La crisis en Myanmar no solo afecta su estabilidad interna, sino que también altera el equilibrio de poder en Asia. Entre la presión de potencias como China, EE.UU. e India, el futuro del país sigue siendo incierto. Los posibles escenarios van desde una fragmentación de facto hasta una transición negociada. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Estratégico y Prospectivo, Miguel Cuesta Hoces, analiza el impacto geopolítico de esta crisis y sus implicaciones globales.
Myanmar tiene una población de alrededor de 60 millones de habitantes, siendo un país de gran diversidad étnica y con una ubicación estratégica clave. A pesar de su gran potencial económico por su situación geográfica, enfrenta una profunda crisis política y humanitaria.
El golpe de Estado de 2021 aumentó la inestabilidad, debilitando aún más la poca legitimidad de la junta militar ante la enorme resistencia de grupos armados, que no han dejado de expandir el territorio bajo su control. Mientras tanto, la oposición opera tanto dentro como fuera del país, mientras las deserciones dentro de la junta y el ejército no dejan de aumentar, dividiendo aún más el país.
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Más allá de su crisis interna, Myanmar es un punto estratégico para el comercio y la geopolítica regional debido a su ubicación entre China e India y su acceso al océano Índico. La evolución del conflicto impactará tanto su futuro como el equilibrio de poder en Asia. Este ensayo analizará la relevancia geopolítica de Myanmar y cómo sus posibles escenarios pueden redefinir el papel de China, la ASEAN y otras potencias como India o EE.UU.
Dinámicas estratégicas actuales en Myanmar
El conflicto armado entre la junta militar y diversos grupos insurgentes ha generado una profunda inestabilidad interna y externa, atrayendo la atención de actores geopolíticos clave.
Internamente, la junta ha perdido apoyo desde el golpe de 2021 y depende cada vez más de la represión. Los grupos armados tienen objetivos variados: derrocar a la junta, establecer una democracia, un Estado federal o lograr la independencia. Algunos han forjado alianzas temporales con la junta o con actores externos como China.
Externamente, China busca estabilidad para proteger sus inversiones, mientras que la ASEAN, con su plan de los Cinco Puntos de Consenso, ha fallado en mediar el conflicto. India intenta evitar una crisis fronteriza y EE.UU. refuerza su presencia en Bangladés.
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China ha apoyado tanto a la junta como a ciertos grupos armados para mantener el equilibrio, pero el auge del tráfico ilegal en la frontera la ha obligado a intervenir más activamente.
Infraestructuras estratégicas como el puerto de Kyaukpyu y los gasoductos permiten a China evitar el estrecho de Malaca y consolidar su presencia en el océano Índico. Ni la ASEAN ni la India logran contener la creciente influencia china, dejando a EE.UU. como el único actor con potencial para alterar la dinámica regional.
Escenarios para Myanmar y la región
La inestabilidad en Myanmar y sus efectos internos y regionales abren la posibilidad de cambios significativos en su futuro. Debido a su posición estratégica y su bajo desarrollo económico, Myanmar es un punto de interés para actores externos. A partir de esto, el país podría verse abocado a tres escenarios principales:
Escenario 1: Estado débil, sin fragmentación oficial
Myanmar mantiene reconocimiento internacional sin estabilizarse. La junta sigue gobernando formalmente, pero en la práctica solo controla ciertas regiones, mientras los grupos armados dominan otras sin declarar independencia.
El país se fragmenta en zonas de control semifijas, donde ninguna facción puede expandirse agresivamente. La incapacidad de imponerse y la presión externa generan un equilibrio inestable.
- India podría apoyar discretamente a grupos cercanos a su frontera.
- EE.UU. fomentaría sus intereses apoyando a la oposición sin intervención directa más allá de la «Ley Birmania».
- China sostendría a la junta para evitar su colapso, pero también respaldaría a ciertos grupos fronterizos para proteger sus inversiones.
Actores clave:
- China: Mantiene influencia en la junta y en grupos armados sin intervención directa.
- India: Evita la fragmentación total, pero sin capacidad para proyectar fuerza.
- EE.UU.: Aprovecha la inestabilidad para erosionar la posición china sin lograr imponer un gobierno alineado a sus intereses.
