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¿Cómo identificar y combatir el discurso de odio en redes sociales?

Análisis

Stella Ramos
Stella Ramos
Alumna certificada del Curso de Experto en Criminología y Máster Profesional de Analista Criminal y Criminología Aplicada de LISA Institute. Graduada en Criminología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Máster en Sociología de las Políticas Públicas y Sociales por la Universidad de Zaragoza (UNIZAR). Actualmente es Vigilante de Seguridad.

Los discursos de odio están cada vez más presentes en nuestro día a día, especialmente en redes sociales. A través de palabras, imágenes o gestos, promueven la división, la violencia y la discriminación. En este artículo, Stella Ramos, alumna del Máster Profesional de Analista Criminal y Criminología Aplicada de LISA Institute, explica cómo identificarlos y combatirlos.

El mundo es un lugar hostil. Siempre lo ha sido, aunque parece que hoy en día lo es más. La capacidad con la que nos llegan noticias, opiniones y escándalos es cada vez más sorprendente. Con todo esto, las personas nos creamos una opinión. Lo diferente, lo raro o lo que no se adecúa a nuestros pensamientos y a nuestra creencia, muchas veces se desecha. De la mano de la violencia, la intolerancia y la obstinación, llegan los discursos de odio.

Todo aquello extraño, excéntrico, singular o inusual es carne de cultivo para aquellos que se descomponen en palabras de rencor, aversión o aborrecimiento. La rabia y la inquina con la que se dan estos discursos hace que el mundo sea un lugar enfrentado por dos bandos: los que son de una manera determinada y/o tienen unas características concretas, y los que no. La lucha es constante: la particularidad de unos, es el objetivo de otros, ya sea a través de internet o no.

Según la Organización de las Naciones Unidas, cuando hablamos de «discurso de odio» nos referimos a «un discurso ofensivo dirigido a un grupo o individuo y que se basa en características inherentes (como son la raza, la religión, o el género) y que puede poner en peligro la paz social». La Estrategia y Plan de Acción de la ONU para la lucha contra el discurso de odio lo define como:

«Cualquier forma de comunicación de palabra, por escrito o a través del comportamiento, que sea un ataque o utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o un grupo sobre la base de quiénes son o, en otras palabras, en razón de su religión, origen étnico, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad».

Por lo tanto, se pueden distinguir una serie de elementos que caracterizan al discurso de odio:

  • Cualquier forma de comunicación (incluidas imágenes, dibujos animados, ilustraciones, memes, gestos o símbolos) en internet o fuera de él.
  • Discriminatorio o peyorativo de un individuo o grupo.
  • Pone el foco en factores de identidad (religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género, idioma, origen económico o social, discapacidad, estado de salud, orientación sexual, etc.).

Poner el foco en los discursos de odio es primordial. El impacto que tiene se ha visto aumentado con el paso del tiempo gracias al aumento de las nuevas tecnologías, sobre todo a través del auge de las redes sociales.

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Tal y como señalan la Organización de las Naciones Unidas «el discurso de odio también en Internet– se ha convertido en una de las formas más habituales de extender una retórica divisoria a escala mundial, poniendo en peligro la paz en todo el mundo».

¿Cómo identificar el discurso de odio en las redes sociales?

Existe una fina línea que separa la libertad de expresión con el discurso de odio. La dialéctica en redes sociales puede tener mucha fuerza cuando se trata de expresar nuestra opinión. Tal y como dijo Jacques Rousseau, «mi libertad termina donde comienza la del otro». Es decir, los derechos de cada individuo están definidos por los derechos de los demás. Aunque se tiene derecho a expresar libremente las opiniones, estas expresiones no pueden y no deben infringir los derechos de los demás.

La libertad de expresión no es ilimitada y debe ejercitarse de manera responsable, respetando los derechos y límites de los demás. En el caso de las redes sociales, las personas pueden compartir sus opiniones, pero con los límites a los que se expone la libertad de expresión. Por ello, esta libertad implica una responsabilidad en el uso de las palabras.

Asimismo, es necesario que los ciudadanos sean capaces de identificar en qué casos se está haciendo un uso excesivo de esa libertad de expresión, pasando a un punto en el que las palabras se convierten en discurso de odio. Para poder identificar en qué casos estamos ante un discurso de odio, se podrían señalar los siguientes elementos:

  • El contenido sustantivo del mensaje.
  • La tipología de la construcción del mensaje.
  • La persona (individual o colectiva) que realiza la manifestación.
  • Los efectos en la dialéctica democrática.
  • La censura del servidor.

Es decir, hay que hacer énfasis sobre todo en los destinatarios, el lenguaje, el contenido, la narrativa y la intención. Por un lado, los discursos de odio suelen ir dirigidos a un individuo o grupos de individuos cuyas características o peculiaridades les hacen ser vulnerables ante este tipo de prédicas y discriminaciones. Por otro lado, el lenguaje utilizado suele ser violento, despectivo y peyorativo. El contenido del discurso de odio en las redes sociales suele ir acompañado de imágenes, memes o textos que buscan ofender al otro.

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La narrativa es muy simple de identificar: ellos y nosotros. Una distinción que hace de separación entre dos grupos: los que son distintos, y nosotros. Al fin y al cabo, la finalidad y la intención de los discursos de odio es causar daño, ofender y promover la disgregación y la discriminación a través de las palabras, pudiendo llegar incluso a incitar a la violencia.

Además de todo esto, también es importante tener en cuenta tanto la persona que proclama ese discurso de odio, así como las acciones tomadas por las propias redes sociales, en caso de que las haya.

¿Qué efectos tiene el discurso de odio?

