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Carlos Avendaño: «Uno de los mayores desafíos de la prevención del delito a nivel global y local es el populismo penal»

Análisis

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Contenido creado por el Equipo de Redacción de LISA News con el apoyo del equipo docente de LISA Institute.

En esta entrevista, hablamos con Carlos Avendaño, profesor del Máster Profesional de Analista Criminal y Criminología Aplicada y Curso de Experto en Prevención del Delito de LISA Institute.

¿Cuáles son las principales teorías criminológicas sobre la prevención del delito que se abordan en el curso?

Carlos Avendaño – Este curso está diseñado para abarcar las tácticas y estrategias de prevención del delito más utilizadas, evaluando sus ventajas y limitaciones en las sociedades actuales. Cada una de estas estrategias se fundamenta en un marco teórico que las sustenta.

En el campo de la prevención del delito, conocer las teorías criminológicas es fundamental para elaborar un diagnóstico delictivo basado en evidencia empírica y un enfoque científico. Aunque se han logrado avances significativos en el diseño y aplicación de respuestas preventivas, no existe aún un método universal y aplicable a todos los contextos. Hasta el momento, solo podemos reducir la gravedad de ciertos delitos y, por ende, minimizar su impacto en la sociedad. Por ello, es crucial revisar el recorrido histórico de la criminología y las propuestas más recientes para diseñar planes y programas de prevención más efectivos.

Este curso analizaremos cómo las primeras teorías criminológicas, como la Escuela Clásica de la Criminología y la Antropología criminal, ponían énfasis en las causas biológicas y morales del delito. Estas corrientes iniciales influyeron en los sistemas de justicia penal de numerosos países. También exploraremos la Criminología de la reacción social, una corriente que surgió en los años 60 y que se enfoca en cómo las reacciones sociales al delito, como el etiquetado y la estigmatización, contribuyen a la construcción de lo que se considera «criminal». Esta vertiente crítica plantea que la prevención del delito no puede separarse de cómo la sociedad define y reacciona ante la criminalidad. Además, estudiaremos las teorías situacionales del delito, que proponen enfoques prácticos para la prevención a partir de la reducción de oportunidades delictivas.

Finalmente, desde el enfoque más reciente del Ultra-Realismo Criminológico, reflexionaremos sobre la importancia de retornar a una criminología empírica y aplicada. Este enfoque no solo busca criticar el sistema de justicia, sino también ofrecer respuestas concretas y útiles para la prevención del delito. Es necesario desarrollar nuevas teorías basadas en los fenómenos actuales, superando los enfoques tradicionales y abordando los problemas criminológicos con una visión más conectada a las realidades contemporáneas. Esto implica realizar un análisis más profundo de las causas delictivas y elaborar políticas públicas más efectivas y aplicables.

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¿Qué estrategias prácticas de prevención situacional y social se enseñan en el curso?

Carlos Avendaño – En primer lugar, abordaremos la prevención del delito desde el Derecho Penal, analizando las teorías de prevención divididas en dos vertientes: prevención general y prevención especial. Se destacará la importancia de la «certeza del castigo» sobre la severidad de la pena en la prevención del delito. Además, se estudiará el fenómeno del populismo penal y su impacto en las estrategias preventivas, examinando cómo las políticas penales pueden ser influenciadas más por consideraciones políticas y la opinión pública que por la evidencia científica. Esto nos llevará a profundizar en la complejidad de la justicia penal y a reflexionar sobre su función y legitimidad en la sociedad actual.

En cuanto a las tácticas situacionales, analizaremos medidas específicas dirigidas a reducir las oportunidades delictivas. Estas incluyen la gestión, el diseño o la modificación del entorno donde ocurren los delitos, con el fin de influir en la percepción de riesgo de los potenciales infractores. El objetivo principal es dificultar la comisión de delitos, aumentar la percepción de riesgo y reducir las recompensas que los delincuentes obtienen. Aunque este enfoque se centra en los infractores, también se considera la prevención de la victimización. Utilizaremos clasificaciones que distinguen entre prevención primaria, secundaria y terciaria, y modelos que combinan estas categorías con un enfoque hacia víctimas, delincuentes y comunidades. Esto permite una variedad de técnicas de intervención en la prevención del delito.

