectos, pero con implicación (Brasil, Cuba, China, Rusia y Estados Unidos) que entran en juego dentro de sus respectivas alianzas con Caracas y Georgetown.
Venezuela
La posición oficial de Venezuela en lo relativo al Esequibo ha sido considerar ese espacio como «territorio en reclamación» argumentando la validez del Acuerdo de Ginebra de 1966 y sus «legítimos derechos de soberanía» sobre el territorio.
Históricamente, Caracas, que estaría reclamando su soberanía sobre lo que actualmente constituye aproximadamente un 70% del territorio guyanés, ha buscado resolver esta controversia limítrofe ante instancias internacionales. Por otro lado, Venezuela también ha instado a la presencia británica en las negociaciones, aspecto que Londres ha progresivamente desestimado a favor de su excolonia Guyana.
Los diferentes gobiernos venezolanos han interpretado el tema Esequibo desde una perspectiva más ideológica e incluso emocional, muy probablemente con la intención de no perder popularidad y evitar cualquier tipo de malestar dentro de la sociedad venezolana. A pesar de la polarización política y social interna en Venezuela tras la llegada del «chavismo» al poder en 1999, el tema Esequibo genera, a grandes rasgos, un clima de cierto consenso entre las fuerzas políticas y la opinión pública venezolanas. No obstante, tras el referéndum, Maduro aprobó una Ley Orgánica de Defensa de la Guayana Esequiba, un instrumento que revelaría intenciones de atajar críticas internas atizando el «patriotismo».
Por otro lado, a nivel político y diplomático, Caracas ha manifestado una posición mucho más reactiva, tendiente a depender de las decisiones del CIJ al mismo tiempo que excesivamente “nacionalista». Esto ha entorpecido una visión más racional de los intereses guyaneses. Prueba de ello son los movimientos militares venezolanos hacia el Esequibo que amenazan con dar curso a una escalada militar más allá de los roces diplomáticos con Guyana.
En cuanto al equilibrio militar, Venezuela mantiene una visible superioridad sobre Guyana. Con la consulta unilateral, Maduro busca un instrumento de presión y disuasión intimidatoria hacia su vecino guyanés. Según datos del Banco Mundial utilizando fuentes del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) y del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Caracas aumentó en 2022 su gasto militar a un 0,65% del PIB cuando este índice en 2021 fue del 0,31%.
La cifra de efectivos en las Fuerzas Armadas venezolanas se calcula en 343.000 soldados (datos de 2020). Por su parte, el gasto militar de Guyana en porcentaje del PIB fue del 0,57% en 2022, menor del 1,00% de 2021. Son 3.000 los efectivos activos que tienen las Fuerzas Armadas guyanesas (datos de 2020). Con el referéndum sobre el Esequibo, Maduro intenta tomar la iniciativa en dos ámbitos:
- El interno con la intención de marcar la pauta hacia las presidenciales 2024, pero, al mismo tiempo, erigiéndose históricamente como el único presidente venezolano que adoptó una posición propia sin depender del CIJ.
- El internacional rompiendo la baraja aplicando una alternativa unilateral de presión y disuasión intimidatoria hacia Guyana con el objetivo de obstaculizar las licitaciones de explotación como, al mismo tiempo, hacia la CIJ para que tome en serio las demandas históricas venezolanas sobre el Esequibo.
Esta perspectiva es patente ante el tono cada vez más contundente e incluso agresivo que Caracas está adoptando sobre la legitimidad del referéndum y la “ilegitimidad” guyanesa en materia de licitaciones. Ha incluso establecido mecanismos de presión hacia la CIJ, cuestionando su capacidad legal para intervenir y suspender la consulta de Maduro sobre el Esequibo. La apuesta venezolana, como sus consecuentes riesgos, se observa tan ambiciosa como impredecible, más enfocada en los mecanismos de un juego «suma cero».
Guyana
Por su parte, Georgetown apuesta por su condición de facto como poseedor de soberanía sobre el territorio amparándose en lo estipulado en el Laudo de 1899 y desconociendo las demandas venezolanas en torno al Acuerdo de Ginebra.
