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El ascenso de los lobos guerreros: la diplomacia que redefine a China

Análisis

Javier Lara Ruiz
Javier Lara Ruiz
Estudiante del Grado de Relaciones Internacionales en Francia y España. Fue seleccionado como uno de los estudiantes Top Talent Valencia 2023 por el Banco Santander y premiado en múltiples ocasiones por su labor como delegado en simulaciones de las Naciones Unidas, una de ellas en la base de la ONU en Valencia. Además, cuenta con experiencia previa como analista en otros medios. Apasionado por la geopolítica, está altamente interesado en temas sobre Asia y África.

En el panorama internacional actual, China ha emergido con una diplomacia tan audaz y enérgica como un lobo guerrero. Este enfoque, caracterizado por su postura agresiva y nacionalista, refleja una transformación radical respecto a la diplomacia tradicional. En este artículo, exploramos cómo la diplomacia de los lobos guerreros está reconfigurando las relaciones internacionales y qué implica para el futuro de la geopolítica. Si quieres adentrarte en el mundo de la diplomacia te recomendamos el Curso de Experto en Diplomacia y Multilateralismo.

En un mundo de crecientes tensiones y rivalidades globales, han surgido corrientes diplomáticas que, aunque deterioran y distorsionan el significado de la «diplomacia», se alinean con la misma dinámica conflictiva. Estas corrientes acompañan la actual fase de interregno y zona valle, desde la cual se podría interpretar un nuevo orden mundial, tal como sugieren las teorías de Antonio Gramsci.

La concepción de la diplomacia que defendía Bismarck comienza a desaparecer. La aparición de nuevos actores internacionales, el cambio de sistema y el aumento de la tecnología muestran como el sentido estricto de la diplomacia debe transformarse.

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Las películas Lobo Guerrero (2015) y su secuela Lobo Guerrero II (2017) son el origen de esta nueva corriente diplomática china. Las tramas de sus fuerzas especiales enfrentándose a amenazas extranjeras sirvieron como catalizadores para un renovado orgullo nacionalista. La narrativa de una China fuerte y capaz de defenderse ha impactado profundamente en la conciencia colectiva, creando un terreno perfecto para la evolución de la diplomacia hacia una postura más combativa y proactiva.

Esta táctica, que goza de cierta popularidad interna, plantea serios desafíos a las relaciones transnacionales, fomentando la desconfianza y retroalimentando el panorama realista actual. Al más puro estilo «Rambo» de los héroes de una película de acción, estos diplomáticos chinos se enfrentan a los desafíos internacionales con una firmeza sin precedentes. Una diplomacia reinventada, donde la valentía y el fervor patriótico se adueñan del discurso conciliador.

De Deng Xiaoping a Xi Jinping: dos visiones, dos diplomacias

La diplomacia de los lobos guerreros se entiende por una serie de factores que han transformado la concepción de China y su rol en el escenario global. Este enfoque proactivo en la política exterior no deja de ser un reflejo de cambios profundos en la ideología y las ambiciones del gigante asiático.

El origen de esta diplomacia va más allá del cine. Internamente, China ha experimentado un resurgimiento del nacionalismo y una reafirmación de su identidad cultural y política. Bajo el liderazgo de Xi Jinping, el Partido Comunista Chino ha promovido la idea de este país asiático como una superpotencia mundial, una visión que busca reconfigurar la posición China en el mundo.

«Mao levantó a China, Deng Xiaoping les hizo ricos y Xi Jinping les hará fuertes». Este enfoque ha implicado no solo un fortalecimiento interno en términos de cohesión y poderío económico, sino también una postura exterior más agresiva y menos dispuesta a ceder ante presiones extranjeras. 

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Bajo la administración de Deng Xiaoping, la estrategia diplomática de China se caracterizaba por el principio de «esconder capacidades y bregar por el tiempo», lo que implicaba una postura cautelosa y de bajo perfil en el escenario internacional. Esta estrategia permitió a China concentrarse en su desarrollo económico interno, fomentando un crecimiento sostenido. Siendo este cambio presidencial un factor importante para entender el origen de este nuevo estilo diplomático.

La diplomacia de los lobos guerreros, por tanto, es una manifestación de esta transición. Representa la determinación de China para defender sus intereses nacionales con firmeza, influenciada tanto por un resurgimiento del orgullo nacional como por la ambición de desempeñar un papel más dominante en el sistema internacional. 

Según un académico chino, Xiang Lanxin, el nacionalismo que proyecta la diplomacia del lobo guerrero está desestabilizando el orden mundial en un momento en que China, convencida de la superioridad de su modelo, actúa con un orgullo desmesurado. Xiang atribuye parte de esta actitud al periodista británico Martin Jacques, cuyo libro When China Rules the World alimentó el nacionalismo chino por ser una fuente externa a la propaganda interna

Con la llegada de Xi Jinping, a partir de 2010, cuando el PIB de China superó al de Japón, quedó plasmada esa transición. La iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, e incluso los Juegos Olímpicos de 2008, también simbolizan esta transformación hacia la hegemonía.

