Alejandro Remesal es Subdirector General de Comunicación Estratégica, Diplomacia Pública y Redes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España y Profesor del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico y del Curso de Experto en Cooperación Internacional para el Desarrollo de LISA Institute. En esta entrada le entrevistamos para conocer su punto de vista sobre el presente y futuro de la comunicación estratégica, diplomacia y la cooperación internacional.
Alejandro Remesal comenzó su andadura profesional como redactor, tanto de prensa como de radio, pasando a editar y convirtiéndose en jefe de prensa a los pocos años. Más adelante, también trabajó como asesor de comunicación interna y externa en el Grupo Renault.
Fue en el año 2010 cuando dio el salto al sector público como Asesor de Comunicación del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Más recientemente, en 2018, le nombraron Director de Comunicación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), donde era responsable de la estrategia de comunicación y la portavocía oficial.
Hoy es Subdirector General de Comunicación Estratégica, Diplomacia Pública y Redes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España y Profesor del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute.
Durante estos años ha colaborado con multitud de revistas como cronista de viajes en más de 30 países, entrevistando a más de 50 personalidades y más de 200 reportajes publicados. Alejandro Remesal es también conocido como Jano y todos sus artículos y libros van firmados como Jano Remesal.
A nivel académico, Alejandro Remesal se licenció en Periodismo, se graduó en Ciencia Política y de la Administración, así como también en Geografía e Historia. A nivel de Posgrado, es Máster en Gobierno y Dirección Estratégica de Organizaciones Públicas, Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación y Máster en Diplomacia y Relaciones Internacionales. Además, pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles de Estado.
Alejandro, empezaste en el mundo de periodismo para pasar a la comunicación (tanto interna como externa) de empresa privada y terminar en el sector público. ¿Qué motivación une estos caminos aparentemente diferentes?
Soy primero periodista y luego funcionario. Y, ante todo, soy periodista. Por ello, mi idea siempre ha sido dirigir mi vocación de servicio público hacia el ámbito de la comunicación.
Siempre he tenido vocación de servicio público, prefiero que mi esfuerzo repercuta en la mejora de mi país más que en la mejora de la cuenta de resultados de una empresa privada. Con todo esto en la cabeza el gran giro de mi vida: entrar de becario en el Ministerio de Exteriores. El resto, lo podéis leer en mi Linkedin.
Hoy, estoy encantado de poder decir que trabajo para una gran compañía llamada España, creo que es la mejor empresa en la que se puede trabajar.
Actualmente eres Subdirector de Comunicación Estratégica, Diplomacia Pública y Redes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España. ¿Cuáles son los principales retos de este trabajo y lo más satisfactorio del mismo?
La Comunicación es la carta de presentación de toda organización, la ciudadanía te conoce a través de tus acciones de comunicación. Somos la web, las redes sociales, los artículos en prensa, el portavoz. Y nos la jugamos sin red. En cualquier otro departamento, si algo sale mal solo se enteran los de la propia organización y los interesados directamente aludidos, una bronca del superior jerárquico y seguimos. Si algo sale mal en Comunicación, puede que abras el Telediario. Si con esta amenaza tu jefe no comprende la importancia de la comunicación, mejor búscate otro despacho.
Como comentas en la Masterclass “Comunicación de crisis: cómo la gestionan los Estados” organizada por LISA Institute, la comunicación estratégica y la gestión de crisis tiene mucho trabajo de “antes”, de identificar tendencias, factores que puedan impactar más en la población, puntos débiles… En este sentido, ¿cuál es el papel o qué pueden aportar los analistas internacionales y geopolíticos o el contar con formación en este campo?
El análisis internacional es imprescindible, tanto en el ámbito público como en el privado, porque forma parte instrínseca del día a día de toda organización. En un mundo hiperglobalizado en el que nos ha tocado vivir, no comprender el contexto internacional significa estar en fuera de juego. Ya no es una opción o un ámbito de especialización, es parte del core de la organización.
No podemos pretender comprar un smartphone muy barato porque es fabricado en China, o que el pan sea muy barato porque el cereal viene de Ucrania, pero a la vez pretender que no nos afecten guerras iniciadas a miles de kilómetros o virus identificados al otro lado del mundo. Para lo bueno y para lo malo, vivimos en un mundo tan grande sobre el mapa como pequeño en realidad.