Guyana ha aplicado una estrategia diplomática más asertiva a la hora de dilatar la negociación ante el CIJ. Esto le ha permitido abrir canales de concesión de explotación a multinacionales extranjeras de los recursos naturales del Esequibo, en especial forestales, minerales y ahora energéticos en la plataforma marítima. Esto reavivó la disputa con Venezuela en 2015 y la multinacional Exxon Mobil, beneficiada por esas licitaciones guyanesas, encontró yacimientos de petróleo en el Esequibo.
Desde entonces, y con la participación de la estatal guyanesa SISPRO Inc, Georgetown ha concedido licitaciones en los bloques de explotación a compañías como TotalEnergies, Repsol, Exxon Mobil, Qatar Energy, Malaysia’s Petronas, Anadarko Hess y la estatal china CNOOC, entre otras. Esto le ha conferido a Guyana una súbita dimensión de riqueza petrolera y proyección internacional a pesar de ser uno de los países más pobres del continente. Las expectativas de explotación de crudo se cifran en 700.000 barriles diarios para 2025.
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A finales de octubre de 2023, Guyana hizo público un nuevo hallazgo significativo de petróleo en el denominado Bloque Stabroek (en el que opera ExxonMobil) así como la concesión de nuevas licencias de extracción a varias compañías internacionales. La multinacional Exxon ya informó que espera producir para 2027 la cantidad de 1,2 millones de b/d de petróleo y gas en ese Bloque.
A diferencia de Venezuela, Guyana se ha enfocado en aspectos específicos más propios de la real politik como la ampliación de la plataforma continental y marítima del Esequibo para impulsar su desarrollo económico vía licitaciones extranjeras. Esto ha permitido coartar el acceso directo venezolano hacia el Océano Atlántico vía Esequibo. Con mayor eficacia y habilidad diplomática, Georgetown ha concentrado la atención hacia un problema más de carácter marítimo que territorial, que es como lo percibe Venezuela.
En cuanto al contexto geopolítico analizado ante la perspectiva de una escalada militar con Venezuela, debe recordarse que Guyana forma parte de la Commonwealth, un aspecto que eventualmente le permitiría tener apoyo tanto británico como de países angloparlantes en el Caribe.
Por otro lado, Georgetown ha formado una alianza esencial con los países que forman parte de la Comunidad del Caribe (CARICOM) que le ha permitido obtener apoyos caribeños para presionar directa e indirectamente a Venezuela incluso en el marco del Sistema de Seguridad Regional, un mecanismo de seguridad colectivo. Existen también precedentes históricos de fricción en cuanto a la delimitación de las aguas marinas y submarinas, en la cual algunos países caribeños han salido perjudicados en el pasado en sus respectivos diferendos marítimos con Venezuela.
El esquema de licitaciones y concesiones energéticas ha favorecido a Guyana a la hora de disponer de mecanismos ventajosos de venta de crudo a precios preferentes a países caribeños, un factor que reforzaría esa alianza guyanesa en el Caribe. La apuesta de Maduro vía militar y referéndum también provocó una reacción favorable a Guyana por parte de la OEA, denunciando las «tácticas intimidatorias» del mandatario venezolano.
Los intereses geopolíticos de otros actores internacional en el Esequibo
Cuba
Otro actor es Cuba, aliado estratégico venezolano desde la llegada de Chávez al poder, pero que también ha mantenido estrechas relaciones de «amistad y cooperación» con Guyana desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países en 1972. Estas relaciones cubano-guyanesas alcanzaron un nivel de notable intensidad tomando en cuenta el modelo de «socialismo cooperativo» guyanés vigente entre 1964 y 1992. Georgetown ha apoyado en foros internacionales las denuncias de Cuba contra el embargo estadounidense, al mismo tiempo que la sintonía de ambos países también se ha establecido a través del Movimiento de los «No Alineados».
Si bien ha atendido las históricas demandas venezolanas en torno al Esequibo, La Habana ha buscado manejar equilibrios en el marco del CARICOM y la OEA con la finalidad de evitar un posicionamiento formal inalterable en torno a la crisis entre Caracas y Georgetown.
