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¿Qué alianzas y países sobrevivirán en la nueva era de Trump?

Análisis

Rubén Asenjo
Rubén Asenjo
Periodista apasionado por la actualidad internacional y la geopolítica. Escribo para entender el mundo en constante cambio y compartir perspectivas que despierten la reflexión y el debate. Comprometido con la búsqueda de la verdad y las historias que impacten e inspiren.

La segunda presidencia de Donald Trump trae consigo decisiones internacionales sobre política exterior que afectarán al mundo entero. Su política de «América Primero» implicará tensiones con aliados y adversarios, y conocer cómo podría ser su política exterior será clave para comprender el futuro de la geopolítica en los próximos cuatro años.

Durante los próximos cuatro años, la política exterior de Donald Trump promete sacudir el tablero geopolítico mundial. A partir de su toma de posesión el 20 de enero de 2025, y hasta el 20 de enero de 2029, el magnate neoyorquino ha dejado claro que su visión de «América Primero» será la prioridad de su política. Con promesas de resolver rápidamente conflictos y renegociar acuerdos internacionales, Trump se prepara para alteral el papel de Estados Unidos en el mundo. Sus planes incluyen desde un acercamiento a Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania hasta una postura más dura frente a China, pasando por una controvertida propuesta de anexión de Groenlandia y una posible intervención militar en el Canal de Panamá. Este artículo explorará las implicaciones y las posibles consecuencias de estas decisiones en los próximos cuatro años.

Groenlandia

La segunda presidencia de Donald Trump promete agitar las aguas heladas del Ártico con su interés en anexionar Groenlandia a Estados Unidos. El magnate ve en esta enorme isla una joya estratégica para ampliar el control estadounidense sobre la región ártica, rica en recursos naturales y rutas comerciales cada vez más accesibles debido al deshielo. Sin embargo, sus ambiciones chocan frontalmente con la firme oposición de Dinamarca, que considera a Groenlandia parte integral de su reino, y de los propios groenlandeses, que aspiran a la independencia y rechazan ser tratados como una mercancía. La Unión Europea se muestra alarmada ante las pretensiones de Trump, viendo en ellas una amenaza a la integridad territorial de uno de sus Estados miembros y a la estabilidad de la región. Este pulso geopolítico promete ser uno de los focos de tensión más candentes del próximo mandato de Trump.

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OTAN

El mandatario estadounidense presionará para que los países miembros aumenten su gasto en defensa. Trump ha lanzado la propuesta de elevar el objetivo de gasto al 5% del PIB, más del doble del actual 2%, argumentando que todos los aliados pueden permitírselo. Esta exigencia ha generado algunas críticas europeas. Sin embargo, el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, parece alinearse con la visión de Trump, reconociendo la necesidad de incrementar el gasto en defensa, aunque no necesariamente hasta el 5%. Sin embargo, otros miembros europeos, como Alemania, han expresado su oposición a una meta tan ambiciosa, considerándola poco realista y potencialmente perjudicial para sus economías. Esta diferencia de opiniones augura tensas negociaciones dentro de la Alianza, con el riesgo de que Trump cumpla su amenaza de reconsiderar el compromiso estadounidense con la OTAN si no se cumplen sus expectativas.

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Unión Europea

Probablemente, habrá peores relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea. Se prevé que las tensiones aumenten debido a desacuerdos en políticas comerciales y de seguridad, donde Trump podría amenazar con imponer aranceles del 10% a las importaciones europeas si el bloque no aumenta sus compras de petróleo y gas estadounidense. Esta postura podría desencadenar una guerra comercial, obligando a la UE a buscar alternativas y fortalecer su propia industria, incluido en el sector armamentístico, para reducir su dependencia de Estados Unidos.

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Además, la posible retirada del apoyo estadounidense a Ucrania podría generar tensiones adicionales, ya que la UE se vería obligada a asumir un papel más activo en el conflicto. Por si fuera poco, la influencia de Elon Musk en la política europea genera preocupación. Sus críticas a figuras políticas europeas y su apoyo a partidos euroescépticos podrían acelerar la erosión de la confianza en las instituciones de la UE, añadiendo otro frente de batalla para Bruselas. En este escenario, el bloque enfrenta el desafío de mantener su unidad y autonomía estratégica frente a las presiones externas e internas, en un momento en que la cohesión del bloque ya se ve amenazada por el auge de estos movimientos en varios países miembros.

