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María Corina, el nuevo rostro de la oposición en Venezuela: ¿podrá derrotar a Maduro en 2024?

Análisis

Roberto Mansilla Blanco
Roberto Mansilla Blanco
Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Con experiencia profesional en medios de comunicación en Venezuela y Galicia. Entre 2003 y 2020 fue analista e investigador del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, IGADI (www.igadi.org). Actualmente colaborador en think tanks (esglobal) y medios digitales en España y América Latina. Redactor Jefe en medio Foro A Peneira-Novas do Eixo Atlántico (Editorial Novas do Eixo Atlántico, S.L) Actualmente cursa el Máster de Analista de Inteligencia en LISA Institute.

En 2024 Venezuela celebra elecciones presidenciales. Un panorama político cambiante, sobre todo en los últimos años que, sumado a otras fuerzas opositoras, podrían hacer caer el férreo mandato de Nicolás Maduro. Entre las nuevas caras destaca María Corina Machado, legitimada por el electorado a través de las elecciones primarias en octubre de 2023. En este artículo el alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Roberto Mansilla Blanco, explica las principales características del perfil de Machado así como los cambios que podría liderar en el panorama internacional.

El panorama político venezolano se ha visto súbitamente alterado durante el pasado mes de octubre por tres acontecimientos clave que pueden definir el rumbo del país a corto y mediano plazo, en particular con vistas a las elecciones presidenciales de 2024. 

El primer acontecimiento sucedió el 17 de octubre en la isla de Barbados. Allí, representantes del gobierno de Nicolás Maduro y de la plataforma unitaria de la oposición acordaron, entre otras disposiciones, una hoja de ruta electoral para encaminarse hacia las presidenciales 2024. Este acuerdo provocó que Estados Unidos suavizara algunas de las sanciones que mantiene desde hace casi una década contra el gobierno de Maduro.

El segundo evento llegó cinco días después, el 22 de octubre de 2023, cuando 2,3 millones de venezolanos participaron en la celebración de las elecciones primarias para elegir una candidatura unitaria de la oposición hacia las presidenciales 2024. La abrumadora victoria de la candidata María Corina Machado (partido Vente Venezuela) con el 93% de los votos no fue una sorpresa, pero sí lo fue la elevada participación a pesar de que el proceso electoral tuvo que sortear varios obstáculos que incluso amenazaron con su suspensión. 

Inhabilitada en julio de 2022 por la Contraloría General venezolana para ejercer cargos públicos hasta 2030 bajo acusaciones de presunta «traición a la patria», razón que le impediría inscribir su candidatura presidencial para 2024, Machado se erige ahora como el nuevo rostro que lidera la oposición pero ante un horizonte repleto de incertidumbres. 

Una semana después de las primarias, el 30 de octubre de 2023, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dictaminó la ilegitimidad y posterior suspensión del proceso de las primarias. Esto provocó fuertes reacciones desde la oposición, que consideró esta decisión como una violación de lo acordado en Barbados. Entonces, el gobierno estadounidense de Joe Biden anunció su intención de reconsiderar el levantamiento de las sanciones contra el gobierno de Maduro mientras la Unión Europea mostró su preocupación.

El tercer acontecimiento tiene un carácter más colateral en lo concerniente al equilibrio de fuerzas políticas entre Maduro y la oposición. Un día después de las primarias opositoras, el 23 de octubre de 2023, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la realización de un referéndum consultivo, previsto para el próximo 3 de diciembre, sobre la soberanía venezolana en torno al territorio Esequibo. Desde 1966, Esequibo es un punto de disputa y reclamos territoriales con la vecina República Cooperativa de Guyana.

Este referéndum ha generado sorpresa y confusión tanto a nivel nacional como internacional, mientras que afloran las tensiones diplomáticas e incluso militares entre Venezuela y Guyana. Los analistas interpreta la consulta como una estrategia de Maduro para fomentar una agenda propagandística nacionalista que opaque las primarias opositoras y marque el rumbo para la reelección del actual presidente venezolano en 2024.