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No obstante, la escasez energética en la isla caribeña, las dificultades de suministro del crudo venezolano en los últimos tiempos, registrando una caída del 19% en octubre con menos de 700.000 b/d, el clima de semi-normalización de relaciones entre Estados Unidos y Venezuela, las expectativas del republicano Donald Trump de volver a la Casa Blanca en las presidenciales 2024 (con su política de más sanciones contra La Habana) y los recientes descubrimientos de yacimientos vía licitaciones guyanesas podrían abrir nuevos escenarios que obliguen a La Habana a fijar una nueva posición en torno al tema Esequibo, quizás más enfocada en atender igualmente los intereses guyaneses.
El actual contexto de encarecimiento del precio del crudo (92 dólares estadounidenses por barril para octubre) ante las guerras en Ucrania y Gaza muy probablemente persuada a Cuba y otros países dependientes del petróleo venezolano a ver con mayor atención el esquema de licitaciones energéticas de Guyana.
Rusia
A priori con menos incidencia, Rusia también entraría en esta ecuación geopolítica en torno al Esequibo. Destacan sus relaciones de alto nivel con Venezuela en materia diplomática, geopolítica y energética. No obstante, la posición oficial de Moscú ante el conflicto en el Esequibo ha sido la de elevar su solución ante las instancias internacionales, evitando la escalada de tensiones, principalmente militares. Con ello, el Kremlin ha marcado una prudente distancia en esta controversia.
Con sus matices, pero observándolo desde la perspectiva de sintonía geopolítica entre Caracas y Moscú, la iniciativa del referéndum de Maduro recuerda el precedente impulsado por Rusia en Crimea y el Donbás a la hora de encajar estos territorios. También se produjeron vía referéndums consultivos, dentro de la Federación rusa aunque, en el caso Esequibo, sin una invasión militar de por medio como la que desde 2022 observamos en Ucrania.
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De este modo, la iniciativa de Maduro pareciera reproducir en el Esequibo una especie de «modelo Crimea»previamente ensayado en Ucrania y ahora «exportable» a aliados exteriores rusos. Como se señaló anteriormente, la reciente ley de defensa de la Guayana Esequiba, aprobada en primera instancia por la Asamblea Nacional venezolana (controlada por el «chavismo»), recuerda igualmente el paquete de leyes aprobadas por el Kremlin para silenciar las críticas internas sobre la guerra en Ucrania.
Así mismo, el Kremlin podría también observar sus propios objetivos estratégicos en torno a Guyana: ejercer presión hacia Georgetown para posicionar a sus empresas energéticas (Gazprom, LUKoil, Rosneft) dentro del apetecible mercado que se abre en la plataforma marítima y submaritima en torno al Esequibo.
Estados Unidos
A pesar de cierto distanciamiento inicial sobre el problema, pero manteniendo la óptica de resolución vía CIJ, Washington ha adoptado recientemente una posición más favorable a los intereses guyaneses ante el referéndum unilateral de Maduro. Como hemos visto anteriormente, destacan la presencia de multinacionales estadounidenses (Exxon Mobil) en las licitaciones petroleras guyanesas. Aun así, han sido frecuentes las tensiones en las relaciones de la Casa Blanca con el gobierno de Maduro.
Más de dos décadas de «chavismo» en el poder en Venezuela han provocado una alteración de los tradicionales equilibrios geopolíticos hemisféricos de Washington. Al distanciarse de Estados Unidos, tradicional socio energético y geopolítico venezolano, tanto Chávez como su sucesor Maduro han apostado por orientar su atención a favor de rivales estratégicos de Washington como Cuba, Rusia, China e Irán, entre otros, en aspectos militares, políticos y energéticos.
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Este contexto, a priori, definiría una mayor predisposición por parte de Washington a la hora de atender los intereses guyaneses ante cualquier expectativa de un escenario bélico o de tensiones limítrofes con Venezuela. Guyana así lo ha entendido y por ello ha solicitado formalmente una mayor cooperación por parte de Estados Unidos en materia de seguridad vía ejercicios militares conjuntos para proteger sus intereses en el Esequibo.
Pero Washington también tiene intereses propios en Venezuela, especialmente en materia energética. Tras el comienzo de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, ante las distorsiones del mercado petrolero internacional y la necesidad de solucionar la crisis económica venezolana, Maduro ha apostado por el esquema de apertura petrolera donde también las multinacionales estadounidenses (otra vez Exxon Mobil, pero también Chevron Texaco) están beneficiándose vía licitaciones.
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