¿Cuáles crees que son los principales retos a los que los países y gobiernos se enfrentan en materia de Comunicación?
Los momentos de mayor tensión comunicativa dentro del Ministerio de Exteriores se dan cuando ocurren catástrofes humanitarias, ya sean desastres naturales, ataques terroristas o accidentes de envergadura, sobre todo si hay españoles entre los afectados.
Además, una parte importante de la población utiliza las redes sociales como su principal fuente de información, por lo que en momentos de tensión acuden a las cuentas oficiales de Exteriores para saber qué está pasando en el lugar de la catástrofe, y sobre todo para saber si los suyos están bien.
Has de conjugar la máxima rapidez en la respuesta con la absoluta seguridad de que la información que proporcionas es veraz, precisa y pertinente. Existía ya un protocolo de gestión de crisis donde estaba incluida la pata informativa, pero hubo de incluirse un procedimiento específico sobre comunicación en redes sociales en momentos de crisis. También eso es trabajo de un Dircom, por cierto.
Hablando de redes sociales, fuiste el primer Community Manager del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España. ¿Cuáles fueron los principales desafíos entonces?
Durante un total de cinco años, en dos etapas distintas y justo antes de entrar en la AECID, trabajé en el gabinete de prensa del Ministerio de Exteriores, al mando de 4 ministros diferentes. En redes sociales empezábamos de cero, fue una época muy bonita pero a la vez de mucho trabajo. El primer reto fue interno: convencer a los que te rodean de que tener presencia en redes sociales no solo era positivo, sino casi imprescindible.
También el desafío era de cara al exterior: una vez que estás en redes sociales, el flujo de información debe ser constante, y la relación con tu cliente, en nuestro caso la ciudadanía en general, rápida y eficaz. El equipo era pequeño, los medios escasos, pero las ganas muchas. Tuve la suerte de tener una Directora General que apostó de forma clara tanto por las redes sociales como por mí. Dicen que todo consiste en estar en el momento adecuado en el lugar preciso, pero a esa ecuación le falta un elemento clave: coincidir con las personas apropiadas.
A día de hoy, tanto líderes mundiales como instituciones y organismos públicos utilizan las redes sociales como una herramienta más con la que comunicarse con los ciudadanos. ¿Qué oportunidades y riesgos trae esta vía de comunicación?
Las redes sociales aportan dos ventajas competitivas de las que nunca habíamos dispuesto los comunicadores: posibilidad de comunicar sin filtros y posibilidad de interacción con el público objetivo. Ahora damos nuestro mensaje directamente a quien queremos, cuando queremos, sin depender de los media (de ahí su nombre, median) y una vez que damos nuestro mensaje, aquel a quien le llega nos contesta si le ha gustado o no, creamos diálogo. Esto significa muy buenas noticias, pero eso no debe hacernos creer que el objetivo es simplemente tuitear, tener más likes y followers: el objetivo es comunicar eficazmente.
Mi experiencia me ha marcado a fuego varias ideas en lo referente a las redes sociales: son una herramienta, no un fin; don’t feed the troll; haters gonna hate; igual que aquello de “video killed the radio star” resultó ser falso. Las redes sociales tampoco han matado a los medios tradicionales, mi abuela no está en Twitter, o en lo que queda de él y, sin embargo, a mi abuela también debo llegar si quiero que mi comunicación sea eficaz.
¿Hemos aprendido/estamos aprendiendo algo de las crisis actuales de cara a gestionar las crisis del futuro?
Estamos empezando a aprender la importancia de la verdad. La desinformación es una de las amenazas híbridas más serias que afrontamos ya hoy y que seguiremos afrontando en el futuro más cercano. En un contexto marcado por la sobreinformación, por la abundancia de fuentes y la escasez de factchecking, la pandemia de la Covid19 o la guerra de Ucrania nos han dado de bruces con una realidad informativa muy poco esperanzadora: cualquiera puede vender mentiras como verdades, y hacerlo con intereses poco reconfortantes.
¿Qué cuestiones deberían los Estados tener cada vez más en cuenta para defender de forma efectiva la imagen y reputación de un país?