¿Quién es María Corina Machado? La nueva líder de la oposición en Venezuela

María Corina Machado no es una personalidad desconocida para el mundo político tanto venezolano como internacional. En 2002 fundó la ONG Súmate, orientada a defender los derechos de participación política y monitorear la transparencia electoral en Venezuela, de la que ha sido directora ejecutiva. Su figura comenzó a generar cierta atención en el exterior cuando, en mayo de 2005, Machado fue recibida en la Casa Blanca por el entonces presidente estadounidense George W. Bush. La visita dio a entender que Washington ya venía siguiendo con atención (y probablemente apoyando) su trayectoria.

Desde entonces, Machado ha intensificado su propia agenda política dentro de los diversos espacios construidos por la oposición venezolana. En 2010 fue elegida diputada para la Asamblea Nacional. En 2012 creó el partido Vente Venezuela y se presentó, sin éxito, para liderar la candidatura unitaria opositora en unas elecciones internas en las que salió vencedor Henrique Capriles Radonski (Primero Justicia)

De orientación liberal y de centro-derecha con reminiscencias del thatcherismo y del reaganismo, Machado ha mostrado una actitud de oposición radical a los gobiernos de Hugo Chávez y de Maduro. Ha marcado una posición de inflexibilidad a la hora de negociar con el chavismo, en contraste con la estrategia adoptada en los últimos años por algunos líderes políticos opositores venezolanos ante los recurrentes fracasos por «salir de Maduro». Prueba de esta actitud radical de Machado fue su impulso en 2014 de una serie de protestas ciudadanas denominada «La Salida». 

En 2015 tensó la cuerda con Maduro al ser aceptada como representante alterna de Panamá ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Con ello, denunció las presuntas violaciones de derechos humanos del gobierno de Maduro y que hoy están siendo investigadas en la Corte Penal Internacional (CPI) Esto dio paso a su expulsión como parlamentaria y a un acérrimo proceso de persecución política en su contra.

Esta condición de opositora radical al chavismo le ha otorgado a Machado una imagen de consecuencia con sus ideas, granjeándole notables dosis de popularidad dentro de la sociedad venezolana. No obstante, también ha recibido críticas y posiciones encontradas desde sectores opositores más proclives al pragmatismo y la negociación con el gobierno. Convencida de ser la alternativa política contra Maduro, en los últimos años Machado ha realizado una intensa campaña orientada a recorrer todos los puntos del país para conocer los problemas sociales, entrando en contacto con la ciudadanía. 

En el plano exterior, Machado ha venido construyendo una serie de redes de apoyo internacional a través de contactos y vínculos políticos con el Partido Popular VOX en España, el chileno José Antonio Kast, el mexicano Partido de Acción Nacional (PAN) y el ultraliberal argentino Javier Milei. Vente Venezuela es miembro de la Red Liberal de América Latina, RELIAL, entidad que celebró vías redes sociales el reciente triunfo de Machado en las primarias impulsando al mismo tiempo su imagen a nivel hemisférico.

Tras años a la sombra de otros liderazgos opositores (Capriles Radonski, Leopoldo López, Juan Guaidó) Machado asciende hoy al podio como la figura más visible de la oposición venezolana, legitimada ahora por su contundente victoria en las primarias. No obstante, su inhabilitación política y la suspensión de validez de las primarias constituyen los mayores obstáculos que se le presentan para las expectativas de Machado de erigirse como la opción válida contra Maduro.

De cara a las presidenciales de 2024, estos obstáculos podrían implicar que Machado se vea obligada a impulsar otra iniciativa: transferir su candidatura hacia una persona de su entorno político de confianza con la finalidad de preservar su marca electoral y enfrentar  con garantías a Maduro.

La estrategia de Maduro: el Esequibo para dilatar el «efecto María Corina»

El contexto político de las primarias y la victoria de Machado nos lleva a observar los movimientos del otro gran actor político: el presidente Nicolás Maduro. El sucesor de Chávez busca la reelección en 2024 focalizando en tres objetivos específicos: 

  • Despejar por la vía electoral cualquier atisbo de ilegitimidad hacia su mandato iniciado en 2018, tal y como han calificado la oposición y buena parte de la comunidad internacional, en especial Estados Unidos y la Unión Europea.
  • Normalizar el clima político nacional y las relaciones exteriores de Venezuela tras años de sanciones y presiones desde el exterior pujando por una transición democrática.
  • Potenciar una marca política propia madurista y post-chavista que le permita seguir en el poder hasta el 2030. Este año ejerce un efecto simbólico en el imaginario histórico y popular venezolano por conmemorar el bicentenario del nacimiento de la República de Venezuela de las cenizas de la Gran Colombia.