- ASEAN: Queda debilitada e incapaz de resolver la crisis por falta de consenso interno. ∙ Junta militar: Sobrevive de forma precaria, dependiendo del apoyo chino.
Ejemplos similares: Somalia o Siria, con gobiernos centrales formales, pero con territorios fragmentados. A largo plazo, ¿esta sería la nueva normalidad o acabaría por derivar en un conflicto mayor?
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Escenario 2: transición negociada con presión externa.
Las presiones internas y externas obligan a la junta a aceptar una transición política basada en la Constitución de 2008. Se introduce un sistema híbrido donde los militares conservan parte del poder, mientras la oposición obtiene representación y algunos grupos armados reciben autonomía parcial.
Esto sucedería por la combinación de:
- Presión de China, que busca estabilidad y evitar sanciones.
- Mediación de ASEAN, aunque con un rol limitado.
- Influencia de EE.UU., inclinando el proceso hacia una apertura política.
- Crisis económica y pérdida de control territorial, que forzarían a la junta a negociar antes de colapsar.
Actores clave:
- China: Mantiene su influencia sin intervenir directamente.
- India: Apoya el proceso para evitar la fragmentación y equilibrar la influencia china.
- EE.UU.: Aunque los militares siguen presentes en la política, una apertura democrática reduciría la dependencia de Myanmar hacia China.
- ASEAN: Recupera relevancia como mediadora y estabilizadora de la región.
- Junta militar: Pierde el poder absoluto, pero mantiene influencia a través de un partido político.
Ejemplos: La transición en Tailandia, donde los militares permitieron una apertura política sin renunciar completamente al poder, o Sudán del Sur, donde los acuerdos de paz incorporaron grupos armados.
Aunque este escenario estabilizaría Myanmar, sectores radicales de la junta y grupos armados podrían intentar sabotear el proceso. A largo plazo, ¿podría este modelo híbrido garantizar estabilidad o terminaría erosionándose con el tiempo?
Escenario 3: colapso y fragmentación total
La junta militar colapsa y Myanmar deja de existir como un Estado unificado. Facciones armadas toman el control de distintas regiones, mientras algunas unidades militares se convierten en señores de la guerra.
Sin un gobierno central efectivo, Myanmar se convierte en un Estado fallido, con aumento del tráfico ilegal y riesgo de intervención extranjera.
Actores clave:
- China: Obligada a intervenir para proteger sus inversiones, pero enfrentando altos costos estratégicos.
- India: Sufriría una crisis en su frontera con tráfico de armas y refugiados.
- EE.UU.: Aprovecharía la inestabilidad para erosionar la influencia china, aunque esto traería inseguridad regional.
- ASEAN: Fracasa en su intento de resolver la crisis, lo que podría justificar misiones de paz o ayuda humanitaria.
- Junta militar: Deja de existir como gobierno central y se convierte en una facción más dentro del caos.
Ejemplos: Libia, donde el colapso del gobierno central llevó a la fragmentación del país entre facciones respaldadas por actores externos, o Afganistán, donde la falta de un gobierno efectivo generó una lucha de poder continua.
Myanmar, convertido en un mosaico de zonas en conflicto, se volvería un escenario de competencia entre potencias extranjeras y actores locales. ¿Se consolidaría este orden fragmentado o se desataría una nueva ola de conflictos para tomar el control del país?
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Implicaciones estratégicas para China
China ha mantenido oficialmente una política de no intervención en Myanmar, aunque en la práctica ha apoyado tanto a la junta militar como a ciertos grupos armados. Su frontera extensa con Myanmar está controlada parcialmente por grupos armados que han recibido armas y suministros, al igual que la junta.
Económicamente, Myanmar es clave para Pekín. Sus gasoductos y el puerto de Kyaukpyu permiten evitar el estrecho de Malaca y consolidar la influencia china en el océano Índico, facilitando su acceso al Golfo Pérsico, Irán y África. Sin embargo, la estabilidad del país es crucial para China, ya que sus inversiones han dependido de la debilidad de la junta, que ha estado más dispuesta a conceder beneficios estratégicos a Pekín.