China

Pekín se prepara para enfrentar una política estadounidense más agresiva, con aranceles elevados, restricciones tecnológicas y una postura más firme en cuestiones regionales como Taiwán y el Mar del Sur de China. Ante este escenario, es probable que China busque fortalecer su autosuficiencia tecnológica y económica, acelerando iniciativas como «Made in China 2025» para reducir su dependencia de componentes críticos estadounidenses. Por otro lado, aumentará sus esfuerzos diplomáticos para consolidar alianzas regionales, especialmente con la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental y la Asociación Económica Integral Regional, como contrapeso a la influencia estadounidense.

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En el ámbito económico, China podría responder a los aranceles de Trump con medidas selectivas contra empresas estadounidenses que operan en su territorio, pero evitando una escalada que pudiera perjudicar gravemente su propia economía. Respecto a Taiwán, Pekín probablemente mantendrá una postura firme, pero cauta, consciente de que cualquier acción precipitada podría desencadenar una respuesta internacional adversa. En última instancia, la estrategia china se centrará en navegar durante este difícil periodo mientras continúa su ascenso como potencia mundial, aprovechando cualquier oportunidad que surja de un posible debilitamiento de las alianzas tradicionales de Estados Unidos bajo la doctrina «America First» de Trump.

Rusia

Se espera que el Kremlin adopte una postura más asertiva, aprovechando la posible disminución del apoyo estadounidense a Ucrania para consolidar sus ganancias territoriales y buscar una resolución favorable del conflicto. Putin probablemente intentará capitalizar la disposición de Trump a negociar, buscando un acuerdo que legitime la anexión de territorios ucranianos y debilite la influencia occidental en su esfera de interés. Simultáneamente, Rusia podría intensificar sus esfuerzos para socavar la cohesión de la OTAN y la UE, explotando las divisiones internas exacerbadas por las políticas de Trump.

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En el ámbito económico, el Kremlin buscará aliviar las sanciones occidentales y fortalecer sus lazos con potencias no alineadas como China e India. Sin embargo, Rusia deberá navegar cuidadosamente para evitar alienar a sus nuevos socios estratégicos mientras persigue un acercamiento con Estados Unidos. En última instancia, la estrategia rusa se centrará en reafirmar su estatus de gran potencia, promoviendo un sistema multipolar que se ajuste mejor a sus intereses geopolíticos.

Ucrania

Se espera un escenario complejo y potencialmente desfavorable para Ucrania, donde Kiev se enfrente a una gran presión para negociar un acuerdo de paz con Rusia, posiblemente en términos menos favorables de los que aspira. La promesa de Trump de resolver el conflicto «en 24 horas» podría ir de la mano de una posible reducción del apoyo militar y económico estadounidense. Esto podría debilitar la posición negociadora de Ucrania. Además, es probable que el país europeo se vea obligado a hacer concesiones territoriales, como la aceptación de facto de la ocupación rusa de aproximadamente el 20% de su territorio, y a renunciar a sus aspiraciones de ingresar en la OTAN a corto o medio plazo.

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Ante esto, Ucrania podría buscar intensificar sus esfuerzos diplomáticos con aliados europeos para contrarrestar la posible disminución del apoyo estadounidense, al tiempo que acelera sus reformas internas para fortalecer su resistencia económica y militar. Sin embargo, la capacidad de maniobra de Kiev se verá más limitada, especialmente si Trump logra un acuerdo con Putin que no incluya la participación directa de Ucrania en las negociaciones. En este contexto, Kiev tratará de mantener la cohesión interna y la moral nacional frente a posibles concesiones, mientras busca garantías de seguridad alternativas y apoyo económico para la reconstrucción postconflicto.

BRICS

Se espera que los países miembros de este grupo, liderados por China y Rusia, adopten una postura más defensiva y cohesionada frente a las amenazas de aranceles y sanciones económicas de Trump. Es probable que el BRICS acelere sus esfuerzos para reducir la dependencia del dólar en el comercio internacional, aunque abandonando temporalmente la idea de una moneda común debido a las presiones estadounidenses. Se prevé un fortalecimiento de las relaciones comerciales y diplomáticas internas del bloque, así como un aumento de las inversiones en infraestructura y tecnología para contrarrestar la influencia occidental.

