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Migraciones africanas: ¿Europa o destinos intracontinentales?

Análisis

Lucia Albarsanz Cordero
Lucia Albarsanz Cordero
Estudiante de último curso del Grado de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos, con gran interés por la geopolítica en las regiones de Asia meridional y África. He participado en distintos modelos de Naciones Unidas y de la Unión Europea tanto a nivel nacional como internacional, permitiéndome adquirir más conocimientos sobre la materia, siendo mi objetivo poder participar y colaborar en estas instituciones en un futuro con mis análisis geopolíticos.

En el debate sobre la migración africana, a menudo se nos viene a la mente la imagen de miles de personas tratando de cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, pero la realidad es distinta. Solamente el 10% de los migrantes africanos tienen como destino el continente europeo, siendo la mayoría de la migración intrafricana.

Según el Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2022 de la Organización para las Migraciones (OIM), en 2020 había alrededor de 21 millones de africanos residiendo en un país de África distinto al de su país natal, representando un aumento de 3 millones con respecto a 2015. Los conflictos y la violencia sistematizada en países como Somalia, Sudán del Sur, Malí o la República Democrática del Congo son uno de los impulsores de la migración, obligando a los africanos a desplazarse en busca de mejores oportunidades económicas y sociales. Asimismo, los desastres naturales, ahora en aumento por el calentamiento global, obligan a las personas a migrar, huyendo de las sequías e inundaciones.

En esta decisión de desplazarse incurren numerosos factores, añadiendo una gran complejidad al fenómeno migratorio en el continente: la inseguridad alimentaria, búsqueda de empleo, discriminación o la estabilidad política, entre otros. En este contexto, el fenómeno del terrorismo ha incidido especialmente en los países del norte y centro de África, como la línea del Sahel, Nigeria y Somalia, siendo el detonante de movimientos forzados. No obstante, también hay que tener en cuenta los aspectos socioculturales cómo la etnicidad, el idioma o las características familiares y personales del migrante.

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Los datos del International Migrant Stock de 2020 de las Naciones Unidas, remarcan que los desplazados suelen ser hombres de entre 25-29 años, aunque, en los últimos años, se ha producido un aumento en la migración de mujeres de ese rango de edad. Además no son los países más pobres los que emiten más emigrantes, sino los que han adquirido un cierto nivel de desarrollo, a excepción de los países con conflictos en activo, cuyos desplazados lo hacen a territorios cercanos, independientemente del nivel de desarrollo que tengan.

Principales rutas migratorias

Encontramos dos tipos de rutas de migración, la Sur-Sur y la Norte-Sur. La primera se refiere al movimiento de personas entre países en desarrollo o emergentes, mientras que la segunda se basa en el desplazamiento de personas desde países del Sur hacia países del Norte desarrollado, en este caso Europa.

África cuenta con la barrera natural geográfica del desierto del Sahara, que obliga a buscar diferentes salidas a las personas que desean migrar, diferenciando dos zonas. Por un lado, el norte de África, donde se aplican mayormente las rutas Norte-Sur, dada su cercanía al continente europeo. Aunque, existe la excepción de aquellos que se aprovechan de esta geografía para, de forma clandestina, llegar a lugares considerados de paso como Libia, Argelia o Marruecos desde el Sahel, en su llegada a Europa. Sin embargo, a nivel proporcional, no son tantos los que utilizan esta ruta.

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Por otro lado, está la zona de África Subsahariana, región que acoge un mayor número de refugiados debido a la inestabilidad política, social, medioambiental, económica y regional. De este modo, se configura como el área donde se produce el grueso de las migraciones intrafricanas con un carácter Sur-Sur, al ser la zona con mayor movilidad poblacional. Se caracteriza por el desplazamiento de los individuos a los países cercanos o que se encuentren en la misma región del continente.

