A medida que la OTAN celebra su 75 aniversario como organización político-militar, una inversión adecuada en Defensa continúa siendo un aspecto fundamental. Los aliados acordaron destinar al menos el 2% de su PIB en defensa, un objetivo que no todos han cumplido consistentemente.
En 1949, 12 Estados firmaron el Tratado del Atlántico Norte en Washington D.C. para asegurar su defensa colectiva en un mundo impredecible. Este año, 32 aliados de la OTAN se reúnen nuevamente para tomar decisiones clave sobre cómo continuar protegiendo a sus ciudadanos mientras se enfrentan al entorno de seguridad internacional más complicado desde la Guerra Fría.
El Concepto Estratégico de 2022, que delinea las metas estratégicas de la OTAN para los próximos diez años, reafirma que la organización tiene como objetivo principal garantizar la defensa colectiva de sus miembros. Establece tres tareas esenciales: disuasión y defensa, prevención y gestión de crisis, y seguridad cooperativa. Todas ellas son pilares esenciales en la arquitectura de la seguridad internacional y dependen crucialmente del gasto en defensa de sus miembros.
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La OTAN se financia a través de las contribuciones directas e indirectas de sus miembros. Las contribuciones indirectas incluyen las fuerzas que cada estado miembro puede proporcionar a la OTAN para las actividades de disuasión y defensa y operaciones militares. Por otra parte, las contribuciones directas se destinan a los fondos comunes de la OTAN para asegurar su funcionamiento. Estas últimas representan solo el 0,3% del gasto total en defensa de los Aliados (alrededor de 3,3 mil millones de euros en 2023).
¿Cuánto gastan en defensa los miembros de la OTAN?
En 2006, los ministros de Defensa de la OTAN acordaron destinar un mínimo del 2% de su PIB al gasto en defensa. Sobre todo, para asegurar la preparación militar de la Alianza. Jens Stoltenberg, Secretario General de la OTAN, confirma que más de 20 países miembros de la OTAN han alcanzado su objetivo de gasto en defensa. En 2024, un número récord de 23 aliados alcanzará el objetivo del 2%, en contraste con solo tres miembros que lo lograban en 2014.
Actualmente, Polonia (4,12%), Estonia (3,43%), y Estados Unidos (3,38%) lideran el gasto militar dentro de la Alianza. En 2023, únicamente las aportaciones de Estados Unidos representaron dos tercios del gasto en Defensa de la OTAN, unos 743 mil millones de dólares. Sin embargo, esta no es la cantidad con la que Estados Unidos contribuye al funcionamiento operativo de la OTAN, que se comparte con todos los Aliados según el principio de financiación común.
En el otro extremo de la inversión en defensa se encuentran aquellos países que no cumplen el objetivo del 2%. Algunos de ellos son Croacia, Portugal, Italia, Canadá, Bélgica, Luxemburgo, Eslovenia y España. España será el miembro de la OTAN con la menor inversión en defensa en 2024, a excepción de Islandia, que no cuenta con fuerzas armadas propias desde 1944. Islandia delega la responsabilidad de su defensa en la OTAN. Con un gasto proyectado del 1,28% del PIB en defensa, el porcentaje de España es inferior al de Eslovenia, Luxemburgo y Bélgica. Históricamente, estos tres países han tenido un bajo gasto militar.
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La inversión de España contrasta con la tendencia ascendente de otros aliados europeos de la OTAN. El resto están experimentando un aumento notable en inversión militar, marcando el décimo año consecutivo de incremento. Se aprecia en el siguiente gráfico, que muestra la evolución del gasto en defensa de los estados miembros de la OTAN desde 2015 a 2023.
Así pues, el panorama actual del gasto en defensa entre los miembros de la OTAN varía considerablemente. No solo refleja las diferentes capacidades económicas de los Estados, sino también las diferencias en las percepciones de amenaza. El cumplimiento con la directriz del 2% también es un indicador de la voluntad política de un Estado para contribuir a los esfuerzos de defensa comunes de la OTAN. Aunque, para que la OTAN consiga una efectiva disuasión, es crucial que todos los miembros compartan equitativamente la carga de la defensa colectiva.
Décadas de infrafinanciación
Este repunte en la financiación en defensa llega tras años de fluctuaciones significativas. Los años 90 y principios de los 2000 fueron testigo de reducciones notables en los presupuestos de defensa. Las reducciones estuvieron impulsadas por la percepción de una disminución en las amenazas militares tradicionales. Además del deseo de cosechar los «dividendos de la paz», que describían el beneficio económico de disminuir el gasto en Defensa. Durante los años posteriores a la Guerra Fría, los miembros de la OTAN aprovecharon para redirigir recursos hacia otras áreas. Algunas de las áreas más destacadas fueron el desarrollo económico y el bienestar social.