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Sin embargo, la respuesta del BRICS no será unitaria; países como India podrían buscar un equilibrio entre sus relaciones con Estados Unidos y su pertenencia al bloque. Brasil, por su parte, podría inclinarse hacia una mayor cooperación con China como contrapeso a la influencia estadounidense. En última instancia, la estrategia del BRICS buscará consolidar su posición como polo de poder alternativo en un mundo multipolar, desafiando la hegemonía del dólar y buscando una mayor representación en las instituciones financieras globales, todo ello mientras atraviesa las agresivas políticas comerciales de la administración Trump.

Oriente Medio e Irán

Se espera que Trump presione fuertemente para poner fin a la guerra en Gaza, posiblemente a través de negociaciones aceleradas y amenazas de consecuencias severas para Hamás. Es probable que intensifique el apoyo a Israel, tanto militar como político, lo que podría incrementar las tensiones con los palestinos y complicar las perspectivas de una solución de dos Estados. Trump buscará expandir los Acuerdos de Abraham, normalizando las relaciones entre Israel y más países árabes. En cuanto a Irán y sus filiales, es probable que Trump reanude su política de «máxima presión», lo que podría aumentar las tensiones y el riesgo de conflicto. Esta postura agresiva hacia Irán podría alinear aún más a Israel con los estados del Golfo, pero también podría desestabilizar la región.

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Canal de Panamá

Las declaraciones beligerantes de Trump sobre «recuperar» el control del canal, acusando a Panamá de cobrar tarifas excesivas y permitir la influencia china, han provocado tensiones diplomáticas. Es probable que Trump intensifique la presión sobre Panamá, posiblemente mediante sanciones económicas o incluso amenazas de intervención militar, para forzar una renegociación de las tarifas y obtener un mayor control estadounidense sobre la vía marítima. Esto podría desestabilizar la región. Panamá, por su parte, se verá obligada a equilibrar la defensa de su soberanía con la necesidad de mantener buenas relaciones con Washington, su principal socio comercial. La crisis del canal podría provocar que algunos países de la zona diversifiquen sus alianzas para reducir la dependencia de Estados Unidos.

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Canadá

Las recientes declaraciones de Trump, sugiriendo la anexión de Canadá como un estado más, se rechazaron por el primer ministro saliente canadiense, Justin Trudeau, quien afirmó que «jamás, pero jamás, Canadá será parte de Estados Unidos». Estas afirmaciones podrían tensar aún más las relaciones diplomáticas entre ambos países. Además, la postura proteccionista de Trump podría implicar presiones sobre el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), afectando sectores clave de la economía canadiense. En este escenario, Canadá podría adoptar una estrategia diplomática firme para salvaguardar su soberanía y proteger sus intereses económicos y políticos frente a las políticas unilaterales de la administración estadounidense.

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Además, las políticas proteccionistas de Trump podrían afectar a sectores como la agricultura y la industria automotriz. Además, es previsible que Canadá se vea presionado a aumentar su gasto en defensa para alinearse con las exigencias estadounidenses dentro de la OTAN, ya que es uno de los que menos PIB invierte. En materia energética, es probable que resurjan debates sobre proyectos de infraestructura transfronterizos, como oleoductos, y las políticas climáticas de Canadá podrían chocar con un posible desinterés de Estados Unidos por iniciativas multilaterales en este ámbito. Paralelamente, la gestión de la frontera compartida podría volverse más rígida ante una postura migratoria endurecida por parte de Washington.

México

Se prevé que la administración estadounidense adopte una postura más agresiva en temas clave como migración, seguridad y comercio. Al igual que con Canadá, Trump probablemente buscará renegociar el TMEC, amenazando con imponer aranceles para obtener concesiones en materia migratoria y de seguridad fronteriza. México se verá obligado a equilibrar la defensa de sus intereses nacionales con la necesidad de mantener una relación estable con su principal socio comercial. La presidenta Sheinbaum enfrentará relaciones tensas con Trump. Es probable que México busque diversificar sus alianzas económicas para mitigar su vulnerabilidad ante las presiones estadounidenses. La amenaza de deportaciones masivas y la posible designación de los cárteles como grupos terroristas podrían incrementar las tensiones bilaterales y obligar a México a adoptar medidas drásticas en materia de seguridad y gestión migratoria.

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