La transparencia. Los Estados no pueden entenderla como solo dar acceso a datos. Esos datos deben ser masticados, elaborados y transformados en información útil para nuestro público objetivo, en el caso de la Administración pública, la ciudadanía. Por ejemplo, el Boletín Oficial del Estado (BOE) en el caso español no es transparencia, es rendición de cuentas. Transparencia es elaborar una nota de prensa reelaborando lo que aparece en el BOE, y difundir esa nota en los canales en los que la ciudadanía está presente. Ir a buscar al ciudadano y darle información veraz, útil e inteligible.
Una vez teniendo esto claro, se trata de contar no todo, pero sí que todo lo que cuentes sea verdad. La reputación va ligada intrínsecamente a la credibilidad, es una línea roja. La reputación se mide hoy en día por el poder blando de un país, es la traducción en imagen de las soft skills que una organización (y un país no deja de ser una organización) posee y quiere poner en valor: fiabilidad, integridad, responsabilidad.
¿Hacia dónde crees que va el futuro de la diplomacia?
Ucrania, y en particular Zelenski, nos demuestra que la diplomacia va, cada vez más, de personalización y escucha. Zelenski se interesa por el interlocutor, y ello le permite darle el mensaje que busca: videoconferencia en el Congreso de España y habla del Guernica… videoconferencia en el Congreso de los Estados Unidos y menciona la Guerra de la Independencia… conocer a fondo al interlocutor es imprescindible en la diplomacia moderna.
Una diplomacia que es además hoy diplomacia pública. Los ministerios de exteriores no son ya nidos de espías, si es que alguna vez lo fueron, son máquinas de vender una imagen positiva, una imagen-país concreta y pensada.
Lord Palmerson exclamó mediado el siglo XIX: “es la muerte de la diplomacia”, cuando vio por primera vez un telegrama. Ahora las las reuniones top secret de la OTAN dan pie a fotos en las redes sociales de la propia organización. Diplomacia pública. Y ello es posible por la tecnología al alcance de todos, por supuesto.
¿Qué conflictos geopolíticos, países concretos, actores o tendencias no debería perder de vista ningún analista internacional de cara a su impacto en los próximos años?
Se habla de Ucrania, de Rusia, de Oriente Medio, de la vecindad sur de Europa… Sin embargo, al final del día, China es siempre el elefante en la habitación. Incluso cuando en cualquier negociación o encuentro internacional de alto nivel no se habla de China, en realidad se está hablando de China. En cuanto a las tendencias, me temo que debo repetirme: la desinformación es el gran caballo de batalla del siglo XXI.
Hablando de desinformación y como periodista de vocación, ¿cuáles crees que son los principales retos actuales del periodismo?
Reinventarse. El periodismo que te cuenta las noticias a primera hora del día siguiente ya no tiene razón de ser. Ya nos enteramos de todo, y gratis, en tiempo real. Por muy lejos que ocurra. El periodismo tiene su razón de ser en el presente, y lo tendrá en el futuro (soy optimista) en el análisis, en el contexto, en la explicación. Se trata de ir un paso más allá, no quedarse en los hechos del momento, sino ligarlos al pasado y proyectarlos al futuro. El periodista que entienda eso, seguirá viviendo del periodismo. El periodista que continúe simplemente dando noticias, terminará trabajando de cualquier otra cosa.
Además de ser Profesor del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, también eres Profesor-Coordinador del Curso de Experto en Cooperación Internacional para el Desarrollo. ¿Qué relación tiene la Cooperación Internacional y la Geopolítica?
La Cooperación Internacional para el Desarrollo es una parte intrínseca de la política exterior de todo país, la cara más amable, de hecho. Tanto es así que en España nuestro ministerio de Exteriores se llama oficialmente de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Lo llevamos en el apellido.
Es decir, no hay geopolítica sin cooperación internacional, igual que no hay fútbol sin balón. La cooperación internacional es un medio, una forma de relaciones internacionales, con sus propios códigos, objetivos y costumbres, pero tan necesaria y vigente como cualquier otra. Por eso, quien no sabe de cooperación internacional, no sabe de geopolítica.
Conoces de primera mano la Cooperación Internacional no solo como Director de Comunicación de AECID sino viviendo, por ejemplo, sobre el terreno la Ayuda Oficial al Desarrollo en Centroaméricas. ¿Explicas y aplicas en el Curso de Experto en Cooperación Internacional para el Desarrollo alguna vivencia personal para aprender de una experiencia como la tuya?