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La confianza y el orgullo nacional aumentaron significativamente. Este sentimiento fue acompañado por un crecimiento del nacionalismo impulsado por el Partido Comunista Chino y su promoción de las «cuatro confianzas»: en el camino elegido, en el sistema político, en las teorías que lo sustentan y en la propia cultura. Este aumento del nacionalismo se reflejó en una política exterior más firme, alejándose gradualmente del enfoque discreto de Deng.

Aunque, está claro que este enfoque podría erosionar, más aún, su softpower e influencia al ser vistos como una amenaza, especialmente en Estados Unidos, en un contexto de creciente desconfianza entre las grandes potencias. 

¿Qué impulsa a los diplomáticos chinos a transformarse en lobos guerreros?

  • Incentivos individuales. Los diplomáticos chinos adoptan posturas agresivas no solo por convicción, sino también como una vía para avanzar en sus carreras profesionales. La agresividad en la defensa de China ante críticas extranjeras es vista como una muestra de lealtad y competencia, que puede resultar motivo de ascensos y promociones.

Aunque, también es cierto que solo una parte de los diplomáticos chinos, quizás los más jóvenes, se involucran en estos comportamientos polémicos, lo que demuestra que no es una norma generalizada.

  • Cambios institucionales. Bajo la dirección de Xi Jinping, se ha llevado a cabo una fusión de la diplomacia con la propaganda nacionalista. Las instituciones encargadas de la propaganda externa han adoptado una postura más combativa, priorizando la defensa contra críticas y la promoción del poder discursivo de China en el ámbito internacional.

El «waixuan», que combina las nociones de ‘wai’ (externo) y ‘xuan’ (declaración), es el sistema de propaganda dirigido externamente por el Partido Comunista Chino. Xi Jinping reorientó el waixuan hacia un enfoque más ideológico y combativo, abogando por un fortalecimiento de la propaganda que refleje el liderazgo de China como una gran potencia.

Esta estrategia también ha generado tensiones internas, ya que algunos diplomáticos y expertos han señalado que la actual orientación del waixuan a menudo responde más a la presión nacionalista interna que a una verdadera comunicación internacional.

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  • Desvío de atención. Este punto justifica la retórica agresiva con el fin de desviar la atención de acusaciones y movilizar el apoyo popular. 

Los problemas internos de corrupción y la falta de confianza en la ideología comunista, junto con las tensiones internacionales, han llevado a Xi a exigir una aplicación más enérgica del waixuan y, por ende, de la diplomacia para proteger los intereses nacionales y contrarrestar las críticas externas. La crisis y gestión del COVID, las protestas de Hong Kong y la ligera recesión socioeconómica podrían ser algunos de estos motivos. Un factor secundario, pero con importantes consecuencias.

¿Cómo identificar a un lobo guerrero?

Este estilo de diplomacia tiene unas características bien definidas que lo convierten en un fenómeno único. Actúan como una manada de caza, siempre alerta y listos para atacar, redefiniendo la forma de interactuar en la esfera internacional. 

  • Tono agresivo y directo:

Los diplomáticos chinos que siguen este enfoque adoptan un lenguaje fuerte y provocativo, desafiando abiertamente a críticos y adversarios. Tradicionalmente, China había transmitido una imagen positiva y amistosa en sus relaciones exteriores. Sin embargo, la transición hacia una postura más agresiva ha tenido consecuencias negativas. Según Kevin Rudd, ex primer ministro australiano, la reputación de China ha sufrido debido a esta nueva estrategia, poniendo en riesgo el poder blando de China. 

Precisamente, China ha tenido varios enfrentamientos diplomáticos recientes con Australia. Uno de los lobos guerreros por excelencia, Zhao Lijan, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, mostraba en Twitter una imagen de un soldado australiano amenazando con degollar a un niño, tras la noticia sobre el «Informe Brereton» y los crímenes de guerra cometidos en Afganistán por parte de algunos soldados australianos.

  • Uso intensivo de redes sociales:

Este estilo de diplomacia también se caracteriza por un uso frecuente de las redes sociales en el ámbito profesional. El objetivo es difundir mensajes y responder abiertamente a cualquier ataque. Dar visibilidad a la confrontación y aumentar el sentimiento nacionalista. Rechazar la tradición diplomática para aplaudir comportamientos agresivos.

Una investigación del German Marshall Fund reveló un aumento significativo en la actividad de cuentas oficiales de Twitter por parte del gobierno chino, lo que subraya el cambio hacia una diplomacia más visible y confrontativa. Señalan que ha habido un aumento del 300% en las cuentas oficiales de Twitter del Estado chino solo en 2020, con hasta cuatro veces más publicaciones. Algunos perfiles de estos «lobos guerreros» tienen hasta casi 2 millones de seguidores en redes. Una diplomacia al servicio del nacionalismo y la política interior.

  • Contrarrestar el relato occidental:

La diplomacia de los lobos guerreros se centra en desafiar y contrarrestar las percepciones o relatos de Occidente sobre China. Esto incluye acusaciones directas y cuestionar sus políticas. Este enfoque, criticado por alejarse de la tradición pragmática china, ha sido visto como una traición a la estrategia de «buscar la verdad a partir de los hechos». Esta frase se convirtió en un principio fundamental de la política y el desarrollo del Partido Comunista Chino. Mao promovió este enfoque como una manera de fomentar una visión realista de las reformas sobre la que asentar la ideología socialista china.