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La crisis financiera de 2008 exacerbó estas tendencias. Los gobiernos se vieron obligados a aplicar medidas de austeridad que disminuyeron los recursos dedicados a Defensa. El desequilibrio de inversión entre los aliados se volvió más pronunciado. Especialmente desde los eventos del 11S en 2001, donde Estados Unidos aumentó significativamente su gasto en defensa.
Una llamada de atención para la OTAN
El panorama comenzó a cambiar drásticamente en la última década, cuando una serie de eventos subrayaron la necesidad de revitalizar el gasto en defensa. La anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014 y la subsecuente intervención en Ucrania representaron un punto de inflexión que reavivaron las preocupaciones sobre la seguridad europea y el expansionismo ruso. Desde la anexión de Crimea, la OTAN ha implementado el mayor refuerzo de la defensa colectiva de la Alianza en una generación.
Simultáneamente, la amenaza del terrorismo global se ha mantenido constante, con ataques perpetrados por grupos como ISIS que han demostrado la capacidad de estos actores no estatales para llevar a cabo operaciones letales en suelo europeo (París en 2015, Manchester en 2017 etc.) y norteamericano (San Bernardino en 2015, Orlando en 2016 etc.). Los ciberataques, como el que sufrió Estonia en 2007, y los continuos intentos de interferencia en procesos democráticos, también han destacado la necesidad de fortalecer las capacidades cibernéticas de la OTAN.
La combinación de estas amenazas, junto con otros desafíos como los conflictos en Oriente Medio, las ambiciones de China, y la erosión de los marcos de control de armas, desarme y no proliferación, ha llevado a un aumento en los presupuestos de Defensa de los miembros de la OTAN.
En la Cumbre de Gales en 2014, en respuesta a la anexión ilegal de Crimea y en medio de una mayor inestabilidad en el Medio Oriente, los líderes de la OTAN acordaron un Compromiso de Inversión en Defensa. Mediante esto, los aliados que ya cumplían con la directriz del 2% se esforzarían por continuar haciéndolo, mientras que los aliados cuyo gasto estuviera por debajo de este nivel detendrían cualquier disminución y se esforzarán por acercarse a esa cifra dentro de una década.
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Este año, ya una década después, 23 de los 32 aliados llegarán al objetivo del 2%. En la Cumbre de Vilna de 2023, los líderes de la OTAN mantuvieron este compromiso y afirmaron que, en muchos casos, se necesitará un gasto superior al 2% del PIB para remediar las deficiencias existentes.
En la Cumbre de Washington de este año, los líderes de la OTAN abordarán una amplia variedad de temas que enfrenta la Alianza, uno de los cuales incluye la asistencia a Ucrania. La OTAN ha brindado un apoyo sin igual a Ucrania, defendiendo su derecho a la autodefensa y apostando por un futuro donde formará parte de la Alianza. También reconocen a Rusia como la amenaza más significativa para la seguridad de los miembros.
La inversión en defensa: una prioridad
La inversión en defensa seguirá siendo una prioridad central para la OTAN, ya que busca enfrentar con éxito los nuevos desafíos, incluyendo la agresión estatal, el terrorismo y las amenazas cibernéticas. El desarrollo de nuevas tecnologías militares y la mejora de la interoperabilidad entre las fuerzas armadas de los miembros serán cruciales.
La OTAN también ha dado pasos significativos en la integración de tecnología avanzada en sus operaciones. Ha anunciado inversiones en varias empresas europeas del sector tecnológico, destinando un fondo de 1.000 millones de euros en tecnología de defensa.
Además, la propuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de asignar 500.000 millones de euros a inversiones en defensa durante la próxima década, subraya la urgencia de fortalecer las capacidades militares de Europa ante la inestabilidad internacional.
El gobierno español, por su parte, ha trazado un camino claro hacia el cumplimiento de sus compromisos de defensa. Con planes para aumentar su inversión en defensa al 2% en 2029, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha argumentado que «invertir en Defensa es invertir en paz». A pesar de la controversia, el gobierno ha aprobado más de 1.120 millones de euros para fortalecer las capacidades militares de las Fuerzas Armadas.
Por tanto, el desafío de la inversión en defensa será central para mantener la capacidad de disuasión y respuesta de la OTAN, asegurando así la seguridad de sus miembros en un mundo cada vez más incierto.
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