El ascenso de Machado ha sido observado como el principal reto que se le presenta en la actualidad a Maduro, incluso de un calado mayor en comparación con la presidencia interina de Juan Guaidó (2019-2022). Su liderazgo no salió de las urnas como Machado. Si bien controla férreamente el poder en Venezuela, los índices de aprobación de Maduro son muy bajos (10%). Por lo tanto, crecen las expectativas de incremento de la popularidad y de intención de voto a favor de Machado. 

A pesar de ciertos visos de recuperación y de apertura económica tras años de sistemas de controles estatales, la crisis sigue golpeando seriamente al bolsillo de los venezolanos. La depreciación de la moneda nacional ha llevado a una inevitable dolarización de facto de la economía nacional. Si bien se ha reducido significativamente el clima de confrontación política y social propiciando cierta estabilidad y normalización, la candidatura «radical» de Machado puede incrementar la tensión sociopolítica en la medida en que se acerquen las elecciones presidenciales, en principio pautadas para finales de 2024. 

Por ello, Maduro jugará con fuerza la carta de la inhabilitación de Machado para dilatar y erosionar su candidatura y liderazgo dentro de una oposición diversa y a grandes rasgos aún dividida en sus estrategias políticas. No obstante, el desencanto con las opciones anteriores y la frustración de ver aún en el poder a Maduro podría persuadir a la oposición a la hora de convencerse de que la opción Machado es la enésima oportunidad que se presenta para derrotar a Maduro y desbancar al chavismo-madurismo del poder.

Por otro lado, la consulta sobre el Esequibo busca opacar cualquier efecto de popularidad de Machado tras las primarias fomentando un sentimiento nacionalista con claros visos de consolidar la candidatura de Maduro para la reelección presidencial. Así, Maduro pretende utilizar a su favor un aspecto clave y no menos estratégico: el tema del Esequibo genera una incontestable unanimidad política, social e institucional en Venezuela a la hora de defender los históricos derechos de soberanía que tiene este país sobre ese territorio. Una posición nacionalista de la que no escapa la propia Machado.

No obstante, viendo el contexto geopolítico, Maduro no tiene realmente a su favor todas las cartas existentes ante el actual aumento de tensiones diplomáticas y militares con Guyana. Con conflictos en curso en Ucrania, Gaza y las tensiones en torno a Taiwán que ocupan la atención global, difícilmente los aliados más cercanos de Maduro a nivel hemisférico (Cuba y Nicaragua) y exteriores (Rusia, China, Irán) se expondrán a asistirlo militarmente en caso de eventual confrontación armada con Guyana. Fuentes guyanesas dan cuenta de la disparidad a favor de Venezuela en el equilibro de fuerzas militares entre ambos países.

Por su parte, Guyana ha logrado cimentar importantes apoyos geopolíticos en el Caribe vía CARICOM así como con países africanos y otras potencias y actores emergentes (China, India, Rusia) a los que podrían sumarse Estados Unidos (en particular por sus frecuentes tensiones con Maduro). Además del tácito apoyo de Gran Bretaña por la membresía guyanesa de la Commonwealth. Este organismo podría argumentar la necesidad de asistencia para la «legítima defensa» de uno de sus miembros (Guyana) en caso de una posible agresión militar venezolana. Por otro lado, la OEA ya se posicionó atendiendo los intereses guyaneses e instando a Venezuela a solucionar la controversia vía Corte Internacional de Justicia (CIJ). Caracas acusa a Washington de concretar una alianza militar con Guyana.

Por su parte, Machado ha calificado el referéndum de Maduro sobre el Esequibo como una «cortina de humo» y una «maniobra de distracción» ante los problemas económicos nacionales. Pero está por ver si la estrategia de Maduro constituye igualmente una especie de «huida hacia adelante», apremiado por las presiones internas y el descontento social. Con sus matices, Maduro debería analizar las consecuencias que encarnan la posibilidad de una guerra por el Esequibo desde una retrospectiva histórica comparativa, particularmente atendiendo lo que sucedió con la Junta Militar argentina tras invadir las islas Malvinas en 1982. 