Esta característica pretende presentar a China, bajo cualquier circunstancia, como un país superior a Occidente, alejándose así del entendimiento mutuo. La pandemia del COVID-19 fue prueba de ello. Zhao Lijan, declaraba abiertamente por Twitter que la pandemia había sido introducida en Wuhan por el ejército de Estados Unidos, provocando enfrentamientos a lo que desde Occidente se replicaba como «el virus chino».

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  • Nacionalismo y populismo:

Este enfoque utiliza el nacionalismo y el populismo para movilizar apoyo interno y reforzar la posición de China. Apela al sentimiento patriótico y busca fortalecer la imagen del gigante asiático. Esta diplomacia comparte valores propios de las fuerzas armadas. La disciplina, la lealtad y la defensa, a toda costa, de China. 

Este estilo combativo limita la flexibilidad y la capacidad de construir relaciones diplomáticas constructivas. Una diplomacia que prioriza más la protección del régimen sobre la colaboración internacional. Además, pone en entredicho la lealtad del resto de diplomáticos chinos que no siguen estas posturas ofensivas. El actual embajador de China en Cuba, Ma Hui, defendía la agresividad diplomática china en Twitter

  • Falta de cohesión interna:

Por último, como se ha ido adelantando anteriormente, no todos los diplomáticos chinos siguen la línea agresiva de los lobos guerreros. No se podría clasificar, aún, de estrategia diplomática, sino, más bien, de una práctica bien recibida. Existe un debate interno sobre la eficacia de este enfoque, con algunos funcionarios promoviendo una diplomacia más tradicional y conciliadora. 

El antiguo embajador en Washington, Cui Tiankai, por ejemplo, han abogado por una diplomacia más abierta y respetuosa. La diversidad de enfoques dentro del aparato diplomático chino podría dificultar la gestión de las relaciones internacionales y la resolución de conflictos, revelando una diplomacia fragmentada.

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Aunque, diplomáticos chinos de alto nivel, incluidos Liu Xiaoming (el ex embajador de China en el Reino Unido), Lu Shaye (embajador de China en Francia) y Fu Ying (ex viceministra de Relaciones Exteriores) afirmaron que los diplomáticos chinos deben actuar como lobos guerreros para defender los intereses nacionales. 

¿Es la diplomacia de los lobos guerreros un modelo definitivo o una fase transitoria?

El futuro de la diplomacia de los lobos guerreros de China muestra una fase de transición y ajuste. En un plano general, representa el deseo de acabar con ese mundo pacífico para reclamar la supremacía mundial.

Estos lobos guerreros están aprovechando la ocasión para difundir el modelo chino al mundo entero, promoviendo públicamente su superioridad. Aunque su agresividad y confrontación aumenten el nacionalismo interior, destruyen también su percepción exterior. La necesidad de China de reconsiderar sus relaciones con Occidente y desarrollar una visión estratégica a largo plazo es, probablemente, imprescindible e inevitable. 

La diplomacia china debería equilibrar la defensa de sus intereses nacionales con el incremento de su poder blando. Aunque este estilo de diplomacia puede haber sido efectivo en determinados escenarios, su continuidad a largo plazo no está garantizada y depende de cómo Pekín ajuste su política exterior en respuesta a las tensiones con Occidente. 

La teoría del «ascenso pacífico», analizada por el académico chino, Xiang Lanxin, se muestra insostenible en la práctica, dado que el concepto de «ascenso» en la cultura china implica una transformación que puede desestabilizar el orden existente, generando tensiones inevitables.

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Esta perspectiva subraya la necesidad de una comunicación cultural más profunda, alejándose de una estrategia basada únicamente en la confrontación. La clave entonces reside en evitar que las necesidades tácticas a corto plazo dicten las estrategias a largo plazo.

La diplomacia no puede ni debe verse secuestrada por el populismo y el nacionalismo. Es todavía pronto para saber si la diplomacia del lobo guerrero representa el clímax de la transición de la política exterior china hacia este estilo combativo.

China ha mostrado firmeza y confrontación a través de su diplomacia de los lobos guerreros. Aun así, recientes movimientos indican una tendencia hacia una diplomacia más moderada. Sobre todo, cuando se trata de mediar entre otras potencias en conflictos que no involucran directamente a China y que demuestran su status superior. La mediación entre Irán y Arabia Saudí es prueba de ello. En el caso contrario, cuando China se vea involucrada, quizás, sí que se le podrían ver las garras a los lobos. Aquí podría encontrarse la verdadera estrategia y ese equilibrio tan discutido. 

En definitiva, esta corriente diplomática se trata de una diplomacia china muy distante de la filosofía tradicional que parece alejarse de la tradición china y se aproxima a una veneración del líder, propia de países como Corea del Norte. Quién sabe, quizás la reinvención de la diplomacia vaya por este camino. Aunque, por el momento, aún sigue en una fase muy prematura que impide afirmar si se trata un estilo definido.


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