Fuente: El Orden Mundial

Características de las rutas migratorias en África Subsahariana

Según los datos de la Organización para las Migraciones, los principales países de destino suelen ser los grandes motores económicos africanos como Nigeria, Etiopía, Sudáfrica o Costa de Marfil. Por el contrario, los países con crisis acentuadas y conflictos violentos son los que experimentan más salidas, siendo el caso de Sudán, Somalia o la República Democrática del Congo.

De esta manera, en la región de África Occidental, abundan las migraciones intrarregionales en la que países como Malí, tienen la categoría de países de origen donde sus ciudadanos, dada la pobreza regional e inestabilidad constante en el territorio, deciden migrar a países vecinos de mayor desarrollo socioeconómico como Costa de Marfil, Níger y Nigeria. Asimismo, esta zona pertenece a la Comunidad Económica de África Occidental, permitiendo a los trabajadores migrantes estacionales, desplazarse desde países con las características de Níger o Malí hacia países costeros, con más oportunidades laborales, como Ghana.

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Del mismo modo ocurre en África Oriental y Meridional, en las que dos tercios de los migrantes tienen como destino otro país de la región. No obstante, esta zona es a su vez, receptora en menor medida de migrantes extranjeros procedentes de la India y China. Además, a diferencia de la anterior área, esta destaca por la migración laboral, desplazándose las personas desde países como Malaui, Lesoto, Suazilandia y Zimbabue para trabajar en el sector de la minería en Botsuana y Sudáfrica. Según Datos Macro, podemos concretar que la mitad de los migrantes en Sudáfrica proceden de países africanos, predominando Zimbabue con un 24,13% y Mozambique con un 12,25%.

Por último, mientras estas zonas se destacan por movimientos poblacionales basados en una mejora de oportunidades y mejor calidad de vida, en África Central los desplazamientos se producen, al igual que en algunas zonas del Sahel, por la huida de los conflictos e inestabilidad, jugando este factor un papel más importante en las migraciones transfronterizas. Un ejemplo es la República Democrática del Congo, que experimenta una guerra civil desde 1998, con grupos armados luchando por el control del territorio y recursos. El conflicto ha causado el desplazamiento de su población a países fronterizos como Uganda, Ruanda o Burundi.

Desplazamientos internos dentro de los países

Como tendencia, la migración prevalente es de las zonas rurales a los centros urbanos. Sobre todo, con el fin de encontrar mejores oportunidades laborales. No obstante, a nivel interno, estos desplazamientos conviven con otras formas de movilidad cambiante.

En 2022, el 51,76% del área del continente africano era considerada como zona rural. Por lo tanto, teniendo en consideración la falta de infraestructuras como carreteras, los límites de lo rural y lo urbano se difuminan. Es así como surge el término de rurbano. Esta palabra se ha empezado a utilizar para definir las transformaciones dinámicas entre ambos sectores, unidos por la movilidad de las personas, estando producida por el éxodo rural y la necesidad de distribución de los alimentos del campo. 

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Sin embargo, con la aparición del COVID-19, el éxodo rural se revierte para convertirse en un éxodo urbano, debido a que las personas que se dedicaban al comercio ambulante o las pertenecientes a la clase media, encontraron en la migración hacia las zonas rurales ambientes más sanos, abiertos y con una mejor calidad de vida.

Por otro lado, otro tipo de movilidad poblacional que se da dentro de los países es el desplazamiento de un área rural a otra. En esta ocasión, los desplazamientos no son individuales, sino familiares. Con ello, pueden asegurar la presencia de un grupo familiar o comunitario en el lugar de destino para garantizar un cierto apoyo en la nueva zona al llegar. De esta manera, muchas veces una comunidad envía a un grupo de personas que apoyan financieramente con los costes del viaje, que luego estos devuelven en forma de remesas con las ganancias obtenidas. 

Estos movimientos comunitarios generan flujos migratorios continuos, que contribuyen al desarrollo económico. Sobre todo, gracias a las remesas y el aporte de capital humano. No obstante, la migración de los jóvenes talentos provoca la fuga de cerebros y puede generar cierta presión pública en el área de destino.

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