Por otro lado, y a pesar de los recientes impasses, Maduro necesita mantener en pie sus esfuerzos de entendimiento con Washington a la hora de procrear la perspectiva de normalización de la situación venezolana. Con ello, también podría finalizar las sanciones atendiendo las demandas de transparencia democrática y electoral. En juego están también las políticas de apertura hacia multinacionales extranjeras (Exxon Mobil, Repsol, ELF, Chevron Texaco) que está llevando a cabo Maduro para la exploración y explotación de petróleo y gas natural en Venezuela. Estas medidas pueden repercutir en una mejora económica que fortalezca sus expectativas de reelección presidencial. Algunas de esas multinacionales como Exxon Mobil también se han beneficiado de las licitaciones de explotación otorgadas recientemente por Guyana.

De la misma forma que, producto de la inhabilitación, Machado podría verse obligada a transferir su liderazgo a una persona de confianza para acudir con garantías a las presidenciales 2024, Maduro igualmente podría buscar tensar la cuerda del conflicto Esequibo para súbitamente degradarlo atendiendo canales diplomáticos para evitar una guerra de consecuencias imprevisibles. Por la vía de la propaganda, Maduro intentaría minimizar los costos políticos de una eventual confrontación con Guyana presentándose ante los venezolanos como un «hombre de paz» que propicia el diálogo y una resolución momentánea del conflicto. Pero, al mismo tiempo, erigiéndose como un «patriota» mientras defendía los derechos soberanos de Venezuela sobre ese territorio vía referéndum.

2024: ¿es posible un cambio político en Venezuela?

Visto en perspectiva y de cara a las elecciones presidenciales surgen las siguientes interrogantes:

  • ¿Qué puede ocurrir en el contexto electoral venezolano 2024? 
  • ¿Maduro se consolidará o también tendrá que atender posibles luchas intestinas de poder? 
  • ¿Podrá participar María Corina Machado o tendrá que impulsar otra candidatura?
  • Finalmente, ¿podríamos asistir a un cambio político tras más de dos décadas de hegemonía chavista en Venezuela?

Fiel a su estrategia de los últimos tiempos, Maduro jugará a la división de las fuerzas opositoras para debilitar la popularidad de Machado. Más allá de las idas y venidas de los diálogos con la oposición desde 2021, Maduro y algunos sectores opositores han venido fomentando un clima de cierta cohabitación tendiente a reducir la polarización y dar curso a la normalización política. Por ello no sería descartable que para las elecciones presidenciales surjan otros liderazgos opositores que desafíen igualmente el «efecto María Corina», argumentando igualmente su inhabilitación.

Una cosa sí parece clara: Maduro busca la reelección como una herramienta vital para la preservación de sus elites de poder. Su pretensión es consolidar una nueva estructura de poder post-chavista madurista, amparada en un establishment político, económico, burocrático y militar que hasta ahora, y al menos circunstancialmente, se ha mantenido unido ante las presiones, principalmente externas. 

No obstante, Maduro no desdeña del pragmatismo si el contexto político se le complica y más ante la posibilidad de avance de una opción tan radical y cada vez más popular como la de Machado, que el chavismo-madurismo observa igualmente como una especie de amenaza existencial. Por lo tanto, no se podría descartar un «golpe de timón» que obligue a Maduro a propiciar el avance de un eventual liderazgo «post-madurista» que no implique un cambio sistémico, sino más bien cosmético. 

En este sentido suena con fuerza el nombre de uno de sus aliados más cercanos: Rafael Lacava, gobernador del estado Carabobo. Una figura ascendente dentro del madurismo con opciones políticas para nada descartables a medio plazo, pero que, vista la correlación de fuerzas existentes dentro del gobierno, también tendrá una fuerte competencia por parte de otros aspirantes. Aquí destacan los tres grandes clanes de poder en Venezuela: el matrimonio presidencial entre Maduro y Cilia Flores; el de la actual vicepresidenta Delcy Rodríguez y su hermano el diputado Jorge Rodríguez; y el de Diosdado Cabello, diputado y vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

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