De Estambul a Santiago de Chile, pasando por El Cairo o Sarajevo, las series turcas arrasan. Tras su éxito hay algo más que entretenimiento: una estrategia de influencia cuidadosamente tejida. En este artículo, Salvador Iborra, alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute analiza hasta dónde puede llegar el poder de una telenovela.
Egemen Bağış, exministro turco de Asuntos Europeos declaró en 2013 que: «Las telenovelas desempeñan un papel importante en la presentación de la Turquía contemporánea al mundo. Se han convertido en una de las piedras angulares del poder blando turco». En 2025, Turquía presume de su industria de series de televisión. Es el tercer mayor exportador del mundo.
La construcción del éxito de las series turcas
El poder blando está conformado por los valores, productos culturales e ideales que un país presenta al mundo. Su objetivo es influir en la voluntad del resto de Estados y sus poblaciones, sin recurrir al poder duro.
Dicho poder ha sido empleado de diversas maneras a lo largo de la historia. Ejemplos de ello son el patrocinio de Institutos Confucio por parte de China y la globalización de la música europea. También destacan la cinematografía estadounidense y la internacionalización de la cultura manga japonesa.
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En el caso turco, las soap operas o telenovelas se han convertido en un atractivo mundial. Han conquistado regiones tan dispares como Hispanoamérica, los Balcanes, Oriente Medio o África. El ascenso de la industria de las series de televisión turcas coincide con el giro que el país hace en los 2000. Una década marcada por un gran crecimiento económico, la apertura del proceso de adhesión a la Unión Europea y la democratización del país.
Con la llegada al poder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan, Turquía formula una estrategia de política exterior orientada a un papel más activo de Ankara. Busca expandir su influencia y asentarse como una potencia central y pivote en su región. Con la política de «Zero problems with Neighbors» de Davutoglu, el país trataba de mejorar su diplomacia pública y encontrar nuevos mercados para su industria manufacturera y de la construcción.
En sus inicios, los productores del país se enfocaban en el mercado doméstico. Creaban telenovelas adaptadas al público local, con una gran dependencia de los ingresos por anuncios. Esto cambiaría en 2008, cuando los productores empezaron a buscar oportunidades en el extranjero, al crecer la demanda internacional de series.
La serie que abrió las puertas fue Gümüş, cuyos derechos fueron adquiridos por un ejecutivo del grupo de comunicación árabe Middle East Broadcasting Center (MBC), tras una visita a Estambul. Este movimiento fue una revolución, pues se convirtió en un fenómeno en el mundo árabe. Logró una audiencia de 85 millones de espectadores y generó una demanda de contenido turco que llevó al país a convertirse en un importante exportador global. Ese mismo año, Binbir Gece entró a los Balcanes a través de la distribuidora Global Agency. También se convirtió en un fenómeno televisivo de mucho éxito.
Sendos éxitos cambiaron la perspectiva de las productoras, que comenzaron a establecer estrategias de expansión. Empezaron por mercados físicamente próximos, vinculados a Turquía cultural y lingüísticamente, hasta alcanzar un enfoque global, llegando a Hispanoamérica. Tuvo un papel destacado en este proceso la productora turca Ay Yapım, que fue clave en el rápido crecimiento de su popularidad.
Un informe de Deloitte Turquía en 2014 mostró cómo los ingresos generados por la exportación de las telenovelas turcas aumentaron 15 veces en apenas 5 años. El mismo señalaba cómo Skyscanner, motor de búsqueda de vuelos, detectó una correlación entre los viajes a Turquía y el auge de las series. En países de Oriente Medio como Kuwait, Qatar, Jordania o Líbano, hubo un incremento del 100 %. Mientras tanto, en Bahréin o Arabia Saudí fue del 200%.
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En la actualidad, Turquía exportó el pasado año 300 producciones a 200 países, generando unos ingresos de 500 millones de dólares. Alcanzó a mil millones de espectadores únicos. Según datos de Netflix Turquía, 47 producciones turcas han encontrado un lugar en las listas semanales Global Top 10 desde 2021, siendo el contenido más visto en 92 países diferentes.
¿Por qué triunfan las series turcas y dónde lo hacen?
Múltiples aspectos han llevado al éxito de estas telenovelas, que son muy populares en países tan distintos como Chile, Bosnia y Herzegovina, Egipto o Bangladesh. El primero de ellos coincide con la generación de una identificación social del espectador. Ocurre al ver reflejados valores (generalmente más tradicionalistas) y desafíos sociales no explorados por los dramas occidentales.
Por ejemplo, Yaprak Dökümü, lanzada en los Balcanes en 2010 y con un gran éxito en Bulgaria, cuenta la historia de una familia y su patriarca, Ali Riza, que migra de una pequeña aldea a Estambul. La noción romántica de la familia buena y unida, junto con los movimientos del campo a las ciudades, resuenan con fuerza en dichos países.
La forma de tratar los romances a la antigua usanza, frente a la sobresexualización de las producciones occidentales, también atrae a los espectadores de la región hispanoamericana, según un artículo de BBC.