Tal y como señala la ONU, «el discurso de odio promueve la violencia y la intolerancia |…, su escala e impacto se ven ahora aumentados por las nuevas tecnologías de la comunicación […] se ha convertido en una de las formas más habituales de extender una retórica divisoria a escala mundial, poniendo en peligro la paz en todo el mundo».

Por ende, entre las consecuencias que tiene el discurso de odio se pueden encontrar, por un lado, daños psicológicos, así como daños «indirectos» que perpetúan la discriminación. Así, las repercusiones del discurso de odio son variadas:

«Por un lado, hay que considerar el daño directo emocional o psicológico que pueden producir las amenazas, el acoso, y otros ataques dirigidos a individuos concretos, por motivos de odio e intolerancia. Por otro lado, el discurso del odio también produce un daño indirecto, erosionando la dignidad de las personas y dañando su reputación».

Los discursos de odio dividen a la sociedad y la segregan. Así, con el uso de discursos de odio se deshumanizan una serie de individuos y grupos sociales determinados, negando incluso su pertenencia en la sociedad.

Se perpetúan estereotipos discriminatorios, se estigmatizan colectivos y se contribuye a mantener la marginación de ciertos colectivos. Hay algunos autores que señalan que estas consecuencias de los discursos de odio pueden llegar, implícitamente, a cohesionar a aquellos individuos disgregados de la sociedad.

Si se aceptan estos discursos de odio se puede llegar a reducir la empatía por estos grupos sociales. Si se aprueban estas acciones, se compromete la estabilidad social.

Cómo combatir el discurso de odio: estrategias efectivas

No podemos resignarnos a aceptar los discursos de odio. Los discursos de odio seguirán existiendo mientras existan individuos que lo promulguen. Es importante poder combatirlos, pero ¿cómo se pueden combatir los discursos de odio? Aquí se van a dar unos consejos para luchar contra los discursos de odio.

a. Educación digital y prevención

Por un lado, se pueden disputar los discursos de odio a través de la educación digital y la prevención de los mismos. Esta estrategia es crucial, sobre todo en las plataformas en línea.

Es primordial que la gente sepa identificar qué es un discurso de odio y lo que esto implica. A través de la educación en los discursos de odio, se puede prevenir que estos proliferen. Una educación en tolerancia es básica en este contexto.

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b. Moderación y denuncia

Si somos testigos de la presencia de algún tipo de discurso de odio, estamos en el deber de moderar y debatir estos comportamientos, así como de denunciarlos, al menos a través de las distintas plataformas. No debe existir ningún tipo de tolerancia hacia estos actos. Hay que combatir los discursos de odio.

Las plataformas digitales tienen que ser capaces de discernir lo que es libertad de expresión y lo que es discurso de odio para cuando se dé una situación tal, así como saber responder ante las denuncias.

C. Intervención legal

En el caso de que el discurso de odio sea excesivo y las plataformas online no reaccionen, una estrategia podría ser la intervención legal. En la Constitución Española, así como en otras muchas leyes fundamentales del mundo, se señala el derecho a la no discriminación por cualquier razón. Así, se condenan este tipo de actos, los cuales pueden ser perseguidos por vía legal, que está a su amparo.

d. Colaboración multidisciplinaria

Cuando hablamos de «colaboración multidisciplinaria», nos referimos a la necesidad de cooperación entre diversos campos del conocimiento. Es preciso que se utilice un enfoque integral en el que se incorporen diferentes perspectivas y se amplíe así el conocimiento sobre los discursos de odio.

Así, una vez desarrollada toda una conciencia social a este respecto, los poderes públicos deberán perfeccionar sus deberes y establecer políticas públicas en torno a esta problemática.

¿Y ahora qué? Desafíos y futuro

El desafío fundamental que marca el futuro de los discursos de odio es claro: su eliminación total del entorno digital. ¿Cómo se puede lograr su erradicación? Puede parecer una utopía, pero hay que confiar en que se puede lograr. Para ello, hay que apostar por la educación de los usuarios. Se requiere que los usuarios sepan diferenciar entre la libertad de expresión y los discursos de odio, y actuar en consecuencia.

Pero no solo la responsabilidad debería recaer sobre los usuarios. Las plataformas digitales y las redes sociales tienen que ser capaces también de detectar este tipo de discursos a través del desarrollo de algoritmos y canales de denuncia.

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Además, es necesario que se aumente la inversión en investigación que vaya de la mano del desarrollo de políticas en las que se implementen medidas de prevención y respuesta. Se precisa así una mayor regulación por parte de los poderes públicos en la que se conciencie a la población de esta problemática, se proteja a las víctimas y se persiga a los victimarios.

Conclusiones

Los discursos de odio son una problemática real en el panorama de hoy en día. Con el auge de las redes sociales, ha aumentado aún más. La violencia que proporcionan y el impacto que tienen en la sociedad es preocupante, cuanto menos. Tener unas características concretas, singulares o distintas a las de un grupo de la población no debería ser razón alguna por la que ser atacado y discriminado.

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Por ello, es preciso invertir en educación y en políticas de prevención que disminuyan este tipo de contenido en redes sociales. Todos tenemos derecho a ser quienes somos, sin que nadie más, len muchos casos probablemente una persona anónima) descargue su ira contra nosotros por ser de una determinada manera, tener la piel de un determinado color o pertenecer a un colectivo concreto. Las redes sociales deben ser conscientes de que estas situaciones se dan en sus plataformas y deben actuar para restringir este tipo de comentarios.

Es preciso concienciar a la población y así trabajar juntos para erradicar este tipo de comportamiento.

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