La prevención social del delito parte de la idea de que la criminalidad está vinculada a las desigualdades sociales, por lo que reducir o eliminar dichas desigualdades contribuiría a la disminución del delito y al aumento de la seguridad. Tras la Segunda Guerra Mundial, esta relación entre las políticas económicas y sociales, el malestar social y la criminalidad fue objeto de debate y acción en distintos contextos culturales. Aunque esta estrategia antecede al cambio paradigmático de los años 80, ha evolucionado y se ha adaptado a diversos contextos, especialmente en el mundo anglosajón, Francia, Canadá francófono e Italia. En este curso, examinaremos ejemplos específicos para comprender cómo la prevención social del delito ha evolucionado en respuesta a las circunstancias de cada región.

Por último, analizaremos una estrategia que integra la prevención situacional y social, conocida como la prevención comunitaria o basada en la comunidad. Esta estrategia, que tuvo su origen en el ámbito anglosajón en la década de los 70, se sitúa entre las tácticas situacionales-ambientales y las tácticas sociales. Se basa en los principios teóricos de las tácticas sociales, al enfocarse en las causas subyacentes del delito, lo que marca una diferencia significativa respecto a las estrategias exclusivamente situacionales o ambientales. Se podría clasificar como un subconjunto de técnicas de intervención centradas en la comunidad o el vecindario, en lugar de dirigirse exclusivamente a las víctimas o los ofensores. Analizaremos esta estrategia en profundidad para comprender su aplicación práctica y sus beneficios.

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¿Cuál es el papel de la tecnología en las estrategias modernas de prevención del delito?

Carlos Avendaño – La tecnología juega un rol fundamental en las estrategias modernas de prevención del delito, facilitando la vigilancia, el análisis de datos y la toma de decisiones informadas. En la era digital, el uso de herramientas tecnológicas permite anticipar y mitigar riesgos, mejorar la seguridad pública y diseñar respuestas más efectivas ante las amenazas delictivas.

Una de las principales aportaciones de la tecnología es el análisis predictivo, que se basa en el uso de datos masivos (big data) para identificar patrones delictivos y prever posibles incidentes que se pueden visibilizar en mapas del delito interactivos. Este enfoque, apoyado en inteligencia artificial y machine learning, permite a las fuerzas de seguridad optimizar la asignación de recursos y focalizar esfuerzos en áreas y momentos de mayor riesgo.

En el ámbito de las ciudades inteligentes, la tecnología se integra de manera más profunda en la prevención del delito. Las ciudades inteligentes utilizan sistemas interconectados que recopilan y procesan datos en tiempo real a través de sensores, dispositivos y redes de comunicación. Estos datos no solo permiten monitorear la actividad delictiva, sino que también ayudan a mejorar la gestión urbana para reducir las condiciones que facilitan el crimen, como la mejora de la iluminación pública, el control de acceso a determinadas áreas y la optimización del tráfico. Además, la internet de las cosas (IoT) juega un papel crucial al conectar dispositivos en la ciudad, lo que facilita una supervisión más detallada de los entornos urbanos.

La colaboración ciudadana mediante plataformas digitales también contribuye a la prevención del delito. Aplicaciones móviles que permiten a los ciudadanos reportar incidentes en tiempo real o sistemas de alerta temprana mejoran la relación entre las fuerzas de seguridad y la comunidad, creando un enfoque más inclusivo y participativo. La tecnología no solo facilita la detección y prevención del crimen de manera más eficiente, sino que también transforma la gestión de la seguridad pública en entornos urbanos, como las ciudades inteligentes, haciendo de la prevención del delito un proceso más integrado, dinámico y basado en datos empíricos.