El segundo es la modernidad que reflejan dichas series, a medio camino entre la occidentalización y el conservadurismo islámico. Esto es un reflejo de la propia Turquía. Las mujeres son representadas en una posición más libre en comparación con sus contrapartes de Oriente Medio. Participan en la vida profesional y mantienen relaciones liberales con hombres.
No obstante, se guardan unas normas sociales islámicas, se observa el Ramadán y hay una convivencia estrecha y doméstica con los padres. Se produce una mezcolanza de libertad europea con apego a la moral tradicional, muy atractiva para los espectadores de las regiones mencionadas.
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El tercero es la reformulación de la historia a través de series ambientadas en etapas doradas turcas, como Muhteşem Yüzyıl. Esta producción retrata al Imperio Otomano como una gran civilización, representante de los intereses de árabes y musulmanes.
La serie, con una audiencia de más de 200 millones de personas en 50 países, recuerda implícitamente a los espectadores de Oriente Medio, el norte de África o los Balcanes su vinculación histórica con los otomanos. Dicha representación es atractiva para los musulmanes residentes en dichas regiones tras un prolongado vacío de liderazgo islámico.
El impacto económico y geopolítico de las series turcas
Turquía quiere aprovechar la poderosa influencia que las series tienen a nivel mundial y ha tomado diversas acciones para potenciar su diplomacia cultural. En 2019, la Dirección de Comunicaciones de la Presidencia y la Facultad de Comunicaciones de Estambul celebraron por primera vez un taller sobre las series como herramienta de diplomacia pública. Crearon un entorno de debate sobre el potencial de las mismas en la política exterior del país.
Adicionalmente, la cadena pública TRT lanzó en 2023 su propia plataforma de streaming con contenido de distintos géneros: comedia, drama, ficción, acción e historia. Con el lema «Historias que nos unen», ya ha alcanzado los cuatro millones de suscriptores y ha generado más de 30 producciones. Recientemente, TRT y Turkish Airlines llegaron a un convenio de colaboración para que el contenido de dicha plataforma pueda ser consumido durante cualquiera de sus vuelos. De este modo, logran llegar a una audiencia aún más amplia.
El gran éxito de esta industria cultural turca ha tenido grandes efectos en el turismo que recibe el país. Esta ola de popularidad comenzó en 2008, cuando el éxito de Noor en el mundo árabe generó una afluencia masiva de turistas de dicha región.
Deniz Gurgen Atalay, profesor de cine y televisión de la Universidad Bahcesehir de Estambul, afirma que las series han tenido un enorme impacto en la percepción del turista del país, y sobre todo de Estambul. «El sector de las series de televisión tiene una gran participación en este sentido. La imagen de Estambul que se presenta en la serie, la comida que se come, las bebidas que se beben, la música que se escucha, el nivel de vida y la cultura de la ciudad ofrecen un lugar muy agradable para apreciar en el marco de la serie». Nicolás Maduro, en una visita a la ciudad en 2018, visitó el set de rodaje de la serie Diriliş: Ertuğrul.
La «diplomacia de las telenovelas» también está siendo aprovechada por Ankara en sus esfuerzos por abrirse paso económicamente en Iberoamérica. Desde que adoptara en 1998 el «Plan de Acción para Latinoamérica y el Caribe», el país trata de aumentar su volumen comercial con las economías emergentes de la región. Aprovecha el interés de dichas naciones en diversificar sus socios. Según los productores turcos, el mercado sudamericano genera un tercio de los ingresos de las series de televisión. Turkish Airlines ha lanzado vuelos directos desde la capital a numerosos países, como Argentina, Brasil, Colombia o Venezuela.
En el mundo árabe, pese a su enorme audiencia y su poderosa presencia, su estatus se está viendo alterado por tensiones geopolíticas y religiosas.
Por ejemplo, en 2018, el MBC anunció que los Emiratos Árabes Unidos habían decidido prohibir los dramas turcos. La decisión fue criticada por los funcionarios turcos, al considerarla una respuesta al apoyo de Ankara a Qatar durante la crisis diplomática de 2017. Egipto siguió sus pasos con una fatwa publicada por el Centro de Opiniones Legales Islámicas, en la que se acusaba a Turquía «de crear un área de influencia para sí misma en Oriente Medio utilizando su poder blando», apuntando a la serie Diriliş: Ertuğrul (ambientada en el Imperio Otomano).
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No obstante, y pese al gran renombre de estas producciones a lo largo del mundo, la delimitación de su efectividad como herramienta de soft power es todavía difícil.
Muchas productoras turcas están sometidas a la presión del gobierno de Erdogan, que en determinados casos ha impuesto sanciones a través del Consejo Supremo de Radio y Televisión a series por no estar en «la línea de los valores morales y nacionales». Al mismo tiempo, el gobierno muestra una posición ambivalente hacia estas producciones. Aunque las valora por su alto potencial como productos culturales en el extranjero, invierte fuertemente en series estatales enfocadas en la historia turca desde una perspectiva conservadora e islámica.
Esto implica que estas series, a pesar de estar valoradas como potentes herramientas para generar una sintonía de otras poblaciones con el país a nivel cultural, social o turístico, no tendrán un papel claro en la diplomacia pública turca. No siempre están alineadas con su línea estratégica o con sus objetivos.
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