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El camino de Ucrania hasta la crisis de hoy

Análisis

Marc Català
Marc Català
Alumno del Curso Analista Internacional y del "Curso de Experto en Análisis de Inteligencia" de LISA Institute, estudiante del grado de Relaciones Internacionales y Analista Internacional.

Marc Català, alumno del Curso Analista Internacional y del Curso de Experto en Análisis de Inteligencia, hace un repaso a la historia de Ucrania para entender cómo se ha llegado a la situación actual y ofrecer un contexto para analizar qué puede pasar en un futuro cercano.

Estados Unidos y los países del antiguo lado occidental del Telón de Acero llevan meses haciéndose eco de una posible nueva invasión rusa en territorio ucraniano aumentándose la tensión exponencialmente en las últimas semanas. 

Esto se debería a que Moscú consideraría a su país vecino dentro de su zona de influencia y, como resultaría lógico, que éste virase en su contra resultaría perjudicial para sus intereses geopolíticos en la zona. En este sentido y entiéndelo así, la opción más rápida y fácil de que esto no ocurra sería instaurando un gobierno prorrusia o, directamente, invadiéndola.

Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? Si bien podríamos poner como inicio lógico el “Euromaidán” de 2013 o incluso la “Revolución naranja” de 2004, yo propongo en este artículo retroceder aún más hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991.

Tras la caída del gigante soviético, las repúblicas resultantes adoptaron el sistema capitalista neoliberal que había “ganado” la Guerra Fría llevando a una inmensa parte de la población a sumirse en la miseria más absoluta. Esto afectaría gravemente a las respectivas sociedades y economías, las cuales sufrirían importantes retrocesos. Si bien, aún con las penurias de los años noventa Ucrania ha ido evolucionando a una democracia de estilo occidental no han faltado “baches” en el camino.

En 1995 Leonid Kuchma llega a la presidencia y durante sus mandatos viviría tanto el declive económico (1995-1999) como el inicio de recuperación (2000-2004). Este último periodo, debido a las buenas relaciones que tenía con Rusia y, puesto que Rusia empezaba a “escalar” Ucrania empezaba a hacerlo también. Pero todo empezaría a cambiar a partir del año 2000 cuando el “Escándalo Cassette”, que revelaba una grabación donde el mandatorio ordenaba a secuestrar a una periodista, salió a la luz.

En 2004 ocurría la “Revolución Naranja”, en el contexto de unas elecciones donde Kuchma estaba acusado de corrupción. Esto le haría perder la presidencia entre unos turbulentos comicios frente al bloque pro occidental liderado por Víktor Yushchenko. Éste gobernaría hasta 2010 y acercaría a Ucrania a la Unión Europea y, de “rebote” a Estados Unidos.

Anunciando su retirada, arremetió contra el candidato prorruso Víktor Yanukovich que se presentaba a los comicios de 2010. ¿No les suena ese nombre? ¡Exactamente, fue el presidente depuesto por el Euromaidán!

Aún con sus intentos de entrar en la Unión Europea, estas negociaciones se estancaron por la negativa del gobierno ucraniano a liberar a dos disidentes. Durante su mandato, el PIB ucraniano se disparó un 32% como “aliviador” de las tensas negociaciones con la Unión Europea, las cuales no llegaron a materializarse.

Este suceso provocó que los proeuropeístas salieran a la calle pidiendo retomar las negociaciones con la Unión Europea y comenzaran las protestas y manifestaciones conocidas como “Euromaidán” que terminaron por derrocar a Yanukóvich.

Las protestas se intensificaron después de saberse que Rusia hubiera ofrecido ayuda económica a cambio de romper las negociaciones. Como resultado, Yanukóvich fue depuesto y declarado culpable de “alta traición” y fue reemplazado por un gobierno interino pro europeísta y, posteriormente, por un gobierno oficial bajo el mandato de Petró Poroshenko.

Por otro lado, las fuerzas prorrusas no se quedaron de “brazos cruzados” y, vista la dirección tomada, empezaron a mover sus fichas. Dontesk y Lugansk, zonas con un porcentaje muy alto de población rusohablante, vieron este cambio de gobierno como una falta a su integridad. Así decidieron que se autodeclaraban independientes mediante las armas. Crimea por su parte realizó un referéndum de la mano de Rusia para decidir su futuro. El resultado fue la anexión pacífica y nunca fue aceptado por la comunidad europea.

Ambos movimientos, primero el bélico y segundo el pacifista, dieron comienzo a la conocida como Guerra del Donbass, donde cerca de 14.000 personas -la mayoría civiles- perdieron la vida.

¿Habrá nueva invasión rusa en Ucrania?

Y, volviendo al presente, ¿qué hay de cierto en la posible nueva invasión rusa a Ucrania? Las teorías de lo que puede ocurrir -y lo que no- no tienen fin. Algunos hablan del recrudecimiento de la Guerra del Donbass, especialmente en los frentes de Lugansk y Donetsk, zonas que han estado bastante “perjudicadas” estos años.

Otros apuntan a que se está gestionando un golpe de estado por parte de Rusia para deponer al líder ucraniano, el excomediante Volodimir Zelenski, e instaurar un gobierno prorruso. Incluso hay quien apuesta por la entrada del ejército ruso dentro del territorio ucraniano para someterlo al más puro estilo bélico. ¿Podemos fiarnos de alguna de estas perspectivas de futuro?

Desde mi punto de vista, me posiciono en una idea que ha ido perdiendo fuelle frente a las anteriores: la de que no va a pasar nada. Para ello, me he basado en lo siguiente:

Las fronteras de Rusia se han visto amenazadas unas pocas veces desde que Putin llegó al gobierno. Lo más reciente aún suena en nuestras cabezas: la crisis bielorrusa y la kazaja.

La primera de ellas se puso rápidamente en evidencia al descubrirse la conexión con el envenenamiento de Navalny a través de una intercepción de una llamada de dos supuestos agentes extranjeros. Esta teoría se reforzaría a ir desmantelando el servicio de inteligencia ruso nuevas pistas sobre lo ocurrido.

La segunda, todavía reciente, sigue siendo objeto de debate pero algunos empiezan a entrever una mano extranjera como el propio mandatario kazajo advirtió mientras las propuestas se desarrollaban.

Vistas las circunstancias, que Rusia esté preocupada por la seguridad, no de su área de influencia (que también) sino de sus propias fronteras resulta lógica. De aquí que, a la llegada de cargamentos de armas para el gobierno ucraniano pro europeísta, Rusia haya optado por reforzar la presencia militar en sus fronteras, dando pie a que los países occidentales “hagan voces” de una posible invasión rusa.

Hay otro dato más que, desde mi punto de vista, reforzaría la idea de que Rusia no tiene ni planes ni interés en poner un pie dentro de las fronteras ucranianas. Esto, que quizás resulte poco convincente, se vería también respaldado por los propios líderes ucranianos quienes intentaron tranquilizar este martes al país asegurando que la invasión no es “inminente” aunque sí que la amenaza es “real” y, por ello, esperan recibir un cargamento de equipamiento militar de Estados Unidos para reforzar sus defensas.

E incluso un candidato opositor tachado de prorruso y acusado de ser el títere que utilizaría el gigante eslavo en caso de un golpe de estado, afirma no poder entrar en Rusia y que los activos de sus empresas ahí siguen confiscados.

De todos modos, resultará muy interesante lo que pueda pasar a lo largo de estas semanas respecto a este tema, así que se deberá estar muy atento a los diferentes movimientos que se realicen y, sobretodo, juzgar cada noticia que nos llegue para no caer en las “Fake News”.

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