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¿Qué desafíos enfrenta actualmente la prevención del delito a nivel global y local?

Carlos Avendaño – Uno de los mayores desafíos que enfrenta la prevención del delito a nivel global y local es el populismo penal, una tendencia que busca dar respuestas inmediatas y punitivistas al problema del delito sin ser verdaderamente efectivas. Las políticas penales basadas en el punitivismo tienden a centrarse en el aumento de penas y en la presencia policial o incluso militar en las calles, sin abordar las causas subyacentes de la criminalidad. Este enfoque genera la falsa percepción de control, pero no ofrece soluciones a largo plazo, ya que no modifica las condiciones estructurales que fomentan el delito, como la desigualdad social o la falta de oportunidades.

Otro reto significativo es la voluntad política para mantener planes y programas preventivos en el tiempo. Las estrategias de prevención del delito requieren continuidad para ser evaluadas y ajustadas de manera efectiva, pero muchas veces los tiempos políticos no coinciden con los tiempos técnicos o académicos. Mientras que los buenos planes de prevención ofrecen soluciones sostenibles a mediano y largo plazo, la presión de las próximas elecciones suele llevar a los gobiernos a priorizar estrategias situacionales, como el aumento de la presencia policial, que generan resultados inmediatos pero superficiales. Estas acciones pueden ser populares en el corto plazo, pero rara vez logran una disminución sostenida de la criminalidad.

A nivel local, el desafío de implementar programas preventivos sólidos también se ve obstaculizado por la falta de inversión en estudios de impacto y evaluación de políticas públicas. Sin una evaluación rigurosa, es difícil identificar qué estrategias funcionan y cuáles no. Sin embargo, la urgencia política y el populismo penal hacen que se prioricen acciones que responden a la presión social, en lugar de permitir que las políticas de prevención maduren y demuestren su eficacia.

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¿Cómo pueden colaborar diferentes sectores de la sociedad en la prevención efectiva del delito?

Carlos Avendaño – La prevención del delito es un desafío que debe involucrar a todos los sectores de la sociedad, no solo a la policía o las fuerzas de seguridad. Como primer paso, es crucial hacer conciencia de que la seguridad es una responsabilidad colectiva. Todos los actores sociales, desde los ciudadanos hasta las instituciones públicas y privadas, tienen un rol importante en la creación de un entorno más seguro. Una cultura de la prevención implica promover el respeto a las normas sociales, el civismo, y la resolución pacífica de conflictos, lo que ayuda a prevenir situaciones de violencia y criminalidad.

Una de las formas más efectivas de colaborar es a través de estrategias que eviten que los problemas escalen hasta convertirse en delitos, como la mediación comunitaria. Este enfoque fomenta el diálogo y la cooperación entre vecinos para resolver disputas locales antes de que se conviertan en conflictos mayores. Al mismo tiempo, fortalecer el sentido de comunidad y fomentar la participación en la resolución de conflictos puede reducir significativamente la criminalidad a nivel local.

También es fundamental que los distintos sectores de la sociedad se comprometan a abordar las causas estructurales vinculadas al delito, como la desigualdad, la pobreza y la falta de acceso a oportunidades. Esto implica que tanto el sector privado como el público trabajen en conjunto para crear condiciones que reduzcan la vulnerabilidad social, proporcionando acceso a educación, empleo y servicios sociales que ayuden a disminuir los factores de riesgo delictivo.

Por otro lado, las instituciones de control social formal, como la policía, también deben fortalecerse en términos de recursos y formación. Es importante que cuenten con el equipamiento y el entrenamiento necesario para responder a los desafíos contemporáneos de seguridad. La sociedad en su conjunto debe apoyar a estas instituciones, asegurando que actúen de manera ética y eficaz, y colaborando con ellas para crear un ambiente más seguro para todos.

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