Sí y fue una esas experiencias que también influyeron en mi cambio de rumbo profesional. Un verano me lie la manta a la cabeza y me fui a Guatemala y El Salvador con Asamblea de Cooperación por la Paz. Fuimos a formarnos en Cooperación para el Desarrollo, a analizar proyectos sobre el terreno y a ayudar en lo que pudiéramos. Fue una experiencia que me marcó, que recomiendo a todo el mundo y que hizo prometerme que algún día trabajaría en Cooperación. Parece que no iba desencaminado.
Una vez pude poner todo en práctica en la AECID, un día tuve una experiencia de las que marcan. Ocurrió durante un viaje a un país pobre, muy pobre, de esos que sobreviven un día más gracias en buena parte a la cooperación internacional. Durante ese viaje, solo uno más de los muchos que tuve la suerte de poder realizar durante mis años como Dircom de AECID, mi hijo se puso malo, bronquiolitis, me dijo mi mujer desde Madrid.
Pocas horas antes me habían explicado que la tasa de mortalidad infantil es tan elevada en ese país y otros de su entorno (y por ello tan baja la esperanza de vida al nacer) por culpa de enfermedades perfectamente curables en nuestro cómodo primer mundo: diarreas, picaduras de mosquitos… y bronquiolitis. Los niños en muchos países en vías de desarrollo mueren al contraer un virus que le derive en bronquiolitis por algo tan simple como que no hay oxígeno disponible en los hospitales. No podía dejar de pensar que si mi hijo hubiera nacido en ese país en vez de en Madrid, quizá a esa hora ya estaría muerto.
¿Cuáles crees que son los principales retos de la Cooperación Internacional hoy y cómo ves el futuro?
El resto es pasar de la ayuda oficial al desarrollo, al desarrollo endógeno, hacer cada vez más eso que llamamos cooperación técnica: no dar pescado, sino enseñar a pescar. Cada vez la ayuda ha de ser menos económica y más de expertise, de benchmarking incluso. La cooperación internacional debe acompañar en el desarrollo, pero quien se desarrolla es el país receptor, de ellos debe depender, no del país donante.
Entendiendo la relación entre la Geopolítica y la Cooperación Internacional que comentas en preguntas anteriores, ¿qué perfiles deberían tener nociones de análisis internacional y geopolítico?
Creo que terminamos antes si decimos qué perfiles NO deberían tener nociones sobre análisis internacionales. Siento repetirme de nuevo, pero sin comprender el contexto internacional, no comprendemos el suelo que pisamos, no tendremos la foto completa de lo que nos rodea. Lo que ocurre ahí fuera nos afecta sea lo que sea en lo que trabajemos, sea del sector que sea nuestro negociado. Periodistas, politólogos, financieros, sociólogos, emprendedores, comerciales… Si saben interrelacionar lo que pasa cerca como lo que ocurre lejos, serán un valor añadido de enorme importancia para sus organizaciones.
Para terminar, como Profesor del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, ¿qué destacarías del Máster?
Su eminente carácter práctico, indudable dado el perfil de los profesores, todos en activo, todos profesionales de su campo. No se trata del típico Máster de academia, con tutores que escriben libros pero no los ponen en práctica. Se trata de un Máster moderno, de los que copan su claustro con profesores que, antes de nada, ejercen en su día a día profesional aquello que otros teorizan en libros. De este Máster no se sale siendo un teórico que busque escribir tesis, se sale entendiendo el mundo que te rodea para mejorar el desempeño de las organizaciones en las que trabaje.
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Si quieres conocer más a Alejandro Remesal:
Si quieres saber más sobre sobre Alejandro Remesal, no te pierdas las Masterclass “Cooperación Internacional y Diplomacia Pública” y “Comunicación de crisis: cómo la gestionan los Estados” organizadas por LISA Institute en el contexto del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico.
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Entrevista realizada por:
Paula García Mora. Manager de LISA News. Periodista especializada en Relaciones Internacionales y Comunicación con experiencia en agencia de noticias, periódico impreso y medios digitales. Mi vocación es hacer del mundo un lugar más seguro, justo y protegido a través del análisis y la información.