La salud ya no puede tratarse como un gasto secundario, sino como una inversión estratégica con impacto directo en la cohesión social, la estabilidad política y el desarrollo sostenible. En este artículo, la alumna del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Rosalía Fernández analiza cómo la FfD4 de Sevilla marcó un punto de inflexión al proponer una transformación profunda de la arquitectura financiera global, orientada a garantizar la salud como un bien público global y un derecho fundamental.
Ante una era de crisis sistémicas (sanitaria, climática, geopolítica, alimentaria, energética y democrática), la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo (FfD4), celebrada en Sevilla en 2025, lanzó una alerta ineludible: el modelo financiero actual está agotado. Junto con la COP30 y la cumbre del G20, la FfD4 no fue solo un foro técnico, sino el reflejo de un momento político de inflexión que abrió una ventana de oportunidad para repensar el contrato financiero global desde la equidad y el interés común.
La conjunción de estas crisis ha puesto en evidencia los límites del paradigma actual, marcado por la polarización, la desconfianza institucional y las desigualdades estructurales, y ha evidenciado la urgencia de redefinir las reglas del juego para abordar las causas de la exclusión.
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La economista Mariana Mazzucato, figura clave del evento, abogó por abandonar el paradigma centrado en proyectos «bancables» (rentables a corto plazo para el capital privado) y adoptar un enfoque mision-oriented, una estrategia basada en grandes misiones públicas que orientan la innovación y el financiamiento hacia retos sociales compartidos.
Este modelo prioriza el valor de lo público, el derecho a la salud y el rol activo del Estado como motores de cambio estructural.
Resumen ejecutivo
La arquitectura financiera actual, dominada por lógicas de rentabilidad y mitigación de riesgos, es insuficiente para abordar los retos de la salud global. Instrumentos como el blended finance priorizan la atracción de capital privado, relegando sectores esenciales como la salud pública y el fortalecimiento institucional. Este artículo defiende un modelo de finanzas misionales que alinee recursos públicos y privados en torno a objetivos estratégicos, fortalezca las capacidades estatales y garantice el derecho a la salud.
Ejemplos como CEPI, Fiocruz y HERA ilustran el potencial de este enfoque, mientras que iniciativas como COVAX muestran los límites de las lógicas de mercado. Se proponen reformas concretas, desde la reorientación de los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) hasta la creación de fondos soberanos de innovación, con un enfoque en equidad, diversidad y las prioridades del Sur Global. Sin embargo, existe el riesgo de que esta narrativa misional sea cooptada si no va acompañada de cambios reales en la gobernanza global y la participación ciudadana.
La arquitectura financiera actual: una aproximación limitada
El sistema de financiación para el desarrollo, basado en instrumentos como el blended finance, los bonos de impacto social y las garantías para inversión privada, prioriza la rentabilidad financiera a corto plazo. Popularizado por la narrativa de «billones a trillones», este enfoque asume que el desarrollo está limitado por una brecha financiera que el capital privado puede cerrar. Sin embargo, presenta limitaciones críticas:
- Movilización insuficiente: El blended finance, que utiliza recursos públicos para atraer capital privado, ha movilizado cantidades modestas, concentradas en sectores y regiones de bajo riesgo, excluyendo áreas como la salud pública o el fortalecimiento institucional.
- Desbalance de riesgos: Socializa los riesgos (asumidos por el sector público) mientras privatiza las ganancias, perpetuando desigualdades.
- Ausencia de misiones: Se centra en cerrar brechas financieras, ignorando la necesidad de pipelines de inversión orientados a misiones públicas y subutilizando la riqueza pública existente.
La salud es tratada como un riesgo a mitigar, en lugar de un derecho humano a garantizar. Cuando se implementa sin una visión misional clara ni criterios de equidad, el blended finance puede terminar subsidiando la rentabilidad privada en sectores clave como la salud sin garantizar sostenibilidad, equidad ni gobernanza democrática sobre los bienes producidos.
De lo bancable a lo misional: una transformación necesaria en la salud
El enfoque mision-oriented, propuesto por Mariana Mazzucato, reorienta las finanzas hacia objetivos públicos claros, ambiciosos y medibles, como erradicar la tuberculosis, garantizar el acceso universal a la salud mental o prepararse para pandemias. Este modelo implica:
- Liderazgo estatal: Los Estados deben definir prioridades, asumir riesgos y alinear actores (públicos, privados, sociedad civil) en torno a misiones estratégicas.
- Ecosistemas de transformación: En lugar de financiar proyectos aislados, se articulan sistemas completos de innovación que generan valor público a largo plazo.
- Mercados moldeados: En contraposición al market-fixing (corrección de fallos de mercado), el enfoque misional promueve el market-shaping (creación de mercados alineados con el interés público).
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No basta con movilizar más recursos; es imprescindible transformar la lógica que rige su uso, priorizando retornos colectivos en forma de resiliencia, equidad y bienestar.
Salud como bien público global: implicaciones normativas
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) obliga a los Estados a movilizar el máximo de recursos disponibles para garantizar el derecho a la salud. La salud global debe reconocerse como un bien público global, financiado mediante mecanismos colectivos y solidarios, como:
- Fondos globales misionales: Financiación predecible para objetivos sanitarios estratégicos.