La situación parecía manejable hasta que las redes clandestinas y mafias en la frontera intensificaron el tráfico de personas y otras actividades ilegales, afectando principalmente a ciudadanos chinos. Esto generó tensiones en Pekín, especialmente cuando las autoridades de Yunnan negociaron directamente con grupos armados, ignorando la política central de Beijing.
Ante la incapacidad de la junta para controlar la crisis, China pareció permitir la primera fase de la Operación 1027 como advertencia, al considerar que la junta se estaba beneficiando o no hacía lo suficiente para frenar estas actividades ilícitas. Aunque inicialmente satisfecha con la ofensiva, Pekín presionó por un alto el fuego cuando sus objetivos se cumplieron. Sin embargo, los grupos armados continuaron avanzando, mostrando que China no los controla por completo.
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Mientras tanto, la junta, consciente de su dependencia creciente de China, ha buscado diversificar alianzas con Rusia y Corea del Norte. Pekín, por su parte, enfrenta una situación delicada, especialmente con el regreso de Trump y su renovado enfoque en Asia. EE.UU. ha fortalecido su posición en Bangladesh, que podría convertirse en una plataforma de proyección de poder en la región, ejerciendo presión directa sobre China.
Por ello, Pekín parece inclinarse más hacia la junta, preparando el terreno para una futura negociación en la que EE.UU. podría participar, otorgando legitimidad a los grupos armados y cualquier acuerdo.
China también ha reducido tensiones con India y Australia, lo que le otorga más margen de maniobra. India, con su política de neutralidad estratégica, busca evitar un colapso de Myanmar que desestabilice su frontera y debilite la ASEAN. China tampoco puede permitirse una frontera sur en crisis prolongada.
Sin embargo, una intervención directa sería un arma de doble filo.
- Demostraría fuerza ante otros países, pero también alejaría a socios estratégicos y atraerá el escrutinio internacional, lo que podría beneficiar a EE.UU.
- Beijing sabe que la junta no garantiza estabilidad ni seguridad para sus inversiones y podría colapsar en cualquier momento.
Una ASEAN unida podría limitar la influencia china en la región, pero si se fragmenta, China podría aprovechar la división para consolidar su poder.
Por el contrario, un acercamiento de China a la junta podría incentivar a EE.UU. a negociar, ya que ambas potencias comparten ciertos intereses, como evitar el colapso total de Myanmar y el fortalecimiento de redes criminales. Lograr una resolución con el respaldo de ambas potencias otorgaría legitimidad internacional a cualquier acuerdo, alineándolo con sus estrategias en la región.
Conclusión y reflexión prospectiva
Este conflicto, uno de los más complejos del Sudeste Asiático, no solo afecta a Myanmar, sino que impacta directamente a países clave como India y EE.UU. La inestabilidad puede fortalecer grupos insurgentes internos en India y agravar la crisis de los rohinyás. Por su parte, EE.UU. Podría aprovechar Bangladesh como plataforma estratégica, reforzando su presencia en la región y asegurando acceso a la bahía de Bengala, el estrecho de Malaca y el océano Índico.
La ASEAN, en riesgo de perder relevancia, necesita actuar si no quiere volverse irrelevante ante el dominio chino en la región.
A corto plazo, la situación seguirá estancada, pero en el medio y largo plazo, la creciente debilidad de la junta, los movimientos de China y el nuevo enfoque estadounidense pueden cambiar el equilibrio de poder. Myanmar podría terminar en:
- Una fragmentación de facto, sin división oficial, pero con múltiples zonas bajo control de diferentes facciones.
- Un sistema político híbrido, similar al de Tailandia, donde los militares retienen poder, pero deben compartirlo con actores democráticos.
China jugará un papel clave. Su estrategia determinará cómo la región percibe su liderazgo.
- Una intervención militar agresiva podría fortalecer la ASEAN y provocar una realineación de alianzas en su contra.
- Un enfoque diplomático, con el respaldo de EE.UU. en las negociaciones de paz, podría legitimar su influencia sin aislarla internacionalmente.
El futuro de Myanmar no solo marcará su destino, sino que definirá el equilibrio de poder en el Sudeste Asiático. ¿Será Myanmar el inicio de una nueva estrategia regional o un ejemplo de inestabilidad perpetua?
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