- Impuestos internacionales: Por ejemplo, sobre transacciones financieras para financiar salud.
- Condonación de deuda: Reorientar recursos liberados hacia sistemas sanitarios.
La salud no es un gasto, sino una inversión estratégica con efectos multiplicadores en el crecimiento, la cohesión social y la estabilidad política.
Lecciones de la pandemia y la arquitectura sanitaria multilateral
La pandemia de COVID-19 expuso las debilidades de una arquitectura sanitaria basada en la propiedad intelectual restrictiva y la competencia desigual por vacunas. Iniciativas como COVAX fallaron al operar bajo lógicas de mercado y filantropía, logrando una cobertura limitada frente a las necesidades globales.
En contraste, ejemplos como la Coalition for Epidemic Preparedness Innovations (CEPI), que financia vacunas con acceso garantizado, el modelo de producción pública de medicamentos de Fiocruz en Brasil, y el programa europeo HERA (Health Emergency Preparedness and Response Authority), que garantiza acceso equitativo a tecnologías sanitarias críticas, demuestran que es posible articular financiación con lógica misional orientada al interés público. El nuevo tratado internacional sobre pandemias, en negociación en la OMS, ofrece una oportunidad para integrar mecanismos de financiación mision-oriented que promuevan:
- Ciencia abierta: Acceso universal a conocimiento y tecnologías sanitarias.
- Bienes comunes: Producción y distribución equitativa de insumos médicos.
- Capacidades locales: Fortalecimiento de sistemas sanitarios nacionales.
Instrumentación del enfoque misional en salud
Para operativizar el enfoque misional, se proponen las siguientes medidas:
- Reforma de los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD): Priorizar resultados en salud poblacional sobre retornos financieros.
- Fondos soberanos de innovación en salud: Crear fondos públicos con gobernanza multiactor (Estados, científicos, sociedad civil).
- Indicadores de retorno público: Evaluar el impacto social y sanitario de las inversiones, más allá de los retornos financieros.
- Acuerdos regionales: Promover inversiones en salud con lógica misional en regiones como la Unión Africana o Mercosur.
- Fortalecimiento institucional: Proveer financiación estructural (no solo por proyectos) a sistemas de salud pública nacionales.
- Reformas tributarias internacionales: Abordar la evasión fiscal para ampliar el espacio fiscal de los países para invertir en salud.
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Feminismo, ecología y enfoque del Sur Global
La economía feminista critica cómo las lógicas financieras tradicionales invisibilizan el cuidado, la reproducción social y la salud comunitaria. Una financiación misional debe incorporar criterios de equidad, diversidad y transversalidad. Las voces del Sur Global exigen una gobernanza financiera democrática, transparente y alineada con prioridades nacionales, evitando dependencias y deudas insostenibles.
Sin embargo, existe el riesgo de que la narrativa misional sea cooptada por filantropías o think tanks que vacíen su contenido transformador, reduciéndola a meras etiquetas si no se acompaña de cambios reales en gobernanza, rendición de cuentas y priorización del interés público sobre el lucro privado.
Rol estratégico de España
Como anfitriona de la FfD4, España puede liderar esta transición mediante:
- Coalición internacional: Promover una alianza por las finanzas misionales en salud, con actores como la OMS, UNDP y UNCTAD.
- Cláusulas de valor público: Incluir condiciones de impacto social en contratos y banca de desarrollo.
- Observatorios de rendición de cuentas: Crear mecanismos para monitorear inversiones en salud.
- Participación ciudadana: Involucrar a la sociedad civil en el diseño y seguimiento de misiones sanitarias.
- Inversión en sistemas públicos: Priorizar el fortalecimiento de capacidades estatales y sistemas de salud públicos.
El camino a seguir para una arquitectura financiera centrada en la salud
Transformar la arquitectura financiera internacional es un desafío de largo aliento que requiere audacia política, colaboración transnacional y una ciudadanía activa y vigilante. Gobiernos, Bancos Multilaterales de Desarrollo, sociedad civil, academia y movimientos sociales del Sur Global deben confluir en una agenda común que sitúe la salud y el bienestar en el centro del contrato social y económico global.
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La FfD4 de Sevilla puede ser recordada como un punto de partida, siempre que sus postulados se traduzcan en compromisos vinculantes y acciones sostenidas. La salud, como bien público global, no puede seguir siendo rehén del cortoplacismo financiero.
Conclusión
Reorientar la arquitectura financiera internacional desde un enfoque bancable hacia uno mision-oriented es una condición indispensable para garantizar el derecho a la salud en un mundo interdependiente. No basta con movilizar más recursos; es necesario transformar su lógica de uso: de financiar proyectos aislados a construir futuros colectivos sostenibles.
La FfD4 de Sevilla 2025 marcó el inicio de esta transformación, pero su éxito dependerá de cambios reales en la gobernanza global, mecanismos de rendición de cuentas y la participación efectiva de la ciudadanía y los países del Sur Global. Como afirmó Mariana Mazzucato: «No se trata solo de gastar más, sino de gastar de forma diferente. Para crear mercados que sirvan al interés público, no al revés.»
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